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Channel: Fantasias eroticas – Relatos Eroticos
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En un Glory Hole con mi esposa

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Este relato es absolutamente real.

Somos una pareja joven, ella se llama Vero y yo Miguel ella tiene 28 y yo 25. Voy ha empezar a describirla, es de estatura media, 164cm, rellenita, curvas preciosas, tetas grandes y paraditas, el culo es el que mas me mata, lo tiene grande, redondo-respingo, algo morenita de ojos negros y muy dulce de cara.

Yo mido 185, fuerte, voy al gimnasio, soy algo moreno, ojos miel, y siempre alegre.

Bueno, tenemos 5 años como pareja y 1 año como casados, nuestra vida sexual siempre ha sido satisfactoria, lo que pasa es que llegas a un momento que todo eso se vuelve en algo que siempre se repito lo mismo, y a veces te cansa mucho, por eso he intentado poner un poco de pimienta a nuestra relación.

Mi mujer siempre ha sido una mujer como muchas, es decir muy cerrada a lo nuevo en cuestión de sexo, entonces hemos comprado consolador anal haber si le gustaba pero que va, a ella no le gustaba nada y al final por nervios he tirado el consolador a la basura jeje.

Paso mucho tiempo desde entonces, como somos muy sinceros y no nos mentimos, intente preguntarla si tenia alguna fantasía, que me lo diga y que no le de vergüenza, pero ella se negó diciendome que no tiene ningún fantasía y que le gusto mucho y que el placer lo quiere recibir solamente de mi, entonces yo me sentí un poco mal, ya que yo soñaba pervertir-la, y no conseguía.

Despues de unos dias, insistiendo tanto sobre fantasias, al final me dijo que quisaz algunas chicas muy guapas la atraia, pero no era una cosa muy importante para ella. Yo no quiera que sueña con una mujer, si no con un hombre por favoooor. Despues de unos dias le he propuesto llamar a una chica escort guapa que venga a nuestro casa y que le de placer, pero se nego, que le da verguenza y tal cosas, para mi no era mal, ya que yo quiera otra cosa jeje.

Un dia me acorde que cuando erea joven he visto unas peliculas xxx con perros follando chicas, y que me ponia a cien viendolas, entonces me vino a la mento enseñarle la pelicula pero me dava corte, y al final encontre la ocasion de enseñarle la pelicula una nocho entes de tener sexo

-Mira mi amor, te quiero enceniar algo interesante que hamas has visto

Arranco la pelicula y habia en las imagenes perro follando una chica, cuando ha visto me dijo.

-Que es esto, uyyy, una chica follando con un perroo?

-Si mi amor, te gusta?

-Ay que asco, que asco, que asco.

-Porqueeee, mira como la chica disfruta. Entonces ellla me dijo.

-Por favor, quita esta esquierosa pelicula.

Uy, aquiella noche nos quiedamos callados, yo empalmado y con ganas, ya que no hicimos nada de nada, ya que se nojo.

Paso mucho tiempo, ya estaba cansado de intentar convencerla probar cosas nuevas, y una tarde pasé por una calle bastante transitada y me paré en frente de un sexshop, que habia en el escaparate un consolador estilo mariposa que vibraba el punto g y el clitoris, me gusto mucho la ideea pero valia muy caro, al rededor de 100 euros y no llevaba tantos dineros en la cartera, y tampoco se lo compraria, ya que como es ella no sabia si le iba ha gustar o no, he mirado muchos cosas en la tienda, pero lo que me atrajo mucho la atencion era una parte de la tienda que habia unas cabinas de color negro y muy oscura, y habia unos tios en el pasillo. Entre a la cabina, la mire y habia una silla estilo sofa una tele y un cajon donde se metia monedas, entonces cerre la puerta, me sente y meti una moneda de 1 euro y zoom una pelicula gay, hoder no lo puedo creer, una pelicula de gay, habia unos botones pa cambiar de pelicula y para el volumen. Cambie a una pelicula que habia una chica follando con dos tios negros. Mirando la pelicula, se escucho el ruido de la puerta de la cabina de izquierda y de reojo he visto una puertecita chiquitita con un pequieño sierre, la abro y veo que al otro lado de la pared habia un tio pajeandose. Mi mente en aquiel momento funcionaba a vueltas maximas, estaba muy avergonzado, excitado y muy empalmado. Cerre la puertecita y no podia quitar la mente de lo que acababa de ver, y abri de nuevo la tapa y miraba lo que hacia el tio alli, y el se agacho un poco para ver lo que yo hacia, y volvio a su citios relajado. Paso unos momentos y el tio se levanto, desplazo la silla atras y metio la polla por el agujero. Dios mio, no lo puedo creer, que le pasa a este tio, me llamo mucho la atencion el tamaño de su rabo que la tenia de unos 19 cm de larga, pero muy gruesa, mucho mas que la mia. No soy gay, pero no se que paso con mi mente que lleve la mano a su rabo y se la toque, no lo podia creer lo que yo estaba haciendo, se la menee un poquito, no podia serrar la mano por gorda que era el rabo. El tio saco el rabo del agujer y metio su dedo de la mano y haciendo un movimiento como si me pidiera meter yo el rabo por el agujero, cuando he visto eso, me levante y sali casi coriendo de la cabina y de la tiendo.

Cuando lleque a casa, lo unico que tenia en la mente ere lo susediodo en la cabina, por la noche no podia dormir, y asi pasaron los dias y una noche mientras estaba con mi mujer en la cama follando, empece a preguntarle cosas.

Yo – Mi amor, parece que esta noche eres mas caliente que las otras.

Ella – Si, un poco.

Entonces haber escuchado esto era el momento de hablar cosas calientes.

Yo – Piensalo como si ahora estuvieras cabalgando a otro hombre – A ver acabado decirle este me miro muy morbosa y pero no me contesto.

Yo – Quieres probar otra verga?

Ella – Quizas.

No lo podia creer, y en aquiel momento acabe de una manera impresionante y ella al igual que yo, y despues de terminar, nos fuimos al baño pa limpiarnos, yo de su flujo y ella sacar mi lefa de su interior. En el baño no hablamos nada.

Aver llegado de nuevo a la cama empece hablar sobre el tema, y me nego, diciendome que dijo eso pa ver como reaccionaba, y que se noto mi reaccion en su interior que la llene de leche como nunca y me dijo que ella tambien tuvo un orgasmo muy intenso averme sentido tan excitado.

Yo insistia que si a ella le gustaria probar otra verga, y me negaba mucho.

Despues de un tiempo paso lo mismo en la cama y otra vez la preguntaba y esta vez si que uvo una sorpresa y me dijo que si le gustaria probar otra verga pero que le da mucha verguenza y ademas tiene que ser un rabo mas grande que el mia pa poder sentir algo de diferencia, yo le dije me encargaria de buscarle un tio con rabo muy largo pero me dijo que no quieria larga y que la mia le bastaba de longitud y aveces cuando se la metia entera le tocaba el utero y la dolia, mi rabo mide unos 15 cm de largo y muy gruesa. Me dijo que lo que queria era un rabo mas gruso, mas ancho que el mio, en mi mente fue *joder, mas gruesa? pero no va caber* y le dije que me encargaria de buscarle un tio con rabo muy grueso. En la misma noche le comente que me gustaria verla cojer sin condon, pero su respuesta fue un poco fria. – Joder, eres tonto??? Como puede ser sin condon, hay muchas enfermedades entonces le dije que buscaria un tio sano y deportista, pero dijo que de ninguna manera la hiciera sin condon, y que si no acabo con decierle esto y no va ha quierer hacer nada con nadien, entonces tuve que parar de pedirle esto.

Pasado el dia visite la pagina de milanuncios, pero no habia tios muy dotados, y me acorde la de las cabinas, me puse las ropas y sali coriendo por la puerta. Lleque alli y habia unos cuantos tios mas maduros, y me miraba de una manera como me estuviera comiendo, ya que eran gays. Pase a la cabina, cerre la puerta y meti moneda, abri la tapa de la pared y espere haber y pasa alquien a la orta cabina, e unos segundos paso un tio, se sento inserto moneda, bajo sus pantalones y empezo a pajearse. Despues de unos minutos se levanto y metio el rabo por el agujer, mis palabras en voz baja fueron, *hoder, que gruesa*, era mas gresa que la mia, y la mas importante es que era mas ancha que la mia, unos 2 cm mas ancha, vamos, un verdadero aparato de guerra. Se la toque, la empece masturbar, pasaron 5 min, y ya me dolia el brazo por tanto pajearlo y el tio todavia no se habia corrido, y mientras pensaba abandonar el echo empezo a gemir en voz baja y empezo ha salir leche de su ancho instrumento, parecia interminable la leche que salia de su rabo, una gran cantidad que me mancho un poco los sapatos. Despues de sacar su rabo, limpie mi zapato de leche con el papel de la cabina y me fui antes de salir el tio de la cabina. Cuando llegue acasa mi mujer me habia preparaso mi dulce favorito. Mientras estavamos comiendo el dulce, le comente le de la cabina del sex shop, se nojo un poquito y regaños por haber tocado el rabo de aquiel tio, pero fue cosa de minutos, entonces empezo a ser curiosa, preguntandome que como la tenia que si la tenia grande y que no se que. Mientras le comentaba de lo hecho note que estaba muy excitada, y al final acabamos follando como animales.

Despues de un dia le propuse que visitemos el sexshop, pero claro, ella como siempre nego, al final le tube que decir que decir que ibamos solo ha mirar las cabinas y como mucho follarnos entre nosotros y la convenci y nos pusimos las ropas, yo jens y camiseta y ella una falda media-corta de jens y una camiseta sexy. Cuando llegamos alli empesamos por mirar cosas dentro de la tienda, mire a mi mujer y tenia la cara como un langostino cocido, por la verguenza que tenia, ya que erea la primera vez en su vida pisar un sexshop. Despues de unos 15 min de tanto mirar por la tienda, pasamos por el pasillo y nos paramos frente a las cabinas, era unos cuantos tios alli, mi mujer empezo a templar por la verguenza y los nervios, y decidi invitarla en una de las cabina, erea la misma cabina que cuando estube solo. Cerramos la puerta, nos sentamos en la silla-sofa, algo incomodo, pero bueno. Insertamos monedas, y empezo una pelicula porno. Note a mi mujer muy nerviosa, y le dije que se relaje, empeze a sacarme los zapatos, pantalones y camiseta, y solo quede en calzoncillos. Ella empezo e sonreirme de una manera muy divertida, le dije que se desnudara, pero no quizo, entonces le coji la mano y la lleve a mi rabo muy, pero muy duro, su respuesta fue, huau que dura. Empezo a frotarmela y cada vez parecia perdiendo los nervios y ponerse mas relajada. Escuchamos un ruido en la cabina de la izquierda y mi mujer se asusto, quito la mano de mi verga y se levanto asustada, yo le dije en voz baja que no se asuste que algun tio paso a la otra cabina, y se sento de nuevo. Despues de unos minutos el tio de al lado abrio la tapa, la nuestra erea serrada, y le comente que si quieria ver al otro hombre de la cabina, y me dijo *noooo por favor* pero no le hice caso y abri un poco la tapa pa ver quien era, pero no se veia muy claro, pero despues de sentarse y aver ingresado la moneda, con la pelicula hizo luz y se veia que erea el mismo tio de ayer, empezo a latirme muy fuerte el corazon y mi mujer pe preguento, que pasa, y le dije que es el tio de ayer, el tio rabo muy ancho.

Aver escuchado eso, se puso nerviosa y me dijo que nos vayamos ya, pero claro, para mi era el momento mas feliz de los ultimos años, y la tranquilize. Le lleve la mano a mi verga y la puse a masturbame, yo cada vez erea mas cerca de correrme y le señale que pare. Le propuse que le haga una paja al tio de la otra cabina, y lo negava, pero se notaba como se excitaba averle dicho esto, insisti, insisti, y al final dijo, Vale, pero solo paja. Ok digo.

Abri mas la tapa, y el tio parecia super empalmado, y en un momento de levanto y metio la herrmienta por el agujero, mire a mi mujer y tenia una cara como de sorpresa, no decia nada, se quiedo muda.

Yo-Que te parece?

Ella-Esto es demasiado, es muy ancha.

Yo-Te gusta?

Ella-Ufff, si, pero es mas ancha de lo que yo me imaginaba.

Yo-Pero te gusta o no?

Ella-Siiiii.

Yo-Entonces pajealo.

Agarro el rabo y empezo a pajearlo, se notaba cada vez mas excitada, no podia cerrar la mano y me dijo – Esta muy ancha, cuando escuche esto empeze a desnudarla, ella ya no se oponia. Despues de desnudarla le hice centarse en mi regazo, y poco a poco mientras ella pajeaba aquella ancha polla introduje mi rabo en su coño poco a poco. Mienteas la follaba le decia palabras calientes pa ponerla a mil.

Yo-Te gusta su rabo?

Ella-Si, mucho.

Yo-Quisieras que yo la tenga como este?

Ella-Si, mucho.

Yo-La quieres dentro?

Ella-Si y No.

Yo-Y eso?

Ello-Ahora no, porque no traemos condon.

Aver escuchado eso me puese muy nervioso, ya qur yo quieria verla follando con esa verga.

Yo-Chupasela un poco.

Ella-Que no.

Pero esa respuesta se notaba que no era tan fria como antes, entonces le dije que se la mojara un poco con saliva pero con la lengua, y se acerco a olerle el glado y de inmediato la pregunte si olia mal, pro dijo que no tenia mal olor, y esa fue la llave pa insistir, y al final accedio y acerco su lengua al rabo le mojo el glane. Despues de unos minutos se seco de nuevo el glande, e insisti que se la chupara, esta vez las insistencia mia fue una magia y accedio a lo que le pedi, de la metio en la boca, tenia dificultad de chuparsela ya que su boca es chiquitita. La mamo muy poco porque le dolia la boca. Yo ya no aguantaba mucho y le dije que se levantara. Despues le dije que si no quieria follar con ese al menos que se la pasara por su coño pero sin que se la meta, entonces me pregunto como, y le eseñe poner saliva en la verga y frotarla en el coño de pie con la cara a la pared, empezo hacer eso, y yo por atras la acariciaba y movia con ella. El gran instrumento de quiel tio salia unos cuantos centimentros por atras del culo de mi mujer, yo lo sentia chocar con mi pene. Pasaron varios minutos los dos hicimos el mismo movimiento de atras alante pero sin meterla.

Yo-Te gusta?

Ella-Siii, me farta poco corerme.

Aver escuchado eso casi me vine, pero el tio saco el rabo y mi mujer me lo dijo y ella se quierdo pegada de cara a la pared y yo detras suya. Yo me puse nervioso pensando que el tio ya se iba a correr, entonces la sorpreca fue que el tio petio de nuevo la pared y en aquiel momento como mi mujer era pegada a la pared salto y pego un gemido-grito. Yo asustado le pregunte que que pasa.

Ella-Cabron quitate que la tengo un poco dentro.

Yo-Hoder.

Aver escuchado eso estaba a reventar, y la empuje mas a la pared, y ella gimio mas, pidiendome que me quitara, pero yo no le hice caso.

Ella-Es sin condo.

Cada vez estaba mas cerca del climax, ella ya no oponia resistencia ya sola empezo a moverse de atras alante, y mi polla frotava entre sus piernas, empezo a gemir seriamente, decia que la dolia pero tambien se moria de placer, que tenia los labios vaginales por dentro, que era muy ancha y no tardo mucha y empezo a templar muy fuerte. Se vino de una manera bestial, el tio detras de la pared tambien gemia fuerta se estaba coriendo dentro de mi mujer, pero ella no podia evitarlo ya que exploto en otro orgasmo interminable aver sentido su descaga dentro. Yo no podia creerlo, estaba tan excitado que no me pude correr. El tio saco su rabi vi como caia mucha leche del coño de mi mujer.

Ella estaba de cara muy roja y muy nerviosa. Se limpio con papel, nos vestimos, y nos fuimos, quiella nocho follamos como locos, pero no tocamos el tema de las cabina, despues de un tiempo hemos hecho otas locura que en otros relato os voy ha contar.

Relato 100% real. El primer relato que escribo, espero que os guste.


Secretaria de mi padre

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Voy a colgar esta nueva confesión… nueva por el hecho que voy a publicarla pues hace años que me ocurrió, os confesare que tengo los dedos pringados de mis propios fluidos pues a medida que voy corrigiéndolo… ya sabéis un acento, una frase, una palabra, etc. Os confesare que siento la imperiosa necesidad de dirigir mi mano hacia mi entre pierna y notar la humedad de mis braguitas… mmm, solo con el leve gesto de posar las yemas de mis dedos sobre mi pubis me estremezco… ooohhh. Sabiendo perfectamente que este lo debo de colgar hoy mismo y no quedarse como tantos dentro de la carpeta “Mis Documentos”, pero lo peor es cuando me levanto y siento mis braguitas mojadas pegarse sobre mi ingle y despegarse acto seguido… ooohhh, me estremezco nuevamente y el placer va en aumento… aaahhh.

Estudie en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación, muchos me han dicho que estudiando allí como que nos hemos visto en ninguna ocasión… quizás sea por cuando una chica es un cerebrito, va con gafas y apenas se arregla… paso desapercibida, obviamente ese era mi plan cuando estudiaba en Madrid. Bueno continuó cuando llegaban las vacaciones regresaba a Sevilla a estar unas semanas con mis padres antes de irme de vacaciones, semanas que precisamente mi padre aprovechaba para obligarme a sustituir a su secretaria personal durante las vacaciones de estas, también por que como bien decía mi padre… “que era una manera de aprender como debía de tratar a la gente y de paso, pagar mi estancia en mi propia casa”.

Me hacia ir con un vestuario un poco machista y demasiado sexista… aunque tras ver el resto de empleadas, todas vestían de igual manera y mi vestuario era sencillo… falda oscura preferentemente negra, blusa blanca, chaqueta o rebeca des mismo color que la falda, zapatos negros y medias. Desde el primer día mi padre no dejaba de molestar… obviamente era mi padre, pero eso de no te sientes de esta manera, no se come chicle, el vestuario era para llevarlo con decoro y obligación o que debo de dar un ejemplo, me tenia agobiadita… mmm.

No había día en que mi padre no estuviera conforme en cómo estaba o me comportara en la oficina, claro esta había mas personal pero como todos decían era la “hija del dueño” y como tal el listón estaba más alto. Mi sitio estaba dentro de una sala que daba a otra y que era el despacho de mi padre, nadie nos veía a no ser que mi padre lo quisiera, no había momento en que este saliera y me mandaba a redactar cualquier cosa. En una ocasión salió y me recrimino mi manera de sentarme en la silla, tras sermonearme se vino hasta donde estaba… me hizo levantar y tras ponerme a un lado… se sentó el, me decía no vez debes de sentarte de esta manera y acto seguido alzo su brazo hasta mi a modo de acercarme, pero este en vez de posar su mano sobre mi muslo como un gesto un fortuito… su mano se deslizo desde mis rodillas hasta mi ingle… mmm, llegando una vez y otra por apartarla hasta finalmente hacerme sentar sobre él y sentir la dureza de su miembro.

Con rapidez intente apartarme pero sus fuertes brazos me lo impidió y en cambio solo conseguí endurecérsela aun más, obviamente al restregarme de forma involuntaria sobre su miembro… salvada inexplicablemente mas de una vez por el sonido del teléfono, donde mi padre no solo me dejaba libre mi sitio… sino que regresaba al despacho y esperar que le pasara la llamada. En otra ocasión donde apareció como era costumbre en el malhumorado… me recriminaba una vez más, mi falta de profesionalidad como de no querer aprender de cómo debía de vestir una secretaria… mientras caminaba hacia mí, tras colocarse junto a mi… dirigió su mano hasta mi camisa y comenzó a desabotonar varios botones hasta dejar un escote más que pronunciado, acto seguido me hizo levantar y con sus manos en mi falda comenzó a tirar hacia arriba hasta dejármelas a medio muslo.

Una vez más me queje incluso le amenacé con dejarle tirado y que se buscara a otra secretaria… pero obviamente no lo hice, ignoro los motivos pero no tuve todo el valor que tantas veces echo a otros hombres… me acobarde. Cuando me gire y me vi en un espejo se me veía claramente el inicio de mis nalgas, cosa que arreglé una vez que mi padre volvía al interior del despacho. Pero no siempre ganaba batallas más bien la evitaba o engañaba pues este salía a los pocos minutos y tras verme, salía como si su alma estuviera a punto de estallar… intentaba desabotonar aquellos botones que soltó y acto seguido, su mano tirar de mi falda hacia arriba sin dejarme ni tan siquiera levantar… acabando por introducir su mano hasta mi ingle y restregar sus dedos por mi orificio… ooohhh.

Obviamente luche y este no solo me levanto con violencia pues me lanzo hasta la pared, mientras me echaba en cara la oportunidad de haberme dado no solo por los estudios sino por la experiencia de conocer un trabajo desde el otro lado, no dejando ni un momento de acariciar mis muslos y nalgas… ooohhh. Pero cuando me vi perdida más al llevarme contra el escritorio y empujarme… mmm, levantar mi falda y al tiempo que restriega su bulto contra mis nalgas… el sonido providencial de teléfono, me salvaba nuevamente. Claro está que he adivinado que se trata de una mano amiga del otro lado del despacho, calculará cuando debe de llamar o… y es algo que aun ignoro, como coño sabe cuándo debe de llamar… quizás haya cámaras ocultas.

Llevaba mi padre al menos una semana que no me acosaba… menos aun cuando me pidió quedarme más tarde, llegando a echar hasta tres o cuatro horas por la tarde, pero quizás cuando más confiada estaba es lo peor. Estaba hipnotizada en mi trabajo… redactando la memoria de un gran proyecto, cuando se abrió la puerta del despacho de mi padre y este me hizo saber que ya era hora de marcharnos. Aun recuerdo que le mencione que deseaba quedarme un par de horas más para poder acabar el manuscrito, ya que no deseaba acabarlo mañana más por no perder el hilo. Este acento con su cabeza al tiempo que caminando se puso por detrás, colocando sus manos en mis hombros me hizo saber lo tensa que estaba me, comenzando a masajear mis hombros y cuello… mmm, claro está que me deje… es mi padre y por esos momentos no se pasaba nada malo por la cabeza.

Menos aun cuando comenzó a desabotonar varios botones de mi camisa mientras me recordaba las normas de la empresa respecto al decoro del vestuario, perro debía de haberlo detenido cuando sentí sus labios recorrer mi cuello… mmm y más aun cuando sus manos amasaros mis senos… ooohhh. Desabotono mi camisa hasta el vientre dejando visiblemente mi sujetador… mmm, deje que sus caricias me perdieran y vez de detenerlo con mis manos. Pose estas sobre sus fuertes brazos mientras emitía pequeños gemidos de satisfacción… aaahhh. Echo hacia abajo las copas de mi sujetador dando un bote mis duros pechos… ooohhh, sus labios abandonaban mi cuello por unos minutos para besar y lamer mis senos y mordisquear y succionar mis pezones… ooohhh (joder, me arranco un sonoro gemido). Me deje llevar sin darme apenas cuenta lo que pretendía o quizás lo supiera pero por falta de cariño en esos momentos por el novio de turno… me deje hacer, más aun cuando no solo me quito la chaqueta sino que soltó el broche de mi falda dejándola caer… junto a mis braguitas.

No dejaba de decirme que me quería… que me deseaba y que desde que llegue deseaba poseerme, mientras me hizo girarme y tras sentarme sobre la mesa… separo mis muslos… mmm, débilmente… casi en susurros le decía que no pero era evidentemente que no lo decía con la fuerza suficiente y la decisión que debería. Cuando sus manos separan mis muslos al tiempo que sus labios besaba cada centímetro hasta mi ingle… una oleada de escalofríos me hizo arquear… ooohhh. Me pidió que no alzara la voz a no ser que deseara ser sorprendidos por guarda de seguridad, haciéndome saber que no diría palabra alguna seguramente de lo sucedido pues a cambio me ofrecería como manera de comprar su silencio… mmm. Me sentí humillada pero al mismo tiempo excitada… imaginándome a mi misma siendo penetrada por el guapo y atlético guarda de seguridad, mientras me penetra con su porra mi culito… ooohhh.

Tras posar sus manos sobre mis muslos… me hizo gritar una vez mas de placer al sentir como esa lengua… aaahhh, recorría desde mi orificio anal hasta mi clítoris…. ooouuufff, poniendo aun mas énfasis en mis sensibles labios vaginales… aaahhhh (Dios, tuve mi primer orgasmo). Pero no se detuvo ni mucho menos cuando me arranco un segundo orgasmo más, gracias a la habilidad de sus dedos penetrando mi orificio vaginal… mientras chupaba y lamia con su lengua… ooohhh. Me preguntaba por cualquier de mis amantes… de cómo eran estos en la cama o fuera de ella, deseaba saber si eran tan bueno como el… aaammm, quedándose satisfecha al hacerme alcanzar el tercero.

Levantándose para dejarse caer sobre mí asiento al tiempo que exclamaba… “ahora es mi turno”, se soltaba el cinturón, desabotonaba el botón de su pantalón, bajaba la cremallera para sacar con cierta dificultad su miembro. Arrodillada me encamine hasta su lado… la tome por su tronco y comencé a pasar mi lengua por su grande, mientras mi padre me acariciaba la nuca… ooohhh. La masturbaba con la mano… deslizándola por su tronco venoso… escupía para facilitar la masturbación, llegando a darle pequeños y suaves bocaditos en su grande… mientras mi padre me sugería colocarla entre mis senos y con estos mismos masturbarla… mmm.

Cosa que hice… cogí su polla me la puse entre mis pechos y comencé a moverla de arriba hacia abajo mientras presionaba mis senos, mi padre emitía gemidos de placer y satisfacción y yo de vez en cuando inclinaba mi rostro de manera de chupar su grande… ooohhh. De esta manera estuvimos un rato… no os podría asegurar cuanto pero una vez que mi padre me detuvo, me hizo levantar y girarme quedando de manera que quede dándole la espalda… me inclino hacia delante y con mis manos me apoye en la mesa. Sentí su grande acariciar mis nalgas hasta mis muslos… mmm, el sentirla presionar mi orificio vaginal me hizo comprender lo que ahora pretendía… mmm, sus manos en mi cintura y acto seguido un empujón con el resultado de la penetración… aaammm, comenzó a embestirme sin prisas… elevando sus manos hasta mis hombros y tras besar mi cuello o mordisquear mi oreja… ooohhh.

Aun recuerdo cuando le hice saber si se había puesto un preservativo… cosa que me respondió que no, pues siendo mi padre no me hacía falta y sino para eso está su amigo el “medico”… para hacerme abortar, mientras escuchaba no dejaba de sonidos de satisfacción… ooohhh, sus penetraciones eran fantásticas y mientras me penetraba llegaba a amasar mis pechos. Llego un momento en que se detuvo pero no como otras para coger aire, sino para hacerme arrodillar en el suelo sobre la alfombra y tras ponerse en cuclillas penetrarme… ooohhh, tal penetración era tan profunda que sentía como golpeaba con su grande mi útero… aaammm (JODER, como folla el muy hijo de puta). Le recordaba que no se podía venir dentro… aaammm, aprovechando para sacármela de mala manera… sintiendo dolor por las maneras, me levantaba y me colocaba boca arriba sobre el escritorio… volviéndomela a introducir… mmm. Tras una serie de embestidas y ante su alarido de placer… la saco con prisa y vertiendo sus fluidos sobre mi vientre y esparciéndolos con la mano, mientras sentía el peso su miembro aun duro sobre mi pubis y emanando aun los pocos chorros de semen… uuumm.

Obviamente no fue la única vez que me cogía mi padre pero si la que mejor recuerdo… por ser quizás la última, pero tampoco penséis que mi padre siempre tuvo la culpa de todo ya que una ocasión me llamo mi padre al despacho y tras entrar me lo encontré con su polla en mano masturbándose. Pensé en retroceder e irme pero tras mandarme echar el cerrojo y acercarme… como una autómata lo hice, me pido que me agachara y que se la chupara y una vez me vi sorprendida a mi misma aceptando sus órdenes. Me arrodille y tras tomar su tronco comencé a masturbarlo… mmm, chupando y lamiendo su grande… ooohhh, escupiendo sobre su miembro y con la lengua diluir mis salivas por todo su polla para absolverla… aaammm. Se levantaba y tras tomar mi nuca… comenzaba a follarme la boca, cosa que lo deje siendo yo misma quien al mismo tiempo masajeaba sus genitales… uuummm.

Me pido penetrarme y sin habérmelo pedido descubrí mis pechos, introduciendo su miembro entre mis senos y repetir la hazaña de pasados días… ooohhh. Finalmente me hacia levantar y girarme para posarme sobre el escritorio, levantar mi falda y tras echar la tela de mis braguitas a un lado penetrarme… ooohhh. Siempre con prisas… ooohhh, mientras palmeaba mis nalgas me recordaba lo “puta” que soy y lo buena amante que soy… por no dar gracias a Dios por tenerme, maldiciendo a mi madre por no satisfacerlo como debía y por seguir aun viva… pues ese es mi cautiverio.

Pero la peor situación y más humillante fue cuando en una ocasión le hice frente y me lo quite de encima, aquella ocasión me mando a la sala de fotocopiadoras donde había chicas trabajando allí… solo y principalmente para ordenar y clasificar documentación. Me manoseaba delante de estas simulando que eran roces fortuitos… que vergüenza pase, mas aun cuando la misma situación se lo hizo pasar a una de las chiquillas que estaban allí y estas ni se inmutaba, siendo el acoso más descarado al presionar si bulto contra las nalgas y al mismo tiempo su mano introducirse dentro de su falda, acabe por marcharme ese día de la oficina. Pero comprendí que en verdad me marche no precisamente por ser testigo de tal acoso, sino que en esa ocasión yo no era la que estaba siendo acosada… sino ellas mismas al hacerle ver si eso le hacía a su propia hija, que cosa obligarían a estas. Claro está que ha habido muchas denuncias de acoso contra mi padre, pero ignoro cómo ha conseguido salvarse de todas ellas y lo peor de todo de que yo misma fui testigo de una de ellas, pero no hice nada por evitarlo y encima me “obligo” a ser partícipe de aquel abuso contra esa bella chica.

Antes de marcharme os debo confesar que mientras acababa de redactar esta confesión no he podido frenarme a hacerme un dedo, no os podéis imaginar cómo tengo mis braguitas de mojadas de fluidos y lo peor de todo es que estoy en la oficina, no quiero moverme y sentir como se me restriega por mis muslos o invadir la oficina con mi olor, aunque lo mejor sería quitarme las braguitas a pesar que más de uno se arriesgue a mirar bajo la mesa… mmm.

Antes de despedirme os debo de agradecer que hayáis compartido parte de vuestro tiempo conmigo, confió que no os haya molestado mi forma de ver la vida y de paso disfrutarla, pues soy de esas que opino que la vida es corta y merecemos vivirla plenamente con todas sus desgracias y satisfacciones. Bueno queridos lectores… lo dicho, si alguno desea expresaros dejad vuestros comentarios os invito a que lo hagáis y porque no, haber si alguno desea calentarme… ya sabéis mi dirección: susanabix@hotmail.com, yo os responderé lo más rápido que pueda.

Bueno me presentare… soy una ardiente Sevillana de cabellos castaños, ojos marrones y complexión delgada, mido 1.75 cm. de altura y peso… bueno eso mejor me lo guardo, perdón me llamo Susana. Si queréis saber más… como por ejemplo mis medidas (90/59/88) o preferencias sexuales (bisexual), os diré que me da igual tener en la cama un hombre (muy maduros) como una mujer… pero como de hombres solos estoy servida, mis preferencias son parejas, chicas y muchos hombres siempre y cuando sea en plena orgia… mmm. Por cierto sí deseáis saber de mi físico o cuerpo… cuando eso es lo de menos, os invito a pasaros por mi blogs personal: http://susanabix-misconfidencias.blogspot.com.es/, no quiero extenderme aun más, espero ver vuestros email en mi correo… besitos muy húmedos donde preferías.

El SOL es un falso

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Primero y antes que nada deseo agradecer a mi Esposo la oportunidad de publicar mi pasado en este tipo de páginas, y en segundo lugar quiero aclarar que aunque lo publicado sucedió antes de que me hiciera novia de mi esposo ya que con el sol dure mucho tiempo de novios y para estas épocas paso todo lo que publicare, aclarandolo en algunos relatos, —

Creo que estoy empezando a publicar lo sucedido después de mucho tiempo ya que es como un desahogo para mí, sin importar que en alguna ocasión sea leído por el afectado jajajaja

Prosigamos aunque quizá me canse de decirlo mi físico—

DELGADA Y OJOS VERDES ni bonita ni fea solo coqueta. Quizá en los tiempos en los que se desarrollan mis historias fueron de los 18 a los 22- 23 ,unos dos años atrás…. La mayor parte de mis Historias situadas al sureste del país Mexicano ya que radique unos años ahí.

Comencemos como muchos saben el sol era mi novio y meses atrás había empezado a salir con un mesero al que le decía torito… mi novio era el santurrón más grande que se podían encontrar y en su casa pos digamos no era bien recibida por que lo sacaría de los buenos pasos jajajajaja obio me valia, asi que no le permitían ni tener novia a pesar de que era mayor de edad, bueno por “X” o por “Y” razón ya había empezado a ingeniárselas para ir de visita y pasar más tiempo conmigo en las tardes, esto no me molestaba ya que a torito lo veía por las madrugadas la mayor parte del tiempo asi que podía andar con los dos al mismo tiempo sin que ninguno interrumpiera al otro… o sin duda se llegaran a topar, aunque para ser sincera creo que el hecho de que mi novio me pusiera mas atención se debía a que no podía soportar escuchar de torito y menos verlo a la salida de la escuela mientras pasábamos en la puerta del restaurant ya que era una pasada obligatoria al pasar por el centro y tomar nuestros camiones para ir cada quien su casa, asi qu cada vez que no lo topábamos me comportaba como una mujer muy cortes, lo saludaba de beso en la mejilla y le mandába saludos al primo ( el chavo que le gustaba a mi prima), la situación se dio así por varios meses y creo que eso le incomodaba a el sol…

Era el 12 de enero y el sol y yo cumplíamos 8 meses de novios así que como sorpresa me invito al cine, a una plaza comercial muy concurrida, nos dispusimos a ver una película mexicana, asi que compramos el boleto y entramos, en el cine el me daba muchos besos estaba de más de cariñoso de lo habitual , yo lo disfrutaba, ya que eran pocas veces las que podíamos disfrutar de un buen faje por cuestiones de tiempo y por los lugares que frecuentábamos como la escuela.. a la salida del cine yo esperaba que se despidiera pues sabía que tendría ensayo en la iglesia y que sin duda ese día era día de que los jóvenes compartieran relatos de la biblia (vil flojera) pero en cambio su actitud me sorprendió, me dijo que cancelaria ir a la iglesia porque quería que nos fuéramos a un parque o algo asi a disfrutar nuestra compañía… obvio mi cara cambio, de seriedad a felicidad, era un excelente dia… asi que sin mas le propuse que nos escapáramos a un hotel para estar solos… ya que hay nadie nos molestaría y podríamos estar el tiempo que quisiéramos y sin miedo a que nos topáramos a alguien de sus conocido.

