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Channel: Fantasias eroticas – Relatos Eroticos
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Gran sueño

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Resultaba gris levantar la mirada, ya que el día era nublado y lluvioso, mejor era seguir enfrascada en mi libro, debajo de mis sabanas cálidas y mullidas. Solo había una cosa que me sacaba de mi lectura… era el¡¡¡

Tan solo acordarme de él, me recorría un escalofrió por la espalda y hacia que mi entrepierna se contrajese anhelante de tener sus manos cerca de ella.

El agua estaba francamente fría, enjabonaba los platos con desgana, pero no había otra opción, cuando de repente oí unos pasos cerca de mí y sin darme de cuenta lo tenía detrás mía, acariciando mis nalgas a través de mis finas y cortas mallas negras, sin dilación metió su mano dentro de mis pantalones acariciando los cachetes de mi trasero que sobresalían de mi tanga de encaje rojo, solté el plato acompañado de un bajo gemido y al intentar darme la vuelta me lo negó acorralándome contra la encimera, cogiendo con ganas mis pechos, sacándolos de mi sujetador y pellizcándolos como una dulce tortura, mientras él apoyaba contra mi trasero su dura erección. Era imposible resistirse a ese hombre moreno y musculoso, era un adonis y tenerlo cerca era un suplicio, no poder tocarlo y ver como con un simple enviste podía hacerme gemir sin remedio.

Mientras tanto, el seguía acariciando mis pechos con ansiedad, de repente el toqueteo ceso ,y note como sus manos se deslizaban por mi cuerpo, introduciendo, con sorpresa, sus dedos por mi pantalón bajándolos y haciendo que mi cuerpo se encendiera sin remedio dejando ver mi minúsculo tanga, él se agacho, bajándome los pantalones con lentitud pero sin cesar y de repente se acercó y me beso la nalga derecha haciendo que mi cuerpo se revelara y me moviera sin control, pasando a morderme con ganas mi nalga izquierda a la vez que sacaba mis pantalones por mis tobillos desnudos, dejándome así en desventaja por mi desnudez.

