Aquella noche, Amanda esperaba a su chico, completamente desnuda, su cuerpo nada tenía que envidiar a los de las chicas de revista. Pechos firmes, no excesivamente grandes, de pezón pequeño, pero no diminuto. De complexión delgada y largas piernas moteadas por algún que otro lunar. Se encontraba mirándose al espejo cuando escuchó la puerta principal abrirse, Lüca había llegado. Despreocupada, comenzó a colocarse el cabello de manera desenfadada, permitiendo que el mismo tapase sus pechos y, tras calzarse unos preciosos tacones blancos acudió al salón, contemplando entonces a su marido de espaldas, sonriendo divertida, se acerca a él, estaba segura de que después de un duro día de trabajo, le apetecería relajarse un poco. Rodeando su cuello con los brazos, dejó un pequeño beso en su cuello, dejando allí sus rojos labios marcados.
– ¿Qué tal le ha ido el día a mi querido esposo? – Preguntó juguetona la chica, humedeciéndose los labios de manera sutil.
- Hm… Mandy…
- Shh… – Siseó la joven en el oído de su pareja, comenzando a desabotonarle la camisa a un ritmo lento y pausado, sin prisa alguna por terminar aquella tarea, limitándose a rozar su piel al paso de los propios dedos.
Un poco más tarde, y tras varios besos en su hombro, se deslizó para colocarse entre sus piernas, permitiéndole descubrir la plenitud de su cuerpo desnudo, ante lo que el joven no pudo más que sonreír de manera discreta, mordiéndose el labio inferior para finalizar dicho gesto, la sola imagen de su chica desnuda comenzaba a excitarle, y eso junto a las caricias que Amanda dejaba a su paso sobre la piel de Lüca producían en el chico una leve pero visible erección, cosa que divertía mucho a su pareja, cuyos labios ahora reclamaban los ajenos. Unida a él por aquel húmedo beso, Amanda se llevaba a Lüca hacia el salón, y tras correr las cortinas, puso algo de música, como quien quiere ligarse a alguien en la tercera cita, con una pícara sonrisa en los labios, comenzó a contonear su cuerpo al son de la suave melodía. El movimiento del cuerpo desnudo de la joven comenzaba a proyectar miles de ideas directamente en la cabeza de Lüca.
Con aquel pequeño espectáculo finalizado, y la erección del joven mucho más pronunciada, Amanda se situó sobre el cuerpo de Lüca, quien ya no llevaba pantalones, a horcajadas. Él no quería ir despacio, ya no podía contener las ganas de tomarla de aquella manera que tanto le gustaba. Besó sus labios, casi con violencia al tiempo que la chica se deshacía de sus boxers y, con un movimiento de pelvis nada suave, el chico llegó al fondo de su intimidad, arrancando de la garganta de su pareja un gemido bastante profundo, al instante, ella comenzó a moverse sobre él, retirando hacia atrás sus cabellos, dejando a la altura de los ojos de Lüca sus pechos, pechos que no dejaban de botar por el movimiento del propio cuerpo, tal y como a él le gustaba que fuera, pronto los labios del chico atraparon uno de los pezones que tanto le gustaba morder, casi se podría decir que los devoraba, al mismo ritmo al que sus manos recorrían una y otra vez la piel de la chica, quien no podía dejar de gemir, llamándole en susurros que denotaban una excitación bastante grande. Seguía moviéndose sobre él, que ya estaba totalmente apoyado contra el respaldo del sofá, sin duda aquella era la mejor bienvenida a casa después del trabajo.
- S-Sigue preciosa… – Murmuraba el chico preso de la excitación del momento mientras agarraba de manera firme el trasero de la joven.
Ella ni siquiera contestó, no pensaba parar, la fuerza con la que se movía aumentaba de manera progresiva junto a los gemidos que se acompasaban con los ajenos. Tras un buen rato, manteniendo aquel vaivén que a ambos estaba volviendo locos, llegó el momento del orgasmo, Amanda llegó antes que él, y quedó agotada, extasiada, y lo demostró gimiendo el nombre de su acompañante directamente desde la garganta casi en un grito. Al ver que a su chico aún le faltaba un poco, decidió alzar las caderas y deslizarse entre sus piernas, terminando su trabajo de un modo distinto al que había empezado.
Rodeando con la mano el miembro de su chico, comienza a agitarlo de manera suave pero intensa, masturbándole, posando los labios sobre su glande, esperando así hacerle terminar. Sacó la lengua para ayudarse de ella en su tarea, momentos más tarde, Amanda pudo sentir el semen caliente y espeso de su chico golpear sus labios, por lo que entreabrió la boca, permitiéndole llenar la misma y manchar sus pechos, sabía que a este le gustaba aquello. Así finalizaron, y una vez limpios y aseados, pudieron marcharse a dormir.
Se que no he sido demasiado específica, pero iré mejorando, os lo aseguro, este tan solo es mi primer relato, y esta es mi manera de dejaros esperando más, espero que haya sido de vuestro agrado.