( realmente era por el, ya que el era el santo, yo era una mujer normal con salidas y novio)

Como en la plaza había un súper le dije que me esperara mientras entraba comprar unas cosas…

Con toda maldad compre una caja de condones y Salí de la tienda previniendo que si había intimidad esta vez estaría prevenida…

Asi fue, nos dirigimos a un hotel muy bonito al centro de la ciudad cerca de las paradas de camión para poder accesar al camión si se nos llegase a hacer tarde, hable a casa de una de mis tias y les comente que llegaría en un rato ya que se le festejaría a una prima su cumpleaños, y el hizo lo mismo, obio su mama estaba histérica jajajaja pero el con mucha sabiduría supo decirle que no iria por que tendría cosas que hacer y que llegaría algo tarde, en esos momentos me importaba poco lo que la mama hiciera jajajaja solo quería entrar al hotel y que estuviéramos en paz… le pedi que apagase su cel y lo hizo… y yo solo puse el mio en vibrador para que no interrumpiera, mientras charlábamos como bobos sin saber que hacer dentro del cuarto, hablábamos de cosas banales, en pocos momentos y después de una pausa nos miramos a los ojos y nos dimos un beso dando un gran suspiro dándonos una que otra caricia… los dos sabíamos que sería la primera vez juntos… y los nervios estaban al cien….

Sol- es increíble este momento

Luna- si hay nervios

Sol- nunca he estado con una mujer de esta manera, y tú con un hombre?

Luna- ni yo… (si el pobre me estaba confesando que era su primera vez, ni modos de decirle que lo había estado engañando desde meses a tras)

Sol- soy virgen

Luna- yo también (me hice a la muy nerviosa)

En eso hubo un silencia que marcaba la pauta para un beso….. nos besamos muy tiernamente, nos encontrábamos en la orilla de la cama, recuerdo bien que el llevaba una camisa color marron y un pantalón de mezclilla, su cuerpo era como de fisicoculturista y con cabellos rizados… la cara era como de monito pero el cuerpo era espectacular…. Le decían David bisbal solo que en morenito… y un poco mas cuadrado de los hombros.

Por mi parte llevaba un pantalón de mezclilla y una blusa de manga corta color azul como de licra….

Estábamos sentados uno a un lado del otro a la orilla de la cama… fundiéndonos en un beso interrumpidos de suspiros… cuando sus manos tocaron tímidamente mis piernas y yo “timidamente “ tocaba sus pectorales….( Era sin duda el papel de niña inocente que muchos hombres desean… ) bajaba lentamente mi mano y lo acerque a su estomago mientras poco a poco le desabrochaba la camisa y acariciaba mis pechitos con mucho cuidado era como un niño teniendo algo de cristal en las manos tenia miedo de lastimarme… coloque sus manos por debajo de mi blusa dándole permiso a algo mas, mientras le quitaba la camisa… el se retorcia con mis besos y yo hacia lo mismo con los suyos en especia cuando besaba mi cuello… me pidió permiso de quitarme la blusa, a lo que le dije muy suave al oído que si… le ayudaba a quitarme la blusa, cuando su mirada se fijo en mis pechitos, el pidió besarlos y le dije que aun le faltaba algo para poder accesar a ello, el accedió con un brillo en los ojos, como cuando un niño tiene juguete nuevo… me desabrocho el brasier negro que llevaba con algo de torpeza… pero tierna mente le ayude a quitármelo… mis manos se fueron a su pantalón, y trate de desabrochar el cinturón pero era de una combinación diferente a lo que me esperaba asi que el me ayudo a desabrocharlo, sin duda mi torpeza me ayudaría a que fuera más creíble el acto de que sería “nuestra primera vez”.

Desabroche mi pantalón y me lo quite lentamente parada a un lado de el, quería que el viera y disfrutara de cada momento al verme retirando el pantalón, el hizo lo mismo pero lo hizo de manera diferente como cuando niño esta emocionado al entrar a una alberca y se quita la ropa rápidamente…

Nuevamente nos sentamos en la cama quedándonos solamente en ropa interior, nos acariciamos disfrutando ese momento tan mágico, y nos dimos otro beso….

continuara….

manden sus puntos de vista a kissme19years@hotmail.com….o escriban en el face… todos los correos los respondo…

Mi historia con Jairo Anaya

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Conocí a Jairo en un bar al sur de Guadalajara, era más bien un antro o un club de Banda, todos los asistentes iban vestidos al estilo vaquero; pantalones de mezclilla, camisa a cuadros, botas y sombrero. Era la primera vez que salía desde que había terminado con mi ex novio Aldair.

Si bien me sentía un poco triste por la ruptura, tenía muy en claro que de ese momento en adelante me iba a divertir mucho y cuando hablaba de divertirme no me refería a conocer chicos y pasar con ellos las noches, sino a salir con mis amigos, divertirme y ect.

Ese día estaba muy agobiada por el hecho de haber tenido una semana muy pesada en el trabajo, y mis hermanos me convencieron de que sería una estupenda idea ir a bailar, les dije que estaba aburrida siempre de ir a los mismos lugares que mejor buscáramos otro sitio. Uno de mis hermanos me dijo que habían abierto un Antro de Norteño-Banda y que el único requisito que pedían era ir vestido a lo cowboy.

Se me hizo algo súper interesante! Así que accedí gustosa. Ese día me esmeré mucho en mi arreglo, Me puse unos jeans a la cadera, súper ajustados, y una camiseta a cuadros mostrando el estómago. Unas botas que me llegaban debajo de la rodilla y por su puesto el clásico sombrero vaquero, peiné mi larga cabellera castaña con dos atractivas trenzas.

Nos pusimos de acuerdo con sus novias y otros pocos amigos y fuimos al dichoso antro. Sonaba la canción “Ese botecito” interpretada por un grupo de banda llamado “Los hijos del pueblo” yo no era muy adepta a esa música, pero como tenía ritmo comencé a mover un poco los hombros desde donde estaba sentada.

Todos mis amigos y hermanos iban en pareja, yo era la única sola, pero eso no me importaba yo solo quería divertirme aunque fuese bailando sola. Yo seguía muy concentrada en mi cerveza y en la música que ahí sonaba, pensaba en nada importante, solo en que me luciría con mis mejores pasos pero recordé que jamás había bailado banda en mi vida!

Así que murieron mis ganas de bailar sola jaja. Después de varios minutos, sentí una mirada insistente, cuando por inercia voltee hacia un lado del antro…lo vi, a Jairo.

De inmediato no me impactó tanto verlo, aunque si debo reconocer que lo encontré bastante atractivo: alto, unos 1,80, fornido, piel blanca, barba de candado y unos ojos verdes realmente hermosos. Estaba mirándome tímidamente desde su mesa, yo lo vi de pronto pero desvié la mirada desinteresadamente, realmente no iba en busca de nada esa noche. Pero el no paró de mirarme.

Varios chicos me habían pedido bailar pero yo siempre me negaba, quería estar ahí escuchando la música y tomándome unas cervecitas. Mis amigos se habían levantado a bailar y me dejaron sola en la mesa. Y ahí estaba yo, perdida en mis pensamientos cuando de la nada, apareció el, delante de mi con una sonrisa un poco tímida:

-Hola, puedo acompañarte?

-Oh..Hola, claro, toma asiento, por favor

-Muchas gracias, la verdad es que he venido a disculparme contigo

-Disculparte? Por qué?-le dije realmente sorprendida.

-He sido un grosero, en toda la noche no te he quitado los ojos de encima

Me sonrojé mucho al oir eso hasta que le contesté.

-Bueno pues, yo te disculpo, no hay problema

Ambos reímos

-Mi nombre es Jairo Anaya, es un placer conocerte- dijo extendiendo su enorme mano

-Me llamo Alexandra Barragán, el placer es mío- respondi dándole la mano, el la estrechó y la besó.

No se pero sentí un escalofrió recorrer todo mi cuerpo…

-Me concederías el honor de bailar conmigo?- Me dijo

-Oh..cuanto lo siento! No se bailar banda, me da miedo hacer el ridículo

-No temas, yo te enseñaré

Acto seguido me tomó de la mano y me llevó a la pista de baile. Mi blanca piel parecía traslucida con las luces inestables del antro, parecíamos como dos fantasmas blancos en aquella luminosidad. Me tomo por la cintura y me dijo que me “montara” a su pierna izquierda, a lo cual obedecí. Comenzamos a bailar lentamente y después más rápido, me indicaba los pasos y yo seguía su ritmo y minutos después ya éramos los reyes de la pista! Bailamos toda la noche, platicamos y demás.

Luego llegó la hora de irme y antes de eso me dijo “me darías tu teléfono? Me encantaría volver a verte” me quedé pensando…no tenía más de 15 días que había terminado mi relación y la verdad no me sentía preparada para conocer a alguien. No quise ser grosera, ya que él se había portado como un caballero conmigo, decidí zafármela mas sutilmente y le dije: “dejémoselo al destino”

Después de esa noche me olvidé completamente del asunto, volví a mi rutina, a mis cosas del trabajo y no volví a pensar en él. Ni por la mente me cruzó el regresar a aquel antro, no es muy mi ambiente y lo tomé solo como un escape. Pasó un mes, y mis hermanos llegaron de nuevo a sonsacarme para salir juntos por ahí

-Alex, habrá una charreada…vamos!- me dijo Saúl, mi hermano mayor

-No me gustan esas cosas, ya lo sabes así que no iré

-Vamos no seas amargada!- dijo mi hermano menor Rodrigo- te vas a divertir, además…hay alcohol en alta!

-Bueno….pensándolo bien si quiero ir jajaja

Nos pusimos de acuerdo con otros amigos y fuimos a la charreada, yo no soy mucho de esos ambientes pero igual quise pasarla bien. Cuando llegamos al rodeo ya había comenzado el espectáculo, lo admiré con atención, estuve ahí como una media hora más o menos y después me dio sed. Le dije a una de mis amigas que fuéramos a comprar algo de tomar y me acompañó.`

Estábamos en donde vendían las bebidas, cuando voltee a ver a mi lado y era el…Jairo!! Lo miré con cara de sorpresa y el también. No esperaba volver a verlo nunca y menos ahí.

-Por fin te vuelvo a ver…hermosa, no sabes cuánto te he buscado!

-Oh…Hola! Ya ves? Te dije que lo dejáramos a la suerte.

-No sabes que gusto me da verte, sigues igual de guapa

-Muchas gracias, tu tampoco te quedas atrás…mira te presento a mi amiga Martha

-Mucho gusto Martha- le dijo a mi amiga saludándola de beso

-Y que has hecho?- le pregunté

-Pues lo de siempre, trabajar e intentar dar contigo, fui muchas veces a ese antro con la esperanza de volver a verte

-Lamento no haber podido regresar

-No te preocupes, ahora ya estás aquí.

Y así seguimos todo el rato platicando, ya ni pusimos atención al espectáculo. Cuando llego la hora de despedirnos me pidió mi número y yo accedí a dárselo, había pasado un rato muy grato con él y me quedaron ganas de volver a verlo.

A la mañana siguiente me envió un SMS dándome los buenos días y diciendo que se la había pasado muy bien y que le encantaría que nos viéramos pronto, yo quería darme a desear así que le dije que no podría pronto, que hasta el próximo fin de semana, el aceptó gustoso.

Pasaron los días y platicábamos mucho por mensajes, concertamos una cita para un viernes en un conocido restaurante de la ciudad. Ese día me arreglé muy bien, un vestido strapple negro y unas zapatillas de tacón alto, para poder estar a su “altura” el igual llegó muy elegante. Me llevó a un restaurante de comida italiana, ya que en nuestras pláticas le dije lo mucho que me gustaba esa comida.

Platicamos de nuestras vidas, de lo que nos gustaba, y de cosas triviales, tomamos un café después de cenar y cuando vimos el reloj aún era temprano: las 11:00 el me pregunto si me apetecía ir a tomar un trago a lo cual yo accedí.

Me dijo que en su casa, tenía unas botellas de vino añejo muy bueno, siendo que a mí me fascina el vino! Le dije que estaba encantada de ir a probarlo. Nos fuimos a su casa. Íbamos camino allá cuando platicamos de muchas cosas, me dijo que le gustaba como me quedaba ese vestido, ya que con el cuerpo y la piel tan lindos que tenía parecía que estaba echo especialmente para mí.

No puedo negar que ese comentario me encantó, pero también me excitó un poco. Yo veía sus manos al volante y pensaba como sería tenerlas sobre mis piernas…deseché la idea de inmediato.

Llegamos a su casa, era pequeña pero muy linda. Aparcamos el coche a la entrada y subimos la escalinata. Al entrar a su hogar, comprobé que era un hombre sumamente ordenado, la tenía limpia y con un aroma muy rico. Me pidió que me sentara mientras iba por la botella de vino, le pregunte si podía poner un poco de música a lo cual me respondió que sí

Después de poner la música, el ya estaba de regreso con la botella de vino y dos copas, me ofreció ponerme cómoda en su sofá y yo obedecí. Me quité las zapatillas y levante un poco las piernas para ponerlas sobre el sofá, el se acercó a mi con las copas para ofrecerme una, al mismo tiempo que me decía:

-Puedo sentarme junto a ti?

-claro que si!- respondi bajando las piernas del sofá.

-Oh no..no te molestes, puedes poner tus piernitas sobre mis muslos, no hay problema

Yo me estremecí, el delicadamente me tomo por los tobillos y colocó mis piernas sobre sus muslos. Lo miré tímidamente y sonreímos.

-Brindemos, por ti, por una mujer hermosísima que tengo la fortuna de que me haga compañía en esta noche.

-Oh..muchas gracias.

Brindamos

Seguimos platicando de cosas triviales, mientras el comenzó a acariciar la planta de mis pies; le dije que eso me causaba muchas cosquillas que mejor parara. Pero siguió acariciándome la pantorrilla, yo sentía muy rico

-Tienes una piel exquisita, Alexandra.

-Y tú tienes unas manos milagrosas, has conseguido relajarme

-Ahh sí? Entonces me permitirías darte un masaje?

No me dio tiempo de contestar, ya que el comenzó a acariciar mis piernas muy lentamente, mientras se aproximaba más a mí. Yo empecé a sentir un calor inexplicable que me subía directo a las orejas, me sonrojé demasiado. El me miraba fijamente y sonreía

-Así te gusta corazón?- pregunto con una voz muy tierna

-Me encanta…podrías avanzar un poco más?- contesté muy excitada

-Sería un placer para mí, hermosa

Siguió recorriendo mis piernas con sus manos tan grandes, yo sentía un calorcito en medio de ellas. Llegó a mis muslos por debajo del vestido y comenzó a acariciarlos muy despacio, se acercó más a mí, lo suficiente para que estuviéramos cara a cara y comenzó a besarme muy rico, yo me colgué de su cuello y el me atrajo hacia sí.

Lo tumbé en el sofá y me puse sobre él, seguimos besándonos y sus manos se deslizaron debajo de mi vestido buscando mis nalgas, sentí como las tocaba, las acariciaba muy despacito y suave, luego las apretaba fuerte, eso sin dejar de besarme como lo hacía. Yo comencé a desabotonarle la camisa y a besarle el pecho como desesperada; subió aún más sus manos a la altura de mi espalda, acariciándola con ansiedad.

Fue inevitable, no dijimos ni una sola palabra, nuestras miradas de complicidad lo dijeron todo, me cargo en sus fuertes brazos hasta su alcoba. Tenía una hermosa cama Queen Size con dosel y un pabellón preciosísimo, me recostó en ella y comenzó a quitarse la ropa. Yo intenté hacer lo mismo pero me dijo

-No, quiero desvestirte, concédeme ese honor

Asentí, estaba extasiada. Quedó completamente desnudo ante mí, y yo no podía dejar de admirar su enorme verga, me estremeció y me excitó demasiado. Me despojó del vestido y quedé solo en ropa interior, se aproximó a mí y volvió a besarme muy rico y suave; yo lo enrede con mis piernas pero él me jaló e hizo que me sentara sobre él.

Comenzó a besar mi cuello, mi hombro, muy despacio y delicioso, sus manos por mi espalda desabrocharon mi brassiere, yo acariciaba sus cabellos claros y el me dedicó una mirada cautivadora

-Que hermosa eres, mujer, no puedo creer que te tengo aquí en mi cama

-Esta noche soy solo tuya…

Y comenzó a besarme las tetas, a apretarlas, morder y chupar mis pezones como lo haría un bebé. Yo acariciaba su espalda, su cabeza, mientras el chupaba muy rico mis tetas, quería volverme loca, no había experimentado una sensación parecida.

Me recostó de nuevo en la cama y comenzó a besar mis pechos nuevamente, en medio de ellos y fue descendiendo hasta llegar a mi vientre, lo besó muy apasionadamente y siguió bajando hasta llegar a mi tanga, sentí un escalofrío súper delicioso cuando paso su enorme lengua sobre mi conchita, por encima de la tanga, no pude evitar lanzar un grito ahogado, era mucho el placer que estaba experimentando.

El con mucho cuidado me quitó la tanga, y con ternura comenzó a tocar mi conchita con la yema de sus dedos, yo me retorcía del placer y lanzaba gemidos descomunales

-Te gusta que te toque así, mi amor?- preguntaba con voz amorosa

-Mmmmm si si si no pares bebé…- contesté con la voz temblorosa

Siguió tocándome muy despacio hasta que comenzó a aumentar el ritmo y a frotarme cada vez más fuerte, yo pegaba estruendosos alaridos que debieron oír los vecinos posiblemente. Introdujo uno de sus dedos al interior de mi vagina, yo me incorporé al sentirlo, apoyada en mis antebrazos para poder ver mejor lo que él estaba haciendo.

Metió 1, 2,3,4 dedos en mi vagina, yo no podía soportarlo, sentía muy rico, él me estaba llevando al límite de todo placer conocido hasta entonces por el ser humano. Lo miré furtivamente, y el entendió que había llegado el momento de intimar más. Introdujo muy rico su lengua en mis labios vaginales, yo no pude soportarlo y comencé a gritar y a gemir muy fuerte, pero él no desistió y siguió succionando la carne de mi conchita, haciendo muchos ruidos.

Mordía mi conchita muy rico y succionaba todos sus jugos, siguió y siguió un largo rato ahí abajo, yo había perdido la voz y quizá la conciencia, jadeaba y jadeaba como una perra en celo, me estaba enloqueciendo, y él lo disfrutaba junto a mí. Después de unos pocos lengüetazos más, estallé en un increíble orgasmo! El continúo lamiendo, chupando, bebiéndose mis fluidos hasta que ya no quedó nada.

Cuando me recuperé de aquella deliciosa y excitante sensación, me reincorporé y me lancé sobre él, besándolo muy apasionadamente, el rodeo mis caderas con sus manos y acaricio mis nalgas mientras nos besábamos muy frenéticamente. Comencé a hacer lo propio, quería devolverle todo ese placer que me había causado y yo sabía perfectamente cómo hacerlo.

Empecé jalando y estimulando su verga, muy suave y aumentando el ritmo cada vez, el cerraba sus hermosos ojos pero de vez en cuando los abría para verme. Lo mejor de todo fue cuando comencé a lamer la puntita de su verga muy rápido con mi lengua, me encantaba el delicioso sabor, comencé a chuparla muy suavecito pero súper sensual. Me la introduje toda a la boca, y comencé a mamársela muy muy fuerte.

Al principio jadeaba, jadeaba sin parar, pero a medida que yo iba aumentando el ritmo de la mamada comenzó a gemir y a hacer todo tipo de ruidos extraños, después a gritar cuando comencé a morderlo y a mamársela sin control. Se la jalaba, la chupaba, mordía, le hice de todo pero él me detuvo a tiempo

-Espera amor, no me hagas venir aun, quiero entrar ya en ti

-Como tú digas bebé

Se acercó a mí y me beso en los labios muy muy rico, yo no quería dejar de besarlo, era tan deliciosa la sensación de sentir su lengua en mi boca…Me pidió que me pusiera en 4 y obedecí como niña buena. Acto seguido acaricio mis nalgas con sus enormes manos, sentir pasar su rasposa lengua por cada una de ellas, las chupaba muy rico, mientras con su dedo estimulaba mi clítoris, yo no cabía en mi misma del placer.

-Estas lista mi amor?

-Listisima papi!

Sosteniendo mis caderas, comenzó a meter lentamente su verga en mi conchita, empezó a meterla suave, con una cadencia asombrosa, ambos comenzamos a gemir, a jadear, era una sensación deliciosa, le pedí un poco más de fuerza y el me complació. Con sus manos en mi cintura comenzó a darme durísimo, yo comencé a gritar desesperadamente, sentía todo tipo de sensaciones desconocidas, me encantaba tener su verga dentro de mí.

Comenzó a nalguearme y yo sentía muy rico, le pedía más y más y más! No quería que ese momento terminara

-Así te gusta mami? Te gusta que te de duro? Tienes un culo hermoso mamacita, quiero darte hasta que me canse!

-mmmmmmmmmmmmmm dame más duro papito, me encanta tu verga, la tienes durísima!!!

-La tengo asi por ti bebé! No sabes cuando he deseado tenerte así como ahora…mmm

Siguió bombeándome hasta el cansancio, después me pidió que lo montara y lo hice, tomo con ambas manos mis tetas, y comencé a brincar encima suyo, primero lento y suave, después más fuerte y rápido, mis tetas daban un bamboleo delicioso, y el las sostenía con las manos, para después llevárselas a la boca, estuvimos así muchísimo rato.

Después hicimos un 69, era la primera vez que yo lo intentaba y me terminó gustando como no tienen idea, era como hacer un infinito con nuestros cuerpos, la energía que yo tomaba de él y la que él tomaba de mí a través de esa posición tan placentera.

-Quiero entrar en ti de nuevo, hermosa, podría?

Sin contestarle le ofrecí la entrada una vez más, me recosté en la cama y el sobre mí, subió mis piernas a sus hombros y comenzó a penetrarme despacito pero aumento considerablemente, yo me sentía agotaba pero aun con ganas de seguir, jadeaba y gemíamos muy rico los dos, cerré los ojos, me sentía en las nubes y el volando conmigo.

-Bebé ya estoy por acabar y tú?- me dijo entre jadeos

-Ya amor, estoy a punto!!! Ya acaba, termina dentro de mí!- contesté frenética

Siguió penetrándome más y más duro, hasta que sentí algo caliente que iba entrando con fuerza en mí, se había venido en grandes cantidades, a borbotones! El soltó un gemido inmenso que junto con el mío se quedó suspendido en la oscuridad de la noche. Nos habíamos venido juntos y fue muy hermoso.

Tomo mi cara entre sus manos y comenzó a besarme con pasión desmedida

-Quédate conmigo esta noche, Alexandra, ha sido la mejor de mi vida

-Si me lo pides de esta forma me quedaré.

Nos besamos por largo rato y después me recosté sobre su pecho, nos cubrimos con el edredón y nos quedamos profundamente dormidos.

————————————–

Un tenue rayo de sol me despertó por la mañana, tantee a mi alrededor y no sentí cuerpo alguno, pero un delicioso aroma a café y mantequilla me hizo abrir los ojos, frente a mi había una pequeña mesita de desayuno, con un plato de hot cakes recién hechos, un café negro humeante, un platito de fruta, jugo de naranja….y una hermosa rosa.

Yo no sabía bien si lo de la noche anterior había sido un sueño, hasta que lo vi, a Jairo, estaba parado frente a mí, sonriéndome y sus ojos que me derretían. Lentamente se acercó a mí y me besó.

Continuamos esa hermosa y apasionada aventura, pero eso ya forma parte de otro relato.

Los lujuriosos gozos de mi bella esposa

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Porque ella merece alcanzar el éxtasis del placer, ser deseada y adorada, disfrutar de la compañía de “tíos buenos”, preferiblemente variados. Porque por su belleza llama la atención, porque merece gozar de buenos machos, de uno en uno o como desee, porque la amo y no quiero que se pierda la experiencia de probar distintos amantes: rubios, morenos, de ojos verdes o azules, altos y atléticos, bien dotados, expertos en las lides amorosas y capaces de enloquecer de gozo a una mujer. Para que pueda disfrutar de la textura y el grosor del sexo de distintos hombres, acariciar sus vergas y sus pelotas, tomar una buena polla en cada mano y pajearlas hasta vaciarlas por completo, para que pueda sentir dos bocas en sus pezones, otra en su sexo y otra comiéndole apasionadamente los labios… Para todo eso he fantaseado con ella y sobre ella ofreciéndole gozar de cuantos machos desee. Para ello la animé en sus primeros pasos, ayudándole a descubrir lo ardiente y apasionada que era y fue entonces cuando descubrió todo su potencial, cuando se dio cuenta que eran muchos los hombres que le gustaban y con los que deseaba gozar sin límite, cuando descubrió cuanto placer podía dar y recibir y fue consciente de como la deseaban y de que tenía mucho, muchísimo donde elegir.

Ella lo merece y espera que esto os guste:

Los lujuriosos gozos de mi amada, deseada y bellísima esposa: Poema erótico

Hoy he fantaseado, vida mía

que tú con otros hombres flirteabas

y que a ti te excitaba calentarlos

y yo al verlo también me calentaba.

Imaginé que a muchos te rendías

dejando que probaran tus encantos

y lejos de enfadarme me decía

que en realidad no había para tanto.

Que siendo tú tan bella y buena hembra

era normal que quisieran tenerte

y habiendo tantos hombres bien plantados

¿por qué iba yo tan sólo a poseerte?

Te vi en mi pensamiento acompañada

de tíos realmente impresionantes

y que gozabas de su compañía,

dejándoles a su merced tocarte.

Mas yo no me enfadaba y me decía

“realmente está tan buena y es tan bella

que en realidad esta mujer merece

tener a tantos hombres como quiera”.

Te imagine desnuda entre tres machos

dos, que, a la par, tus pechos devoraban,

a la vez que un tercero, entre tu sexo,

con su lengua a los cielos te llevaba.

Te oí pedir, gritarles, suplicarles,

que de una vez por todas te follaran

y te vi cabalgar sobre sus pollas

hasta hacer que por fin se descargaran..

Y yo que te amo tanto

y que tan sólo tu felicidad deseo

pensé en colaborar contigo

por darte tus más lujuriosos sueños.

Pensé en marcharnos una temporada

allá donde nadie nos conociera

para que tú, sin prejuicio ninguno,

bien pudieses gozar de quien quisieras.

Y al remoto lugar al que marchamos

alquilamos una casa preciosa

donde gozamos de fiestas privadas

donde se te trató como a una Diosa.

En torno a la piscina disfrutaste

de la amistad de hombres maravillosos

a los que te entregaste sin reparos

disfrutando de momentos hermosos.

Recuerdo incluso un día que en la ducha

tu cuerpo tres hombres enjabonaban

mientras que tú, riendo y bromeando

sus pollas rígidas acariciabas .

Recuerdo incluso que antes de la ducha

os preparé un café,

y en el sofá, entre los tres sentada,

yo mismo las braguitas te bajé.

Besé tu sexo y elogié tus pechos,

que allí mismo mostré,

porque sabía que estabas deseando

disfrutar plenamente con los tres.

Y en la ducha su sexo enjabonaste

haciéndoles descargar una vez

y después, en el sofá y la cama

volviste a hacerlo una y otra vez.

Yo no sé cuantos hombres tuviste

los dos meses que estuvimos allí,

pero sé que sintiéndote “una zorra”

gozaste y fuiste realmente feliz.

En cuanto a mí tan sólo decir puedo

que aunque alguien me adjetive de cornudo

no me importa puesto que yo te quiero

y si deseas follar con otros hombres

en mi no encontrarás problema alguno.

Eres divina, estás maravillosa,

los hombres te desean y te gusta

¿por qué no has de gozar cuanto desees

aunque tengas que ser “un poco puta”?

Si los hombres te gustan

y te encanta por ellos ser amada

¿por qué dejar que se coma la tierra

tu dulce fruta sin ser disfrutada?

Goza de cuantos hombres te apetezca,

sé algo puta si te lo pide el cuerpo

prueba con dos, con tres o con un grupo

sabes de sobra que puedes con eso.

Tu cuerpo se merece mil placeres

que un solo hombre es incapaz de darte

por tanto, Diosa mía, te mereces

tener infinidad de amantes.

Gozar con quien desees

probar distintas vergas

más grandes, más delgadas o más gruesas,

gozar también algunas pollas negras.

Verás que cada hombre es diferente

y algunos llegarás a conocer,

que te den tanto gozo y tan intenso

que te hagan de placer enloquecer.

Desearás que penetren tu sexo

mientras tus manos otras vergas tocan

y que devoren al tiempo tus tetas

mientras gozas otra verga en tu boca.

Incluso, si tú así me lo pidieras,

te podría llevar

a algún sitio donde te prepararan

un bonito “gang-bang”

donde con 5 o 6 o con 10 tíos,

seleccionados entre lo mejor,

ajena a tabúes e inhibiciones

pudieras entregarte sin pudor,

de forma que, del todo liberada,

cuando cualquier hombre a ti te apeteciera

pudieras sin reparos ni complejos

para él o ellos abrirte bien de piernas.

Sobre tu ardiente cuerpo gozarías

de cálidas y abundantes corridas

cuando quedaran tus acompañantes

con sus gozosas vergas exprimidas.

Y yo disfrutaría cada momento

y te compartiría con quién quisieras

porque te quiero, porque eres divina,

por ser tan bella y deseada hembra.

Por eso no me importará jamás que tengas

numerosos amigos

con los que puedas gozar cuando tú quieras

ya sea sólo con ellos o conmigo.

Y es que antes que tenerte en exclusiva

y hallarte normalmente desganada

prefiero, aunque sea en compañía,

que sexualmente estés tan motivada

que te pueda gozar todos los días

aunque no sea el único en tu cama.

Y si yo algo seguro te prometo,

es que nunca jamás seré celoso,

por tanto, ya lo sabes vida mía,

que siempre tú podrás follar con otros.

hectordavid32@yahoo.es

Baile sensual

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Dana estaba cansada de la misma rutina de siempre. Del trabajo a casa y viceversa. Estaba perdidamente enamorada de Jacob, llevaban viviendo juntos más de ocho años, eran muy felices pero últimamente algo no funcionaba. El sexo siempre era la misma rutina; era algo que la estaba aburriendo totalmente, deseaba aprender cosas nuevas, sentir nuevas sensaciones. Cada vez que se lo proponía a Jacob, siempre obtenía la misma respuesta, “cariño hoy no, estoy cansado”. A veces le daba la sensación de que podría haber otra mujer, pero Jacob le demostraba que la quería. Cierto que trabajar como abogado le suponía mucha tensión y muchas horas pero ella también trabajaba y siempre sacaba tiempo para estar con él.

Había incluso llegado un momento en que pensaba que ya no le resultaba atractiva. No era una chica despampanante, más bien del montón. Medía un metro y sesenta y cinco centímetros, su cuerpo era toda curvas sinuosas, una melena larga y pelirroja que le llegaba a la espalda, su piel era blanca como la nieve y unos preciosos ojos verdes oliva. Sin embargo Jacob era el hombre que toda mujer se rompería el cuello mirándolo al verlo pasar. Era hermoso, fuerte y viril, los rasgos de su cara eran marcados dándole un aspecto peligroso, medía un metro noventa y cinco, era puro músculo y perfección. Tenía unos ojos azules penetrantes. Su pelo de color del azabache era tan suave que te hacía desear tocarlo. En definitiva era un hombre muy guapo.

Amaba demasiado a Jacob y sabía de sobra que su amor era correspondido, pero últimamente esa pequeña crisis le hacía dudar. De modo que pensó en hacer una de sus fantasías reales.

Se duchó y escogió el mejor vestido que encontró en el armario. Negro, totalmente ceñido a sus sinuosas curvas haciéndola increíblemente sexy, un marcado escote dejaba a la vista su considerable busto. Usó unos tacones altos de agujas negros y se recogió el pelo para dejar a la vista su cuello, hombros y parte de su espalda.

El taxi la dejó en la entrada del bar donde Jacob estaba tomando unas copas con sus compañeros. Dana jamás había asistido a alguna fiesta o evento sobre la gestoría donde trabajaba él, de modo que nadie la conocería como su esposa si Jacob no decía nada.

Entró y se sentó sobre una banqueta frente a la barra.

─ ¿Qué desea tomar la señorita? –Preguntó el barman.

─ Un Martini estaría bien, gracias.

Aquella situación se estaba volviendo morbosa, solo había entrado y varios hombre la había seguido con la mirada. Un atractivo joven se estaba acercando hacía donde ella estaba sentada.

─ ¿Por qué tan sola una preciosa dama como tú? –Le preguntó el joven con una sonrisa que habría derretido a miles de mujeres. Con ella no funcionaba, estaba allí por su marido, y solo quería sexo con su marido.

─ Espero a alguien. –Le contestó ofreciéndole una sonrisa educada.

─ Parece que su cita le ha fallado.

─ No, de hecho no ha fallado. Lo que pasa que no se ha dado cuenta de que estoy aquí.

─ Bueno si quieres puedo ser yo esa compañía. –El chico se estaba poniendo insistente y un poco pesado.

─ Resulta que no quiero su compañía, ahora si me disculpa tengo cosas mejores que hacer.

Se levantó y se sentó en una mesa escondida al fondo del local. Cuando el camarero fue a llevarle el Martini Dana le dio una nota para que se la diera a Jacob.

Jacob estaba terminando su última copa para ir derecho a casa a descansar con su mujer. Estaba despidiéndose de sus compañeros cuando el Barman le dio una nota.

─ Aquella señorita del fondo me dio esto para usted.

─ Gracias.

Abrió la nota y le sorprendió ver que era la letra de Dana. En ella decía, “Esta noche será como si volviéramos a conocernos”.

Se dirigió a la mesa donde estaba sentada. Solo fue verla y quedar boquiabierto. Era la sensualidad personificada. Se sentó frente a ella.

─ ¿Qué haces aquí y qué significa esta nota?

─ Disculpe, ¿acaso nos conocemos de algo? –Preguntó ella empezando el juego.

─ Dana déjate de tonterías, estoy cansado y quiero irme a casa.

Estaba haciendo aquello por los dos, por la relación y se quejaba de que estaba cansado.

─ Yo voy a irme a un pub donde ponen música latina, si quieres venir vienes sino vete a casa. –Masculló enfadada cogiendo su bolso y dejando la propina en la mesa.

Jacob la siguió.

─ Yo estoy cansado.

─ Pues vete a casa.

─ ¿Y dejarte sola en un pub Dios sabe dónde? No gracias, además dudo que pases desapercibida con ese traje. –Soltó enfadado.

Dana se volvió a mirarlo incrédula por lo que acababa de decir.

─ Que tiene de malo mi traje.

─ Es muy ajustado.

─ No tiene nada de malo es así.

─ Todos los hombres conforme ibas saliendo te iban mirando, se les caía la baba prácticamente.

─ Estas celoso… Madre mía ¡Estas celoso! –Rio encantada.

─ No es nada gracioso. —Dijo enfadado.

─ Es adorable. –Le contestó ella tomando su rostro entre sus manos y besándolo.

Tomaron un taxi hasta el pub. El ambiente era cargado, había mucha gente, la música sonaba fuerte mientras varias parejas disfrutaban en la pista de baile. Dana agarró la mano de Jacob y lo condujo a la pista, empezó a moverse sensualmente delante de él, acarició su cuerpo con lascivia como si no hubiera nadie delante de ellos. Deshizo su moño dejando caer su pelo en cascada por su espalda, mientras seguía bailando al compás de la música, poco a poco se acercó a Jacob, juntando sus cuerpos más y más en una danza provocativa y sensual. Agarró su rostro y lo hizo bajar hasta sus labios rozándolos con suavidad una y otra vez hasta que el beso se volvió más carnal.

Jacob estaba a punto de perder la cabeza, su entrepierna pulsaba de deseo por aquella mujer tan sexy. Solo pensaba en llevársela de allí y estar toda la noche haciéndole el amor. Mientras se dejó llevar por los juegos de Dana que lo calentaba cada vez más y más.

Dana se puso de espaldas a Jacob, apartó su pelo hacia un lado de su cuello, cogió las manos de él y las llevó a sus pechos para luego bajarlas a sus caderas. Movió y frotó su trasero contra el durísimo pene de su marido. Lo escuchó gemir lo cual le hizo excitarse más. Se giró para quedar frente a él y besarlo con fuerza.