Bruscamente me giro, dejando mi sexo a la altura de su vista, con una mirada lasciva, recorrió mi pierna con su húmeda lengua, bordeando mi monte de venus y haciendo suscitar en mi sexo una terrible pero dulce oleada de calor interior, se levantó y me miro con una sonrisa pícara, con su grandes manos me cogió sin elección la cara e introdujo su juguetona lengua en mi boca buscando la mía, jugueteando con ella, mientras conseguía que me derritiera. Cogió mi mano y tiro de ella sin poder resistirlo llevándome en volandas hacia el pasillo en penumbras que conducía a esa gran cama con cuatro postes oscuros que la rodeaban, dándole una imagen de majestuosidad y picardía a la vez. Una vez allí, semidesnuda me volvió aprisionar, contra uno de los postes derechos de la cama, consiguiendo que lo abrazase con fuerza, se acercó sin remedio a mi oído , susurrándome jadeos intensos, haciendo que me estremeciera más aun, ceso y poco a poco recorrió mi mejilla con sus cálidos labios, llegando a mi nuca , respirando sobre ella y rozando su lengua contra ella haciendo que enloqueciera sin remedio, se desprendió de mi escotada camiseta dejándome así indefensa ante él, siguió con el abridor de mi sujetador rojo, y sin cesar recorrió el centro de mi espalda haciendo que temblara y jadease, cosa que le estimulaba a seguir torturándome. De repente se encontró con mi culo levemente enrojecido pos su mordisco, el cual beso y procuro un leve pero intenso azote, sin parar se deslizo y succiono con ansias hasta dejar una marca de su paso por ahí, las ganas que recorrían mi cuerpo hicieron que arquease mi espalada dejando a la vista el interior de mi trasero, dándole facilidades para que lo besara y lo lamiera sin mesura, impacientemente abrió aún más mis nalgas, dando paso a su impaciente lengua que ardía en deseos por saborearme. Consiguió que enloqueciera, mientras introdujo su lengua dentro de mí, una y otra vez, a la vez que masajea mis rosadas nalgas con sus manos. Mientras él se entretenía divertido, yo pasaba mis dedos ansiosos por mis mojados labios, y en un arrebato, decidí girarme y apoderarme de la situación, lo eleve del suelo y lo empuje con pasión contra la pared gélida haciéndole suspirar por su frialdad, le mire y le cogí con fuerza de su sudadera sacándosela por la cabeza dejando a la vista ese torso de adonis que posee, lo acaricie con lujuria dirigiendo mis manos a sus pantalones con un aparatoso cinturón del que me deshice con impaciencia, bajando sus pantalones, y siguiendo con sus boxes negros dejando a la vista su gran erección que me animaba a admirarla y a cogerla entre mis manos mientas le besaba apasionadamente la boca, acaricie su pene erecto poco a poco, con mi mano de arriba abajo viendo en sus ojos el placer. Deslice mi boca por su cuello, buscando con mi lengua su pezón el cual saboree y mordisquee con picardía, proseguí y llegando a su miembro que se me presentaba como un pecado irresistible, lo rodee con mi lengua y lo introduje en mi boca apretando con ganas, mientras notaba como se retorcía y me miraba con ganas, deseaba que no parase, succione como si me fuera la vida en ello por el placer de satisfacerle, subía y bajaba sacándolo de mi boca y bordeándolo con mi lengua, metiendo a la vez sus bolas en mi boca caliente ,saboreándolo como si de un manjar se tratara, volví a introducir esa gran erección en mi boca pero esta vez hasta el final de mi boca, rozando mi campanilla ansiosa por oírle pedir más, seguí con ahínco, aumentando el vaivén de mi boca mientras él me cogía la cabeza deseando que no parase, y gimiendo con fuerza, seguí hasta ver como su pene se ensancha y era recorrido por las ansias, casi llegando al clímax, cese en mi intento y me levante, buscando su boca , el me tumbo con desenfreno en la cama y me abrió de piernas sin darme tiempo a pensar ni a resistirme, bajo su juguetona boca a mi ingle y succiono mi labio haciéndome gritar, jugaba con mi sexo haciendo que me retorciese en la cama incluso intente resistirme a lo cual el cogió mis muñecas y las aprisiono contra la cama aumentando así mi ansia, me hacía sufrir placenteramente succionando mi clítoris, rodeándolo con la lengua y moviéndola con eficacia , de repente me soltó una muñeca e introdujo su dedo en mi culito haciendo que mis sensaciones aumentasen y sin poder resistirlo ,me rebele y me levante de un brinco de la cama, cogiéndolo así con fuerza, lo postre en la cama contemplando su preciosa desnudez que me enloquecía y subiéndome a horcajadas sobre sus piernas, me deslice lentamente hasta encontrar su boca situada bajo mi sexo dejando que lo saborease poco a poco cuando de repente lo retire, creándole una furia incontrolable, se lo volví a ceder de nuevo , él se apodero de él cogiéndome de las nalgas y comiéndolo con impaciencia, me retire y buscando su sexo introduje lentamente su pene en mi dilatado y ansioso culito mojado, la primera investida fue corta pero intensa , mi cuerpo pedía más, el volvió arremeter con una penetración más profunda consiguiendo dilatarme del todo haciéndome sentir una oleada irremediable de calor, las embestidas eran más tensas y rítmicas, mientas mi clítoris era a la vez estimulado pos su cuerpo que lo frotaba con ganas, le cabalgue con fuerza mientras el lamia mis pezones y me los mordisquea cosa que me erizaba sin remedio, haciéndome llegar al séptimo cielo, el ceso y cogió mis posaderas con ganas aumentando el ritmo de su penetración haciendo que me doblegas ante su torso sin remedio y dejándome cerca de su respiración jadeante, hizo que llegase al clímax sin poderlo remediar, mientras sus embestidas ya no tenían limite , se tensó susurrándome su placer, mientras mi orgasmo se eternizaba ,se corrió acompañado de un gran gemido y un fuerte suspiro que me ruborizo pero hizo que saliese en mí una sonrisa de mujer perversa y picara, que me encantaba.

Cansados, suspiramos profundamente y me tumbo sobre su regazo abrazándome y acariciándome el pelo desordenado, haciéndome suspirar y pensar que no podría existir mejor momento, con una mejor persona que él, sonrió…y de repente un estruendoso trueno me despierto asustada aunque húmeda de mi sueño erótico, con él, ese gran adonis.