─ Ven, sígueme. –Lo cogió de la mano y salieron fuera por una puerta de salida de emergencia que daba a un callejón sin salida y completamente oscuro.

─ ¿Qué hacemos aquí? Hace frío para estar en la calle.

─ Pues yo tengo mucho calor. –Lo atrajo hacía sí y lo besó con fuerza y voracidad.

─ Dios Dana no estarás pensando…

─ Shh, relájate y disfruta.

Fueron hasta el rincón más oscuro. Dana pegó a Jacob contra la pared, mientras seguía besándolo desbrochó con fuerza el cinturón y desabotonó el pantalón, bajó hasta ponerse de rodillas frente a él. Fue solo pasar la lengua por toda la extensión de su pene cuando lo escucho sisear. Le dio pequeños lengüetazos sobre la punta del pene con suavidad, igual que si fuera un helado a punto de derretirse, para luego meterlo entero en la boca. Escuchar a Jacob gemir fue como si un volcán estallase dentro de ella, algo tan caliente que quemaba para derretirse más y más. Siguió lamiéndole hasta que él la puso de pie.

─ Si no paras no creo que aguante mucho más.

─ No me importa. –Admitió con franqueza.

─ A mi sí, quiero escucharte gemir y rogar por mi polla.

Un gemido se escapó de su boca al escuchar las palabras de Jacob. No sabía porque pero todas aquellas palabras la hacían calentarse cada vez mucho más.

Jacob le subió el vestido con fuerza sin rasgarlo, cuando llegó a las braguitas de lencería negra pasó la lengua por encima de ellas una y otra vez humedeciéndolas mientras escuchaba la fuerte respiración de Dana. De un tirón le rasgo las braguitas dejándola desnuda y expuesta a su mirada y a él. Hizo que pusiera una pierna encima de su hombro mientras que le abría los labios para poder lamer su clítoris una y otra vez haciendo que jadease y pidiera más.

─ Por favor Jacob…

─ Por favor ¿Qué? Cielo. –Sonrío sensualmente.

─ Por favor follame, nada dulce, lo quiero fuerte y salvaje te necesito ahora. –Movió las caderas hacía delante en señal de su afirmación.

La puso contra la pared, con una pierna le hizo que le rodease su cadera para así penetrarla mejor. Una vez dentro de ella se movió con fuerza, nada lento, ni suave. Era indómito, salvaje. Ella arañaba su espalda mientras movía las caderas para unirse a sus embestidas. Cada vez era más rápido pero a la vez más placentero. El temor a ser descubiertos subía la adrenalina.

“Se sentía tan bien tenerlo así” pensó Dana. Miró hacía el lado y vio que una pareja los estaba mirando pero a la vez ellos también se estimulaban sexualmente. Se sentía como una mirona. Entre aquello y que Jacob aumentó el ritmo de sus caderas la hizo llegar al clímax más absoluto. Jacob se tensó mientras se dejaba ir dentro de su mujer. Había sido una experiencia única.

─ Ahora entiendo a lo que quieres decir cuando dices que quieres probar cosas nuevas. –Le susurró Jacob en la oreja.

Con una risa ronca lo abrazó para luego besarlo.

─ Es una de mis muchas fantasías, no será la primera, ni la última cariño.

─ Eso espero gatita, eso espero.

Intercambio de correos

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From: El

To: Ella

Subject: shhhh

No te muevas… no digas nada… Estas tumbada boca abajo sobre la cama, dormida,, desnuda…. Siente mi cuerpo sobre ti, las caricias de mi torso en tu espalda, los besos en la base de la nuca y el miembro erecto colocado entre tus nalgas Shhhhh… no te muevas…no digas nada…duerme…disfruta

From: Ella

To: El

Dormida, siento tus besos, tu suave saliva sobre mi espalda, las pequeñas mordidas sobre el cuello, cada bello de mi cuerpo se eriza al sentir tu miembro sobre mis nalgas…

No digo nada, no abro los ojos, disimulo estar dormida… Me dejo seducir en tu pasión, no me muevo, solo cedo a ti…!

From: El

To: Ella

Se que no duermes… me gusta sentirte asi. Mi miembro va buscando tu sexo desde atras… me muevo y consigo abrir los labios de tu sexo… los siento humedos, calidos recibiendome…

From: Ella

To: El

Empiezas a percibir mi excitación al darte cuenta de que mi sexo cada vez se moja mas, pegas tu oído a mi boca y escuchas mi respiración, que intento disimular poco a poco, pero sabes muy bien lo que provocas…!

From: El

To: Ella

lo se, siii lo se muy bien y por eso susurro en tu oido: ¡¡me encanta ponerte caliente mientras duermes!! al tiempo que el movimiento ritmico de mi pelvis hace que mi verga quede completamente empapada por los labios de tu sexo…te arqueas.. me buscas… sigues sin decir nada, solo gimes y ronroneas como una gatita en celo

From: Ella

To: El

Tu linda gatita en celo, excitada, deseosa de que estes dentro de mi, que me hagas tuya, me poseas… Anda corazón te estoy esperando dentro, muy dentro de mi…!

From: El

To: Ella

Siento tu deseo, tu humedad. Meto mis manos por debajo de tu cuerpo aumentando el arqueo de tu cuerpo… te apoyas en los antebrazos, alzandote, ofreciendome tu trasero…me retiro un poco, solo lo justo para que completes la postura y puedes ponerte en cuatro sobre la cama… mmmmm, como me gusta verte asi… agarro tus caderas… acaricio tu espalda…mi verga se pega de nuevo a ti…la sientes jugando en el exterior… apunto de entrar, la punta roza tu coño empapado, lubricado, abierto para mi…. ¡¡clavatela es tuya, ya la tienes!!

From: Ella

To: El

Te tomo por sorpresa, acomodo mi sexo para clavarmela sola, de un solo empujón fuerte, sólido, efectivo, me apoderó de tu miembro erecto, lo hago mío, no la dejo escapar… Muevo el trasero al par de una melodía mental, cada empujón es un desesperado deseo por llegar al orgasmo…! Lo sabes, lo estas sintiendo…!

From: El

To: Ella

Es cierto, yo tambien lo estaba deseando. Me pones muy caliente cuando te la clavas de esa forma. Agarro tus caderas e intento acompasar el ritmo de las embestidas a esa melodía que marca tu trasero al golpear en mis huevos con tus nalgas… El ritmo aumenta, la musica sube… siiiii, quiero correrme en tu interior…

From: Ella

To: El

Anda amor, ya estoy a punto, ya lo necesito, lo deseo, lo espero… Por favor amor…!

Soy yo, tu vecina

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¿Te acordarás de mí?

Muchas veces cuando salía o entraba de casa, estabas sentado en el banco de la entrada, y me clavabas los ojos al pasar. Qué mirada de guarro que tenías. Qué sonrisa pervertida.

Me hacías poner incómoda, pero mucho más era lo que me ponías cachonda, ¿sabías? ¡Te dedicaba pajas y todo! Tantas pajas, te dediqué…

Quizá algo sabías, porque un día cuando volví del colegio a comer a casa,

subiste conmigo en el ascensor y me miraste ya con descaro. Y al rato, cuando bajaba para volver al cole -siempre bajaba por la escalera-, al pasar por el primer piso dio la ¿casualidad? que te crucé, allí estabas, por bajar tú también. ¿Me estabas esperando…?

Como sea, bajaste conmigo… En el entresuelo me cogiste del brazo… Me paraste… Y sin decir agua va… Dios mío, cómo me morreaste… Cómo metías lengua… ¡Y yo que me dejé como si nada! Y joder, me dejé también cuando me metiste mano por debajo del pantalón hasta el coño, ¿recuerdas lo chorreada que estaba? Chorreadísima…

Y no conforme con meterme mano tú, cabrón, tomaste la mía y la llevaste a tu paquete, me lo hiciste frotar… ¿Y yo? Pues te bajé la puta cremallera, te agarré la polla, y te hice una paja ahí mismo, en el puto entresuelo de mi edificio, hasta que te corriste. Con tu lengua bien clavada en mi garganta.

Y entonces se oyeron pasos, me asusté, y salí volando al colegio.

Te crucé algunas veces más, y me mirabas con tus ojos guarros, pero… ¿Por qué nunca más me hablaste? ¿Por qué no intentaste nada más? ¿No sabías que moría por ti, que podrías haber hecho lo que quisieras conmigo? ¿Por qué unos días después ya no te vi más? ¿Te mudaste? ¿A dónde te habrás ido?

Yo nunca te olvidé, ¿y tú? No te lo dije, pero la tuya era la primera polla que tocaba… ¿Hará el destino que leas esto aquí, y me busques, para terminar lo que una vez empezaste? Ojalá.

No puedes haberme olvidado. Soy yo, tu vecina… La que comías con los ojos… La que morreaste, y manoseaste, la que te hizo una paja en el entresuelo… Sabes quién soy, ¿verdad? Tú por entonces tendrias unos 50 años, ¿puede ser?

¿Y yo? Yo tenía exactamente 13.


Una y decenas de noches

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Siempre me he considerado muy sensual, erótica, sexual. Sumisa pero dominante. Coqueteo con el BDSM y el sexo tántrico, pero no practico ninguno de forma pura pues no me he adentrado a cada filosofía de vida, sino más bien disfruto de cada uno según mi estado de ánimo. Lo importante es ser buen/buena amante, saber dar y recibir. Disfrutar el proceso, no enfocarse en el fin. Y con él, con él quería eso. No quería conocerlo, quería idealizarlo. No quería que me conociera, quería que cumpliera sus fantasías conmigo, quería cumplir las mías con él. Quería que fuéramos amantes. En un ambiente de respeto y de salud. Sin inhibición, sin culpas, sin juzgar. Tener espacio para hacer una maestría: la del sexo, nuestro sexo.

Físicamente, solo estuvimos una noche. Sin embargo, he tenido un ‘crush’ con él, mucho tiempo antes de tan siquiera clasificarlo como tal. Desde que lo conocí, físicamente me llamo la atención pero nunca me permití verlo con otros ojos porque además, de ser la pareja de su primo para ese entonces, siempre mostró ser bastante impropio. O al menos, así lo percibí yo.

En el verano de 2010 estuve fuera de mi país sola por primera vez por tres meses. Esos tres meses me cambiaron la vida en diferentes aspectos. También, tome la decisión de disfrutar más mi vida sexual, decidí tomar las riendas de mi sexualidad cuando me regresara. Una noche tarde estaba en facebook, y ahí estaba él. Lo saludé como si nada, y sin darme cuenta le salí con algo pícaro. Recuerdo haber pensado “ups, ¿qué hice?” pero ahí me contestó él con otra frase más picara aún. Sin darme cuenta comenzamos a intercambiar fotos “sensitivas” y conversaciones cada vez mas subidas de tono. Me entusiasmaba la idea pero a la vez me asustaba. Y siempre fue así con él, hasta el día de hoy. Me asustaba por el parentesco con mi ex pareja, me asustaba porque me gustaba, y me asustaba por la forma en que lo percibo. Inestable, a la defensiva y “cafre”. “Cafre”, esa era la palabra que me venía a la mente cada vez que “abría la boca” o mejor dicho, que me hacía comentarios por el chat. Esa cafería que me molestaba pero me intrigaba, ese descaro me excitaba. Y es que tengo que confesar, que él cumplía con algunos estereotipos de algunas de mis fantasías. Es artista. Y yo, que no he estudiado arte, que no tengo una definición de arte pero que encuentro tantos detalles del diario artísticos. Soy capaz de disfrutar tantas simplezas a tal escala que, probablemente pensé que alguien que se dedique al arte, o ciencias sociales, sería capaz de compartir, pensamientos, pasiones y erotismo conmigo.

Y de momento en nuestras conversaciones pícaras y cafres, pude compartir algunas “fantasías artísticas” e imaginar que podían ser ciertas. Como el hecho de posar completamente desnuda para él, sentada con las piernas completamente abiertas. Mostrándole mi sexo. Posarle en una posición de poder, pues así me sentía (o al menos me imaginaba me sentiría). Y esperar, tortuosa y deliciosamente esperar. Esperar a que su mirada escudriñara cada parte de mi cuerpo, cada rincón, cada pliegue. Esperar que su instrumento de trabajo, diera forma a mi cabello rizado y castaño oscuro peinado por el viento, que diera forma a mis ojeras fruto de mis desvelos, que diera forma al cinturón de orión que se encuentra en mi clavícula derecha que demarca un camino de erotismo por recorrer. A mis labios definidos que gritan rebeldía, a mis pechos voluminosos y la invitación de mis pezones erectos a permanecer en territorio ajeno. A los detalle de mi vientre como lo ese lunar al lado derecho del ombligo. Mi vientre, portador de un útero revolucionario. Y así, esperar, esperar, a que trace los surcos y pliegues de mi sexo lentamente. Que dibujará como me humedecía. Esperar a que trazara mis muslos naturales, mis pantorrillas, hasta la última uña del último dedo de mis pies. Esperar y sentir el proceso, como si cada acto de plasmar mi anatomía, lo sintiera en carne propia. Y así, podría ser uno de nuestros primeros encuentros. Al menos, así fueron innumerables de encuentros por las noches. Idealmente, solo pasaría eso para aumentar la tensión, la libido. Hasta que ocurriera el próximo encuentro….

Alexandra mi pasíon

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Hace casi un año estoy sola desde que Giselle viajó para hacer una maestría en el exterior.

Antes de su partida y en la tristeza de nuestra despedida nos juramos amor eterno y si bien me escribe, me habla, nos vemos en la web. … estoy sin ella.

El estúpido de Matías, mejor perderlo que encontrarlo, luego de haber roto con él tampoco me registra.

Mis horas fuera del trabajo se hacen eternas, algunas visitas sociales, mucha tele, mucha música, y algunas caminatas por la mañana temprano, como para hacer algo de actividad física y que los chocolates y la comida no me transformen en una vaca.

Es lunes, por la noche no he dormido bien, son las ocho de la mañana y decido levantarme después de remolonear por más de media hora. Repito mi rutina diaria, me pongo mi ropa para deporte: calza, sujetador, top, una camperita, las zapatillas, me hago la coleta en el cabello, busco mi reproductor de audio y salgo rumbo al parque.

Camino tres cuadras y estando ahí, sin más remedio comienzo a trotar pesadamente mientras la música se entremezcla con mi respiración la que minuto a minuto, es cada vez, más agitada.

Me cruzo con la gente de siempre, solo de vernos nos saludamos con un gesto. El hombre calvo de 60 y pico que camina con su señora. El tipo que deber haber cumplido los cincuenta, le pegó el viejazo (me encanta está expresión) y se produce como un adolecente. Las chicas del club de hokey. La gordita que camina incansablemente y; la joven rubia de unos 27 o 28 años con un cuerpo escultural que capta toda mi atención y pensamientos desde hace ya algún tiempo. Su pelo largo y dorado ajustado con una coleta, se mece por el aire acompañando el trajín de su caminar. Es alta; 1,75 o más. Su dorada piel resplandece con los rayos del sol, sus ojos son marrones y de intensa mira. Su boca porta jugosos labios que luce delicadamente pintados de labial rosa intenso que destellan brillitos como chispas de un fuego recién encendido. Sus pechos (hechos por cirugía pero igualmente hermosos) se mesen al compás de sus pasos, subiendo y bajando en un erótico vaivén que me pierde e hipnotiza. Su trasero, mejor dicho su culo, bellísimo grande, parado, firme. Es tan hermosa, tan delicada, tan producida que me recuerda a mi Giselle.

Nos cruzamos justo ahora, no me habla, no me saluda, no me mira, no me registra.

No me aguanto y me detengo; simulo ajustar mi calzado y me doy vuelta para verla.

Me excita. ¡Me excita mucho!

No puedo dejar de mirarla y para mi sorpresa, la veo trastabillar. Pierde el equilibrio. Se tropieza. Apoya mal su otro pie y lentamente comienza a caer. Es tan alta y cae tan lento que parece derrumbarse como un edificio dinamitado. Toda su elegancia se va a la mierda, mientras desparrama su humanidad contra el suelo y como un maniquí de rígido material, rebota sobre el piso húmedo de rocío, mientras emite un sordo quejido.

¡Pobrecita, que golpe se dio!

Presurosa corro para socorrerla. Me detengo junto a ella y la ayudo a incorporarse, sus rodillas están lastimadas de donde brota un hilito de sangre. Su ropa está sucia con restos de pasto y barro. Su rostro también está manchado de tierra, y su cabello desordenado.

Me cuesta horrores aguantar la riza, Trato de no hablar para no reírme.

La alzo sujetándola por su brazo.

- Gracias, estoy bien. – Me dice con rostro desencajado-

- ¡Que golpazo te haz dado! – Replico mientras se me escapa una carcajada.

- ¡Me duele hasta el pelo! – Agrega, mientras en su rostro también se dibuja una nerviosa sonrisa.

- ¡Mira como he quedado! ¡Estoy un desastre! ¡Me sangra la pierna! – Me dice mientras su cara refleja el dolor.

- ¿Quien dijo que trotar por el parque no es un deporte de riesgo? – le digo mientras sonrío para distender la situación.

Ella también sonríe.

Ahora que la tengo tan cerca, tan junto a mi, siento su perfume, y puedo apreciar lo bella que es.

Se sujeta a mis brazos mientras hace equilibrio intentando sacudirse la tierra y los restos de pasto de sus ropas. Sus manos son tan delicadas; sus dedos largos con uñas esculpidas me hacen saber que ella es una diva. Es increíblemente hermosa.

Pero al mirarla fija y detenidamente; al tenerla cara a cara, noto un detalle que me deja atónita, estupefacta. ¡No lo puedo creer!….

Caminamos hasta una banqueta del parque que está a unos pasos y nos sentamos ahí un instante.

Ella no deja de quejarse de sus dolores. Yo la sigo mirando extasiada.

Me habla y dice:

- Mil gracias por tu ayuda, ahora que me siento mejor me marcho a casa para ponerme en condiciones y quitarme la suciedad que llevo encima.

- ¿No se donde vives, pero si lo necesitas te acompaño? -Le digo con entusiasmo

- Estoy tan solo a unas cuadras de aquí y me gustaría que me ayudes hasta llegar. ¡Me duele mucho la pierna! – responde

- ¡Con gusto! – le digo mientras le ayudo a incorporarse.

Caminemos juntas por el otro lado del parque justo frente a donde yo vivo. No me quiero perder detalle de los lugares. Algo me dice que nos volveremos a ver.

- ¿Cuál es tu nombre? – Le pregunto

- Alexandra – contesta

- ¿Y el tuyo mi bella socorrista? -Me consulta

Su cumplido me deja pasmada, y sin pensar respondo

- Moira

- ¡Tienes un nombre sexy! -Me dice mientras sonríe tímidamente

- ¡El tuyo lo es más! Tienes nombre de emperatriz o deidad griega o algo por el estilo – Replico.

- ¡Basta de elogios que esto va a terminar mal! -Me dice mientras da una carcajada.

¡Qué más quisiera yo! Pienso en un flash mental para mí misma.

Me cuenta que trabaja en una agencia que se dedica a la organización de eventos (fiestas, cumpleaños, casamientos). Viene del interior del país, que hace algo más de un año que está viviendo aquí, a unas cuadras del parque, que está sola y tratando de recomenzar su vida.

Por mi parte y ante su pedido le cuento algunos detalles de mi trabajo, mi vida, mi soledad etc.

Me parece simpática, me siento atraída, más atraída que antes, ¡Me gusta mucho!

- ¡Aquí es! – Me dice señalando una puerta

- ¡Bueno, espero estés bien! – Nos vemos mañana o algún otro día. – Le respondo.

- ¡Gracias de nuevo! ¡Te debo el favor! -Me dice mientras se acerca para darme un beso en la mejilla.

- ¡No tienes porque! -Respondo y le devuelvo el beso.

Me doy vuelta para partir cuando escucho que me habla, entonces me vuelvo para entender lo que me dice, al tiempo que ella mete la llave en el cerrojo de la puerta me expresa:

- Mañana no podré ir al parque a trotar por obvias razones ¿Pero qué opinas sin nos juntamos por la tarde a tomar un café?

- Depende la hora – le respondo

- ¿A qué hora puedes que no se muy tarde? – Pregunta

- A las 19 – así puedo escaparme un ratito antes del trabajo y podemos vernos

- Me parece bien – responde .En la esquina del parque en el lugarcito nuevo que abrieron hace dos días. ¿Lo ubicas? ¡Es muy lindo!

- Se a cuál te refieres ¡Bueno nos vemos ahí! – contesto

Me vuelvo contenta, emocionada, casi excitada. ¡Pero tengo esa duda en mi cabeza, que no me deja de dar vuelta…! ¿Habré mirado bien?

¡Será largo el día hasta mañana! Pienso en vos alta

Llego a mi casa casi sin darme cuenta; me empiezo a desvestir para darme una ducha y luego partir rumbo al trabajo, ya es tarde. Hago todo a mil: me baño, me cambio, y salgo corriendo a tomar un taxi.

Mi día transcurre sin mayores problemas, tengo mi cabeza puesta en Alexandra. Estoy muy conmovida, me sorprendo a mí misma, me siento movilizada.

Solo yo, se de mi angustia, de estar hace tanto tiempo sola. Extraño demasiado a Giselle, la respeto y por eso no me involucré en ninguna otra relación. Pero me siento vacía, muy desolada, necesito contención emocional y sexual. Alexandra me agrada pero no sé si me aceptará, si yo le gustaré como mujer, si podremos tener una relación más allá de la amistad.

¡Me estoy apresurando demasiado! ¡Paso a paso cariño! – me digo a mi misma.

Ya en mi hogar después de mi día de trabajo, preparo el baño para tomar una ducha. Me voy quitando la ropa, enciendo la tele, busco mis prendas limpias para cambiarme y en el cajón encuentro a mi amante ocasional – El Rojo-, así le puse de nombre a mi dildo.

Lo miro y dudo por un instante; pero lo necesito, necesito una descarga, un orgasmo que me tranquilice y me ponga en eje.

Voy hasta el baño, me desnudo, busco el gel intimo, me recuesto en la tina, y sin muchos preámbulos me empiezo a humectar con el gel. Lo paso por mis tetas, me pellizco delicadamente los pezones, deslizo mis manos llenas de gel hasta mi vagina y me acaricio con lentitud y delicadeza. El gel se mezcla con mi tibia humedad y casi sin pensarlo estoy mimando mi clítoris con mis dedos. La excitación me conmueve, mi pensamientos se disparan, me imagino las bellas manos de Alexandra acariciándome mientras sus largos dedos se introducen en mi vagina buscando mi punto G al tiempo que con su lengua inquieta mis pezones.

El Rojo, mi amante, ya esta vibrando entre mis piernas. Las abro un poco más para darle plena cabida y lo empiezo a introducir en mi lubricada raja.

Al máximo de su velocidad vibra dentro de mí; mientras mi mano lo saca y lo mete con lentitud y suavidad. La ida y vuelta me enloquece. Ahora decido tomarlo fuerte entre mis manos, lo clavo bien dentro de mí vagina mientras mis caderas se sacuden en un frenético vaivén buscando absorber cada vibraciones. Suelto un jadeo que deriva en gemido anunciando mi orgasmo. Me contorneo como una víbora mientras mi vibrador no para de torturar mi dilatado coño; mis jugos se mesclan con el gel mojando mis manos, en tanto explota mi cuerpo en feliz orgasmo.

Recupero la respiración mientras, quiero pero no deseo, retirar de mi interior a mi amante. Acaricio mis tetas, con pesar siento como El Rojo se resbala escapando de mis profundidades y queda vibrando sobre el piso de la tina, haciéndome con su puntita cosquillas en mi ano. Casi como provocándolo, me muevo un poquito, y dejo que mi culito quede pegado a él disfrutando de sus vibraciones.

Por un instante descanso recostada recuperando el aliento.

Me siento reconfortada, preparo algo de cenar, livianito y rápido para comer en la cama mientras mira la TV un rato.

Mi cena se termina rápido, la como con voracidad, llevo los restos de la cena a la cocina; paso por el baño, me acomodo los cabellos, me lavo los dientes y voy rumbo al dormitorio. Me recuesto en la cama rodeándome de almohadones y me entrego a los brazos de Morfeo.

…Suena el despertador, pero ya estoy despierta. Hoy no voy al parque a correr, necesito hacer cosas en la casa y algunas compras para reponer mercadería que emplee en la semana anterior. Después a trabajar, me va a venir bien para acortar el día . Tengo mi cabeza puesta en la cita con Alexandra.

…Por fin en casa después de una jornada complica, mi cabeza gira como un trompo, solo pienso en verte -Alexandra.

¡Necesito una ducha! Voy al baño, abro el grifo del agua para que se llene la tina, me desvisto rápido, y me zambullo en el agua con sales perfumada y por un instante logro relajarme.

Termino abruptamente mí ducha, corro al dormitorio, me pongo una mini tanguita celeste, mis jeans ultra ajustados, una blusa suelta y sin corpiño para que mis pechos y mis pezones se marquen en la tela y al trasluz. Mi mejor perfume, mis tacones. Y me preparo para matar o morir.

Estoy ansiosa, no soy así, no sé qué me pasa. Pero bueno, solo sigo mis instintos.

Antes de salir busco un camperita, cierro la puerta, verifico no dejar ninguna luz encendida y salgo. ¡Se me ha hecho tarde!

En la esquina del bar, en una mesa con dos sillas me espera Alexandra. Está deslumbrante.

Mientras se incorpora para saludarme su pelo suelto se sacude como en cámara lenta, lleva puesto unos jeans negro muy ajustado, una blusa estampada oscura con una chaqueta muy pequeña gris oscuro y unos zapatos con tacones enormes y bellos.

Con un beso nos saludamos, nos sentamos y mientras el mesero nos trae un café hablamos de banalidades. No dejo de mirarla ¡No puedo creer lo bella que es! Hasta las mujeres que pasan a nuestro lado la miran con admiración y con odio. Los hombres por poco se nos tiran encima, ¡Yo también tengo lo mio y lo luzco!

Hablando de la vida pasó casi hora y media. Miro el reloj.

- Ya se ha hecho tardo – le digo muy a mi pesar

- Mañana debo levantarme temprano, tengo que trabajar – le cuento mientras pongo mi mejor cara de frustración, no quiero que se enoje o entienda que no me atrae su compañía.

- Es verdad responde – mientras con un gesto llama al mesero pidiendo la cuenta.

- ¿Tú vas a cenar? – me pregunta con gesto grave

- Siempre algo ceno, si no lo hago, me cuesta conciliar el sueño – le digo.

- Ok. Ven a casa tengo algo rico para cenar que preparé por la tarde pensando en invitarte. – me contesto seriamente sin ninguna chance a que me niegue.

Pagamos la cuenta y pusimos rumbo hacia su casa. De camino intercambiamos nuestros números de teléfonos, y le explico cómo llegar hasta mi casa, desde la esquina del bar.

Solo a una cuadra y media está el domicilio de Alexandra.

La puerta del frente de su casa da a una escalera que lleva a una planta alta, la primera habitación es un living muy amplio de forma hexagonal que distribuye a todas las habitaciones de la casa, está todo cuidadosamente decorado y en perfecto orden.

- Ponte cómoda – me dice Alexandra

- Gracias – respondo.

- ¡Que bello lugar tienes aquí! Es muy lindo como lo tienes decorado – agrego a mi comentario.

Miro a mí alrededor y capta mi atención un artefacto con estructura metálica y tubular, de intrincada forma, con algunos soportes tipo almohadillas colocados aparentemente al azar; y en otros lugares, especies de agarraderas acolchadas. Tiene al frente una especie de asiento en forma de V, a la que le falta la unión de los lados, partido al medio. Parece una máquina de entrenamiento físico pero no tiene pesas. ¡Muy raro y queda muy feo y desubicado en es living tan bien decorado!

Escucho que Alexandra dice algo y vuelve mi atención a ella

- ¡No comprende lo que dices! ¡Habla más fuerte que estoy lejos! – le expreso

- Nada, solo murmuraba una canción – responde

- ¿En que puedo colaborar? –pregunto

- Ven y pon los individuales en la mesa, cenamos ahí – me responde indicando con su dedo una mesa pequeña en medio de unos sillones.

Busco las cosas en la cocina y las llevo a su lugar. Alexandra tiene todo preparado.

Me siento a la mesa que ya está servida y llega mi anfitriona con dos copas en una mano y un Champagne en la otra.

- ¡Bueno ya está todo listo, comencemos a comer! – dice sonriendo.

Seguimos charlando mientras disfrutamos la cena y del champagne.

Me cuenta que no hace mucho vive en este lugar, que tuvo un terrible desengaño amoroso -encontró a su pareja con su amiga de años- que con mucho dolor tomó distancia de su lugar y de su gente y que ésta experiencia, si bien traumática y dolorosa, le sirvió para filtrar a sus amistades y solo mantiene contacto con un par de ellos que cada tanto la vienen a visitar.

- ¿Y tu familia? –le pregunto metiendo el dedo en la llaga

- ¡Es un todo un tema lo de mi familia! – responde mientras su cara entristece

- ¡Vale! ¡Te lo diré ahora ya que sacaste el tema y para no andar con más rodeos! – me dice con tono firme.

- ¡Te has percatado de mi situación?, ¿¡De mi “detalle”!? – dice mientras con sus dedos hace una seña de asteriscos cuando menciona la palabra detalle.

- ¡Creo que se a que te refieres! – respondo

- He dudado durante un tiempo ¡Y me parece increíble! – agrego

- ¿Pero hablamos de lo mismo? – añado con tono de interpelación

- ¿Si te refieres a que soy transexual? – pregunta

- ¡Sí! – le digo

- Nací siendo Alejandro, pero desde niña soy gay o bisexual o transexual! Ponle el titulo que quieras, me gustan los hombres pero también disfruto de la compañía de las mujeres. – me cuenta casi emocionada

- ¿Pero porque la transformación de hombre a mujer? – pregunto

- Es que no podía conciliar mi imagen interna con lo que mostraba el espejo, entonces hace casi 12 años empecé mi transformación. – dice sonriendo

- ¿Me veo mal? – dice mientras se incorpora, me muestra su figura y sacude su rubia cabellera.

- ¡Eres bellísima, bellísima, bellísima! – Respondo, en tanto la desnudo con la mirada

- Por esta razón es que no tengo relación con mi familia, no lo han podido aceptar, si esto responde a tu pregunta – me contesta.

El tema no daba para más, no me interesaba ya si Alexandra había sido Alejandro y todo lo demás, solo vale que estoy aquí sentada, con esa increíblemente bella mujer, la que me hace perder la cabeza, la que enciende mi sexualidad y la que no se como hacer para desnudar y amar lo antes posible.

El estómago lleno y el alcohol de una buena bebida, distienden la situación y me animo a preguntar por el aparto que llamó antes mi atención.

- Perdón la indiscreción, pero me tiene intrigada ese aparato que tienes ubicado junto al aparador. ¿De qué se trata? – Le digo sin miramientos.

- ¡Me da un poco de pudor hablar de eso! Pero con todo lo que te he contado eso no es nada – responde Alexandra mientras sonríe con cara de haber hecho una travesura.

- ¡Pero bueno, estamos entre amigas y te cuento! ¡No te rías por favor! – aclara mientras bebe el ultimo trago de su copa de champagne como tomando coraje.

- Antes de venir a vivir aquí, tenia con mi ex pareja -el que se acostaba con mi amiga- y socio un SEX SHOP, rota la sociedad y separado los bienes me han quedado un montón de rezagos del negocio los cuales no he intentado ni podido deshacerme de ellos, pensando tal vez, sacarle algún provecho y entre ellos está esa máquina, la cual he arrastrado en la mudanza y estoy viendo que hacer con ella y con las otras cosas.

Tal vez por el efecto del alcohol o por la curiosidad, cosa que me cuesta horrores controlar, es que me incorporo y pongo rumbo a la máquina, me detuve junto a ella y le digo a Alexandra

- ¿Como se usa?

- ¡Tú buscas la posición y la otra persona te hace disfrutar! – me responde.

Estoy algo decepcionada, me imaginé que Alexandra le iba a poner más ganas a su respuesta. ¡Tal vez no tiene voluntad de hablar del tema!

Por un segundo me quedo inmóvil junto al artefacto tratando de hacerme una idea mental de sus usos y beneficios.

Alexandra se incorpora y, copa de champagne en mano, se para junto a mí.

- Ponte de espalda a mi y trepa, separa las piernas y haz que cada una quede sobre cada almohadilla – me explica

Intento trepar pero con los tacones es difícil, me los quito; pongo una pierna sobre uno de los soportes pero para llegar al otro debo abrir mucho las piernas y el jean no me lo permite. Para mi sorpresa siento las manos de Alexandra sujetando, desde atrás, mis muslos y escucho que me dice

- Es difícil que puedas con tus pantalones puestos.

- ¡Vamos esfuérzate un poco mas! – dice con aires de motivadora

- ¡Bien ya está! – dice mientras sigue con las instrucciones

- Ahora apoya tu pecho y toma con tus manos las agarraderas de arriba.

Yo obedezco sus explicaciones al pie de la letra. Cuando logro ubicarme sobre el artefacto quedo mirando la pared, de espaldas a Alexandra, con los brazos extendidos, oblicuos hacia adelante y mi pecho queda apoyado en una angosta almohadilla que calza justo entre mis tetas, separándolas una por lado. Estoy sentada a casi un metro del piso pareciendo que conduzco una bicicleta que tiene el asiento muy atrás y le falta el pedazo debajo de mi culo dejándolo al intemperie, solo apoyan mis muslos. Las agarraderas del manubrio muy delante y arriba y los pedales también muy adelante y más bajo que el asiento.

Alexandra posa sus manos en mis glúteos dándome unas palmaditas y me dice:

- Es justo así como te debes colocar, tus piernas están bien abiertas. Ahora tu culo y tu vagina están bien al aire y a mi disposición. Parada aquí atrás puedo agarrar tus tetas y pellizcar tus pezones, mientras hago de tu raja y tu culo lo que me dé la gana.

Sus palabras me hacen temblar, quedo muda, me estremezco de la calentura, solo deseo que sus manos me acaricien. Y al instante mis deseos son correspondidos, sus manos tocan mi trasero y desde atrás acaricia mi vagina que debajo de mis pantalones arde de calentura. Alexandra se acomoda detrás de mí y por debajo de mi blusa toma con sus manos mis tetas y las masajea con firmeza pero muy delicadamente. Yo respiro profundo en señal de aprobación y ella me dice:

- ¡Baja ya de ahí! ¡Quítate la ropa! ¡Necesito tocarte desnuda!

- ¡Si por favor! ¡Rápido ayúdame! – Le suplico

He perdido la cordura, la excitación me lleva al límite de la demencia. ¡Estoy descontrolada!

Alexandra con habilidad me quita la ropa, menos mi tanguita. Me ayuda a subir nuevamente a la máquina y ahora sin los pantalones, logro con facilidad posicionarme; y como buena puta que soy cuando me caliento, separo todo lo que puedo las piernas y levanto mi culo bien al aire para que Alexandra lo disfrute primero con los ojos y después…. ¡Que después haga lo que quiera!

Se arrodilla por detrás, me corre la tanguita para comenzar a comerme y lamerme la vagina con desesperación. Yo solo me entrego al placer.

Su lengua lame y relame, mojando con su saliva mí vagina que late y se dilata al tiempo que ella también la clava en mi interior y la mueve ahí dentro, donde me gusta tanto y me hace volver loca.

- ¡Que hermoso culo tienes, que bellas eres! ¡Todo lo que te voy hacer querida! – me dice casi sin sacar su cara de mi vagina.

- ¡Soy tuya! – Le contesto agitada

- ¿Te gusta mi lengua en tu concha?- Me dice mientras lame histérica

- ¡Claro que me gusta! ¡No te das cuenta que me estas volviendo loca! – respondo sin aliento.

- ¡Por favor me avisas cuando estés por llegar al orgasmo, quiero saberlo! – me aclara.

- ¡Un minuto, un minuto más que sigas así y te lleno la boca con mis jugos! – le grito

De repente ella se detiene.

- ¿Pero que haces? – Le grito desesperada

- Tranquila que hay más para vos – responde sonriendo

¡Tengo ganas de matarla! ¡No me puede dejar así…!

Alexandra se incorpora y comienza a desvestirse quedando solo con sus pequeñísimas braguitas. La miro por sobre mi hombro; ella camina unos pasos hacia el aparador de junto, sus tetas grandes y firmes se mueven acompasadamente, sus pezones pequeños y rosados están cubiertos de un brillo satinado, todo su cuerpo es escultural. Su rubio cabello está revuelto y un mechón queda pegado junto a su boca. ¡Qué sensual!

Trae algo en la mano que no distingo que es, pero no importa; ya volvió.

Colocada nuevamente a mi retaguardia me apoya sus manos en mi culo y con un tirón me arranca la tanguita. La sensación me estremece.

Sus manos acarician mis nalgas, mientras me humecta con una sustancia tibia, suave y agradablemente perfumada.

Siento sus dedos patinando por mis glúteos recorriendo el centro de mis nalgas y deteniéndose sin tocar mi ano.

Muevo mi culo como señal de que ya estoy lista para lo que sea. Alexandra hace todo parsimonioso y desesperante.

Con sus manos separa aún más mis nalgas; empiezo a sentir su lengua acariciar mi ano. Cada vez más intensas y firmes son sus chupadas. Me quedo inmóvil dejando que ella haga.

Me lame y relame la cola, al tiempo que sus manos acarician mi vagina, estoy a punto nuevamente, cuando al instante me dice:

- ¡No quiero que llegues todavía! Te tengo preparada una sorpresa primero.

- ¡Déjame llegar por favor que estoy desesperada! – le grito

- ¡Basta ya! ¡Aquí se hace lo que yo digo! – me responde con tono de enojo

- Bueno entonces detente, ya estoy a punto, me tienes hirviendo – le respondo con desazón.

Alexandra deja de lamerme el culito, deja de acariciarme la vagina y se hace un himpas en el tiempo que parece eterno. Permanezco con lo ojos cerrados. Tras de mi percibo algunos movimientos. De repente sus manos se posan nuevamente en mi culo separando mis nalgas. Decido mirar por sobre mi hombro; en la boca sujeta mordiendo algo brillante con forma indefinida, parece metálico, es como media esfera de una pelotita de ping pong en la punta que se afina hacia atrás perdiendo espesor, terminando bien finito donde se une en una especie arandela metálica. El instrumento no es muy largo tendrá algo más de diez o quince centímetros en total. ¡No le quito los ojos de encima!

Alexandra sigue sobando y separando mis nalgas; acerca su boca con la que sujeta el instrumento y apuntando a mi ano, empieza a presionar con firmeza.

¡Ella me propone un juego que yo estoy dispuesta a jugar! ¿Cuál es mi límite? ¿Cuál es su límite?

Relajo mi cola y el instrumento por la presión empieza a dilatar mi agujerito más y más abriéndose paso hacia mi interior. No parecía tan grueso, pero siento como mi culo debe hacer un esfuerzo dilatándose mucho para que el juguetito de Alexandra se habrá camino. Ahora siento como está entrando la media esfera. ¡Wow que grueso!

Cuando la punta supera la tensión de mi esfínter el aparato de golpe se desliza dentro de mí. Instintivamente mi ano se aprieta como intentando interrumpir la penetración, sin poder aguantar. ¡Parece no detenerse! Mi culo se ciñe al aparato pero no deja de penetrarme! ¡Me retuerzo! Es una rara sensación mezcla de vértigo, desesperación y placer extremo. Al fin se detiene, ya lo tengo clavado íntegramente en mi colita y alcanzo a ver como la arandela metálica está pegada a mi ano.

- ¡Como se comió tu culito mi juguete! – exclama Alexandra

- ¿Te gusta lo que ves? – le responso mientras muevo mi culo en círculos para que Alexandra deleite sus ojos.

- ¡Eres hermosa Moira! ¡Tienes el trasero más bello que vi en mi vida! – me halaga

- ¡Adoro que te sometas a mis juegos sin temores!- añade

- ¡Me siento bien con vos! ¡Me atraes de sobremanera! ¡Me calientas desde la primera vez que te vi! – le respondo

Sin más se incorpora, toma con su mano la arandela de tope del juguete que está clavado hasta el fondo de mi culo y comienza a moverlo generándome un frenesí de sensaciones que no puedo describir, mas solo me retuerzo con cada penetración que la siento cada vez más intensa y profunda. Mi culo se llena y se vacía; se aprieta y se dilata a ese infernal aparato que me lleva camino al clímax en incontrolables sensaciones jamás sentidas por mí.

De momento me dan ganas que lo saque de mi interior y al instante que sale le grito a Alexandra para que me lo vuelva a insertar, y me envuelvo entre las tinieblas de la desesperación y el deseo disfrutando y padeciendo todo al mismo tiempo del sexo anal más descontrolado que había vivido hasta ahora.

- ¡Bien putita, bien mi putita, como te comes el juguetito! – Dice Alexandra mientras manipula el aparato en mi culo.

- ¡Mira como me gusta lo que me haces en el culo! – le digo mientras lo meneo y contorneo todo lo que puedo.

Por un instante Alexandra se detiene y me dice:

- ¡Te tengo otra sorpresa!

- ¡Ho por favor! ¡Qué más sigue? ¡Me estas volviendo loca! – le respondo en tanto sigo inconscientemente meneando mi culo con él juegue clavado dentro.

Se quita su bombachita y escondido de su entrepierna aparece colgando una grande, hermosa e hinchada polla, lista para ser usada.

Me muestra su pene: erecto, grande, venoso, blanco, casi pálido y me dice.

- ¡Sorpresa!

- ¡Es grande tu detalle! – le respondo

- ¡Por favor clávalo en mi agujerito que está libre y llévame al orgasmo!- le grito con desesperación.

- ¡A Tus Ordenes! – dijo sonriendo Alexandra

De un salto se para tras de mi y sin quitarme el juguete que llevo clavado en mi culo, acomoda su glande sobre mi vagina rebalsada de líquidos y comienza a incrustarme su generoso miembro.

La sensación es indescriptible, mi culo que parece querer expulsar el juguete se debate con mi vagina que quiere dejarse penetrar hasta el fondo por la jugosa polla de Alexandra. Y en mi interior ambos aparatos pugnan por un lugar. Alexandra se mueve con frenesí, de vez en cuando toma el juguete y lo saca y mete en mi culo mientras que con una mano sujeta y manosea mis tetas. Solo atino a gritar y gritar y jadear, casi como un animal, hasta que no puedo contenerme más y en una convulsión orgásmica, mi culo escupe el juguete y mi vagina se contrae contra el tronco de Alexandra dándome un conmovedor orgasmo que me deja temblando.

Alexandra es imparable, me asola desde atrás, embate contra mi vagina en un frenesí de movimientos. Su pene surca mi interior con vigor, fuerza y generosa voluptuosidad. Siento mi vagina repleta por su carne, caliente por la fricción, dilatada por su buen trozo.

Escucho sus jadeos, tan femíneos y delicados. Veo su figura, tan esbelta e imponente, desvivirse por llevar al máximo su pene dentro de mí, buscando dar e intentando recibir placer tan prohibido y oscuro como los espíritus que ahora siento que nos dominan. Tengo a esta bella mujer que me posee, me coge, me folla como el mejor de los machos, ¡Que más puedo pedir! …

Justo ahora siento que desde atrás con sus manos pellizca fuerte mis pezones y me inunda con su semen fogoso como lava hirviente. Yo lo acepto sacudiendo cadenciosamente mi cola para que me llene y sin que se desperdicie ni una sola gotita de su líquido.

Unos instantes quedamos ahí inmóviles, recuperando el hálito de vida. Ella sobre mí, sus manos en mis tetas, sus pechos aplastados contra mi espalda, sus cabellos enredados en los míos y sintiendo, como de a poco, muy lentamente, su pene se escapa de mi vagina.

- ¡Esto recién comienza! – me dice desafiante

Me ayuda de bajar de la máquina, mi cuerpo todavía tiembla y me siento débil.

¿Qué más se le ocurrirá? Me pregunto. Pero el destino me puso aquí y ahora. Es el momento que esperaba, ¡Quiero seguir jugando!

- ¿Qué tienes para mí? – le pregunto mientras veo que busca algo dentro del aparador, ese mueble es una caja de sorpresa.

Saca de él un dildo con forma de pene postizo, 20 cm más o menos, color purpura. Está sujeto a una base como si fuera el frente de una braga, de ahí deriva unas correas. Alexandra me lo entrega y me ayuda a colocarlo que como un calzón hecho de correas. Ahora yo tengo puesto un pene postizo erecto y listo para la acción. Pensé que era todo, pero vuelve al mueble y busca otro instrumento.

- ¡Ponte a gatas!- me dice con una orden directa

Sin dudar me arrodillo en el suelo y ella desde atrás, separa mi vulva y me introduce en la vagina una pelotita con forma de huevo y con ayuda de su dedo, lo pone dentro mío. Luego busca otro aparato del entre los cajones; y desde lejos me lo muestra y dice:

- Mira lo que tengo para vos!

Es un juguete idéntico al que uso antes, en mi pobre colita, de idéntica forma pero algo más grande y el detalle es que donde está la arandela de tope, tiene una cola como de caballo, ¡Tal cual una cola de caballo!

Sin perder un instante Alexandra empieza a humectarme con lubricante, luego me corre de las tiras que sujeta mi pene postizo y me dice:

- ¡Relájate que te pongo tu nuevo juguete!

Sin muchos miramientos y con algo de prisa clava en mi ano el aparato.

¡Wow, wow, re wow!, ¡Que sensación¡ ¡Como me penetra ese juguete! Me hace abrir los ojos como soliéndoseme de las orbitas y no puedo dejar de emitir un gritito mezcla de dolor y placer mientras mi culo ya dilatado se lo traga sin demoras.

- ¡Cómo te gusta este aparato putita! – dice exaltada Alexandra

Coloca las correas que sujetan mi pene postizo asegurando con estas la arandela de tope para que el juguete no se me vuelva a escapar de mi culito.

- ¡Camina a gata como la yegua que eres! – Me dice mientras da carcajadas histéricas.

¡Estoy repleta, me siento rebalsar! Mi culo vulnerado por el instrumento y vagina azolada por la pelotita.

Gateo y siento como los juguetes se apoderan de mis entrañas. La cola de caballo rosa mis piernas y el pene postizo se mese como un péndulo entre mis muslos.

- ¡Mírate en el espejo! – me indica Alexandra con un gesto.

Voy gateando acompasadamente y llego hasta ahí, el reflejo de mi imagen es abrumadoramente excitante, por unos segundos me detengo en mi efigie y me doy cuenta que estoy rompiendo todos mis limites. ¡Y lo que veo me gusta!

Arqueo la espalda, levanto mi culo, lo muevo y la cola de caballo se sacude mesuradamente.

- ¡Ven conmigo, ven aquí! – le digo a Alexandra

- Claro que si! – me responde en tanto presurosa se para junto a mi

- Ponte a gatas delante de mí – le pido

- ¡No, tengo las rodillas lastimadas! – me dice mientras parada a mi lado, me sujeta por el cabello.

- ¡Sígueme, vamos a mi cuarto! – agrega.

Intento incorporarme pero Alexandra no me lo permite.

- ¡No te levantes! ¡Sígueme a gatas! – exclama

Mi andar se hace lento, no es facial moverme a gatas y con esos aparatitos en mi interior.

Alexandra esta parada y apoyada en lo que parece ser la entrada a su cuarto, estoy a solo un par de metros de ella. Pero la distancia parece larguísima.

- ¡Muévete más deprisa! – me increpa Alexandra

- ¡Es que no puedo más rápido, tenme piedad! – le digo

- JAJAJAJA ¿Piedad? – me responde con tono burlón.

Alexandra me mira fijamente mientras blande su mano mostrándome un pequeño artefacto prismático, como una cajita, color negro. Presiona con sus dedos un botoncito que tiene esa caja y el huevo en mi vagina empieza a vibrar. La sensación me detiene en seco. El huevo está justo sobre mi punto G.

¡Ahora el huevo vibra más rápido!

Clavo mis uñas en el piso, se tensionan mis brazos, mis abdominales se contraen. Las vibraciones son absorbidas por el juguete que está en mi culo y todo mi ser vibra.

- ¡Basta ya! ¡Me enloqueces! – le grito

- ¿Acaso no te gusta? – dice riendo sarcásticamente

- ¡Claro que me gusta! ¡Pero así no puedo avanzar! – le respondo burlonamente.

Ella lo detiene y yo sigo avanzando a gatas, luego entro al cuarto, Alexandra ya esté a sobre la cama. Me trepo con prontitud y me ubico tras ella haciéndome entender con unos gestos para que se ponga en cuatro patas delante de mí.

Su hermoso culo está justo ahí, frente a mis ojos. Me tiro sobre él y no puedo menos que lamerlo y lubricarlo con delicada atención y esmero..

¡Alexandra se retuerce!

Lo disfruto así un ratito, luego con una de mis manos tomo su pene que cuelga como un badajo y lo empiezo a masturbar. Mientras con mi otra mano uso mis dedos para insertarlos en su ano.

¡Alexandra se retuerce, se contornea!

- Ya es momento – le digo

Me acomodo tras ella, y coloco mis manos sobre sus glúteos, tomo mi pene postizo y lo dirijo con puntería a su culo. Ahora presiono sin mucha compasión y comienzo a penetrarla lenta u profundamente.

¡Alexandra se retuerce, se contornea, jadea!

Me siento macho poseyendo a una hembra. Mi pene postizo no me transmite sensaciones, pero los movimientos de mi pelvis pujando contra el culo de mi amante mueven mis juguetes y me llenan de estremecimientos. La tomo por la cintura, y acelero las embestidas, el pene entra y sale del culo de Alexandra cada vez con mayor velocidad.

¡Alexandra se retuerce, se contornea, jadea y gime!

Mi mano hábilmente le masturba su pene que a estas alturas ya ha alcanzado el máximo de su esplendor.

- ¡Sigue, sigue, no te detengas! – me dice ahogadamente

De pronto el juguete de mi vagina está vibrando con velocidad. Ahora estoy excitada al límite.

Me cuesta mantener el ritmo, me estoy descompasando y las vibraciones se apoderan de mi vagina, de mi culo, de mí ser en su totalidad.

¡No puedo más! Me dejo caer sobre un costado, mientras me retuerzo y jadeo como poseída.

Mi pene postizo se arranca violentamente del culo de Alexandra.

Ella sin demoras y con un rápido movimiento me pone boca abajo. Desabrochas las ataduras de mi postizo y saca el juguete de mi culo casi de un tirón. La sensación de abandono me estremece. ¡Entonces grito! Grito de locura y de excitación, mientras mi ano queda latiendo.

El aparato en mi vagina no deja de vibrar. Alexandra me separa las piernas al máximo de mi extensión, se pone sobre mí y entonces sin miramientos coloca el glande de su hinchado pene en mi colita y empieza a penetrarme.

Wow wow wow infinitamente wow,

Me penetra espléndida y suavemente. Mi culo aprieta a su pedazo de carne como si estuviera hecho a mi medida. Su trozo está caliente, llena hasta lo profundo de mi caverna. Ahora lo tengo dentro, muy adentro, hasta el fondo. Necesitaba volver a sentir a Alexandra gozando con migo. Estoy ardiendo y me sacudo como poseída al ritmo de las vibraciones del juguete en mi vagina. Alexandra acelera los movimientos y grita:

- ¡Llego, llego, llego, te lleno!

- ¡Si! ¡Dámelo, dámelo, dámelo todo! – Le grito

Muerdo la almohada y clavo mis dedos en el colchón al tiempo que todo mi ser se conmueve en un estrepitoso orgasmo mientras el semen hirviente de Alexandra me llena por detrás.

Grito, grito y grito de placer, de placer y locura; de locura y satisfacción.

Tiemblo, tiemblo y tiemblo por un orgasmo increíblemente intenso, tal vez el más intenso, el más salvaje, el más deseado.

Me contorneo y me retuerzo de lujuria de pasión. Por la lujuria, pasión y la satisfacción de gozar al límite, de tener a mi deseada amante apoyada sobre mí, de sentirla dentro mío, de saber que goza y goza y goza, como lo hago yo.

Alexandra me lleva al límite, a éste límite desconocido por mí hasta hoy. Y lo mejor que me pasó, es que rompí mis antojos y me presté a este juego pervertido, depravado, salvaje, pero por sobre todo excitante. Demasiado excitante y por qué no, adictivo.

…Abro mis ojos y un rayo de luz del amanecer esquiva la cortina de la ventana iluminando el cuerpo desnudo de Alexandra que duerme a mi lado.

La miro con detenimiento; es realmente hermosa, es la conjunción perfecta de delicada mujer, hembra bestial y hombre salvaje. ¡Qué más puedo pedir!

Alexandra duerme profundamente, me voy sin que lo note.

Llego a mi casa, y por teléfono aviso a mi trabajo, que me tomo el día, en realidad me tomo lo que me queda de la semana, voy a tener unos cuantos días para reponerme de semejante cruzada.

Aquella noche de noviembre

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Conducía muy despacio. No eran más de las siete de la tarde pero, en pleno noviembre, el cielo estaba oscuro como boca de lobo, la lluvia caía intensamente, chocaba contra el coche como si de disparos se tratase. Los parabrisas se movían violentamente luchando contra el agua. No se veía absolutamente nada más allá de la luz corta que proyectaban los faros del coche. Veinte kilómetros atrás se había dado cuenta de que llevaba las largas estropeadas. Iba sola en la carretera. No había visto ningún coche en las últimas dos horas, horas que se le habían hecho tan eternas como bienvenidas. Allí, en aquella noche de noviembre mientras conducía ensimismada lentamente a ninguna parte, tuvo la triste idea de que no le importaría morir. Solo tenía que pisar a fondo el acelerador, la lluvia haría el resto. Acabaría empotrada contra alguno de los fuertes árboles en el arcén de la carretera, y todo terminaría. ¿Tendría el valor para hacerlo? O más bien ¿sería tan cobarde como para matarse? Allí en su coche, aquella noche de noviembre, las ideas se cruzaban en su cabeza. Ya no distinguía las cosas, su corazón llevaba pesándole tanto tiempo que sentía que no le pertenecía. Lo veía fuera de su cuerpo, se le salía de las manos. Muchas veces había intentado, destrozada, recogerlo y repararlo, meterlo de nuevo en su cuerpo, le había dedicado todo su tiempo y su energía, pero de nada había servido pues volvía a desprenderse de ella de nuevo.

El coche se paró. Se había quedado sin gasolina. Tan ensimismada como iba en sus pensamientos no había advertido que la aguja del contador llevaba tiempo señalando el poco combustible que le quedaba. Se quedó allí, en el interior de su coche, en medio de ninguna parte. Sus manos resbalaron del volante, cerró los ojos y suspiró pesadamente. No tenía más remedio que esperar allí dentro o salir fuera y empaparse. Decidió quedarse dentro. Apagó el contacto. Las luces y los parabrisas dejaron de funcionar. Lo único que escuchaba era el incesante sonido de la lluvia y su respiración. Desabrochó su cinturón de seguridad, recostó la cabeza contra el sillón y cerró sus ojos. Si tan solo acabara…pensó…

El ruido de unos nudillos contra el cristal de la ventana la despertó. Se había dormido sin darse cuenta. Miro hacia la ventana. Vio una figura grande encorvada con una linterna, trataba de mirar hacia el interior de su vehículo, la lluvia era tan espesa que dificultaba la tarea. Volvió a chocar sus nudillos contra el cristal, fuerte, insistentemente. Ella, sin pensar demasiado, puso el contacto y abrió la ventanilla. La lluvia se derramaba en el interior del vehículo.

- ¿Está bien? ¿Se ha hecho daño?

El sujeto era un hombre joven, no mucho mayor que ella, de unos 30 años. Estaba empapado, su pelo oscuro se pegaba a su amplia frente. Sus ojos la miraban intensamente. La iluminaba con aquella linterna, buscando sin duda algún daño. Volvió a preguntarle si estaba bien con aquella voz suya, grave, tan profunda.

- Estoy bien. Me dormí

- ¿Se durmió? ¿Ha bebido?

- No, solo me dormí. Me he quedado sin gasolina.

- ¿Ha llamado por teléfono a emergencias? ¿La grúa? La noche es peligrosa para circular.

- No llevo teléfono

- Vale… deje que la saque de aquí. Tengo mi coche ahí aparcado. Menos mal que he llegado a verla, no me la he comido de milagro. No lleva las luces de emergencia…

- Lo siento

Lo siento no eran las palabras que él esperaba. Miró a la muchacha sentada dentro del coche. Era muy joven, no más de 25 años, guapa. Un manto de tristeza parecía cubrirla. Lo miraba directamente a los ojos, reclinada en su asiento, sin cinturón de seguridad. Tuvo el presentimiento de que aquella muchacha no quería la ayuda de nadie. Pero no podía dejarla allí.

- Salga y suba a mi camioneta. La llevaré y pondré un aviso a la grúa para que venga a recoger su coche ¿de acuerdo? ¿Hacia dónde se dirigía?

- No lo sé

- Bien… de acuerdo…quite el seguro, déjeme ayudarla a salir.

Pasaron unos minutos en los que se miraron en silencio. La lluvia seguía cayendo con la misma fuerza. Finalmente ella quitó el seguro y abrió la puerta. Pensó que aquel hombre que no la conocía de nada no estaría completamente empapado en medio de la noche si no fuera por ella. Así que salió del coche. Él pasó un fuerte brazo alrededor de sus hombros, la acercó a su costado y echaron a caminar rápidamente hasta la camioneta.

- Entre y espéreme aquí. Vuelvo en un minuto. Voy a intentar mover el coche hasta el arcén.

- Vale

El hombre se apresuró hacia su vehículo. Abrió la puerta del conductor, quitó el freno de mano y empujó el coche hasta que, después de varios minutos, quedó quieto en el arcén. No le resultó muy complicado. Su coche era pequeño, de tres puertas, y él era un hombre muy alto, fuerte parecía. Volvió corriendo hacia la camioneta, abrió la puerta del conductor y entró y cerró. Se pasó las manos por su cabeza empapada mientras jadeaba por el esfuerzo.

- Siento que te hayas empapado

- No se preocupe

- Por favor, no me llames de usted

- Como quieras… entonces… ¿estás bien? ¿no estás herida ni nada por el estilo?

- Estoy bien

- Bien… no he visto ningún objeto en el coche. ¿Llevaba bolso…?

- No, nada

- Vale… mira, yo voy al pueblo. Está a unos 30 km. Tardaremos un poco más por la lluvia. En cuanto lleguemos pongo un aviso a la grúa y puedes llamar por teléfono a donde quieras. Supongo que habrá cobertura allí en alguna parte… mi móvil ahora mismo está seco. ¿Te parece bien?

- Bien

- Pues vamos…

- Gracias

- No hay de qué

La miró y le regaló una pequeña sonrisa antes de arrancar la camioneta. Se pusieron en marcha rápidamente. Iban a más velocidad que cuando ella conducía momentos antes. Parecía que conocía el terreno, además su coche era mucho más grande y sólido, preparado para aquellos parajes y sus faros funcionaban perfectamente. Viajaban en completo silencio. Él miraba fijamente a la carretera aunque de vez en cuanto le echaba una mirada de soslayo. Parecía que quería iniciar una conversación pero no sabía cómo empezar. Ella quería que él hablase, su voz profunda la había sentido como un bálsamo, la había serenado y excitado a la vez, algo que no le había pasado nunca. Quería oírlo hablar, pero no sabía que decirle. Seguro que pensaba que era una chiflada… era bastante obvio que era mucho más que una falta de combustible lo que la había dejado tirada en la carretera.

Lo miró mientras conducía. Parecía concentrado. Y era realmente un hombre atractivo. Sin ser especialmente guapo, no tenía cara de niño bonito, resultaba completamente apetecible. Alto y bastante corpulento. Tenía las facciones muy marcadas, la mandíbula cuadrada, los pómulos altos, la nariz grande y recta. Su pelo era completamente negro, adivinó. Lo supo sin dudas a pesar de lo mojado que lo llevaba. Sus oscuras cejas enmarcaban unos ojos muy verdes y brillantes. Ella quería que volviese a mirarla de frente para verlos bien. Tenía una boca plena, un cuello ancho y fuerte, a ella siempre le habían gustado los cuellos, y las manos más atractivas que había visto en su vida, tan grandes y fuertes como el resto del paquete. Era tremendamente masculino, se sentía pequeña ante su poderosa presencia y ella era de todo menos una muchacha menuda.

Se sintió muy excitada de repente. No recordaba la última vez que había repasado y analizado a un hombre de aquella forma, y había estado alrededor de varios recientemente. Sexo mecánico y vacío es a lo que estaba acostumbrada. Tenía que fantasear mientras follaba para estar lo suficientemente excitada y que pudiera llegar al orgasmo. Había tenido bastantes amantes durante su corta vida. Le gustaba sentirse en los brazos de un hombre. Durante el sexo normalmente conseguía dejar atrás todo su pesar, esa compañía tan íntima la consolaba. Pero de un tiempo acá todo se había robotizado. Nada conseguía satisfacerla. Se sentía seca por dentro. No recordaba la última vez que había sentido deseo, deseo auténtico, hasta que lo conoció a él.

De sentirse morir hacía momentos se sentía de pronto completamente viva . La sangre corría por sus venas, sintió endurecerse sus pezones detrás del fino jersey y sus bragas húmedas como nunca lo habían estado. Sintió arrebolarse sus mejillas y entrecortase su respiración. Deseaba abrir su pantalón y hundir su mano en el interior de sus muslos. Sintió que él la miraba. Se mordió el labio e intentó controlar su excitación, pensar en otra cosa, pero no funcionaba. Se decidió a hablarle para tener otra cosa en que pensar.

- Gracias de nuevo por tu ayuda. Y siento haber sido tan imprudente. No quiero pensar en lo que te hubiese ocurrido si no llegas a ver mi coche.

- Bueno, lo que nos hubiera ocurrido. Yo al menos llevaba el cinturón puesto… ¿estás segura de que te encuentras bien? No quiero meterme donde no me llaman pero… ¿tomaste algo… que hiciera que te quedases dormida?

- No. Solo se quedó el coche parado y me dormí sin darme cuenta.

- De acuerdo, per…

- Si no te importa… ¿podemos hablar de otra cosa? Sé que he sido imprudente, y lo lamento, pero es lo que ocurrió. Nada más.

- Bien, como tú quieras.

- Gracias.

- De nada.

El silencio volvió a llenar el vehículo. Ella quería seguir escuchándolo. Lo creía contrariado. Era del todo normal en esa situación. Pero necesitaba oír su voz, despertaba en ella cosas que nunca había sentido. Siguió hablando.

- ¿Eres de por aquí? Parece que conoces bien el terreno.

- Yo vivo en la ciudad, mis padres viven aquí. Estoy pasando unos días con ellos.

- Vaya… siento haberte fastidiado las vacaciones…

- Es solo una noche, y no me siento fastidiado.

La miró y le sonrió. ¿Quién era aquella mujer? Le alegraba que se hubiese animado a hablar. Él llevaba un rato pensando en cualquier cosa que decir, pero había visto tanta tristeza en ella… parecía absorta en sus pensamientos, como si estuviera allí y a la vez no estuviera… aunque ahora la veía algo más atenta y dispuesta. Sus bonitos ojos, tan tristes y oscuros brillaban ahora y sus mejillas se habían coloreado. ¿Estaba ruborizada? Advirtió como de vez en cuando se mordía el labio inferior, abría y cerraba los puños y apretaba los muslos. Si hubiesen sido otras las circunstancias habría pensado que estaba excitada. Solo el mero pensamiento hizo que despertase completamente su entrepierna. Desde que la vio había sentido un cosquilleo por todo su cuerpo, era una mujer bella, de rasgos clásicos y redondos muslos. La historia que cargaba, todas esas emociones que arrastraba con ella… ponían a volar su imaginación y no podía sentirse menos que cautivado.

Pasaron los minutos hablando de cosas banales, el tiempo, el pueblo… los silencios eran frecuentes también aunque no desagradables, estaban cargados de energía, al menos por su parte pensaba él. El escucharla, el atisbar de cuando en cuando una sonrisa en su bello rostro, el sonido de sus respiraciones, el choque de la lluvia contra el vehículo… estaban haciendo de aquellos minutos uno de los momentos más placenteros que había vivido con una mujer, y ni si quiera se había acercado a ella. Se preguntó qué pasaría si lo hiciera… que sucedería si colocaba una de sus manos en su rodilla y ascendía hasta alcanzar su entrepierna… si tocara sus pechos suavemente por encima del jersey o si pasaba su pulgar por sus sensuales labios… Intentó desechar todos esos pensamientos de su mente que no iban a llevarle a buen puerto. Aquella mujer estaba rota. Él lo sentía. Y estaba en el interior de una camioneta vieja y sucia confiándose a un tipo demasiado grande, un total desconocido. Puede que en el fondo estuviera incluso asustada… y él pensando en desnudarla. Ocurrió lo que menos esperaba.

- ¿Me harías el amor?

- ¿Qué?

- Que si me harías el amor.

- Ah… yo…

- ¿Estás casado?

- No

- ¿Pareja?

- No

- Entonces…

- ¿Estás segura?

- Sí

- ¿Por qué?

- ¿Tú no quieres?

- Yo… sí, claro que sí… pero…

- Te necesito, es lo único que sé

Lo miraba intensamente. La pena y su honda tristeza mezclada con la lujuria. Sus ojos brillaban, respiraba entrecortadamente. Dios, aquella mujer lo deseaba. Y él a ella también, era algo que no podía negar. Despacio, ella puso una de sus manos en su antebrazo. Frente a ellos se divisaban a lo lejos las luces del pueblo. Tuvo que frenar el coche por un momento. Se quitó el cinturón, se giró hacia ella y la besó. Ella lejos de sorprenderse agarró sus hombros y profundizó el beso. Sus lenguas bailaban violentamente, sus agitadas respiraciones se mezclaban, sus manos viajaban por sus cuerpos, conociéndose. Ella mordió su mentón, besó y lamió su fuerte cuello, su oreja. Él se dejó hacer mientras con sus manos sujetaba sus pechos, acariciaba su cintura, sus caderas, agarraba con fuerza su generoso culo. No tenía todo el acceso que quería en aquel reducido espacio.

- Ah… espera… deja que te lleve a mi casa

- No me importa hacerlo aquí.

Ella continuaba besándolo, tocándolo… no dejaba su cuello en ningún momento. Lo estaba volviendo completamente loco.

- Quiero tenerte desnuda. Vamos detrás.

Él se incorporó y pasó a la parte trasera del coche y la ayudó a acomodarse junto a él. La lluvia seguía cayendo incesante, chocando contra la camioneta parada en el arcén. A esas horas la carretera estaba vacía, esperaba que no pasara nadie que pudiera interrumpirlos. Echó los sillones delanteros hacia adelante y batió los traseros hasta dejar convertida la parte de atrás en una especie de cama. No era gran cosa pero al menos así podían estar tumbados, necesitaba sentirla debajo de él a toda costa.

Volvió a besarla apasionadamente. Algo en su mente le avisaba que fuese más suave pero aquella mujer le devolvía el beso con la misma pasión que él le demostraba, había dejado a la chica triste y asustada fuera. ¿Quién era aquella mujer? Comenzó a desnudarla. El jersey primero, luego la camiseta y su sujetador negro. Tenía la piel suave y clara. Sus pechos llenaban por completo sus manos, y sus pezones, pequeños y marrones como su cabello se le antojaron un manjar. Los besó, lamió y mordió suavemente a la vez que sus manos se abrían paso al interior de sus pantalones. Pasaron las bragas hasta abarcar su sexo, suave, caliente y mojado. Nunca había sentido a una mujer tan excitada. Y quiso que se corriera así. Semidesnuda, con las uñas clavadas en sus hombros, gimiendo y jadeando fuerte en su oído. Movió los dedos raudamente por sus pliegues, intentaba introducir su dedo dentro de su vagina pero el pantalón ajustado se lo impedía. Siguió moviendo sus dedos, alcanzó el clítoris con su pulgar. Su mano empapada. La sintió tensar su cuerpo, sus mulos aprisionaron su mano y el grito en su oído lo avisó de un intenso orgasmo. Cuando acabó respiraba jadeante, lo miró con sus oscuros ojos nublados llenos de deseo. Él no perdió el tiempo. Sacó su mano de su pantalón y la miró mientras saboreaba sus jugos. Era exquisita, no podía esperar a tenerla en su boca. Rápidamente se desnudó. Se quitó la chaqueta empapada, la camisa, los vaqueros… ella lo miraba mientras quedaba como su madre lo trajo al mundo mientras acariciaba sus pechos y abría sus piernas para él, en una clara invitación. Él terminó de desnudarla, sus pantalones, sus braguitas, los zapatos y los calcetines. Separó sus piernas y observó su sexo hinchado, empapado. Lo quiso en su boca pero antes de que le diera tiempo a actuar ella se incorporó y se apoderó de su boca. Se abrazó a su cuello con fuerza mientras se sentaba a horcajadas sobre él.

Ella nunca había estado tan excitada. Necesitaba tanto sentirlo dentro que le dolía todo su cuerpo. Meció sus caderas adelante y atrás restregando su sexo por su duro miembro. Lo besaba con todo lo que tenía, acariciaba su nuca, su fuerte espalda y él le devolvía todas las caricias. Su cuello la volvía loca, allí el aroma de su piel era aún más intenso. Mordió su cuello y bajó hacia su clavícula. Enterró la cara en los oscuros vellos de su pecho, lo besó, lo lamió, pellizcó sus pezones y ahuecó su miembro en su mano. Era grueso y caliente, sus testículos pesados. Todo en él le encantó. Quiso que se corriera en su mano, tal como ella había hecho minutos antes. Lo masturbó con firmeza mientras lo besaba, su miembro se mojó con sus caricias, él jadeaba en su boca. De pronto se sintió de nuevo tumbada en la improvisada cama de la camioneta. Él había cogido sus manos con las suyas, las puso junto a su cabeza. Se acomodó entre sus piernas abiertas y la miró, el deseo pintado en atractivo rostro.

- Si sigues así, vas a hacer que me corra ya… tranquila…

Ella no podía hablar. Quería que se corriera. Se moría porque la penetrara y se corriera dentro de ella. Meció sus caderas buscando las suyas… y él la acompañó en el baile mientras volvía a besarla. Quería estirar su mano e introducirlo en su interior pero la tenía sujeta y él parecía tener otros planes. Bajó por su cuello, metió sus pechos en su boca, tocó cada centímetro de su piel, besó su ombligo… le soltó las manos para poder trabajar mejor. Cuando hundió su cara en su sexo ella volvió a estallar, cerró sus muslos y agarró su pelo con fuerza. Él no le dio tregua y siguió lamiendo sin cesar. La comida que le dio a su sexo fue la más intensa de su vida, no se limitó a lamer: besó, chupó, sorbió y jugó con sus dedos en su interior y en su ano… y ella notó como dentro de su pasión había cierta ternura… acariciaba suavemente el interior de sus muslos, acariciaba con su nariz todo su sexo mientras la olía… todo eso la volvió a llevar a un nuevo orgasmo más intenso si cabe que el anterior. Él se incorporó y la miró a los ojos mientras volvía a sujetar sus manos, pero esta vez las llevó a sus hombros.