El sexto sentido

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SABADO 11 DE AGOSTO 2012

En un intento de huir de la monotonía diaria nos embarcamos en el abito urbanita llamado vacaciones y éstas a veces resultan no ser todo lo satisfactoria que esperamos. Los diez días que llevo en la playa, me están resultando de lo más rutinario. Todos las mañanas playa, después un poquito de chiringuito, más playa… Almuerzo y siesta… Bueno, mi familia supone que duermo la siesta…… Pero la verdadera razón por la que me meto en mi cuarto todos los días a esta hora, es : el sexo por Internet… No, no es que me ponga a ver como hombres desnudos, ejercitan el sexo; no, mis motivaciones son otras. Te cuento. Me he dado de alta en una página de esas de contactos, tipo “hombre soltero busca” y me he aficionado un poco a hablar con gente de allí; gente con la que sabes que nunca vas a llegar a nada; como mucho al habitual calentón y su correspondiente dolor de huevos. Pero como la mente es libre y la fantasía también. Ahí estamos, creándonos momentos no vividos.

El caso es que me encuentro chateando con un “amigo virtual” de la citada página, cuando sin motivo aparente se me va la linea de ADSL, y, por tanto, la apasionada conversación se va al traste…

-¡mecagoenlosmuertossuputamadreamen!

En fin, que en vista del éxito de crítica y público, me dispongo a echarme la siesta, y esta vez de verdad; pues cabrearse ni es sano, ni sirve para nada con tanta calor…

No he cerrado siquiera aún los ojos, cuando mi sobrino entra enfadado en la habitación, no sé que historia de un video juego; cuando me entero que lo pilla a través de Internet… ¡Con la iglesia hemos topado!

-¡Porfatito porfatito llama para que lo arreglen!-dice gritando insistentemente.

Eah, ¿Pues que quieres que te cuente? Que aquí estoy yo, a las cuatro de la tarde en pleno mes de agosto, llamando a Molestar..¿Cuándo aprenderé a decir la palabra NO? Primero me atiende el amable contestador automático, marco los dígitos que requiere la opción avería de Internet y me atiende otro simpático buzón de voz, que me dice que todos los operarios están ocupados que permanezca a la espera, unos minutos después, recibo el tono de comunicando; la llamada se ha cortado…

Repito la operación por tres veces consecutivas más y a la cuarta va la vencida, consigo hablar con una chica, con acento extranjero, que tras hacer algunas averiguaciones, con los datos que me pide; me constesta en un español macarronico, con cierto tufillo a árabe, que el problema de la avería está en mi ordenador, le pregunto cual es el problema, me vuelve a repetir lo mismo con idénticas palabras ( ¡la pobre!, si sólo le habrán enseñado a decir eso,¿ que voy a esperar yo, en agosto y a las cuatro de la tarde?)…. desesperado: cuelgo…

Vuelvo a insistir, repitiendo toda la operación, esta vez tengo éxito a la primera y me atiende un chico; su acento es sudamericano,¡ Díos !¡ por lo menos nos vamos a entender! Éste me dice que el problema es que no tengo línea, ( ¡ Un Premio Nobel para el muchacho,por lo menos! ¡Cómo se ha calentado la sesera!) que si quiere me manda un técnico pero que me cuesta 24,95 € por los gastos de desplazamiento… ¡mecagoenlosmuertos! Respiro hondo, el pobre no tiene culpa, él lo que le mandan… Pido hablar con su superior inmediato,… hace como que me va a pasar pero en realidad, me cuelga. ¡Que manera de escurrir el bulto!

Dicen que la paciencia es la madre de las ciencias; a mi se me está agotando. Vuelvo otra vez a reiterar el ritual, en esta ocasión sólo tengo que llamar dos veces para que me lo coja un operario, esta vez es otro chico de acento sudamericano, pero parece más espabilado que él otro y me dice, tras hacer unas comprobaciones pertinentes a través de mi PC, que el problema es del repetidor de la zona, que me mandan mañana un técnico, me pide un número de móvil. ( de cobrarme por el servicio, no me dice “ni pío”).

Al rato me llama un tal José Luis, dice ser el técnico de la zona, me pregunta si a las once del día siguiente es buena hora para ir a ver la averiá; yo le respondo afirmativamente.

DOMINGO 12 DE AGOSTO 2012 11:15

Toda mi familia se ha ido a la playa, excepto mi madre y yo. Mi progenitora porque no sé que historia con la vecina, yo esperando al técnico del ADSL… Cuando suena el timbre salgo hacia la puerta con unas calzonas de andar por casa (las cual tengo que reconocer me quedan bastante bien, ¡Me hacen un paquete y un culo estupendo!) y unas chanclas como única vestimenta, al abrir me encuentro con un tío de unos treinta y poco años con un uniforme de Molestar. Te lo voy a describir con detalle, porque ejemplares como él que tenía delante no son muy habituales en la fauna urbana de hoy en día: Metro ochenta más o menos, cabello rubio claro, ojos azules para perderse en ellos una temporada, una perillita aterciopelada y unos labios para comer y que te coman, fornido y musculado, pero no de gimnasio y mariconadas de pesas, del trabajo diario, en fin ; una cosita fuera de lo habitual. Es sólo verlo y me pongo cardíaco perdido. Y es que, por mucho que se hable últimamente de la prima de riesgo, ¡Dónde se ponga el primo de Zumosol!…

Nos saludamos con un apretón de mano, a continuación lo conduzco a la habitación donde está el dichoso modem…. Cuando llegamos al cuarto, y ve, el poco espacio que tiene para maniobrar, empieza a protestar por lo bajini, yo intento quitarle hierro al asunto y suelto una de las barbaridades mías, de esas, que se me ocurren de vez en cuando.

-La verdad es que esto está mas estrecho que un dedo en el culo

-Depende de que culo, pisha – me contesta José Luis riéndose.- Que hay algunos culos que les cabe el barco Titanic de “lao” con la orquesta y las tres horas de pelicula….

Miralo, que “graciocillo” ha salido el técnico, no hay duda que con esa perillita y esos ojos azules hará las delicias de las mujeres del pueblo, y esos pelos del pecho que se le escapan por la botonadura de la camisa seguro que traerá loca a más de una, y si ya te fijas en su sonrisa morbosa, a más no poder, es evidente que el meterla en caliente no le es difícil… No como a servidor, que se sube por las paredes, del tiempo que hace que no me pego un buen meneo…(Bueenoo, sólo diez días ¡Pero ya es mucho! Que uno está de vacaciones, y esta “mu descansao”)

El caso es, querido técnico, que todos esos encantos que tienes, esos pectorales en su sitio, un buen paquete y ese culo, tan perfectamente marcadito por el uniforme, no te van a servir de nada conmigo, yo tengo un sexto sentido para los heterosexuales y sé señalar mi territorio… Y por mucho que tú me gustes (que me gustas), no hay nadie mejor que yo para mantener bajo control sus primitivos instintos… Por eso cuando para poder acceder a la torre del PC, me ayudas a mover los muebles y se te hinchan los pectorales, yo no miro…Ni me doy cuenta siquiera de que me sonríes picaramente, cuando sin querer, nuestras manos se rozan brevemente… Tienes un letrero de prohibido al paso pintado en tu cara… una señal de peligro infranqueable….Por eso, cuando te agachas para ver los cables de conexión del modem con la torre del PC y desde donde yo estoy, puedo ver, como se te baja un pelín el pantalón, dejando entrever la peluda y excitante raja de tu culo… ¡Yo no miro! Tienes hetero escrito en la frente, mi sexto sentido me lo dice.

-Las conexiones están todas bien- me dice limpiándose morbosamente el sudor de la frente.

-El chico que me atendió me dijo que era un fallo del repetidor de la zona- mi voz intenta sonar contundente, como si fuera dueño de la verdad absoluta.

-Seguro que fue un “machupichu” de los cojones… ¡ Yo no sé ni porque los contratan!

¿Quizás porque son más baratos y los explotan de manera brutal? Me digo para mis adentros, pero al bruto este, no pienso darle ninguna explicación… ¿Machupichu…? ¡Hay que ver cuánto daño ha hecho la serie de televisión Aida al sentir popular español! Cada vez, está más claro que no tengo ni que mirar, pues si piensa así de los emigrantes, tres cuartos pensará de los homosexuales… Está rico como un queso, pero es un menú prohibido…

-Siéntate delante del teclado.. Vamos a hacer unas comprobaciones-mientras me dice esto se pasa una mano por el interior de la camisa, tocándose su sudado pectoral… A mi eso no me excita..¡ni siquiera un poquito!¡Palabrita del niño Jesús!

-Cuando quieras- le digo, una vez me encuentro sentado delante del ordenador.

Me pide que teclee un código incomprensible; tan incomprensible que me lo tiene que deletrear de nuevo.

- Pues de aquí no es… Al modem llega la señal…. pero a ver…¡Haz el favor, teclea esto…!

Otro código incomprensible, nuevo deletreo…

- Joder, no hay cabrones en el mundo- dice levantándose y en un tono que denota que ya ha dado con la clave. Le ha faltado gritar ¡Eureka!

- ¿Qué es lo que pasa?- le pregunto expectante.

- Un “espabilao” que se ha conectado a tu wi-fi- dice a la vez que vuelve a conectar unos cables.

- ¿Y es por eso, por lo que no tengo línea?