- Bésame… bésame todo…

Ella lo besó. Hundió la lengua en su boca y recogió su propio sabor no solo de sus labios, lo probó en su mentón, en su nariz, en sus mejillas… Ella resbalo las manos por sus hombros, acarició toda la anchura de su espalda, llegó a su culo y lo apretó con fuerza mientras lo acercaba más a ella.

- Folláme. Te necesito dentro ya…

Él no se hizo de rogar. Colocó su erección justo en su entrada. Agarró y acarició sus muslos, acercó su rostro al de ella…

- Mírame… no dejes de mirarme

Ella así lo hizo. No dejó de mirarle mientras su grueso miembro se introducía lentamente en su interior. Lo sintió todo, como nunca antes había sentido nada. Sintió como se introducía centímetro a centímetro, muy lentamente. Sintió como él se estremeció cuando estuvo completamente enterrado hasta la empuñadura. Sintió los músculos de su vagina rodeándolo, aprisionándolo en su interior. Sintió el sudor de ambos mezclarse, cómo sus respiraciones se colapsaban con el sonido de la lluvia. Vio sus ojos verdes, ahora oscuros, sus pupilas dilatadas por el deseo. Se sintió llena, plena como nunca antes, hasta no saber dónde empezaba uno y dónde acababa el otro. Lo abrazó, en ningún momento despegó sus ojos de los suyos. Él se empezó a mover. Ella rodeo su cintura con sus piernas. Al principio empezó un lento y profundo vaivén. Su miembro se estrellaba hasta el fondo de su sexo. Para ella, su cara de placer mientras la penetraba fue lo más bello que recordaba haber visto nunca. El aceleró el ritmo. Empezó a embestirla salvajemente, pero controlándose en todo momento para darle el mayor placer. La agarraba con fuerza, ahora un pecho, ahora un muslo. Él pegó su frente a la suya, rozaba sus labios con los de ella. Respiraban el uno en la boca del otro. Ella se abrazaba fuertemente a su espalda. Los gemidos y los jadeos llenaban el interior de la camioneta. En ningún momento hablaron, solo se miraban a los ojos y fundían sus cuerpos en un momento mágico, sublime y hermoso. En ese momento todo lo que ella conocía, lo que veía, oía, sentía y respiraba era a él. Quiso que nunca acabara. El sexo se apoderó de toda la situación. Las caderas de él se movían como pistones y ella movió las suyas, buscándolo. Sintió el orgasmo atravesarla segundos antes de que le pasara a él. Sintió como se tensó su cuerpo antes de que se vaciase dentro de ella. Su orgasmo se alargó infinitamente. Ambos se estremecieron, se abrazaron y gritaron roncamente. Cuando acabó, él se desplomó encima de ella agotado, el sudor empapándoles. Dentro de la camioneta, solo se escuchaban las agitadas respiraciones de los dos. Cuando se calmaron él se dispuso a salir de ella, para no aplastarla.

- Por favor no salgas aún de mí…

- Peso mucho, no quiero aplastarte…

- No me molesta tu peso… por favor, quédate…

Ella le habló con un hilo de voz. Su respiración aún difícil, su corazón latiendo desbocado. Él le dio lo que le pedía, quedó tumbado encima de ella, dentro de ella, mientras notaba como su miembro poco a poco se retraía, aunque aún sentía como la llenaba… Vio como ella cerró sus ojos, cansada, como su respiración poco a poco se estabilizaba. Ella le acariciaba su espalda con la yema de sus dedos, haciendo grandes círculos lentamente. Ninguno de los dos habló. Él notó como poco a poco ella dejó de acariciar su espalda, pero seguía abrazándole. Levantó la cabeza de su hombro y la observó. Se había quedado profundamente dormida. Miró su bello rostro, ahora completamente relajado, sus mejillas ruborizadas… besó sus párpados cerrados, la punta de su nariz y sus labios entreabiertos… “No salgas aún de mí” le había dicho… se encontró pensando que él tampoco quería salir, que nunca querría salir de su interior… pensó que la vida te sorprende de las más inesperadas formas, que su mundo, ordenado siempre, se había puesto patas arriba en aquellas horas… pensó que aquello que habían compartido era mucho más que buen sexo pues había sentido demasiado… pensó en la mujer que tenía en sus brazos, aquella mujer que parecía arrastrar su corazón… y se vio pensando que él quería recogerlo…

Allí, en aquella noche de noviembre, tuvo la idea de que no le importaría morir en aquel momento, dentro de aquella mujer triste y apasionada. ¿Quién era ella y qué le había hecho a su corazón?

Mi entrada como mujer al mundo

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Esta es mi confesión de cómo me aventé a ser mujer aventurera a los 17 años, desde chica a los 12 ya me quemaban las calenturas de mi cuerpo y me tocaba toda especialmente mi cosita durante varias veces al dìa… vivía mojada de alla abajo. Me masturbaba constantemente y soñaba con tener relaciones sexuales con hombres desconocidos que me conocieran caliente pero que no le dijeran nada a alguien conocido. Me soñaba teniendo relaciones con varios hombres al mismo tiempo, hombres que me montaban a su gusto ; eso era para mi muy excitante y soñaba con hacerlo en cualquier lado que yo pudiera estar sola con 2 o mas hombres desconocidos. Siempre he tenido mucho tiempo para mi sola pues he vivido con mi tía que me adopto pues mi madre no se quiso responsabilizar de mi; mi tía es hermosa, soltera, de mente abierta con “muchos amigos” con los que la veo salir; ella viaja mucho por su trabajo y me llego a quedar mas tiempo sola que acompañada, muy seguido hasta 3 semanas o más sola en la casa.

Cuando tenía 16 años unas amigas tuvieron la idea de ir a jugar volleyball a la playa, allá fui… a la playa norte, caminamos por la playa buscando un lugar con poca gente para poder jugar y llegamos a lo que yo veìa el final de la playa y ahí había poca gente, cuando llegamos vi que la playa quebraba y continuaba muy lejos hasta perderse a mi vista, entre màs lejos se iba mi vista, mas solitaria estaba la playa, ahí la pasamos muy divertida tarde, pero yo observaba hacia la playa solitaria que continuaba mas ala de mi vista y me imaginaba que pasarìa si yo fuera a caminar por allá completamente sola, y si no había nadie pues… la posibilidad de andar sin ropa ¡¡¡, guau esto me excito muchísimo y me fui de ahí con la idea y el morbo completamente encendido, ese viernes en la noche me masturbe en casa imaginándome a mi en esa playa solitaria sin ropa y con la emoción de ser descubierta por hombres y ser fornicada por ellos sin resistirme pues nadie me ayudaría, me he haber masturbado y venido unas 10 veces jajajaja.

Durante días me masturbe con esa fantasìa y me propuse tomar valor e ir cuando cumpliera 18 años, mi mayoría de edad, dije bueno en año y medio voy porque voy yo solita. Ademàs que era caliente pero no aventada y seguía virgen a mis 16 y medio años, tenía que hacerlo con alguien antes de ir a esa playa.

Al mes de haber ido a esa playa con mis amigas , estando en casa me tocò abrirle la puerta a un amigo de mi tìa que venía por ella para salir (se iban toda la noche¡¡¡), un hombre de mas de 40 años creo, ya lo conocía y siempre me sonreía con picardía y me chuleaba mucho, mi tia se daba cuenta y lo dejaba, es más parecía que ella le decía que me piropeara o se me insinuara; lo hice pasar a la sala y ahí lo salude, le di la mano y le iba a besar la mejilla cuando me jala, me toma de la cintura y espalda y me besó en la boca, me sonrió y me dijo que estaba muy hermosa que era ya una frondosa mujer; me puse nerviosa (eso si, me gusto mucho el jalón, el beso y la chuleada), le sonreí, le agradecí el piropo y le dije se sentara y le avisaba a mi tìa; me fui nerviosa de la sala hacia el cuarto de mi tía, cuando llegué mi tía estaba sin vestirse aún y sonriéndome de manera maliciosa me dijo que estaba atrasada, que fuera donde su amigo y platicara muy amablemente con él, que ella iba a tardar mucho, (sin dejar de reir con picardía), nerviosa fui a la sala y le ofreci agua , cuando le di el vaso me tomo de la mano y me sentó junto a él, me veía de arriba a abajo y me dijo ke me había puesto heermosisiima y me acariciaba la rodilla, le sonreí y le agradecía todos sus piropos, mi tía tardó como 20 minutos eternamente nerviosooooos, en ese tiempo me acaricio la rodilla , el muslo, el ombligo, mi hombro y me dió otro beso en la boca, cuando llega mi tia sonriendo y con mirada de complicidad con su amigo; ahí le comento a él que ella saldría de viaje que por favor me visitara un día para ver si yo estaba bien sola (nunca había hecho eso mi tía con nadie); por fin se fueron y yo me fui a la camita directamente a masturbarme y a fantasear con ese hombre.. estaba fascinada por tanto chuleo y los besos.

A la semana mi tia se va de viaje y 3 dias después el amigo de mi tía va de visita a la casa , ahí staba en la puerta tocando el timbre, lo vi por la ventana, me puse nerviosa , agarré valor y me dirigí a abrir, le abro, le sonrío y lo invito a pasar , cerré la puerta y sentí como me tomó de la espalda casi las nalgas me jala hacia el y me planta un beso en la boca, nerviosa solo le puse mis manos en su pecho y me gustó y le sonreí, me planta otro beso pero siento su lengua dentro de mi boca y me aprieta hacia él, nerviosa me deje besar y le empeze a chupar la lengua, sentía sus manos bajo mi blusa apretándome las tetas (solo traia la blusa , una minifalda y sin bragas), me dejé manosear y besar calentándome a mil… sin darme cuenta me desabrocho la mini pues de repente me vi tirada en el sofá, me abrió la piernas y sentí una lamidota en mi concha, me metía la lengua con fuerza y desesperación , yo nerviosa, sorprendida, gustosa y caliente me dejaba, asi me tuvo gozando y gimiendo mucho tiempo, después se quito la ropa, me dio miedo cuando le vi su verga.. paradisima, venosa y esa cabezota, se me hizo enorme cuando la vi, ahí le dije que era virgen que yo no sabia hacer eso, me tomo la mano y me puso esa cosota en ella , la agarre y estaba caliente y muy dura además de gruesa, me quede perpleja buen rato y la probe con la lengua, después me la meti en la boca y empeze a chupársela… me puse muuuy caliente con eso en mi boca, grande, salada y muuuy rica. Estuve disfrutando con eso en mi boca mucho tiempo… muuuchoooo, hasta que me la saca de la boca me recuesta al sillón me abre las piernas, se me pone encima me besa con su lengua hasta dentro de mi garganta , me abrió con su cosota los labios de abajo y senti como me empezó a empujar el miembro que lo sentía grande, que no me entraba, me quería abrir y de repente senti dolor y su cabeza adentro de mi, me entraba a medias y me volvia a empujar con fuerza en el cuarto empujon senti su cabeza hasta adentroooo ¡¡¡¡¡ aaaarrhhhhhh, ahí me la dejo un rato y luego a meter y sacar, meter y sacar y yo a gemir y aguantar ese dolor con placerrr, me empezó a llamar puta¡¡¡ y eso me gusto calentándome maás, eso duro y durooo muuucho tiempooo; me vine la primera vez y me senti agotada pero el seguía con el mete-saca calentándome de nuevo y gozando de nuevo, me vine 3 veces más cuando me puso en cuatro y me empezó a dar mas duro que cuando lo tenía arriba, al final me puso de varias posiciones durando mas de 5 horas y me vine como 10 o 12 veces, terminamos en mi cuarto donde nos dormimos como a las 3am creo.. pues a las 6am lo tenía encima de mi despertándome con una metida de verga sabrosa.. tenía mi vagina hipersensible sintiendo su verga giganteee y dolorosisisma pero riquisisisisimo, le dimos duro hasta que sonó el teléfono como 9:30am, era mi tia (nunca me habla cuando esta fuera); y preguntándome: “¿no fuiste a la escuela?”, glup:”no”, mi tía: “¿llego mi amigo con un encargo para ti?,glup y mas glup:”si, si vino”, mi tía:¿ te lo dio?, no sabia que decir¡¡¡ glup: silencio¡¡¡¡¡, , mi tía:”el encargo es una experiencia de vida” con un risita… glup:si¡¡, mi tía:”ok cuidate, se feliz, bye”, glup: bye. Su amigo (que me apadrinó) me tuvo en la cama hasta las 9 de la noche que se fue¡¡¡¡¡.

Despues de mi primera vez, pasaron 6 meses y cumplí 17 años y soñando con realizar mi fantasía de la playa, faltaba un año para los 18 y no quise esperar más, me adelante mi regalo para mi misma: me regalo a mi misma ir a la playa norte yo solita caminar como 6 km para llegar a un rio y regresar .

Asi que 2 semanas después de mi cumple #17 mi tía salía de viaje, agarré valor un martes, compre un micro-micro bikini, me lo puse, arriba un minishort y una playera de tirantes, y encima unos pants y tenis.. mi bolsa y bolsas de plásticos para mi plan, agua, bronceador y un dildo para usarlo por ahí solita en la playa mmmmhhh.

Salí de la casa nerviosisisima, agarre un bus, y por fin a la playa. Era martes, había muy poca gente, unos estudiantes de pinta jugando futbol una pareja tomando sol y mas lejos 3 chicas en el agua. Camine pasando junto a ellos, me fui alejando llegue al quiebre visible de la playa y vi que la otra playa que se aleja de la ciudad estaba solitaria, bueno.. ai estaba nerviosisisima pero con muchas ganas de hacerlo.. como una promesa a realizar para sentirme yo misma.

Empeze a caminar a alejarme de la ciudad, solita, sin nadie alrededor, camine 10 minutos, las olas a un lado, al otro dunas , atrás playa vacìa (nadie), adelante: mas playa solitaria.. ahí decidi quitarme los pants y tenis los meti en una bolsa de plástico y la escondí enterrada atrás de un tronco seco, quedándome en microshort y playera, obvio abajo micro bikini y mi bolsa… segui caminando otros 5 minutos volteando alrededor de mi y todo solitario solo el ruido de las olas y viento me sentía sexy en mi shorcitos y calentándome.. entonces paré, decidi dejar por ahí el short, y la playera en una bolsa de plástico, lo hice y me quedé en una tanga micro bikini y mi bolsa y volteaba a todos lados a ver si alguien me veía, yo ahí solita casi sin ropa sola dejé la ropa y segui caminando alejándome de ella, eso me excitaba mucho, segui caminando otros 10 nerviosos pero excitantes minutos, volteaba para ver si alguien me seguía o me vieran pero no había nadie. Entonces nerviosa me meto al agua, disfrutándola gozaba la playa para mi solita hermosas dunas , me quito el top y la tanga dentro del agua, quedando desnuda completa, mi bolso esperando en la arena, y para hacerme mas emocionante el momento decidi soltar el bikini en el agua y que se pierda ahí.. lo hice.. desnuda sin ropa alguna lejos de la otra que deje atrás, obligándome yo misma a caminar desnuda con la sensación y la tensión de ser descubierta. Sali del agua llego a mi bolso y me doy cuenta que no traia toalla, mojada y desnuda sintiendo aire entre mis piernas y mis pezones, riquísimo, me puse calienteeeee¡¡¡¡ desnuda sola en una playa arriesgándome a ser descubierta por alguien y exponiendo mi vagina.. pensar eso me ponía hipercaliente¡¡¡¡. Tenia 2 opciones: regresar desnuda por mi otra ropa o seguir adelante desnuda alejándome maaaaasss¡¡¡¡…ADELANTEEEEEE SIIIII¡¡¡¡. Segui adelanteee desnuda, volteaba para todos lados nerviosa, me entró curiosidad y subi una duna, al otro lado se veía mas dunas hermosas, camine entre dunas, con mis pezones parados y mis nalgas las sentía hinchadas de lo caliente que estaba. Me dirigí hacia la playa para seguirla caminando, llegue y como 2 minutos caminando por la playa oigo unas risas… me puse nerviosísima voltee atrás no había nadie, cuando miro hacia las dunas veo varios tipos corriendo bajando la duna hacia mi… me quedé paralizada, aterrorizada, (quien me había obligado a hacer esto:YOOO¡¡), me tape las tetas y la concha con mi bolso y nerviosamente les sonreí. Eran 6 hombres como jornaleros de una siembra, traian machetes, me rodearon y me miraban de arriba a abajo riéndose entre ellos y me preguntaron ¿Qué si sabía lo que les pasaba a las putas que andan en cueros?.. trague saliva¡¡¡ me acuerdo que conteste ¿queee?, pero me arrebataron el bolso y me quitaron las manos de las tetas para verme completa desnuda, me hincaron y me empezaron a manosear toda, cuando me acercan una verga a la cara y me la metieron de golpe en la boca y luego otra en la cara.. y empeze a chupárselas, senti muchos dedos dentro de la vagina y POR EL CUUUULOOO¡¡¡, me dolía pero me gustaba mucho ese dolor, estaba muy caliente, no podía hablar siempre tenía la boca llena de verga. Me apretaban y pellizcaban los pezones y nalgas, me dolía mucho pero me tenia que aguantar, de repente me pararon me agacharon siempre con una verga en mi boca y siento de golpe en mi vagina una verga dura que entró toda hasta el fondo… senti horrible mucho dolor pero ese dolor fue cambiando a muchooo placer. Me nalgueaban duro y me decían de todo: “puta” “gata”, “golfa”, “te vamos a meter una culeadota” y me espante cuando me dijeron que me iban a dar mas por el culoo¡¡¡.. gluuuup (mi padrino me ha querido enseñar pero yo he tenido miedo) y ese detalle al venir a la playa sola no lo había considerado (se me olvido como la toalla). El tercer hombre fue el que me apadrino el ano, sentí una punzada muy fuerte en el primer empujoón, me zafe de la verga de mi boca y les dije “por ahí no me cabeee¡¡¡”, para que lo dije.. varias manos me abrieron màs las nalgas y senti que mi culo se abria muchísimo, sentía que se rajaba cuando me entra la cabeza de la verga y se me resbaló en el tercer empujon, cuando la senti hasta el fondo apreté el culo por reflejo y uuuuuuffff… el dolor maas intenso aúnnnnn, y empieza el saca y mete y siento que me cagooo¡¡¡, le aviso “me cagooo¡¡¡ se reian de mi y me decían que aguantara que era la verga¡¡¡ cuando me la saca y… que después de la verga se me sale un mojonzote de caca gigante¡¡¡, sentía el culo abiertísimo con ganas de cagar más pero no salía ya màs.. me llevaron al mar, me lavé la cola me sacaron y me la volvió a ensartar duro… senti un hilito de liquido caliente en la pierna cuando oigo que dicen:”a esta si le rompiste el culo¡¡¡¡” estaba sangrando, pero no paró el meteysaca, fue mas duro aún (y la sangrada también)pero le encontré el gusto a ese dolor intenso combinado con cagar sin parar para dentro y para afuera¡¡¡.

Asi agachada pasaron por mi ardido y adolorido culo los 6, después me acostaron boca arriba y me dieron por delante, aunque ya después cada quien me ponía como quería.

Cuando entraba en razón, pensaba: por fin, aquí estoy sola en la playa… desnuda, a disposición total de unos desconocidos, sintiendo una verga desconocida en mi culo, varios hombres viéndome coger, Y TODO ESO ME GUSTABA¡¡¡, QUERÍA MAAAS¡¡¡ Y CON MIEDO PERO DISPUESTA A COGER CON ESOS DESCONOCIDOS EL TIEMPO QUE QUISIERAN Y COMO QUISIERAN Y POR DONDE ELLOS QUISIERAN¡¡¡ GUAAAAUUUU¡¡¡¡ SIIIII¡¡¡ PLACEEEER PUROOO¡¡¡ Y YO ME SENTÍA PUTISIISISISIMAAAA¡¡¡

Me tuvieron mas tiempo en 4 y con el ano hiperabierto, ardido e irritado pero bien gozado y gimiendo de placer todo el tiempo, el que me apadrino por el culo me saco el dildo de mi bolso y burlándose me lo ensarto de golpe por el culo mientras estaba montada sobre uno de ellos, y…que rico¡¡¡¡, después me monto él y me hizo sandwich con el de abajo, despues otro mas y no hubo mas dobles.

Ya por la noche se fueron 2 hombres y me quede con 4 que siguieron dándome placer intenso y cansancio extremo. Creo que en la madrugada paramos, 2 mas se fueron y 2 se quedaron dormidos… me recosté cansadísima y me dormí enseguida. Desperté con luz intensa, dia nublado pero el sol alto, los 2 tipos dormidos, me pare como pude adolorida, cansada aún fui al agua a reponerme y relajarme, me Sali y me fui de ahí, dsnuda sin bolso ni nada, regresaba caminando buscando mi ropa que había dejado oculta, emocionada y sorprendida de mi misma por lo que había hecho, de todo lo que aguantè de sexo duro y a disposición de ellos. De lo que había sido capaz de arriesgarme y aguantaarrr¡¡. Me dije: que loca tan feliz, de repente me empezé a excitar por lo que había hecho y aun desnuda en la playa de regreso… no quería que eso acabara, me sentía feliz desnuda, sola arriesgándome. Me frené y me propuse dos opciones: sigo de regreso por mi ropa y me voy o… ( que locura) me regreso con los que estaban dormidos por más sexo¡¡¡¡¡ (pensarlo me excito mucho), aunque me duela todo¡¡. Lo pensé, me excité y… voy de regreso¡¡¡, desnuda por más¡¡¡ llego y estaban durmiendo aún, encontré mi dildo, mi bolso, mis cremas y hago ruido con mis cosas.. nada¡¡¡ no se inmutaron, veo por donde se fueron los otros y ahí voy por ese camino desnuda… no había caminado ni 10 metros cuando veo que regresaba uno de ellos… me puse nerviosa de nuevo… y atrás 2 más… y más atrás otros máaaaass¡¡¡, quise regresar pero me vieron y corrieron hacia mi.. uno de ellos trajo a otros que estaban enla colecta de una siembra trajo a siete tipos más que no eran los que me habían cogido un dia antes¡¡¡ me acostaron y empezaron sin preguntarme nada solo me agarraron entre varios y me montaron, mi vagina sentida de la chinga del otro dia estaba sentida y senti la primera verga intensamente como si fuera de un burro, y me gusto mucho, maas hombres por conocer y culear con ellos.. a darles placer a todos.. me gusto la idea otra vez y le di duro otra vez, me perdi en placer total, cogi con los 7, el que los trajo, los 2 que estaban dormidos.. uno tras otros, repetían y repetían .. hasta el amanecer del otro día, dormía cogiendo. Cuando amaneció el jueves, todos dormían, me pare ye fui corriendo, ni me meti al agua a lavarme, cansada empeze a caminar como pude… llegue a mi ropa primera y luego a mi pants mas adelante sin encontrar a nadie mas lo bueno. Por la dunas había unos arboles me sentey me quede dormida hasta la tarde. Como pude adolorida aun me pare y me fui a la casa, llegue a dormir mas de 20 hrs seguidas. Pero mas que satisfecha de haberme atrevido a darme un regalo de esa magnitud de riesgo. Le tomé el gusto de acostarme con desconocidos¡¡¡, e ir a la playa a aventurarme, me he acostado con 5 mas de los amigos ya maduros de mi tía y soy la mujer mas feliz del mundo.. o al menos la mas satisfecha jajajaja .

Te vi

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Un dia de estos te vi,si te vi, mis ojos se deleitaron al verte, mi cuerpo pedia tenerte cerca, pero solo te vi.
te vi, asi cual flor en su explendor,
te vi asi, cual joya recien pulida
te vi, cual angel, que bajo del cielo en busca de su paraiso.
te vi, en ese jardin de hermosas flores
te vi, en ese huerto, tan deliciosa como fruta prohibida
te vi, en esa senda del bosque que encanta
te vi, mojada por las gotas cristalinas de agua, que recorren tu cuerpo
te vi, mientras mis manos dibujan la silueta de cuerpo.
te vi….
te vi en mis sueños.

Santa Teresa

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-¡Hermana!- Gritó uno de sus compañeras- ¡Deje eso, hay mucho calor!

-¡No se preocupe, estoy bien!- Exclamó revitalizada por una energía inquietante, sin dejar de quitar las malas hierbas con sus propias manos. La tierra había entrado por entre sus uñas, provocándole un suave e intenso dolor en sus níveos y cortos dedos.

Sí, hacía mucho calor. El sudor se escapaba por entre su coronilla y el velo azul, que gracias a Dios (bendito sea su nombre) era liviano y dejaba entrar la austera brisa de verano. Bajo los habitos, su cuerpo también sudaba copiosamente. Por sus axilas, por la columna de su espalda, por debajo de sus pechos, por entre sus muslos…

No. Todo su cuerpo se encontraba exultante de vitalidad, vitalidad que el Padre le entregaba a despojos a pesar de sus bien avenidos cuarenta y cinco años, aunque ella sabía que ese extraño calor que no la abandonaba no provenía de Él; provenía de algo más oculto, algo más silencioso, que soplaba un viento tibio desde el sur de su cuerpo, y se propagaba a todas sus extremidades.

“Quitando la mala hierba de raíz, no nacerá de nuevo” Se decía, fabricando una conversación consigo misma, “Y aunque la lluvia riegue de nuevo esta tierra, ella permanecerá libre y limpia.” Deseaba ahogar esos pensamientos rebeldes que se le colaban por la mente. Eran extraños, se le aparecían por la noche, entre sueños fugaces que olvidaba en cuanto despertaba, pero que le dejaban el vientre inquieto y pujante, con una vivacidad que sólo podía aplacar con el ayuno y el trabajo duro. Esa era la forma de enseñarle al cuerpo y a la mente la disciplina, y a cambio, el espíritu se fortalecía para gracia del Señor (bendito sea su nombre).

Enjugando la manga con el sudor de su frente, admiraba su labor de días con satisfacción. Sola, ella había barrido todos los pastizales del monasterio. El atardecer se estaba colando por el cielo, dejando caer consigo un manto de fino hielo, que avisaba que el día acababa y la noche comenzaba.

-Teresa, ¿Te encuentras bien?- Preguntó la hermana Gloria, con seria preocupación en sus ojos verdes.

-Más que bien hermana.- Respondía en verdad feliz.- Sólo he “estado acarreando el agua”.

-¿Cenarás antes de irte a dormir?

-No, tan sólo me lavaré.- Obsequió una sonrisa tranquilizadora a la anciana monja y se encaminó a los cuartos de baño.

Que tiernas eran las hermanas. Conocedoras de sus baños luego del trabajo, le habían llenado la tinaja de agua caliente, y habían dejado sendos paños blancos para limpiarse la mugre.

Se desvistió sin querer mirar a la pared de enfrente, evitando así la imagen de su cuerpo desnudo. Aunque sabía que el reflejo de la única pared de piedra revestida en alabastro era difuso y oscuro, prefería no aventurarse a adivinar sus formas. Se limpió con parsimonia cada recoveco, demorándose inconscientemente en los cosquilleos de su entrepierna.

Despidiéndose de las hermanas, se dirigió a su celda sobria y taciturna, sin ápice de vida, a excepción de la pequeña ventana situada a los pies de su camastro, donde podía regocijarse ante la vista de los pastos sin hierbas malas. Junto a la cabecera de su cama, un pequeño velador roído por los años, cuya única función era sostener la palmatoria y guardar las sandalias de descanso. Colgó sus habitos y se colocó un camisón blanco, que la cubría por debajo del cuello hasta los talones. Amarró su larga cabellera oscura y rizada, que sólo se veía empañada por algunos mechones canos; con una cinta del mismo color que el camisón. Se arrodilló a los pies de la cama y procedió a rezar arduamente.

Le pasaba con facilidad. Era tanto su pasión, que flotaba en éxtasis. Pedía con fervor y se entregaba con fervor. Desde pequeña supo su vocación, sentía en el pecho el llamado de su Señor (bendito sea su nombre). Quería sentir el martirio de los grandes santos. La vida la había premiado con momentos difíciles, poniendo a prueba su fe, pero ella había salido airosa de todo aquello y su espíritu se veía fortalecido y con más fuerza para someterse con devoción a los designios de Dios (bendito sea su nombre).

Cuando comenzó a perder el hilo de sus oraciones, producto de la inconsciencia del sueño, supo que debía dormir. No podía dejar de sentir un resquicio de frustración en su interior cada vez que le ocurría, su cuerpo no era tan joven como su alma, impidiendo que se entregara con más ahínco a sus obligaciones. Su mente y su cuerpo sufrían limitaciones que ya no podía pasar por alto. Antes no dormía por orar, sin embargo, ahora su ser le estaba pasando la cuenta y le exigía el descanso.

A pesar de todo, sintió complacencia. Sabía que dormiría hasta la mañana siguiente, y planificando el día que se le avecinaba, se hundió en un profundo sueño.

Una luz traspasó sus párpados. ¿Una luz? ¿Estaba soñando de nuevo? Apretó sus ojos para seguir conciliando el sueño con tranquilidad, pero no pudo. La luz era resplandeciente y parecía quemarle el rostro. Los abrió de par en par y aguantó la respiración, estupefacta. Su habitación aparecía bañada por una luminiscencia abrumadora. Las paredes grisáceas de su celda fueron reemplazadas por la claridad de un sol divino y cegante. Tras un chispazo de lucidez, trató de incorporarse, pero una mano desconocida se posó en su pecho, impidiéndoselo. Miró a su izquierda y perdiendo toda coherencia y cohesión con su cuerpo, se dejó caer sobre el colchón, pasmada por la visión.

Junto a su camastro, un ser halado de rostro impasible la observaba con una silenciosa determinación. Su cabello dorado le caía hasta los hombros. Su quijada firme y cuadrada no podía esconder la carnosidad de sus labios rosados. Su nariz era recta, perfecta, y sus ojos era de un celeste tan claro como el cielo despejado tras una tormenta. Sus pestañas eran tan largas que ensombrecían un tanto sus mejillas al bajar la vista hacia ella. A pesar de la severidad de su rostro, sus ojos guardaban un rasgo infantil, que se veía reforzado por las ondulaciones de sus cabellos, cayéndole algunos por encima de los ojos.

Su torso pétreo aparecía desnudo, cubierto torpemente por una túnica semitransparente que le atravesaba el pecho, para perderse detrás de su ancho hombro. Sus brazos parecían tener una fuerza hercúlea. Su piel era blanca como la loza y tan tersa como el mármol. Todo él, todo su cuerpo era rodeado por un aura celestial centelleante, que parecía emanar un calor sobrehumano. Era hermoso. La mano que él posaba sobre su pecho parecía arder, pero era tal su desconcertación que ella no emitió quejido.

Teresa se hallaba cono los ojos abiertos, aturdida, incapaz de pensar en algo que no fuera la figura que estaba a su lado. Todo su cuerpo parecía muerto, aunque sus manos se aferraban con fuerza a sus sábanas.

Cuando el ángel pareció asegurarse de la quietud de ella, retiró su mano. La observó durante unos segundos interminables, e inclinándose un poco hacia delante, retiró las colchas que cubrían el cuerpo de Teresa. Las fue doblando con delicadeza y tranquilidad hasta su fin. Ella sólo lo miraba, embobada por su hermosura. El ángel, irguiéndose, dibujó un conato de sonrisa en sus rollizos labios y los dedos de su mano izquierda se deslizaron por el empeine de la monja, subiendo por su pierna, hasta llegar a su muslo, arrastrando consigo su camisón. Teresa cerró los ojos, paralizada por las sensaciones que le provocaba aquel contacto, el calor inhumano de su entrepierna volvió a aparecer y se sintió húmeda. La piel de aquel ángel era parecida a la seda, resbalaba por su cuerpo anhelante, ¿anhelante de qué?

Su caricia se detuvo en su vientre. Le acarició con ternura sin perder de vista los ojos de la hermana. Posó su mano en su bajo vientre, donde el calor se propagaba, tratando de apaciguar el sufrimiento de ella. Su mano era tan grande que parecía cubrir todo su abdomen. Sus dedos se movieron, colándose por su vello púbico, hasta llegar a la cúspide de su entrepierna. Teresa soltó un gemido gutural, sorprendiéndose por su reacción. El ángel volvió a sonreírle con gracia. Levemente, con dos de sus dedos abrió sus labios y con el pulgar acarició su clítoris. La hermana cerró los ojos, absorbiendo la ventisca ardiente que se propagó por su cuerpo y volvió a gemir sin abrir la boca. Él volvió a acariciarle allí y siguió subiendo, rozando con sus yemas la piel de ella.

El pecho de Teresa subía y bajaba, frenético y ansioso cuando el ángel volvió a detenerse, esta vez entre sus pechos desnudos. A pesar de sus años, su cuerpo permanecía limpio e inmaculado, señal de una vida de consagración y claustro. Sus senos pequeños caían hacia los lados, con los pezones duros. Él, movió sus dedos con calma y completa atención en lo que estaba haciendo. Con el dedo índice, recorrió la aureola del seno derecho, como si estuviese dibujándola nuevamente, luego, con firmeza, aprisionó su pezón. Envuelta por una ola de placer, gimió esta voz en voz alta. El ángel se inclinó hacia Teresa, y con su lengua dio un lametón suave y lleno de curiosidad al pezón. Ella respondió arqueando su espalda y aferrándose aún más sus manos a las sábanas. Lo hizo un par de veces más y como si estuviera ansioso, succionó su seno emitiendo pequeños ruiditos que excitaron aún más a la monja. La boca del ángel era tan cálida y delicada. Aplastó el pezón contra su paladar con la lengua, succionó nuevamente para luego liberar el seno de aquel suplicio culpable. Lamiéndolo por última vez, volvió a erguirse y observó maravillado a Teresa.

Colocó una de sus manos entre los muslos y fue abriéndolos sin resistencia por parte de la monja, pero ¿Quién podía resistirse ante tal mimo y amor que ponía aquel ángel en cualquier movimiento o mirada? Giró sobre sí mismo, y al hacerlo, Teresa por fin reparó en sus alas con detenimiento. ¡Qué majestuosas eran! No existía blanco más blanco que el de aquellas alas. Eran simétricas y cada pluma parecía estar contabilizada, las alas eran anchas en su comienzo y se cerraban como un triángulo invertido hasta una restante y solitaria pluma. Cada ala parecía pesar una enormidad, pero el ángel se desenvolvía con naturalidad, como si sólo fueran adornos que resaltaban su divinidad.

Se situó entre sus piernas y redirigió la mirada a la humedecida entrepierna de la hermana, ella creyó sonrojarse, pero la pasión le impidió sentir el diminuto calor del rubor. Él posó ambas manos sobre sus muslos y fue subiendo hasta su intimidad. Con los pulgares abrió su entrada, empujando contra su clítoris. Teresa soltó un gemido de satisfacción. El ángel doblándose, con una curiosidad renovada, pasó su lengua por su vagina entre abierta, saboreando el fruto de la excitación. La monja alzó la pelvis inconscientemente, tratando de absorber la caricia en su totalidad. Cuando él alzó su cabeza, una sonrisa abierta y sincera cubría su bello rostro. Un rostro que derrochaba gratitud y amor y algo más desconocido por ambos.

Ella quiso acariciarle, pero se percató de una extraña fuerza que le obligaba a estar quieta, aplastada contra la cama. La sonrisa del él se acentuó aún más. Se removió entre sus piernas, acomodándose más arriba y luego, subiéndose la túnica hasta su cintura, dejo ver su poderoso miembro, erectado por encima del ombligo.

Teresa ahogó un grito y cerró los ojos. Uno de sus corazones latió con fuerza, el otro, situado en su entrepierna, palpitaba frenético de expectación. Sin abrir los ojos, sintió como el ángel se cernía sobre ella y posaba ambas manos, una a cada lado de su cabeza. El cuerpo del ángel expedía un extraño aroma, como a tierra húmeda, a lluvia y a flores… a naturaleza. Olisqueando aquel aroma estaba, cuando sintió un intruso en su intimidad, abrió los ojos, alarmada, pero al encontrarse con aquel rostro sereno y complacido, perdió la dirección de todo y se dejo arrastrar por la lanza ardiente del ángel. Su cuerpo aceptó la penetración delicada de ese cuerpo caliente, que parecía arrasar con la cordura de la monja. Introduciéndose al completo dentro del pequeño cuerpo de Teresa, el ángel miró a los cielos y dejó relucir una sonrisa de satisfacción, mientras que ella gemía sin vergüenzas.

Él movió sus caderas con lentitud, desatando otro tipo de frustración que la hermana no conocía. Sí, aquel ángel estaba saboreando ese cuerpo terrenal, estaba disfrutando del placer mundano, al igual que ella. A cada lenta embestida, la monja lo acogía con ardor, deleitándose. De pronto, sin motivo aparente, el ángel bajó su mirada hacia ella y comenzó a penetrarla con fuerza, con rapidez, sin miramientos. Cada vez que se introducía en ella, parecía llegar hasta su propio corazón, tocarlo, atravesarlo y detenerlo todo por un segundo entero, arrastrando todo consigo, hasta que volvía a penetrarla con brío, dejándole todo su interior abrasado por su radiación, por la radiación del ángel. Era tan placentero, que llegaba a ser doloroso. La monja gemía por la liberación.

Él volvió a sonreírle con extrema gratitud. Le dio un dulce beso en su frente sudorosa y volvió a mirar el cielo, sin muestras de cansancio, sin muestras de sudor, sin muestras de ser humano. Teresa cerró los ojos y se desvaneció en torno al ángel, se derritió por dentro y lanzó un quejido profundo y libertador. Ese era el poder de los cielos, era el poder del Señor (¡Oh! ¡¡Bendito sea su Nombre!!).

Él no cesó en sus embestidas, pero cuando llegó a su punto más álgido, cerró sus ojos, hizo desaparecer su sonrisa y su rostro se tornó irrealmente bello, glorioso. Extendió sus alas como si se preparase para el vuelo, y una luz, la misma luz resplandeciente que lo acompañó a su llegada, los envolvió y el ángel, denotando su único punto humano, se desvaneció dentro de ella, provocando un segundo clímax en la hermana. Luego, inexplicablemente el ángel desapareció, llevándose consigo todo rastro de divinidad de aquella habitación.

Teresa despertó con ojos salvajes, con el corazón en la boca. Buscó con frenesí por su pequeña celda rastro de aquel halado intruso… ni rastro. Sólo la luz que se colaba por su ventana, anunciando un nuevo amanecer. ¿Fue un sueño? No podía ser. Se destapó y palpó su cuerpo sudoroso. Se tocó entera, por los mismos sitios en que el ángel la había tocado. Descubrió la humedad de su pierna y supo que fue real, de alguna forma, todo aquello fue real. Su corazón saltó de alegría. Se vistió con rapidez y fue en busca de Pedro Ibáñez a contarle la buena nueva.

………………………………………………………

“Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. El dolor era tan fuerte que me hacia lanzar gemidos, mas esta pena excesiva estaba tan sobrepasada por la dulzura que no deseaba que terminara. El alma no se contenta ahora con nada menos que con Dios. El dolor no es corporal sino espiritual, aunque el cuerpo tiene su parte en él. Es un intercambio amoroso tan dulce el que ahora tiene lugar entre el alma y Dios, que le pido a Dios en su bondad que haga experimentarlo a cualquiera que pueda pensar que miento… ”

Descripción de Santa Teresa, con respecto al encuentro divino con el ángel.

‘N.

La terapia

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La mujer levantó la mirada de la holo–revista, de la cual si la hubiesen preguntado en ese momento de qué trataba no podría haber respondido, y acompañó a la enfermera a la sala. Ojalá tuviese su saxo a mano para tocar alguna melodía. Era la única forma de relajación que conocía.

–Hola, Mercedes.

Mercedes estrechó la mano del hombre que se levantó tras la mesa para saludarla. Era grande, casi dos metros. Fornido, de piel tostada, mulato quizá, de unos cuarenta o cincuenta años, con una gran barba canosa que parecía extenderse por su barbilla y mandíbulas como un abanico.

–Hola –respondió ella. El apretón de manos era firme pero suave. La mano del doctor era ridículamente pequeña en comparación con la de ella, mucho más grande. Sus manos eran enormes.

–Bien, Mercedes. Bien, bien, bien –continuó el hombre tras sentarse y ojear el expediente de la mujer. Eran tres hojas garabateadas de escritura pequeña y apretada, sin casi espacios entre las palabas, sin casi altura entre las líneas. Como si algo grande, enorme, gigantesco tuviese que caber dentro de un pequeño, diminuto espacio.

–Esta es tu sesión número 32. Confío en que ya estés empezando a ver resultados –comentó el doctor.

–Ninguno, en realidad. No he notado ningún cambio. Ya lo sabe. La verdad es que no sé qué hago aquí.

El doctor levantó la vista del folio. Se fijó en el enorme y elaborado moño que Mercedes lucía. Su larga melena estaba comprimida con arte en aquel gigantesco moño.

–Los demás pacientes experimentan mejoría en pocas sesiones. No puede ser que tú no hayas experimentado nada, como tú dices.

–Pues es la verdad. Quiero dejar el tratamiento o… lo que sea esto. Prepárame la factura y acabamos con esto ya.

El doctor dejó el folio y, cruzándose de brazos, se echó para atrás en su sillón.

Mujer y hombre se miraron a los ojos durante unos instantes. Sin parpadear, sin mover un músculo de la cara. Ambos mantenían una lucha de orgullo, una lucha de posición.

–De acuerdo. Esta será la última sesión. Terminaremos esta sesión y le prepararé la factura.

La mujer pasó a un rincón de la sala, detrás de un biombo. Fue desnudándose con lentitud, doblando la falda con sumo cuidado, abotonando la blusa vacía sobre la percha para que no se arrugase, plegando sus bragas sobre sí para ocultar la mancha húmeda que había sobre el refuerzo. Dentro de sus enormes manos cabían todas sus prendas. Iba a echar de menos las sesiones por un solo detalle: era el único momento en el que conseguía olvidar el permanente dolor de cabeza y cuello producidos por su enorme cabellera comprimida en el gran moño. Pesaba demasiado.

Se colocó la bata oscura que arrastraba por los pies y salió del biombo para, ayudada por la enfermera, tumbarse sobre la camilla.

La enfermera le pidió que abriese la boca y Mercedes dejó que el instrumento, un objeto de metal y goma parecido a una espátula, descansase entre su paladar y los dientes.

Era un audífono óseo, una novedosa herramienta capaz de trasmitir sonidos al oído interno sin usar el canal ordinario. Su ventaja era que proporcionaba una sensación relajante sin interferir en las orejas, permitiendo que el sujeto siguiese oyendo. Era como tener otro par de orejas.

–Relájese, Mercedes –susurró el doctor a la vez que la enfermera bajaba la luz de la sala poniéndola en penumbra–. El audio subliminal comenzará en unos segundos.

Una suave música ambiental, sonidos del bosque y agua fluyendo entre riachuelos, inundó la sala con un volumen bajo. La sala estaba cubierta en realidad de cientos de altavoces ocultos, de modo que la inmersión acústica era total.

El audífono óseo era el instrumento para inyectar las afirmaciones subliminales. La esencia del tratamiento.

Mercedes dejó que su cuerpo se rindiese a la profunda necesidad de relajación que los sonidos proporcionaban. Sintió como su respiración se volvía lenta, pausada. Entre cada respiración los segundos aumentaban. Los latidos de su corazón se volvieron inapreciables. Su mente se tornó blanca, difusa. La mujer dejó de sentir su cuerpo desde abajo. Primero fueron los pies, que desparecieron como humo. Luego sus piernas y nalgas, que dejaron de tener peso en la camilla. El vientre y su pecho fueron los siguientes, a la vez que los brazos y sus enormes manos. El cuello pareció licuarse y fundirse en la almohada. Al final, su cabeza pareció deshacerse entre volutas llevadas por el viento, olvidando los dolores que su gran moño le causaba.

Solo sentía su sexo. Su vagina. Sus labios. Su clítoris. Sus órganos sexuales parecían flotar en el aire, libres, espectrales. Sentía la sangre fluir por su clítoris, volviéndolo duro como un guijarro. Su vagina se cubrió en el interior de fluidos lubricantes que desbordaban hacia sus labios, donde su entrada parecía secretar una olorosa y transparente baba.

–Ha empezado –murmuró el doctor mirando al monitor conectado a la consola de control–. Ya está dentro.

–¿Es cierto que no obtiene resultados?

El doctor levantó la vista y miró a su enfermera. Le irritó que su subordinada también pusiera en duda los resultados de su tratamiento.

–No, claro que no, que estupidez de pregunta. Es mentira, una sucia mentira. Miente.

–¿Entonces?

–¿Entonces qué? –contestó malhumorado.

–Lo siento, doctor. Es que no entiendo cómo es la única que no mejora. Todas las demás lo hacen. Su terapia es un éxito, tenemos una lista de espera de casi dos años. Los clientes pagan lo que sea, hasta toda su fortuna si usted quisiera. No hay duda de que la terapia funciona…

–¿Pero? –interrumpió el doctor mientras manipulaba los controles de la consola.

–¿Por qué ella sigue igual?

El doctor cerró los ojos unos instantes. También a él le carcomía la duda. Tampoco él sabía la respuesta.

–Ni puta idea. Tampoco me importa, en realidad –mintió.

Tras cargar el programa de control subliminal en la consola y ejecutar las redundancias, se levantó de su silla y se dirigió a la enfermera.

–Prepárate. Tengo ganas de acabar esto cuanto antes.

En realidad el doctor estaba frustrado. Sabía desde las primeras sesiones que la terapia no funcionaba con Mercedes. Había pasado noches en vela tratando de averiguar por qué. Pero la mujer seguía igual.

La enfermera asintió y comenzó a desnudarse. Se quitó la bata y el uniforme. Se despojó de la camiseta, el sujetador y las bragas. Quedó desnuda y se dirigió hacia el instrumental situado sobre una mesita disimulada tras otro biombo. Metió sus piernas en los agujeros del arnés y se abrochó a la cintura el artilugio. Una descomunal verga de látex surgía erecta de su entrepierna. La punta rozaba sus senos. Se apretó el arnés firmemente a las nalgas para impedir que se desplazara. Luego vertió una generosa cantidad de lubricante sobre la verga hasta cubrirla entera. La verga brillaba y el lubricante la hacía brillar como un falo brillante, sobrecogedor.

El doctor, mientras, también se había desnudado por completo. Había alzado las piernas de Mercedes en el aire, sujetándolas por dos cinchas que colgaban del techo. Había desanudado la bata que cubría el cuerpo de Mercedes y la parte superior de su cuerpo desnudo estaba al aire. Del sexo femenino manaba un fluido blanquecino, que teñía el ambiente con su olorosa presencia.

La enfermera se encaramó a la camilla, colocándose a horcajadas bajo el vientre de Mercedes, intentando que la enorme verga que nacía de su entrepierna apuntase a la entrada del coño de la mujer. El doctor también se situó y plegó el extremo inferior de la camilla para tener fácil acceso a su ano.

–¿Estamos listos? –preguntó el doctor con voz monocorde. La verga del doctor era real. No tan gigantesca como la falsa de su enfermera pero también estaba erecta y cubierta de una generosa capa de lubricante.

–Lista –confirmó la enfermera.

Ambos aposentaron sus miembros en la entrada de sus respectivos orificios.

Y empujaron.

El coño y el culo de Mercedes fueron abriéndose al paso lento y cadencioso de los vaivenes controlados de ambas vergas.

La lubricación ayudó a acelerar las penetraciones. La verga de la enfermera expandió la vagina de Mercedes hasta su límite cuando la punta golpeó contra la entrada de la matriz. Un abombamiento en su vientre indicaba con exactitud hasta dónde estaba enterrado el falo de látex. La vejiga se fue vaciando por la extrema compresión, soltando un chorro continuo de pis que fluía mojando la imposible verga falsa y la verdadera del doctor.

También el doctor ejecutaba su parte del proceso. El recto tenía poco espacio para acoger la polla negra del doctor pero, aún así, el anillo fue engullendo la verga poco a poco, sin descanso. El doctor trataba de enterrar su miembro hasta el fondo, usando los muslos de Mercedes como asideros. Notaba la presión de la verga de látex bajo las diferentes capas de tejidos dentro del vientre de Mercedes. Las rugosidades internas del recto, sumado a la presión de la otra gigantesca verga, dificultaban su avance. Pero, por fin, logró enterrar su miembro hasta la base, hasta que su vientre quedó comprimido entre las nalgas de Mercedes por abajo y las nalgas de su enfermera presionando por arriba.

El vientre de Mercedes parecía deforme. Los detalles de la verga de látex se adivinaban bajo la piel, poniendo a prueba la elasticidad de los tejidos humanos. El ombligo de Mercedes parecía hinchado, como el de una embarazada. En realidad, su barriga entera parecía hinchada.

–Diez minutos –comentó el doctor mientras conectaba un cronómetro.

Ambos iniciaron un movimiento sincronizado. Primero se movía la enfermera, que bombeaba su verga descomunal dentro de la vagina de Mercedes. Luego el doctor, dentro del recto.

–Ritmo, ritmo. El ritmo lo es todo –alzó la voz el doctor cuando se dio cuenta de que la enfermera aceleraba sus embestidas–. Mantenga el ritmo, joder.

La música ambiente también estaba sincronizada por las penetraciones y algunos pájaros piaban con cada embestida, así como el salpicar del agua.

El cronómetro sonó.

Ambos suspiraron aliviados. Estaban cubiertos de sudor y sus cuerpos despedían un aroma fuerte. También el de Mercedes.

Poco a poco fueron extrayendo sus respectivas vergas. La enfermera casi pierde pie al bajarse de la camilla; tenía las piernas agarrotadas. El doctor necesitó sentarse en el suelo. Su culo mulato resbaló en el mármol por el sudor. Cada vez le costaba más terminar cada sesión. Y tenía otras cinco más aquel día. Pero las sesiones con Mercedes eran más agotadoras de lo habitual; sabía que no servirían de nada.

El doctor levantó la mirada y vio los enormes agujeros dilatados de Mercedes. Podía ver, sin ayuda de instrumental alguno, la entrada de la matriz y el inicio del intestino grueso.

La enfermera se desabrochó el arnés con dedos agarrotados, para dejar caer la enorme polla al suelo, la cual rebotó varias veces, salpicando a su alrededor con gotitas de lubricante.

–¿Qué será de ella?

El doctor tardó en responder a la pregunta.

–No lo sé. Pero vive dios que hemos hecho todo lo posible.

Mercedes despertó al cabo de unas horas, tendida en una camilla. Aún conservaba dentro de su boca el audífono óseo, conectado a una consola a su lado.

Un rastro de babas unió el aparato con sus labios cuando se lo sacó de la boca.

Tenía su ropa al lado. Su enorme mano la cogió toda a la vez. Se vistió con lentitud. Se sentía relajada y descansada, aunque empezaba a sentir el dolor creciente en su cuello y cabeza por aquel gran moño que tiraba de ella hacia atrás.

Al menos, esta había sido la última sesión.

Cuando estuvo vestida, salió de la sala de descanso y se acercó al mostrador. El escáner retinal leyó sus ojos y un parpadeo sirvió para confirmar el pago del tratamiento.

Del inútil tratamiento.

Llegó a casa unos minutos más tarde. El aerodeslizador autopropulsado no encontró apenas tráfico en la ruta.

Su marido ojeaba el holo-periódico cuando entró en el salón.

–¿Preparada? –preguntó a modo de saludo, tratando de contener la segura decepción que iba a aparecer como en anteriores ocasiones.

–Claro. Cuando quieras.

Ambos se desnudaron en el dormitorio. Él se colocó sobre ella. Apuntó su verga erecta sobre la entrada. Mercedes sintió dolor cuando el glande presionó sin poder entrar. La entrada no se dilataba. La verga seguía sin entrar. Como siempre.

–Sigue sin entrar. Solo conseguiré hacerte daño. Vistámonos, esto es una pérdida de tiempo.

La mujer trató de evitar que las lágrimas no cayesen pero no lo consiguió. El marido la miró duramente.

–Qué pérdida de tiempo. Y de dinero. Lo raro es que todos hablan bien de ese doctor, maldita sea. Yo también fui y mírame ahora: más dura que un palo. Directa al agujero ¿Cómo es posible que tú seas la única?

La mujer se miró el ombligo amoratado.

–¿Y si es por abajo, en cualquiera de estos dos? –preguntó ella, señalándose el coño y el ano dilatados, abiertos, boqueantes.

El hombre negó vehementemente.

–Imposible.

–¿Cómo estás tan seguro? –insistió Mercedes mientras se vestía.

–Algo en mi cabeza me lo dice. Una vocecita.

–Como a mí…

–Entonces, ¿¡por qué no dilatas, joder!?

La mujer no respondió. Se vistió, anduvo hasta otra habitación, se llevó el instrumento a la boca y extrajo una música desafinada y asíncrona. No la importaba no tocar bien el saxo. Era lo único que la aliviaba.

En la consulta, el doctor abrió los ojos y un sudor frío le recorrió la frente y goteó hasta sus sienes.

–Enfermera –llamó con voz trémula.

–Dígame qué lee aquí. Creo que estoy sufriendo una alucinación.

La enfermera entornó los ojos asustada al ver el rostro del doctor pero le hizo caso. Se inclinó sobre el monitor y leyó:

“Texto audio subliminal Mercedes: 1– Disfrutas con el saxo. 2– Tus orificios se ensanchan. 3– Tu moño se ensancha. 4– Tu mano se ensancha.”

–¿Qué opina? –preguntó el doctor.

–Que va siendo hora de que tome esas clases de mecanografía. Cuanto antes. O que pase el corrector ortográfico alguna vez.

***
***

Ginés Linares

***
***

Blog: http://gineslinares.blogspot.com.es/


Soy tuya

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Mi despertador me saco de la cama a la misma hora de siempre, a las siete y media su pitido me indicaba que mi día empezaba.

Salte de la cama y desperté a mi novio que dormía plácidamente a mi lado, sonríe al recordar la noche anterior, sus caricias, sus besos y la suavidad con la que me amaba.

Yo siempre había sido algo más activa que con él, pero me había adaptado a su tranquilidad, él siempre ponía paz a mi existencia y me enamore de eso.

Tras desayunar juntos en el bar de abajo, nos despedimos con un simple beso en los labios. Yo me dirigí como cada día al bus que me llevaría al trabajo, era camarera en un restaurante, llevaba un par de años y estaba satisfecha, tanto en lo profesional como en lo privado.

Quien no soñaba con algo más? No voy a engañaros siempre soñé con algo más, aunque no sé muy bien que más, por eso he decidido disfrutar de esto hasta que descubra que más espero, hay que disfrutar también del recorrido y el camino que n os lleva a nuestros sueños, así una vez conseguidos al menos has disfrutado el paseo en que convertimos nuestras vidas.

Entro en el cuartito y me cambio, me pongo mi anodina falda azul y mi camisa blanca, ambas perfectamente planchadas y salgo al comedor, donde ya están algunas de mis compañeras, empezamos la jornada preparando las mesas, los cubiertos, las copas y demás cosas, para que este todo a punto cuando se abran las puertas.

No sospechaba en esos momentos que ese día iba a cambiar mi vida. Nada me hizo sospechar cuando ese grupo de hombres trajeados se sentaron en una de mis mesas. Me encamine hacia allí con la mejor de mis sonrisas

-hola caballeros –les dije dándoles una carta a cada uno-

Mis ojos rápidamente se chocaron metafóricamente con los suyos, al momento me hundí en ese mar verdoso que eran sus ojos, me recordaron a un mar embravecido, me quede inmóvil sin ser capaz de reaccionar, hasta que baje mis ojos a su boca carnosa que sonreía débilmente, una sonrisa de esas que no llegan a los ojos y por eso precisamente son tan llamativas.

-gracias señorita

Me dijo cortando el contacto de mi mirada, como pude sonreí y me fui, desde las sombras mire de nuevo a ese hombre, destilaba seguridad en sí mismo, no era ningún niño, le calculaba unos cuarenta y muchos. Se notaba que cuidaba su aspecto y su pulcra manera de vestir, nada era por casualidad en él.

Pasados los min unos regrese a su mesa, ya era su mesa, nadie más existía en esa mesa, en ese restaurante, todo lo había eclipsado.

Me pidió el vino, su voz era ronca, sexi y seria al mismo tiempo, toda la piel de mi cuerpo se erizo. Luego hicieron todos la comanda y cuando recogía las cartas, sus dedos y los míos se tocaron y note como una descarga eléctrica recorrer mi brazo entero. De nuevo sonrió y de nuevo esa sonrisa no subió a sus ojos.

Comieron e incluso uno de los amigos bromeo conmigo, el no volvió a decirme nada, no volvió a mirarme y yo tuve mucho trabajo el resto del mediodía, al final de la comida, uno pago con una tarjeta, no era él.

Cuando paso por mi lado para salir del restaurante, volvió a sonreírme y me dijo:

-hasta pronto

Como tonta fui a su mesa y la recogí, bajo su plato descubrí un sobre negro, arriba ponía Maya como sabia como me llamaba? Lo metí en mi bolsillo y al final del mediodía en el baño estaba oliéndolo aún conservaba su masculino aroma, dentro había una tarjetita negra y en el centro en color dorado tan solo ponía Gabriel y un número de teléfono móvil, lo guarde en mi bolso y Salí, tenía dos horas antes de entrar para la cena.

Cuando a las doce de la noche volvía a casa, con una compañera pensé en él, cuando llegue llame a mi novio y me dijo que tenía trabajo, que nos veríamos al día siguiente y ya en la cama, solo daba vueltas a la tarjeta, a ese número, y no dejaba de recordar esos ojos, esa boca y sin poder evitarlo cogí el móvil y marque.

-hola Maya

-como sabes quién soy?

-solo esperaba tu llamada

Esa voz me volvía loca, para mi sonaba a mil promesas y mi cuerpo se tensaba solo con oírlo.

-sigues ahí, Maya?

-claro

-Maya llevo días observándote en el restaurante, hasta hoy no coincidimos, pero tenía muchas ganas de hablar contigo

-no te había visto antes de hoy

-dos noches y tres mediodías, aunque evitaba tus mesas, me gustaba mirarte de lejos.

-no sé qué decirte

-te parezco un viejo chiflado?

-no

-puedo ser totalmente sincero?

-si

-sabes que fue lo que me atrajo de ti, Maya?

-no

-tu piel, parece tan suave como el terciopelo y tu boca es fabulosa, está hecha para besar y ser besada, te incomodo?

-no

-me alegro, porque necesito que sepas lo que quiero de ti, lo que espero de ti Maya.

-que quieres Gabriel?

-poseerte

-follar?

-no Maya, no quiero follarte, quiero poseerte, no es lo mismos, casi ni se parece. Me llamaras mañana?

-si

-a esta hora Maya

Cuelga el teléfono y a mí me tiemblan hasta las manos, esa voz es enloquecedora, ese hombre me parece desconcertante, me pone en alerta y me atrae al mismo tiempo.

Al día siguiente al terminar mi jornada, mi novio viene a por mí, nos vamos a casa y hacemos el amor, mientras se la chupo pienso en como seria chupársela a Gabriel y para un momento para echarlo de mi mente y de mi polvo, a duras penas lo consigo y cuando mi novio se duerme, me levanto y le llamo a la misma hora en punto que ayer

-hola Maya, me gusta que seas puntual, puedo pedirte algo personal?

-si

-has follado hoy?

-si

-te has acordado de mi Maya?

-si

-que le hacías cuando me has recordado?

-se la estaba chupando

-me gustaría que me la chuparas Maya, esa boca tuya es puro pecado, seguro que la chupas de maravilla

Seguimos hablando más de media hora y al final de nuevo me pide que le llame al día siguiente a la misma hora.

Así pasamos una semana, solo hablamos de cosas sin sentido, hasta que de repente me pide algo muy sexual y yo no soy capaz de negarle ninguna respuesta, ni me planteo mentirle. Esa última noche tras hablar de diversas comidas de repente me pregunta:

-Maya te has tocado algún día después de hablar conmigo?

-si

-te ha gustado?

-si

-me encantaría ver cómo te tocas, lo harías para mí?

-para que me vieras?

-claro, me gustaría ver cómo te masturbas Maya

-sí, lo haría

Al día siguiente por la noche, la cosa estaba tranquila, ya de tarde entran tres hombres y mi sorpresa es mayúscula cuando le veo, es tal como le recordaba, al pasar por mi lado me sonríe.

Cuando les entrego las cartas, de nuevo roza mis dedos y se entretiene acariciando la punta de los mismos. Cuando cinco minutos después tomo la comanda, me entregan las cartas y veo que el mete un papel dentro. Me retiro un poco y leo.

-cuando puedas hazme una señal y te seguiré, quiero ver lo que ayer me prometiste.

Mis braguitas se mojan por completo, el espera que me toque para él, espero algo final de su cena y cuando le pongo a todos el café, ya no quedan más que dos mesas, mis compañeras están ocupadas y pido a una que me sustituya mientras voy al baño.

Desde el pasillo le hago una señal a Gabriel y espero a que casi llegue a mi altura, sigo hacia el baño de mujeres y el me sigue, sé que están vacíos y entro en uno, el me sigue, entra conmigo.

-Maya, hazlo ahora

Me subo despacio la falda y bajo mis braguitas, las saco y el me las coge, las huele y se las mete en el bolsillo de su americana, llevo mi mano entre mis piernas y toco mi sexo mojado ya, empiezo a pasar los dedos por mi rajita y esta se humedece más aun, el no aparta los ojos de mi mano.

-abre más las piernas quiero verte

Se pone en cuclillas y se acerca tanto a mí que puede oler mi sexo, ver lo mojado que esta y respira fuerte, siento su aliento allí abajo y froto mi clítoris

-quiero que te corras

Sus palabras son el trampolín para mi orgasmo que apenas puedo callar, me apoyo en las frías baldosas del baño hasta que calmo mi cuerpo.

-sécate y devuélvemelas

El me pasa las bragas y yo hago lo que él me pide, de nuevo se mete mis bragas en el bolsillo y sale del pequeño baño.

De nuevo solo su sonrisa al pasar por mi lado, aunque esta vez veo como mete la mano en el bolsillo donde sé que están mis bragas.

Esa noche le llamo y no contesta, al momento me llama el, descuelgo rápidamente, no me importa parecer impaciente lo estoy.

-est5aba ocupado

-lo siento

-con tus bragas Maya, me he frotado con ellas la polla hasta correrme, las he puesto9 perdidas con mi leche. Estoy muy cansado, hasta mañana Maya.

Ese mediodía de nuevo el vuelve a comer, de nuevo deja una nota en la carta:

-al final de mi comida quiero un cambio de bragas, yo te doy las que llevo en el bolsillo y tú me das las que llevas puestas.

De nuevo le aviso y él me sigue al baño, me bajo las bragas y se las doy

-no, frótalas por tu rajita, hueles de maravilla

Lo hace y se las paso, el me da las que lleva en el bolsillo y sale del baño, despliego las bragas y las huelo, sé que ayer él se corrió en ellas y las huelo y beso antes de esconderlas.

Salgo de lo más liada del trabajo y decido pasarme por el trabajo de mi novio, le daré una sorpresa, pero la sorpresa me la llevo yo, le veo salir de la mano de su ex. Él me ve y va hacia mí.

-lo siento Maya, iba a decírtelo, no ha pasado nada, pero hemos decidido intentarlo de nuevo

-no te preocupes lo superare

Me voy de allí, esa noche encima no trabajo, cojo el coche y voy a dar una vuelta, no quiero meterme en casa. Decido llamarle

-sé que no es la hora, necesitaba hablar contigo

-bien, no pasa nada

-tengo ganas de hablar contigo

-has tenido algún problema?

-sí, me he peleado con mi novio

-me alegro

-gracias –le digo con sarcasmo-

-no voy a mentirte y decir que lo siento, me alegro ahora eres solo mía.

-estas seguro?

-creo que sí. Maya quítate las bragas

-estoy en el coche

-bien, quítatelas, me encanta saber que vas sin bragas. Ahora mismo estoy tocando las tuyas, estoy aun en el trabajo. Cuando salga de aquí, he quedado con unos amigos, me harías el honor de dejarte ver por ahí?

-sí, dime donde

Él me dice dónde estará y yo no dudo en estar allí esperando a que llegue. El entra con un grupo, le veo entre todos, los hay más jóvenes, más altos y hasta más guapos, pero el destaca entre todos, su magnetismo es la leche, una camarera se les acerca y al momento tontea con Gabriel, solo con él. Me doy cuenta que no soy la única. Mi móvil suena y leo el mensaje

-Maya estoy muy cachondo porque sé que debajo de esa faldita vaquera no llevas bragas, abre un poco las piernas.

Yo le contesto diciendo que si abro más las piernas también su amigo sabrá que no llevo bragas

-no me importa Maya, tu haz lo que te pido, me da igual quien te mire, demuéstrame que eres mía

Cuando lo leo automáticamente abro las piernas, veo como su amigo más joven que Gabriel me mira y le dice algo a este.

Gabriel le sonríe y al momento se acerca a mí, me sonríe mientras llega a la barra.

-hola Maya, ellos no saben que te conozco, creen que estoy ligando contigo, ninguno cree que consiga nada, quiero demostrarles que se equivocan, abre las piernas y deja que meta mi mano en tu coño.

Yo no le contesto, no le miro, abro mis piernas y bajo la mirada de toda la mesa Gabriel me toca por primera vez, noto su mano caliente en mi rajita y me corro enseguida, él lo nota y se acerca a mi oído sin dejar de tocarme

-te has corrido muy deprisa, tenías ganas de que te tocara putita?

-si

El sigue tocándome, se gira un poco tan solo para que no le vea la camarera y la demás gente del bar, pero deja que toda su mesa vea como su mano toca mi coño. Con dos dedos agarra mi clítoris inflamado y lo fricciona hasta que me corro de nuevo. Mientras recupero la compostura él se limpia los dedos en mis muslos y saca su mano, me mira a los ojos y me da dos besos en las mejillas.

-luego te llamo –se va a su mesa-

Me quedo parada y cuando me levanto para irme, la mesa por completo me saluda, uno se acerca y me dice

-te unes a nosotros?

Miro a Gabriel y la niega con la cabeza, yo me excuso y salgo del local. Por la noche el me llama, estoy encendida, mis dos orgasmos solo han servido para animar mi deseo.

-Maya, eres maravillosa, tus ojos son preciosos, pero cuando te corres son majestuosos, en ese momento podría haberme corrido solo con mirarte y tocarte.

-gracias, a mí me ha encantado

-si te hubiera pedido que te unieras, lo hubieras hecho?

-si

-y si te hubiera pedido que te dejaras tocar por ellos, te hubieras dejado?

-si

-porque Maya?

-porque me excita la manera en la que me hablas, me pides o me ordenas las cosas.

-te apetece estar conmigo?

-mucho

Él sabe cómo jugar sus cartas, va tan lento que hace que desee el siguiente paso, no se muestra ansioso por tocarme, por follarme, por nada. Deseaba tanto que me tocara que me corrí nada más notar sus dedos, que sentiré al tenerle dentro de mí? Pensar en eso me enloquece, nunca había deseado tanto nada.

Al día siguiente de nuevo come en el restaurante y de nuevo una nota, mi cuerpo se escita al pensar en sus caricias pero no.

-demuéstrame que eres mía, quiero que vayas a este hotel y que hagas lo que allí se te indique.

Dudo aunque se que iré, llego a la hora señalada, cojo el sobre negro sobre la cama y leo lo que hay dentro.

-Maya ponte lo que encuentres en la caja y espera a mi amigo, complácelo y demuéstrame que eres mía.

En la caja hay un camisón negro y diez minutos después de ponérmelo, tocan a la puerta, le digo que pase y se enseguida que no es el. Un hombre de unos cuarenta años me saluda y me dice que Gabriel me ha recomendado.

-Gabriel quiere saber si vas a seguir adelante o te plantas aquí y promete no volver a molestarte. Dime

-nunca me he plantado

-me alegro

Me dice ese hombre mientras empieza a desnudarse, se quita la camisa, los zapatos, los pantalones y se queda completamente desnudo.

-siéntate ante mí en la cama, quítate las bragas y saca tus tetas por encima del camisón, así cógeme la polla y mastúrbame mientras miras hacia la derecha.

Hago todo lo que me pide, no le miro, solo meneo su gran polla, es larga aunque no muy gorda. Pienso en por qué hago esto y me contesto, lo hago porque deseo hacer feliz a Gabriel para que el me haga feliz a mí. Sigo con lo mío despacio, acelero y reduzco

-así, lo haces muy bien, me encantan tus tetas blancas, abre más las piernas.

Se las abro todo lo que puedo y acelero el meneo sin mirarle hasta que noto los chorros calientes de su semen gotear sobre mis pechos, echa tres y cuatro chorros espesos.

-no te muevas

Me dice mientras se pone de rodillas entre mis piernas y empieza a lamer su semen de mis tetas, hasta que no deja ni rastro de su esperma, me coloca el camisón y se levanta, mientras se viste me dice

-gracias eres preciosa, me ha encantado hacerlo sobre ti.

Cuando se va, me desnudo, me meto en la ducha y me enjabono bien, me aclaro y me lavo el pelo, de repente oigo un ruido y espero que no sea otro amigo de Gabriel.

-Hola Maya

Es el, mi piel se eriza mientras le miro con la cabeza enjabonada y el cuerpo también.

-gracias, quiero explicarte lo que acaba de pasar, me gustas mucho y por eso he querido meterte en este juego, aun puedes irte, pero si te quedas deberás hacer lo que te pida y cuando te lo pida.

-y que saco de esto?

-sexo bueno y seguro con gente con clase

-te quiero a ti Gabriel

-te quedas?

-me ves que vaya a alguna parte?

Gabriel me sorprende metiéndose en la bañera vestido y calzado, poniéndose bajo la ducha conmigo aclara mi pelo y mi cuerpo, se descalza y se desnuda completamente, se acerca a mí y casi me besa, acerca sus labios a los míos pero no llega a tocarlo, me saca de loa bañera y me lleva a la cama, me tira sobre ella boca abajo y noto la colcha frotando mis tetas, él se pone tras de mí y sube mi trasero poniéndolo en pompa, me da un azote mientras busca mi raja, su dedo patina y se mete en coño mojado, lo mete y lo saca hasta que jadeo con mi orgasmo. De repente noto su polla pugnando en la entrada a mí, de nuevo me azota y se mete dentro, empuja hasta el fondo, se agarra fuerte a mis caderas y bombea en mi coño como si quisiera perforarme, me vuelvo loca y muevo las caderas, el azota más mi culo, y empuja, empuja hasta que grito de nuevo.

-que buena esta Maya me moría por follarte, que estrecha y caliente estas putita mía

Ahora es suave pero contundente, me agarra las tetas y pellizca mis pezones con fuerza, en ese momento se hunde hasta el fondo y me provoca otro orgasmo, me la saca empujándome hacia el colchón y me da la vuelta, por primera vez veo su hermosa polla, se masturba entre mis piernas, sobre el pelito de mi coño, mientras con la otra mano me soba el coño, lo pellizca y mete un dedo, dos, tres, dentro y fuera, dentro y fuera, sin piedad, miro su polla que empieza a escupir chorros de semen, y de nuevo me corro con él.

Me pongo de rodillas y empiezo a limpiar su polla, chupo la puntita solo y la meto por completo en mi boca, le doy golpecitos en la punta con mi lengua mientras acaricio sus testículos.

-qué bueno Maya –me dice mientras se sienta en la silla y me llama, tras abrir bien las piernas-

Me arrodillo entre sus piernas y empiezo a lamer sus muslos, apenas tiene bello, paso mi lengua plana por el interior de los mismo, y subo hasta llegar a sus huevos, los lamo y meto en mi boca para succionarlos, mientras agarro su polla y la masturbo lentamente, dejo sus huevos y busco con mi lengua su ano, el abre más las piernas y lanza un gemido cuando nota mi lengua presionar el agujero de su ano, la empujo dentro y el mueve ligeramente las caderas, yo aligero la mano y llevo el mismo ritmo sobre su polla que mi lengua en su culo.

-Maya me matas

No hablo estoy concentrada, quiero darle placer, su ano esta de lo más relajado cuando vuelvo a los testículos, a la polla y le doy lengüetazos largos, me la meto en la boca y empiezo a follarmela entera, busco con un dedo su ano relajado y empiezo a penetrarlo, el jadea mientras chupo fuerte y meto otro dedo, entro y salgo de él mientras me llena la boca de leche, hasta casi atragantarme, me trago cada gota de su leche y el con su dedo mete en mi boca unas gotas que se me escapan por las comisuras

-trágatela toda muñeca me has hecho la mejor mamada de mi vida, esta leche te pertenece…

Nunca nada me había parecido más erótico, nunca había tenido tantos orgasmos juntos y sabía que era suya, haría cualquier cosa por volver a sentirme como en estos momentos, solo él me hacía sentirme en paz con el mundo.

En la sierra de Alcaraz

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Alcaraz

Tanto Antonio como yo misma somos amantes de la naturaleza y aprovechamos cualquier ocasión para hacer una salida al campo.

Esta historia ocurre en una pequeña aldea de la preciosa sierra de Alcaraz cuyo nombre omitiré por motivos obvios, ya que es verdadera.

No más de cuarenta casas componen la aldea, y de ellas, habitadas, cuatro.

Habíamos recalado en la más grande aconsejados por unos amigos de la ciudad. No era un negocio de hostelería al uso, sino una familia que ofrecía alojamiento para unas pequeñas vacaciones siempre que se les cayera bien. Sus miembros eran el propio matrimonio, de unos sesenta años y Fernando, un hijo de ambos de treinta y cinco. Los vecinos de la casa de al lado eran un cabrero y su mujer, ambos también de algo más de treinta años.

Una mañana, paseando por los alrededores de la aldea y disfrutando de las maravillas de la naturaleza busqué acomodo entre unos chaparros y me puse a escuchar los sonidos del campo. La naturaleza es maravillosa, pensé.

Sin saber muy bien por qué, comencé a pensar en Fernando, el hijo treintañero de la familia. Era de buen parecer, fuerte, moreno, curtido en las labores del campo. Le imaginé desnudo y empecé a sentirme excitada. ¿Cómo cubriría sus necesidades afectivas? ¿Disfrutaría de alguna hembra de la zona? Estos pensamientos me pusieron muy cachonda.

Miré a mi alrededor. Pensé que era imposible que nadie me viera, por lo que comencé a apretar las piernas, después a acariciarme por encima y finalmente no pude más. Me subí el vestido y metí mi mano entre las bragas. Acaricié mi sexo mientras me imaginaba agachada frente al guapo campesino, haciéndole una mamada. Mi imaginación me llevó a lo más alto del placer. Solamente yo oía mis propios gemidos. O eso me parecía…

De entre los chaparros apareció él, sonriente, guapo y con un rictus malicioso que le hacía aún más interesante.

No me dijo nada. Llegó, me miró y comenzó a besarme. Sus manos se deslizaron por detrás de mi vestido, subiéndolo. Me agarraba con fuerza el culo, me lo estrujaba. Mis jadeos le excitaban. Quitándose una goma que llevaba en la muñeca me hizo una coleta. Me manejaba mejor y me llevó donde quería. No le costó. Nada en absoluto.

Un pequeño slip apenas tapaba aquel enorme bulto. Al bajarlo, su enorme polla salió con fuerza. Era tremenda, gorda y dura como el hierro. Comencé a mamársela, mientras él me decía que lo estaba haciendo muy bien y que hoy iba a desayunar leche de hombre…

Estuve mamándosela durante un buen rato, sin dejar de acariciarle los huevos, eso me pone muy cachonda. Finalmente, comenzó a correrse. Era, sin duda, un macho Alfa.

Me comentó que al día siguiente, sábado, hacían por la noche una pequeña fiesta en casa del cabrero. Estarían los señores de la casa, él mismo y mi marido y yo si lo deséabamos.

Y llegó la noche del sábado. Yo había hablado con Antonio del morbo que me producía aquella reunión. También a él le ocurría.

La mujer del cabrero era preciosa. Se llamaba Marta. Era morena, con buenas tetas y piernas preciosas. Muy simpática. Enseguida congenió con Antonio al que gastaba bromas algo subidas de tono, preámbulo, tal vez, de lo que luego iba a ocurrir.

El hombre era muy simpático y atractivo. Dijo llamarse Pedro. Me di cuenta de dos cosas: Una, que estaban acostumbrados a hacer fiestas compartiendo a la mujer. Otra, que esta vez esperaban que nos uniéramos. Además, creo que Pedro estaba informado de lo bien que se la había mamado a su amigo, pues estaba muy cachondo.

En un salón en penumbra y con unas copas, el ambiente era especial. Alguien puso una película porno. Marta le comentó a Antonio: Esta escena me la conozco. Quiero que veas si lo hago igual que la actriz. Vi a Antonio resoplar. Marta le desabrochó el pantalón y comenzó a acariciarle la polla. Se la metió en la boca. Antonio se volvía loco. Mientras, los otros dos machos habían empezado a tocarme. Me preparaban para follarme.. Marta se puso a horcajadas encima de mi marido y empezó a cabalgar. Gemía de placer. ¡Si¡ -decía. ¡Si, fóllame, fóllame más¡ A su lado pero de pie, su marido se apoyaba en una mesa mientras a mi me tenía haciéndole una mamada. Estaba muy bueno aquel tío. Fernando no perdía el tiempo. Se había colocado detrás de mi, me había bajado las bragas hasta las rodillas y me estaba pasando la polla por la raja. Me tenía a mil el cabrón. ¡Fóllame ya¡ –le dije.

Me la metió de una. Entera. Sin contemplaciones. Yo aullé de placer y seguí mamándosela al otro. Todo era una locura de sexo y pasión.

Pusimos música y comenzamos a bailar. A mi me cogió Pedro. Estaba claro. Él aún no me había follado. Y yo estaba loca por que lo hiciera. Me acariciaba el pelo al bailar. Después me besó el cuello mientras me hablaba. Me decía que estaba muy buena y que me iba a follar de tal manera que no iba a olvidarlo nunca. Yo estaba enormemente cachonda. Cualquier cosa que me pidiera la haría. Me llevó a la habitación de al lado. Me desnudó y el también lo hizo. Se tumbó en la cama. Tenía una buena estaca. El coño me chorreaba. Me pidió que me pusiera encima. Así lo hice. Comencé a moverme. Me encantaba tener ese rabo dentro, mientras el hombre me recordaba lo buena que estaba.

Pero no quería correrse así. Levantándose, me puso a cuatro patas. Tenía la polla enorme. Gemí, como un avance de lo que esperaba sentir en un momento. Me la clavó suavemente, despacio, poco a poco. Pero casi me muero. Después, fue acelerando el ritmo para más tarde ir intercambiando los movimientos. Yo gritaba, pedía ayuda para soportar tanto placer. En la habitación entró mi marido. Totalmente cachondo, se puso delante de mi. Me metió la polla en la boca. Era lo que me faltaba.

Nunca he sentido más placer.

Haciendonos fotos eróticas con el movil

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Todo empezó aquel fin de semana. Salía ya hacía cuatro meses con mi novia, y hasta ahora siempre nos liábamos en mi coche las noches del fin de semana, pero por fin sus padres se iban a ir a pasar dos días a su casa de la playa, con lo que quedaría para nosotros su piso de la ciudad, y podríamos dar allí rienda suelta a nuestros instintos confortablemente en una cama.

Y así fue, a primera hora del sábado, tras ella avisarme de que ya se habían marchado hacía una hora (dejábamos un tiempo de margen, por si olvidaban algo y regresaban) llegué a casa de los padres de mi novia. Al llamar me hizo pasar deprisa, apurada de que alguien nos viera. Me recibió en bata, me llevó al comedor de la mano, y allí se la abrió. Llevaba puesta lencería roja con transparencia, que en su menudo cuerpo de 20 años quedaba de escándalo. Me sonrió de forma pícara mostrando sus encantos, y a mi cara de sorpresa, contestó abalanzándose sobre mí, y dándome un apasionado y ardiente beso.

Algo excitados los dos, ella tiró de mí hacia su cuarto. – Quiero que lo hagamos en mi cama – me dijo – así cada noche podré recordarlo y tu olor se quedará en mis sábanas. Nos quedaba un fin de semana por delante, y estaba claro que lo íbamos hacer en varias de las habitaciones del piso, a mí también me pareció genial comenzar en su cuarto.

Me desnudó con bastante rapidez y nos tiramos en su cama. No sé si era por estar en su cuarto, a escondidas en casa de sus padres y el componente de prohibido que tiene eso, o el estar los dos juntos con más comodidad y luz que en mi coche, que la notaba realmente excitada. Cuando bajó a comerme la polla lo hizo con lascivia y se la notaba ansiosa, y cuando yo le hice sexo oral a ella, sus jadeos eran los más intensos que le había escuchado. De vez en cuando la miraba, y veía sus ojos cerrados y su boca abierta, entre su largo cabello rubio. Su pálido y delicado cuerpo se contorsionaba con las sacudidas de mi lengua por su sexo y sus pequeños pechos sonrosados se agitaban apuntando al techo.

Tras correrse en mi boca, la monté, penetrándola en su camita, entre carpetas y peluches de colores. Me pareció buena idea excitarla aún más, así que comencé a susurrarle al oído.

- Te he comido el coño en tu camita, te ha gustado? – le preguntaba

- Si, si – Sus jadeos se alternaban con respuestas entrecortadas

- Y ahora te la estoy metiendo en tu camita, la sientes?

- Ah, sí – jadeaba

- Te estoy follando en tu habitación, es lo que querías, verdad? – Insistía para excitarla más

No tardó en alcanzar un nuevo orgasmo, que empapó su cuerpo de sudor. Cambiamos un par de veces más de posición en su cama, probando la del perrito y otra con sus piernas por encima de mis hombros. Como ella tomaba la pastilla finalmente terminé dentro de ella en un delicioso orgasmo.

Nos fuimos a limpiar y luego a la cocina a tomar algo, ya más relajados. Bebimos y comimos algo para reponer fuerzas y de pasó me enseñó su casa. Deambulábamos por las estancias, completamente desnudos, hablando, jugando, sonriendo…

Terminamos sentándonos en el comedor, tomando un refresco y charlando. En estas que cogió su móvil y con una sonrisa de chica mala me dijo:

- Sabes lo que me encantaría hacer?

- Pues no, dime – pregunté intrigado

- Que nos hagamos fotos guarras! – confesó, y aunque en un primer instante me reí sorprendido, enseguida me pareció buena idea

- Ok, en qué estás pensando? – le pregunté

- Quiero hacerte fotos de la polla, chupándotela, mientras me la metes….un poco de todo – dijo con los ojos brillantes, visualizando en su mente todas las posibilidades – pero las haremos con mi móvil.

- Vale, a ver qué tal salen – le dije

- Bien, empecemos por aquí – dijo mientras se colocaba entre mis piernas.

Primero, comenzó haciendo fotos de mi pene en reposo, en primer plano. Me hacía gracia verla probar distintos planos con el móvil vertical y horizontal para ver como quedaba mejor. Luego con una mano sujetó mi pene mientras que con la otra seguía haciéndole fotos – Así, bien agarradito en mi mano – iba diciendo. Hizo varias fotos sosteniendo mi pene y apretándolo un poco entre sus dedos, hasta que me dio el móvil.

- Ten, sostenlo que voy a ponértela dura – y dicho esto comenzó hacerme una mamada. Yo estaba sentado en el sofá de piel, y ella arrodillada en un cojín en el suelo entre mis piernas. En ese momento, se le ocurrió la idea – Hmmm, aprovecha y hazme fotos mientras te la chupo – y me sonrió

Comencé hacerle fotos mientras me la mamaba. Para que no saliesen movidas, a veces le decía que parase un instante. Ella también posaba y ponía carita de viciosa, se colocaba la punta de mi pene sobre su lengua y así improvisábamos todo lo que se nos ocurría. Era muy excitante.

Y entonces, sonó el timbre de la puerta. En ese momento nos quedamos los dos congelados del susto. Por suerte, ella había puesto su llave en la cerradura, de forma que no se podía abrir desde fuera ni con la llave.

- Esperas a alguien? Serán tus padres? – pregunté algo asustado

- No, para nada. No será nadie. Espera un segundo, que voy a dar un vistazo por la mirilla y vuelvo.

Mi novia se encaminó dando saltitos de puntillas hacia el recibidor, y por el camino recogió su batín que se puso justo antes de verla desparecer por la puerta que daba a la entrada. Tras de si, cerró la puerta.

Pasaron unos segundos y no se oía nada, pero al cabo de unos instantes, se abrió la puerta del comedor, y reapareció mi chica, con un sonrisilla muy traviesa que yo no entendía muy bien, y el sobresalto fue mayúsculo, cuando detrás de ella apareció otra persona. No os podéis imaginar el bote que di en el sofá. Rápidamente agarré un cojín cercano y me tapé mis partes. Detrás de ella venía una amiga suya llamada Marta que alguna vez había visto con ella en el bar o en la disco, pero con la que apenas había intercambiado algunas palabras y, entre nosotros, tenía una pinta de ser una chica muy lanzada.

- Es Marta! – exclamó mi novia – como le conté que mis padres se iban, ha venido a verme.

- Vaya, os he pillado en medio de la faena – dijo Marta riendo mientras me repasaba desnudo en el sofá, tan sólo tapado por el cojín

- Pues sí, la verdad – dije algo cortado, sin saber porque mi novia había dejado entrar a su amiga

- Sabes lo que estábamos haciendo? – le dijo mi novia a Marta mientras cogía su móvil – Mira.

Mi novia empezó a pasar las fotos que nos acabábamos de hacer, las de la felación, las de mi polla, y ambas las miraban divertidas.

- Están muy bien las fotos, que morbo hacerlas! – dijo Marta entusiasmada. Ella era morena, igualmente delgada y pálida, vestía oscuro y para mi gusto iba ya muy maquillada para ser media mañana. Sin duda era una mujer que se arreglaba mucho, aunque sabía hacerlo y le quedaba bien.

Ambas estaban frente a mí, junto al sofá, de forma que mi novia se abalanzó sobre mi y tiró del cojín que tapaba mis partes al tiempo que me decía – Deja que te vea como la tienes! – En efecto, el cojín se escurrió inesperadamente entre mis dedos, y mi entiesa polla quedó bien visible apuntando hacia arriba. Hice el amago de taparme con mis manos, pero mi novia insistió – No te tapes, no ves que ya te la ha visto en esas fotos.

Ambas se sentaron en el suelo, en sendos cojines, mi novia entre mis piernas nuevamente, y su amiga justo al lado.

Mi novia cogió mi pene con su mano, y amasándolo un poco, se lo enseñó a su amiga. Ves, que grande la tiene, ya te lo dije – primera noticia de que habían estado hablando sobre cómo era mi polla en alguna otra ocasión entre ellas. Mi novia me masturbó unos instantes para ponérmela dura del todo y entonces le dijo a su amiga que me la agarrase ella también – Tócasela, ya verás que dura la tiene.

Marta me miró sonriente y cogió mi pene que igualmente amasó y masturbó arriba y abajo unos instantes.

- Uf – resoplaba Marta – si que la tienes dura, si.

Más tarde, mi novia me confesaría que la había dejado pasar porque le daba muchísimo morbo que su amiga me viera así, que viera mi polla, como si me estuviera exhibiendo. Quería que Marta viese la polla que con la ella jugaba.

- Igual nos podrías ayudar con algunas fotos, no? – preguntó mi novia a su amiga

- Ah, vale, jaja – Contestó Marta riendo

- Claro, tú podrás conseguir otros ángulos y no te saldrán movidas – seguía explicando mi novia la feliz idea que había tenido – hazme algunas así, desde el lado – y de pronto mi novia engulló mi pene de nuevo y comenzó a chuparlo, aunque mirando a su amiga, para que salieran bien las fotos, mirando a cámara.

Y mientras mi novia me la chupaba, relamía o se metía mis huevos en su boca, Marta no paraba de hacernos fotos.

- Dale a grabar video, que quiero tener un video mamándosela jajaja – reían ambas, mientras Marta intentaba localizar el botón de video.

Marta miraba como mi novia mamaba, pero también me miraba a mí cuando gemía o por el simple hecho de ver mi cara de placer, entre foto y foto que tomaba. Más de una vez nuestras miradas se cruzaban y nos dedicábamos una sonrisa de complicidad, mientras mi chica me la chupaba.

Cuando mi novia se cansó de mamar se incorporó, dejando mi polla muy dura, colorada y llena de saliva. Acto seguido hizo el gesto de sentarse sobre mí.

- Hazme unas fotos desde atrás, mientras me la voy metiendo – le indicó a Marta, y en efecto, mi novia se fue sentando sobre mi polla introduciéndosela lentamente para dar tiempo a que su amiga tomara las fotos pertinentes. Yo notaba como mi polla se abría paso dentro de su coño al estar tan húmeda, suponía que por la excitación de la situación. A Marta no la veía porque estaba situada detrás de mi novia, pero se oían los disparos de la cámara del móvil.

- Se ve bien? – preguntaba mi chica

- Si, si fenomenal – le respondía su amiga

Mi novia comenzó a botar, completamente ensartada y literalmente me empezó a follar. Ella se abrazó un poco a mí, de forma que sus pechos quedaron a la altura de mi boca y los comencé a besar y lamer. Ella se movía agitada botando, y gimiendo al compás. De vez en cuando veía a la amiga dar rodeos para tomarnos fotos. Yo, que tenía más contacto visual con Marta la veía como no dejaba de mirarnos, sonreír y hacer fotos. Deduje que también estaba excitada.

En un momento determinado mi novia se contorsionó hacia atrás, yo la sujeté por la espalda, y con un sonoro grito, anunció su orgasmo. Su cuerpo se quedó tembloroso, y de nuevo se abrazó a mí unos instantes en los que se quedó quieta, recuperándose.

- Vamos a seguir con la postura del perrito – la animé, intentando levantarla para volver a dejarla en el sofá y colocarme detrás. Ella abrió sus piernas, y miró a su amiga sonriendo, esperando que siguiera haciendo fotos. Por mi parte me coloqué detrás e introduje toda mi polla en su coño nuevamente.

Desde mi postura podía ver perfectamente como entraba y salía totalmente mi pene de su interior. Como se acaba de correr, comencé penetrándola lentamente, desde la punta hasta tocarle con el pubis sus glúteos. Cuando veía como mis dieciocho centímetros se perdían en su interior me excitaba muchísimo.

La sujeté por sus caderas y poco a poco incrementé el ritmo, follándomela a placer, y al suyo por los gemidos que soltaba. Marta se había separado un poco de nosotros, para hacer una foto apaisada en la que cupiésemos los dos a lo largo, y desde allí nos tomó varias fotos. Luego se vino cerca mío, y también tomó desde arriba sacando primeros planos de como mi pene entraba y salía de su amiga.

En un momento determinado noté algo incómoda la postura, así que le dije que se diera media vuelta y se tumbara boca arriba en el sofá, y entonces yo me acoplé encima en la postura del misionero, y ahí seguimos. De esta forma podía hacérselo más rápido, al tener más control de mi cuerpo y al sentirla gemir y decir que se corría de nuevo, me excité tanto que mi orgasmo también se adelantó. La follé con intensidad mientras se corría y le avisé que ahora me corría yo.

- Échamelo en la cara, como en las pelis – me dijo al tiempo que se incorporaba y se ponía de rodillas frente al sofá – Haz fotos de esto Marta – le dijo a su amiga

Me sorprendí, porque nunca habíamos hecho nada esto, pero estaba claro que hoy estaba muy excitada y quería probar cosas nuevas. Me puse de pie hacía ella, y comencé a masturbarme muy cerca de su cara, cuando ya notaba el orgasmo que venía. Antes de cerrar los ojos vi como mi novia también los cerraba y abría la boca con una gran sonrisa e incluso sacaba su sonrosada lengua que se agitaba entre los dientes esperando mi leche.

Arqueándome hacia atrás del placer, comencé a eyacular en su cara, y noté como mi polla expulsaba varios chorros, lo que me producía gran placer. Pasados los primeros instantes del orgasmo, recobré algunas fuerzas y volví a mirar a la cara de mi chica para ver como varios chorros blancos adornaban su cara, sus mejillas y su pelo, mientras ella seguía con su sonrisa. También divisé algo de mi leche en su traviesa lengua.

Rendido me desplomé en el sofá, para ver como rápidamente mi novia se lanzó en pos de mi polla que engulló golosa.

- Sí, déjasela limpia – la va animando Marta que se acerca para tomar primeros planos

Mi polla tiene restos de semen, que mi chica va limpiando con su lengua con varias relamidas y succiones, lo cual me genera un tremendo placer.

Por último mi chica le pide a su amiga que le saque varios primeros planos con mi semen por su cara, y allí se hacen las fotos en una postura bastante cómica, hasta que terminan y mi novia se va al baño a limpiarse. Yo me quedo agotado en sofá, desnudo con una semi-erección aún palpitante en la compañía de Marta que se sienta a mi lado y mientras revisa las fotos del móvil y me muestra algunas de ellas.

- Habéis echado un buen polvo, me ha gustado mucho. Me dejas que te haga una foto de la polla con mi móvil de recuerdo? No me atrevo a pedírselo a ella, porque eres su novio, pero me encantaría tener una foto de tu polla para verla cuando me apetezca.

- Ok, pero date prisa, que no tardará en volver – le respondo

Y así Marta me coge la polla nuevamente, aún semi-erecta y dispara un par de fotos, esta vez con su teléfono.

Tras esto, me fui a dar una ducha, y al salir encontré que mi chica se había vestido (bueno, iba con una especie de bikini puesto), y Marta se iba a quedar a comer pues ya casi era la hora. Yo decidí no vestirme, pues me daba morbo estar con ellas dos desnudo y ellas no se opusieron pues total, ya me habían visto.

Pedimos unas pizzas, y tras comer, nos sentamos en el comedor a ver las fotos que mi chica había pasado de su móvil a un pendrive que estaba ya conectado a la tele. Y viéndolas, nos pusimos cachondos los tres. Yo no tarde en tener una erección bien hermosa, y mi novia en comenzar a masturbarme. Ella misma fue quien ordenó a su amiga sentarse a mi otro lado, y entre las dos me masturbaron, no sin hacer alguna otra foto más con sus dos manos agarrando mi pene.

En el momento de correrme las manos de ambas chicas sujetaban mi pene, por lo que mi semen borboteante que se escurría sobre la piel de miembro, mojó sus dedos. Notar como sus manos humedecidas por mi semen seguían apretando y escurriendo mi polla fue realmente placentero.

Marta se marchó, pero yo me quedé aquel fin de semana entero en casa de mi novia, haciéndolo con ella por todos los rincones y nos lo pasamos muy bien, pero sin duda lo más morboso fue la sesión de fotos con su amiga.

La historia de mi compañera Kris

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Hola a todos y a todas, ¿me recordáis? Soy Joana, Joana López Carreño… Sí… Escribí mi historia hace un tiempo por consejo de mi sicóloga, la doctora Alicia Kreuser, y ciertamente me encuentro mucho mejor. Os quería agradecer las muestras de apoyo y simpatía que recibí por aquí. Gracias, muchas gracias.

¿Qué por qué escribo otra vez? Bien, no es nada relacionado conmigo, sino con otra paciente de Alicia llamada Cristina Aranda, Kris para amigos y conocidos. Kris y yo compartimos, por así decirlo, diván, ya que la doctora nos atiende por parejas; para que os hagáis una idea, cada dos chicas o cada dos chicos estamos en un mismo habitáculo, aunque diferente para cada pareja. No conozco los criterios, quizá afinidad de hechos vividos.

La cuestión es que un día coincidimos Kris y yo, cosa que no es habitual. Hablamos poco, porque ninguna de las dos teníamos ganas de ello. En cierto momento, la doctora llamó a Kris y ésta acudió tan nerviosa que se dejó el bolso al lado del asiento que había ocupado. No pude resistirme a la curiosidad: con el rabillo del ojo vi que estaba abierto y que me ofrecía una libreta de tapas rojas que destacaba entre sus pertenencias. Sin poder evitarlo, cogí la libreta y empecé a ojearla… ¡Dios mío! ¡Era su historia! Había seguido la misma terapia que yo, pero no se había atrevido a publicarla; su caligrafía era torpe y sus expresiones muy pobres, según pude comprobar. Sabiendo que estaría un buen rato con la doctora, no lo dudé un instante y, tras sacar mi móvil, me puse a fotografiar las páginas. No eran muchas y en poco tiempo acabé; dejé de nuevo la libreta en su lugar.

La he leído y os puedo asegurar que se trata de una historia diferente a la mía: en su caso hay un conjunto de desgracias que se van acumulando hasta llegar a un desolador final, si es que lo es, pues la narración queda abierta, o eso parece. He creído que os debía algo y por eso me atrevo a publicarla sin el permiso de su dueña. Igualmente veréis que está dividida en capítulos: esa contribución fue mía con la finalidad de ordenar un poco sus vivencias.

A veces, durante los episodios, Kris se retrata a sí misma, pero no lo hace en conjunto, así que seré yo la que os diga cómo es físicamente: es una pelirroja de grandes ojos azul claro; lleva una media melena ondulada que tiende a rizarse, aunque suele recogérsela en una cola de caballo. Es bastante más alta que yo, diría que mide 1,75, pero con un cuerpo proporcionado de largas y torneadas piernas. Su piel es muy blanca y algo pecosa, sobre todo en la nariz y en las mejillas.

Bien, dejémonos de preámbulos y pasemos a su historia. Espero que la disfrutéis.

I. El colegio

¡Coño con la doctora! ¡Qué pesada! ¡Que escriba lo que viví, sentí y pienso y no sé qué cojones más! ¡Las putas ganas que tengo! Quiero estar sola y que me dejen en paz, pero es como la gota malaya. Cada puto día preguntándome por mi diario. ¡Que se lo meta en el coño! Voy a escribir todo lo que me llevó hasta aquí, pero no lo verá. ¡Que se joda!

Mira que me levanté ilusionada y contenta aquel día que iba a ser especial… y que lo fue, la hostia puta, te aseguro que lo fue. Hace un año y me acuerdo perfectamente; sonó el despertador y salté de la cama. Sólo llevaba un tanguita: tengo las nalguitas respingonas pero prietas, y me encanta notar el aire en ellas. Siempre llevo tanga, y no sólo cuando me pongo pantalones, como la mayoría de las chicas. Por lo demás, duermo desnuda: mis tetas todavía son jóvenes y lozanas y se mantienen en su sitio.

En junio había acabado la universidad y con 23 años era licenciada en Humanidades; vivía en un pisito que mis padres me habían montado en la capital para que me independizara, y ese día esperaba la llamada de dos centros educativos: un colegio y una academia. ¡Iba ya a trabajar, tan jovencita! ¡Cómo no estar contenta!

Era un día especial y por eso, después de ducharme, opté por un conjunto de sujetador y faja tanga negro con encaje; no sé, recuerdo que pensé que la faja me estilizaría más. Fíjate si tengo en la cabeza esa mañana que no olvido que hacía bien poco me había salido una pequeña erupción en el abdomen, justo debajo de la teta izquierda y que cada seis horas, como en aquel momento, me aplicaba una crema. Un vestido de tirantes de amplio escote redondeado y con estampado étnico que me llegaba a medio muslo me dio un aire juvenil y discreto a la vez. Maquillaje y demás, lo mínimo. El cabello, como casi siempre, recogido en una coleta. Unas sandalias a juego, con tacón de seis centímetros, pulseras, collar y pendientes completaron mi estampa que irradiaba felicidad tras haber recibido ya las dos llamadas.

Salí de casa cagando leches y, cuando estaba a medio camino del bus, un sudor frío me asaltó: busqué y rebusqué en el enorme bolso que llevaba, pero, sí, me había olvidado las llaves y el billetero en casa… ¡La hostia puta! Corrí hacia el piso, por si la puerta había quedado entornada, pero qué va, estaba cerrada y bien cerrada… ¿Qué coño hacer? No tenía documentación (eso me pareció) ni pasta, excepto unas pocas monedas en el monedero, y tampoco podía llamar al colegio porque el maldito número de teléfono también estaba en casa. Quedaba una hora para la entrevista, pero debía recorrerme a pie media ciudad. “¡Qué coño, Kris!”, me dije, “Si vas rápida, es posible que llegues a tiempo; el trabajo es importante, muy importante, luego llamarás al cerrajero.”

Mientras me apresuraba por las calles bajo un sol de justicia, iba consultando mi iphone5 por si casualmente estaba registrado en él el número. No hubo suerte. ¡Dios! ¡Qué recuerdo! A medio camino me parecía estar sudando como un cerdo; no sé por qué me quedó grabado lo que me gritaron desde un andamio: “¡Pelirroja, no corras tanto, que yo me corro contigo!”

En fin, resoplando y con la frente perlada de sudor, llegué al colegio y me dirigí a una vacaburra con gafas que debía de ser la conserje.

- Hola – dije intentando recuperar el aliento – Soy Cristina Aranda.

- Llega usted con diez minutos de retraso, señorita – me contestó aquella arpía mirándome por encima de sus gafas – Sala del fondo. Espérese allí.

¡Tócate los ovarios! Al entrar en la sala vi que había cinco personas más: un gordo, un calvo y tres cincuentonas; de largo era yo la más joven. Saludé porque soy muy educada, y tomé asiento. Las maduritas se abanicaban sin cesar, el gordo estudiaba no sé qué papeles y el calvo me largaba miradas furtivas, o mejor dicho, las largaba al muslo que había dejado al descubierto cuando crucé las piernas.

¡Diez minutos tarde! ¡Tendría papo la vacaburra esa! ¡Una hora me tiré esperando mientras los demás iban entrando y saliendo de un despacho! ” Adiós, cerrajero”, pensé, “tengo el tiempo justo para ir a la otra entrevista; no podré ni comer.” Dirás que era una tontería, pero para una barrita de pan me llegaba; ahora bien, lo que más sentía era sed, ¡poco me imaginaba lo que llegaría a beber!

Al final salió del despacho una de las viejas acompañada de una voz:

- ¡Señorita Aranda, por favor!

Así que me levanté y me dirigí hacia allí.

2. El jefe de estudios

No olvidaré en la vida al gordo cabrón y seboso que estaba sentado a la mesa del despacho y que me invitó a hacer lo mismo; tenía doble papada, unos ojillos diminutos, porcinos, y un abultado abdomen que amenazaba con hacer explotar los botones de su camisa.

- Señorita Cristina Aranda.

- Sí.

- Recién licenciada en Humanidades. – revolvía unos papeles.

- Sí.

- Bien. – dio una palmada y se frotó las manos – Hábleme de usted.

- Bueno, – la verdad es que no sabía muy bien qué decir – tengo 23 años, soy natural de Villacedillos, aunque desde que empecé a estudiar en la universidad vivo aquí, en la capital.

- Muy bien, muy bien – no lo veía yo muy satisfecho – Algo más, señorita; ¿está soltera, casada…?

- Soltera, señor; soy muy joven – y sonreí porque recordaba que en las entrevistas de trabajo la sonrisa inspira confianza, y porque tengo unos dientes moldeados por unos aparatos que llevé, entre muchos lloros, durante mi infancia, y blanqueados gracias al dinero de mis padres.

- Hermosa sonrisa, señorita Aranda; y tiene usted razón: es muy joven, pero no muy espabilada. Aún no ha preguntado por mi nombre.

Recuerdo que enrojecí hasta la raíz del cabello… ¡sería hijoputa! No supe más que negar con la cabeza. La bola de sebo apoyó sus codos en la mesa y unió sus manos.

- Soy el señor Nicanor Pulgar, el jefe de estudios del colegio.

- Encantada, señor Pulgar – seguí sonriendo, ¿qué iba a hacer?

- Bien, y en Humanidades, ¿cuál es la materia que más le gusta, señorita Aranda?

Ahí me animé… Ésta es la mía, me dije.

- Pues mire, señor Pulgar, me encantan la Geografía y la Historia, son mi debilidad. De hecho, este último año hice prácticas de esas asignaturas en la escuela Del Sol y además, impartí clases particulares a algunos niños y niñas con resultados excelentes; traigo aquí unos papeles… – empecé a rebuscar en el bolso, pero no me dejó terminar sino que, extendiendo hacia mí la palma de su mano derecha, me cortó:

- Vales, vale, señorita; me parece perfecto. Y esto… ¿el francés, lo domina?

Yo creo que vio que ponía los ojos como platos: ¿el francés? ¿Y qué tenía que ver el francés con las Humanidades?

- Pues, para serle sincera – respondí – tengo un conocimiento medio de inglés, algo de alemán…, pero francés, no – me sentía derrotada.

Bueno, pues ahora alucina; el hijo de la gran puta echó la silla hacia atrás y con el dedo índice de la mano derecha se señaló la entrepierna a la vez que decía:

- El francés, señorita, el francés.

Estoy segura de que en aquel momento toda la sangre me subió a las mejillas, pues me sentí superacalorada. Recuerdo que me levanté de un salto y con toda la dignidad que me fue posible le dije:

- ¿Cómo se atreve, trozo de carne? ¡Será hijoputa cabrón!

Y me di la vuelta, muy cabreada, para dirigirme hacia la puerta; sin embargo, antes de abrirla, oí:

- El trabajo es suyo, señorita. Le prometo 2500 euros netos… mensuales… catorce pagas.

Lentamente me volví hacia él; me miraba con una sonrisa asquerosa:

- Pero he de cerciorarme del dominio del francés.

¿Qué iba a hacer? Con ese sueldo podría fardar ante mis hermanas y ante mis amigas, y dejar de vivir a costa de mis padres. Durante la beca Erasmus yo ya había practicado el francés, eso sí, sin tragar: ¿qué pasa? Yo chupaba y él, Renato, me lo chupaba… De todos modos, debía asegurar más; me acerqué a la mesa de nuevo:

- ¿Qué tipo de contrato?

- Fijo, indefinido y a tiempo completo. Geografía e Historia de la ESO para usted – leía la lascivia en sus ojos.

¿Por qué no, Kris?, me dije. Dejé el bolso en la mesa:

- Muy bien, pero no quiero entretenerme mucho.

El gordo cabrón, removiéndose en la silla, la fue empujando hasta que quedó al lado de la mesa.

- Señorita: condiciones. Una, yo aquí en la silla…, puede usted ver que no estoy muy ágil; dos, sería más agradable para mí si usted se quedara en… digamos… en paños menores, y tres, con la calma. El puesto requiere un nivel alto de francés – te aseguro que ésas fueron las palabras de ese cerdo, y además las iba remarcando con sus gordos dedos.

El rubor volvió a teñir mis mejillas, pero… ¿qué más daban sus putas condiciones? ¿Qué podía tardar: cinco, siete, diez minutos? Mucho más me ofrecía él.

Asentí y, sin decir palabra, me saqué el vestido: nada más fácil, salía por la cabeza. El gordo babeaba:

- Es usted realmente preciosa, señorita Aranda – empezó a jadear – Aplíquese.

Me puse de rodillas entre sus piernas y le bajé la bragueta. Saqué un miembro, cómo decirlo, morcillón. Me puse a chuparlo y no tardé en notar sus manos en mi cabello. Intenté hacerlo con la máxima suavidad y dedicación posible, como había aprendido con Renato; los jadeos que oía encima de mí indicaban que estaba alcanzando mi objetivo, aunque su pene no llegara a ponerse muy duro. Crispó sus manos agarrándome con fuerza y con un “¡Aaaaah!” empezó a bombear; no tuve más remedio que tragar el semen que expulsaba. Eso fue nuevo para mí, nunca había conocido el sabor agrio de la leche masculina… ¿Lo conoces tú?

Eran ya los últimos manguerazos cuando un aire fresco que azotó mis nalgas me avisó de que habían abierto la puerta del despacho.

- ¡Oh! ¡¡Señor Pulgar!! ¡¡Qué vergüenza!!

Era la vacaburra de la entrada; enrojecí hasta el último pelo del coño, pero no me atreví a separar mi boca del ya fláccido pene… ¡cualquiera se daba la vuelta!

- ¡Cálmese, señora Asunción! La chica quería el trabajo a cualquier precio.

Pero… ¡qué decía el hijoputa!, pensé mientras mi lengua jugueteaba con su pequeña polla.

- ¡Señor Pulgar! – su voz sonaba toda dignidad – Una cosa es una profesora, y otra muy distinta una puta – y cerró la puerta de golpe.

- Bueno, bueno – dijo entonces el gordo, apartándome con suavidad y regresando la polla a su sitio – Tranquila, no te agobies. Lo has hecho muy bien.

¿Qué quería? ¿Que aplaudiese? Yo seguía a gatas, aunque con el dorso de la mano izquierda me limpiaba el semen que había quedado en mis labios.

- De todos modos, señorita Aranda, este incidente lo cambia todo. Comprenderá usted que ahora es de todo punto imposible admitirla en el colegio. ¡Menuda es la señora Asunción!

No daba crédito a mis oídos: ¿qué cojones estaba diciendo ese hijo de la gran puta? Yo había cumplido mi parte. Me puse en pie, un brazo en jarras y el otro señalándole con el índice:

- ¡Oiga usted, cabrón de mierda! ¡Yo he tragado hasta la última gota de su asquerosa leche! –estaba muy irritada, sudada y desmelenada, y no fui capaz de ver cómo iba cambiando la expresión de su rostro – ¡Usted cumple con lo dicho o…!

¡Que no estaba ágil, el gordo! De un salto me cogió de la muñeca del brazo extendido y me empujó con violencia contra la pared, con una de sus rodillas hundida en mi coño.

- ¡O qué, puta asquerosa, o qué! – gritaba como un loco empapándome de babas – ¡¿Quieres que llame a la policía, eso quieres, fulana de mierda?!

- No… no… – hipé medio llorosa, no sé si por la vergüenza o por el dolor que me producía. Me soltó.

- Ya te estás largando con viento fresco si no quieres que lo haga.

Muy nerviosa me puse el vestido, cogí el bolso y salí escopetada. Por suerte, la vacaburra no estaba en la entrada.

3. La academia

¡La puta! ¡Qué vergüenza y qué rabia sentía mientras recorría las calles casi temblando de los nervios! No puedes ni imaginarte lo que sentía en ese momento: había sido la puta del gordo y, además, sin cobrar un céntimo… ¡Mecagüen la hostia! Me senté en un banco para que mi corazón se recuperase y calmase un poco. Tenía que centrarme: aún quedaba otra entrevista y para ella faltaba poco más de una hora.

Mi estómago se quejó, pues no había desayunado e intuía que tampoco podría comer; rebusqué en el bolso hasta encontrar el monedero: llevaba encima 85 céntimos que, al menos, me servirían para comprarme un botellín de agua con el que calmar la sed y desprenderme del regusto agrio de la leche del puto Nicanor. Calculé que, a pie como iba, tardaría unos tres cuartos de hora en llegar a la academia; ya más tranquila, se me iluminó la mirada: ¡el ebook! Sí, lo comprobé, estaba en el bolso.

Intenté olvidar lo que me había sucedido mientras me encaminaba hacia el lugar y mientras leía el ebook sentada en un banco cercano a la academia, pero me era imposible. Una y otra vez me asaltaba el recuerdo y, en esos momentos, sentía punzadas de ansiedad.

Me armé de valor, “¡Kris, aquí tendrás más suerte!”, y me planté en la recepción; al menos, el conserje era joven y estaba bueno; parecía simpático.

- Hola, soy Cristina Aranda. Tenía una cita.

- Hola, guapa. A ver…uuummm… Cristina Aranda… aquí estás. Ok. Siéntate ahí mientras aviso – me señalaba un par de sillones que estaban enfrente de él.

Mientras llamaba por teléfono, no tuve ningún reparo en enseñarle el muslo; es más, creo que incluso me arremangué un poco la falda del vestido, pero, al mirar el reloj, me di cuenta de que ya tocaba aplicarse la cremita en el sarpullido que te he comentado antes. Lamenté dejar al tío buenorro sin su ración de muslo cuando me encaminé hacia él:

- Perdona, ¿el baño? Es una urgencia – me ruboricé un poco.

- Eeee… esto, sí – se le veía claramente decepcionado – Allí al fondo, a tu izquierda, verás unas escaleras. Las bajas y es la segunda puerta a la derecha.

Se lo agradecí con mi mejor sonrisa y me dirigí al punto indicado: tenía razón, en la puerta se leía con claridad “Señoras”.

Era un baño peculiar, en forma de ele; a mi izquierda quedaban dos excusados y girando al final estaban el lavabo y el espejo, que era lo que yo quería. Para aplicarme la crema, tenía que sacarme el vestido, no había otra, y la única percha se encontraba entre los dos excusados.

“Bueno”, recuerdo que pensé, “¿quién coño va a entrar aquí? Si este lugar está vacío, no hay ni Dios… menos el tío bueno.” Así que, sin dudarlo, saqué el potecito del bolso y lo colgué; me saqué el vestido y lo colgué también, y me dirigí al espejo para darme la crema. Lo hice con mucho cuidado de no mancharme el sujetador y me lavé concienzudamente las manos. Aproveché para soltarme la melena y volverme a hacer la coleta, bastante maltrecha tras el incidente del colegio.

No veas qué susto me llevé cuando regresé a la percha: allí no había nada, nada de nada, ni bolso, ni vestido, ni nada. El corazón me empezó a latir con fuerza y noté un sudor frío… ¿Qué coño había ocurrido? Muy nerviosa, entré dos y tres veces en cada excusado, recorrí con la vista las paredes de arriba abajo… nada… Me apoyé medio llorosa en las frías baldosas y me dejé resbalar hasta quedarme sentada en el suelo, con los brazos cruzados por delante de las piernas. Hundí la cabeza en los muslos…” ¿Qué cojones hago ahora?”, me dije, los ojos llenos de lágrimas. No podía casi respirar: la ansiedad se había apoderado de mí.

Imagina que me pasé así casi veinte minutos, momento en el cual golpearon con suavidad a la puerta:

- ¿Cristina? ¿Cristina Aranda? – era la voz del conserje.

- Sí – sollocé.

- ¿Te encuentras bien?

- ¡Por favor! – casi chillé.

Abrió de golpe la puerta.

- ¡Hostias, chica! ¿Qué te ha pasado?

- ¡No lo sé, no lo sé! – repetía como una tonta con la respiración entrecortada debido a un terrible ataque de ansiedad.

Bueno… ¡no veas qué tropa, los hijosputas estos! ¿Qué crees que hicieron? El tío buenorro llamó a no sé quién por una especie de walkie-talkie mientras me acariciaba la cabeza con suavidad y me pedía que me tranquilizase. Luego llegó una mujer, luego un tío… total… que me ofrecieron lo único que habían encontrado en la academia: adivina… un vestido de putón que dudo que te lo pusieras siquiera para ir a una fiesta de disfraces; era de escote palabra de honor, pero tanto que las tetas casi se me escapaban por encima, además de dejar a la vista medio sujetador y sus tiras, y tan corto que notaba el aire en la parte baja de las nalgas… y ¡rojo pasión!, ¡ya te cagas! Recuerdo que en aquel momento decidí meterme en un excusado para sacarme el sujetador: ¡podía ir como un putón, pero no haciendo el ridículo! Se lo di a la mujer, que lo cogió con el índice y el pulgar, como si le diera asco, ¡menuda gilipollas! ¡Qué cabrones! Todo amabilidad, me dieron la dirección de la comisaría más cercana ¡a cuatro manzanas! ¡Imagínate tú vestida así por la calle! ¡Dios, qué vergüenza pasé! Lo que no me dijeron en esos momentos, no me lo dirán nunca. Te puedo asegurar que ya, a partir de aquí, no me ha abandonado la ansiedad que me aprieta el corazón y que me hace difícil el respirar.

Luego comprendí que esos hijos de la gran puta sólo se sacaron el problema de encima.

4. En la comisaría

En la comisaría, y ya asediada, acosada y desnudada por todas las miradas masculinas, acabé frente a la mesa de un detective. Recuerdo que era un hombre vulgar, de aspecto descuidado y muy áspero al trato.

- ¿Sí? – masculló sin mirarme.

- Verá – las lágrimas empezaron a llegar a mis ojos – Quería denunciar un robo…

- Un momento – me cortó de malos modos mientras tecleaba no sé qué cojones.

Así me pasé diez minutos como una boba; de pronto, oí a mi derecha:

- ¡Eh! ¡¿Por qué me lleváis a mí y a esa puta no?!

Me volví y vi a un tipo agitanado que me señalaba; le empujaba un policía:

- ¡Cállate de una vez y tira palante!

Ahora el grito me vino por la izquierda:

- Y tú, ¿con quién coño estás?

Giré la cabeza: era un tipo desgarbado y vestido con un traje barato.

- Con él – señalé a la mesa, pero en ese momento la silla del detective estaba vacía.

- ¡¡Manolo!! – volvió a gritar aquel hombre – ¡Llévate a esta fulana de aquí y ponla en su sitio!

La sangre se agolpó de nuevo en mis mejillas:

- Pe… pero, oiga… – me cortó una mano que con fuerza me había cogido del brazo y me obligaba a levantarme:

- ¡Venga, tía, a tu puto sitio!

Te aseguro que yo me debatí cuanto pude chillando:

- ¡Oiga, oiga, yo no he hecho nada!

- Que sí, que sí… – y el tipo me arrastraba hacia una puerta lateral; no pude resistirme.

Cuando cruzamos la puerta y ésta se cerró tras nosotros, se hizo el silencio. El agente o lo que cojones fuera miró a un lado y a otro antes de hacerlo hacia mí. En sus ojos relucía el deseo.

- ¿Qué? Jodiéndome el trabajo, ¿eh, guarra?

Yo creo que estaba llorando a mares:

- No es lo que… – acerté a musitar, pero el tipo abrió otra puerta y me empujó sin contemplaciones. Era una pequeña habitación con una mesa de aluminio y una silla de escay.

Con una mano me amorró a la mesa y con la otra hurgó por debajo de la tira del tanga y me hundió dos dedos en el coño. Yo hacía esfuerzos por liberarme, pero de veras que era muy fuerte. Me apretaba tan brutalmente en el cuello que a duras penas podía soltar grititos ahogados. Oí su voz en mi oreja:

- Estás muy buena, zorra. Tienes un buen culo – me pegó una palmada en las nalgas – Ahora te estás quietecita, si no quieres que te mate. ¿A quién le va a importar una puta menos?

Noté que rebajaba la presión de su mano y la apartaba de mí. El corazón me latía a mil por hora, temblaba toda yo; aun así, levanté un poco la cabeza para intentar explicarme:

- Oiga, yo…

Había empezado a decir entre jadeos, pero no tuve más tiempo; volvió a hundir su mano en mi cuello con tal violencia que me di un golpe muy doloroso, pero no pude gritarlo porque sentía que me estaba ahogando.

- A ver, furcia de mierda… ¿qué es lo que no has entendido? Quiero follar y te voy a follar. No quiero oír otra palabra, ¿de acuerdo?

¡Por el amor de Dios! ¿Qué iba a hacer yo? Pues estarme quietecita y esperar que, después de follarme, fuera más razonable. Sentí que apartaba la tira del tanga y que sus dedos volvían a hurgarme el coño, esta vez ya más húmedo.

- Uuummm – parecía satisfecho.

No tardé en notar cómo su instrumento empezaba a penetrarme, con tranquilidad pero con fuerza… ¡Dios mío! Recuerdo perfectamente ese mástil, duro como una roca, que iba abriéndose paso en mi interior y rozándome el clítoris para producirme, muy a mi pesar, un placer indescriptible. Inconscientemente, empecé a menear el trasero:

- Muy bien, zorrona, muy bien – jadeaba el cabrón.

Ahora me había agarrado por los muslos y había iniciado un fuerte vaivén que yo sentía y sentía a la vez que oía su golpeteo en mis nalgas. El vestido se me había deslizado y mis tetas, con los pezones como pelotitas, se aplastaban sobre el frío aluminio. Me cogí con fuerza a la mesa y no entiendo cómo no saltó toda la crema del tubo que aún tenía agarrado y que no solté, te lo aseguro; era lo único que me seguía ligando a mi vida y que impedía mi locura. Creo que me corrí dos o tres veces antes de que él sacara su polla de mi coño (cosa que lamenté) y la hundiera en la raja de mi culo mientras, agitándose y gimiendo, se corría. Noté que su semen se esparcía por mis nalgas y, sin duda, por la tira del tanga, que había vuelto a su lugar, y por el vestido.

Cayó derrotado sobre mí. Yo, melena empapada y sin rastro de coleta, no podía respirar, pero no me atrevía a moverme. Se levantó y me propinó de nuevo una potente y dolorosa palmada en el trasero.

- ¡De puta madre! ¡Levántate!

Así lo hice; mientras volvía a cubrirme las tetas sudando a mares, me volví hacia él:

- Oiga – resoplé – Esto es una equivocación…

Te puedo asegurar que el bofetón que me arreó me hizo ver muchas estrellas.

- ¡Que te calles ya, furcia de mierda! ¡Me tienes hasta los cojones!

De nuevo me arrastró sin piedad hasta el final del pasillo.

- ¡Pedro, coño, ábreme la celda!

Un policía uniformado, algo mayor, acudió a su llamada. Intenté resistirme, pero el tío que me había follado me empujó al suelo de la celda. Oí que volvían a cerrar la puerta.

- ¡Vaya peleona, tío! ¡Habrase visto, la fulana!

5. Con las putas

Como pude, me levanté ayudándome de los brazos hasta quedarme de rodillas: me dolía todo el cuerpo, pero especialmente la mejilla que había recibido la bofetada. En mi trasero notaba que el semen iba secándose. El cabello, totalmente desmelenado, me tapaba cualquier punto de visión excepto el de mis tetas, que ante mis ojos volvían a bambolearse libres del vestido. Me lo subí de nuevo. Ahí en el suelo vi el tubito de crema, que agarré de nuevo. Estaba llorosa, temblorosa y ansiosa cuando levanté la vista para ver que no me encontraba sola: había allí seis o siete putas de verdad.

Reconozco que me precipité, pero no pude evitarlo: de golpe me levanté y corrí a los barrotes a los que me agarré con fuerza:

- ¡Pedro, escúcheme! ¡Yo no soy como ésas, ha de sacarme de aquí! ¡Esto es un error! – chillé y pateé como loca, pero el policía no se inmutó.

Como es de suponer, mis palabras sacaron de quicio a las demás. Las noté cerca, muy cerca a mi espalda:

- Vaya con la señoritinga… Es mejor que nosotras.

- Será una puta de lujo.

- Ya verás, so guarrona, cuando se vaya el madero…

Estoy convencida de que en aquel momento me meé. La ansiedad ya me impedía respirar, así que me senté de nuevo en el suelo (no me atreví a pedir sitio a las demás). Es horrible estar esperando una tortura que sabes que va a llegar.

Poco a poco fueron pasando las horas; a mi desgraciada situación se unían los rugidos del puto estómago: llevaba todo el día sin probar bocado. No sé, supongo que en prisión el horario de comidas debe de ser como en un hospital ya que por allí no pasó ni un mendrugo de pan.

Estaba anocheciendo y se encendían de modo automático las luces del pabellón; al poco, Pedro nos miró:

- Lo siento, chicas, pero nadie ha venido a por vosotras. Me temo que tendréis que dormir aquí.

Las otras empezaron a protestar.

- ¡Pedro, mira qué melones tengo! ¡Son tuyos si me sacas, guapetón!

El policía negó con la cabeza y sonrió; al cabo de un cuarto de hora volvió a dirigirse a nosotras:

- Bueno – dando una palmada en sus rodillas, se levantó – Ahora he de ir a hacer la ronda. Dentro de media horita, Ismael vendrá aquí. Él hará el turno de noche. Portaos bien, ¿vale?

Sabía que era mi sentencia de muerte. Empecé a temblar. No bien se cerró la puerta tras el policía, se acercaron de nuevo a mí.

- ¿Qué? – dijo una cincuentona desdentada – ¿No dices nada ahora, pijaputa?

- ¡Anda con la pelirroja esta! ¡Mírala, parece una gatita!

Yo lloraba en silencio.

- ¡Levantadla! – ordenó la vieja.

Me cogieron por los sobacos y me obligaron a ponerme en pie. La desdentada me señaló con dedo acusador:

- Eres una idiota, chiquilla. La has bien jodido. Nadie nos insulta y se queda tan ancho. ¡Mira esto! – se levantó de un golpe la falda dejando a la vista su arrugado chocho – ¡Por aquí, niña, han pasado mil pollas y ahora va a pasar una lengua que habla demasiado! – volvió a cubrirse y se sentó, piernas abiertas, en una de las pocas sillas que había – ¡Ponedla de rodillas y obligadla a chuparme el coño!

Me resistí lo que pude con gritos, súplicas, lloros, pero no hubo tu tía; las cabronas me doblegaron y choqué con las rodillas en el suelo. El tubito de crema se fue por el suelo.

- ¡Vas a venir a gatas y me lo vas a chupar hasta que yo te diga! – chilló aquella vieja loca.

Me negué moviendo tercamente la cabeza. De pronto, se levantó, se acercó y me propinó tal bofetón en la misma mejilla en la que lo había hecho el policía que me fui de cabeza al suelo notando el sabor de la sangre en mi boca.

- ¿Qué me dices ahora, pijaputa? – estaba arrodillada a mi lado.

¿Tú qué hubieses hecho? Dime, ¿qué hubieses hecho? Rodeada de unas putas que podían matarme y quedarse tan tranquilas. Asentí. Cuando se sentó de nuevo, me puse a gatear en su dirección. Las demás jaleaban y me daban terribles palmadas y golpes llenos de rabia en el culo; imagínate si era doloroso que en un par de ocasiones me flaquearon las rodillas. Mis nalgas hervían cuando me situé entre los muslos de la vieja y me apliqué a su coño. Espero que nunca sepas lo que es el hedor de la orina mezclado con el de los flujos vaginales: yo sí lo sé y no lo olvidaré nunca. Tres o cuatro veces se corrió aquella cincuentona y tres o cuatro veces tuve que beberme todos sus líquidos, mientras las demás gritaban y, de vez en cuando, me golpeaban con saña el trasero.

De pronto, me agarró con fuerza del cabello y me obligó a mirarla; supongo que yo tenía los ojos anegados en lágrimas y los labios brillantes de líquidos. Millones de agujas parecían clavarse en mi cabeza. Una sonrisa desdeñosa:

- Pelirroja: te has tragado tus palabras… ¡ahora te las vas a comer!

Me empujó con violencia y caí hacia atrás; como pude, me apoyé en los codos y vi que mis tetas bamboleaban libres de nuevo del puto vestido. El sabor a sangre se mezclaba con los demás.

- ¡Haced que se coma todo el tubo!

Intenté incorporarme, pero en seguida fui agarrada por muchas manos. Intenté mantener cerrada la boca, pero unas terribles presiones en las mejillas y alguien que me tapó la nariz me obligaron a abrirla… empezaron a vaciar el tubo y yo tragué, tragué…

El ruido de la puerta obligó a acabar aquella macabra fiesta; todas se separaron de mí y quedé en el centro de la celda hecha un guiñapo: el pelo sucio, enmarañado y sin rastro de mi coleta; creo que el vestido había quedado reducido a una especie de banda en mi abdomen, dejando a la vista culo y tetas. Allí, hipando y temblando, con un gusto amargante en la boca que chorreaba crema, me quedé hasta el día siguiente sin pegar ojo hasta que, mucho más tarde, me adormilé hecha polvo.

6. El desenlace

- ¡Oye! ¡En el atestado salen siete y aquí hay ocho tías!

- Pues no sé, señor. Será un error.

- Qué error ni qué cojones. A ver qué ha pasado aquí. Vamos a llamarlas.

- Sí, señor.

Esa conversación fue lo primero que oí cuando me fui despertando de la pesadilla que había vivido la noche anterior. Abrí poco a poco los ojos. La luz de la mañana ya entraba por los ventanales del pabellón. Sentía que era la única que seguía en el suelo; me ardían el labio inferior y las nalgas.

- A ver. Tú, la del suelo, levántate.

No hice ni el amago; estaba muy cansada y dolorida. Tan pronto como fui tomando conciencia de mí misma, la ansiedad regresó a mi corazón.

- ¡Que te levantes, coño!

Obedecí lentamente: ya me costaba respirar. De manera mecánica, me cubrí como buenamente pude.

- Chicas: a medida que os nombre os vais poniendo a este lado – era un hombretón corpulento el que decía eso, acerté a ver. Fanny, Lucy, Bombón… no sé qué dijo, pero mi nombre no. Me quedé sola.

- ¿Y tú? – se dirigía a mí – ¿Quién cojones eres?

No pude más y empecé a llorar desconsoladamente, echando restos de crema por todas partes; el hombre se alarmó:

- ¿Qué pasa aquí? Ismael, ¿quién es ésta?

- Y yo qué sé – se encogió de hombros.

- Joder; cálmate y dime tu nombre, ¿cómo te llamas?

Entre hipidos y sollozos dije:

- Cris… Cristina… Aranda.

- Pero, ¡por el amor de Dios! ¡No está en la lista! ¿Qué haces aquí?

Conseguí hilvanar mi historia de aquel día, que los hombres y las chicas escucharon horrorizados. No tardaron en sacarme de allí y darme ropa decente, una camiseta y unos vaqueros. Pero aún faltaba algo más: cuando llegamos a mi piso, comprobamos que alguien, sin duda el que me había robado el bolso, había forzado la puerta y se había llevado todo lo de valor; sin duda, y sin yo saberlo, algún documento habría en él.

Fue ver aquel desastre y empezar a sentir terribles retortijones en el estómago: de veras que no pude más y por mucho que intenté llegar al baño, me fue imposible y a medio camino empecé a vomitar sobre el parqué; los demás se apartaron con cara de asco. En fin, entre vomitonas y diarreas hediondas llegaron los servicios de urgencia, que casi se desmayan cuando entraron en el baño donde yo estaba cagando… No es para reír: tres lavados de estómago y cuatro días en el hospital…

Bueno, queridos lectores, esto es lo que había en la libreta de Kris. ¿Creéis que es para tanto? ¿Realmente creéis que sufrió la mitad de lo que yo sufrí? Y ahí está, siguiendo la misma terapia, aunque ya lo comenta Alicia: no todos somos igual de fuertes.

Me siento mala, pues a medida que leía su historia yo me iba sintiendo mejor; sí, ya conozco el refrán que reza: mal de muchos, consuelo de tontos; pero eso no quita que el saber que otra gente ha sufrido casi tanto como una, te sirve para darte cuenta de que no es que el mundo esté en tu contra o que seas especialmente desgraciada, sino que tuviste la mala suerte de estar en el momento y en el lugar equivocado.

Gracias por vuestra atención e interés y hasta otra.

Joana

Grita, que nadie va a oírte

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Ronronronronronronronronnn…. Las lavadoras no dejaban de traquetear al unísono en el cuarto de la lavandería, produciendo un sonido aburrido y relajante. Al menos a él le gustaba mucho. Virgo solía poner las lavadoras por la noche para aprovechar las tarifas nocturnas, y porque así era menos aburrido. Al día siguiente, cuando se levantara, la ropa estaría ya lavada y seca, sólo tendría que sacarla, embolsarla y repartirla entre sus dueñas. Ahora que todas las lavadoras estaban en funcionamiento, él podía irse a dormir tranquilamente a su apartamento. No estaba lejos de la lavandería, pero tenía que cruzar el parque. En verano no le importaba, anochecía más tarde y aunque tuviese que volver ya de noche cerrada, siempre había luces y gente, por tarde que fuese… en invierno era otra historia. Como el parque era menos frecuentado en esa época del año, para ahorrar, las luces las apagaban como a las ocho y no había nadie por allí. Ni siquiera parejitas pegándose el lote.

“Por las mismas, tampoco tiene porqué haber ningún atracador ni nadie malo…” pensó Virgo echando a andar, subiéndose el cuello de la cazadora y metiendo las manos en los bolsillos del vaquero. Hacía frío, pero el trayecto no era largo, apenas diez minutos a pie, lo que tardaba en cruzar el parque y llegar al otro edificio, donde se alojaban los estudiantes de género masculino y él tenía su vivienda. Lo único malo era eso, cruzar el parque… Pero no había otro medio de llegar, más que saliendo por el camino principal de la Universidad, salir de ella, llegar hasta el Instituto con el colindaba, cruzar el aparcamiento, salir a la calle, rodear todo el complejo y volver a entrar por el otro lado y caminar hasta su casa, lo que se ponía en dos horas a pie. No era una buena idea.

Pronto las luces del edificio donde estaba la lavandería se perdieron entre los árboles del parque a medida que avanzaba a buen paso, dejando sólo oscuridad y silencio a su alrededor. Conocía bien el camino, pero aún así tenía miedo de despistarse, el parque no era pequeñito precisamente. Sólo lo acompañaba el sonido de su propia respiración, hasta que le pareció oír algo a su espalda. Se volvió. Naturalmente, no había nada ni nadie. Recuperó la dirección y siguió andando, con el oído atento. A su espalda, las hojas se movieron.

“Sólo es el viento, nada más, sólo eso…” se repetía Virgo girando la cabeza cada poco rato, reprimiendo el impulso de echar a correr, pero apretando el paso. Era sólo su imaginación, solamente su imaginación, pero le parecía que tenía a alguien detrás… o a algo. No por nada en realidad, sólo era una especie de sensación incómoda, la intuición de que alguien le estaba vigilando. Casi le parecía oír pasos y se paró en seco.

Silencio. Sólo silencio. Ni siquiera soplaba viento, todo estaba quieto. Virgo dejó escapar una sonrisa de alivio, cuando oyó un crujido, como si alguien acabase de pisar una rama seca y se volvió hacia el sonido. No lo veía. No podía oírlo, pero estaba ahí. Fuese lo que fuese, ahí estaba, acechándole. Virgo echó un pie atrás, lentamente. “No es nada… una castaña que se habrá caído del árbol, o una ardilla que se ha movido”, pensó, pero ni él mismo se lo creía.

-¿Hola…? – dijo vacilante. “Si es un animal, no va a contestarme, huirá. Si es alguien que se ha perdido, saldrá. Y si es un vagabundo que duerme por aquí, me mandará a freír espárragos”. Nadie contestó. Una vez más, no se oyó nada, y Virgo llegó a convencerse de que no había nadie allí. Conservando la vista fija en aquél punto, echó a andar hacia atrás, y empezó a volverse para seguir su camino.

“Ya lo ves, no era nada. No hay porqué tener miedo”. Podría haberle quedado bien la frase, si no hubiera oído un salto amortiguado y una risa baja a sus espaldas; ahora sí que ya no había duda, Virgo emitió un gemido y echó a correr sin mirar para atrás, oyó claramente que la risa se hacía más audible y algo lo perseguía a grandes saltos, trastabilló, alargó la zancada todo lo que pudo, esquivando los árboles, mientras la risa se hacía más aguda, y entonces algo grande y pesado le cayó en la espalda, tumbándole de inmediato.

-¡No! ¡NO! – gritó, pero la criatura lo inmovilizó con maestría y su risa baja y cruel resonó directamente en sus oídos. Las piernas de Virgo temblaron y un gemido se le escapó del pecho cuando sintió una lengua tórrida lamer su oreja y su mejilla.

-Te pillé. Te gané otra vez. – jadeó su captora a su espalda, frotándose contra él. Virgo sonrió y tembló, a medio camino entre los nervios, el alivio y la excitación. Ella le dio la vuelta bruscamente y le agarró de las muñecas.

-Ho-hola, Ju-Ju-Junior – a Virgo le molestaba ser un poco tartamudo, pero por alguna razón, a Junior le encantaba su defecto, y rugió baja y profundamente, enseñándole los colmillos, para mostrar su aprobación. El joven lavandero dejó escapar una bobalicona sonrisa cachonda, enseñando sus dientes, con los incisivos un poco grandes y su mandíbula saliente. Coral, Junior como la llamaban para distinguirla de su madre, estaba completamente desnuda sobre él, frotándose sobre su cuerpo, que empezaba a reaccionar. Le sujetó las muñecas con una sola mano, y con la garra libre le acarició la cara y después le abrió la cazadora lentamente y con toda suavidad, desgarró su camisa de cuadros de arriba abajo – Haaaah… te he echado de menoooos….

Virgo no podía explicarse por qué, pero Junior, la chica “puro sexo”, la “cosa salvaje” de la Universidad, se había encandilado con él, y lo cierto es que podía ser muy bestia, pero no sabía qué tenía que… cuando empezaba a rasgarle la ropa, a morderle, incluso cuando se le iba la mano y le hacía sangrar, su placer subía a cotas que él no había creído posibles. La joven sonrió y agarrándole de nuevo con las dos manos, se agachó y le besó el pecho, lamiéndole el vello, mordiéndole los pezones. Virgo gritó entre risas y sus caderas se movieron solas, ¡quemaba! Él había estado con unas cuantas chicas, y todas solían tener la boca caliente, sí, ¡pero la de Junior quemaba como un fogón! ¡Y era estupendo!

-¿Te gustan los besos…? – jadeó ella, con su voz ronca y baja – ¿Te gustan los mimitos y las caricias, Roy….? – Virgo asintió. Se llamaba Rodrigo, pero desde adolescente le habían colgado el motecito de Virgo por su signo zodiacal y su poca suerte con las chicas, pero cuando estaban juntos, ella le llamaba Roy, no Virgo. Era la única que le llamaba así, y le gustaba, le gustaba mucho dejar de ser virgo por un ratito – Vamos a darte mimos…

Él asintió, incapaz de hablar, notando que el botón del vaquero corría el riesgo de salir disparado de un momento a otro, sintiendo, pese a la gruesa tela, la humedad de ella. Junior le soltó los brazos para acariciarle el pecho, y Roy puso los ojos en blanco de gusto cuando sus manos le tocaron y sus afiladas uñas le arañaron suavemente el pecho. Lo hacía con toda suavidad, muy lentamente, pero eran afiladas como agujas y dejaban marcas rosadas en su piel, y cada reguero era una tortura de pasión y placer. “¿¡Cómo lo hace?!” pensaba Roy “Dioooos, tengo ganas de que me destroce la piel, de que me atraviese, de que me desgarre…”

Junior se divertía viendo cómo el deseo crecía en su amante, y bajó más aún. El bulto del vaquero palpitaba, la joven agarró el cierre y pegó un tirón seco de él, arrancó el botón y rompió la cremallera. Roy emitió un grito tartamudeado de placer y notó que estaba babeando de ganas, mientras sus manos crispadas agarraban la hierba del parque a puñados. A Junior le hubiera gustado lamer el apetitoso regalo que acababa de desenvolver, pero ella también tenía ganas, muchas ganas, retiró el soso slip blanco y se dejó caer sin previo aviso sobre su polla erecta y ansiosa.

-¡AAaaaaaaaaaah….! – La joven gritó sin contenerse lo más mínimo, y aunque más ahogadamente, su compañero no le fue a la zaga. Roy sabía que Virgo estaba pensando que aquello era una locura, que alguien podría oírlos y él estaría poniendo en apuros la reputación de una señorita… pero Roy estaba muy ocupado gozando como un loco del sexo ardiente de Junior, qué caliente estaba, ardía como ardía su boca, era increíble… podía notar los flujos de ella deslizándose por su piel mientras ella botaba entre risas y grititos de gusto. – Tócame – ordenó, y le cogió de las manos para llevarlas a sus pechos.

“Me gustan muchísimo sus tetas, un montón” pensó con torpeza mientras se las apretaba. Las chicas siempre le habían dicho que no sabía acariciar, que era un bruto, motivo por el que, para las pocas novias que había tenido, se había llevado infinidad de bofetones, pero a Junior no le iban las caricias suaves, ella sólo deseaba que la apretase como si estuviera exprimiendo naranjas, y Roy sonreía mientras las estrujaba con fuerza hasta dejarle los dedos marcados. Le pescó los pezones y se los retorció.

-¡AAAAH, SÍ, CABRÓN! – Rugió. Junior no era una chica fina precisamente, “pero le gusto. No sé porqué, pero le gusto, y creo que mucho… aaaah… cómo me aprieta”. La joven tensaba los músculos de su sexo, masajeando el miembro de Roy, sin parar de saltar sobre él, cada vez más rápido y más desaforadamente.

“No… no voy a aguantar mucho así…”. Roy notaba cómo el placer se agolpaba en la base de su polla, cómo el dulce picor se iba haciendo más intenso a cada embestida de ella sobre él, pero también los jadeos de Junior se hacían más roncos y profundos cada vez, no le quedaba mucho. Roy le apretó los pezones y estiró de ellos, y su amante dio una convulsión, sus muslos le atenazaron con tanta fuerza que se quedó sin respiración y se dejó caer con más fuerza sobre él.

Roy notó que el placer le venía y no podía hacer nada por contenerlo, le vencía y una agradable explosión vació sus testículos, su semen fue casi aspirado por Junior y sus caderas se elevaron en golpes, mientras el placer, el maravilloso placer se extendía por su cuerpo, recorriendo su espina dorsal y haciendo temblar sus piernas mientras él se vaciaba y Junior se contraía sobre su polla, gozando, tiritó y un profundo aullido de placer pareció romper la noche en pedazos.

Los dos jadeaban, recuperando la respiración. Junior se había dejado caer sobre el pecho de Virgo, y éste, con una atontada sonrisita de satisfacción, la abrazaba y acariciaba la melena negrísima y brillante. “Tiene cola… se ha relajado mucho hoy, si no, no le habría salido la cola, ¿eso será que le ha gustado más que otras veces…?”. Las primeras veces, a Virgo le había dado miedo, luego le produjo curiosidad… ahora ya se había acostumbrado. Junior era una licántropo. Es cierto que eso, le hacía ser un poco más salvaje que otras chicas. Más apasionada, más promiscua también, “pero de momento, está conmigo, y mientras estemos bien, no usará a otros machos”. Eso, se lo había dicho la propia Junior, y Virgo sabía que no le mentía, porque nunca lo había hecho. Si le había dicho la verdad sobre su condición, ¿por qué iba a ocultarle si tuviese otros amantes? Es cierto que Virgo, aunque a veces le llamasen gusano, no tenía nada de licántropo, y no tenía idea de a dónde iba esa relación, si es que iba a alguna parte, pero de momento, los dos lo estaban pasando bien… ¿qué sentido tenía hacerse preguntas?

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