- Por eso y porque el “nota” se ha metido con un programa de estos de descargas y te ha chupado todo el ancho de banda.- me da la sensación de que José Luis ha pronunciado lo último de manera insinuante, pero seguro que son imaginaciones mías. ¡Y es que el ladrón….!

Se pone tras de mí de pie, se agacha levemente y teclea no sé que códigos, mientras hace esto, el espacio entre su paquete y mi hombro desnudo se ve reducido a lo mínimo … a mi esto no me excita ni lo más mínimo,prueba de ello es que, el bulto que se asoma bajo la tela de mis pequeña calzonas, no denota excitación alguna. ¡Noo que vaa!…¡Que “malito” me estoy poniendo!

Así que en vez de apartarme cuando el rosa su …¿ se le ha puesto dura? No es que uno tenga el hombro muy sensible, pero una polla empalmada y una que no lo está son evidentes en cualquier parte del cuerpo… Y la del técnico comienza a estarlo… Así que hago como que me pica el hombro, no porque quiera acariciar su paquete con los dedos. Es que me pica el hombro de verdad ¡ no seas mal pensado, hombre!

Y lo peor es que José Luis, lejos de apartarse cuando mis manos tocan mi hombro y por extensión su polla,; se acerca más y restriega su bulto contra mis dedos… todo ello sin dejar de teclear los ininteligibles códigos en el ordenador… Con muchos profesionales como él, en este país…¡Y otro gallo nos cantaría!

-Mariano, ¿El muchacho querrá una cerveza?

La voz de mi madre nos devuelve a José Luis y a mi a la cruda realidad; no estamos solos en casa. No sé porque, pero tengo la misma sensación al oírla, que cuando iba a llamarme a la plaza del pueblo para que volviera a casa… Se me acaba de terminar el juego… Y eso que yo no quería.(Ni siquiera un poquito, de verdad hombre, ¡palabrita del niño Jesús!)

José Luis declina la cerveza, pero si acepta un refresco, cosas del tener que conducir… Mientras mi madre va por el dichoso refresquito . El atractivo técnico me explica como ha solucionado el problema:

-Te he instalado un programa que te cargará un código aleatorio interno cada cierto tiempo, así aunque te copien la clave los descolgará y con ello los programas de descargas no podrán robarte el ancho de banda- me dice tranquilamente, con una profesionalidad fuera de lo común, como si no hubiera pasado nada segundos antes.

-Jo, ¡así da gusto!.. Sabes ayer cogí un cabreo enorme por la “desantención” al cliente…. Estuve a punto hasta de darme de baja.- digo con total tranquilidad, uniéndome al club de los “aquí no ha pasado nada”

-Te voy a dar mi teléfono directo… Por si otra vez tienes problemas- me dice dándome una tarjetita y guiñándome picaremente un ojo .

Un refresco después, se despide de mí dándome un fuerte apretón de mano y diciendo que sí tenía algún problema no dudara en llamarlo. Mientras observo como baja las escaleras, pienso que mi sexto sentido ya no es lo que fue, y es que me pasa como al niño de la película: “En ocasiones veo heteros…” Incluso cuando no los hay.

-¿Mariano que le pasaba al Internet?- pregunta mi madre, mientras se compone la ropa ante el espejo.

-Que un vecino me estaba robando el ancho de banda

-¿Quién ?…-pregunta extrañada.

-No se sabe-digo yo despreocupadamente.

-¿ Y lo ha dejado arreglado?

-Si, pero el técnico tiene que venir otro día.-digo yo, con total convencimiento.

-¡Ay, tantas modernuras!-dice mi madre, al verse superada por la tecnología- Bueno, yo me voy que tengo que ir con Concha a ver su prima, que anda pachucha la mujer. – al despedirse me da un beso.

¡Jo, con la señora! Lo podía haber dicho antes… Miro el teléfono, incluso se me pasa por la cabeza la tentación de llamarlo ….Pero no quiero parecer impaciente… Así que decido darme una ducha, para aplacar los “calores”… ¿ Me acompañas?….

La conclusión de esta historia, la publiqué en su momento en la Sección Gay, bajo el título ” Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL”. Si te interesa saber como acaba, nada más que tienes que entrar en mi perfil

GRACIAS POR LEERME

Piratas del Espacio

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Desperté de repente. En un momento, negrura y vacío absolutos. Al segundo siguiente, mis ojos estaban abiertos, asombrados, y mi boca se abría jadeando, como un pez que boquea fuera del agua. Estaba mirando hacia arriba, a través de un cristal de plástico transparente y, cuando traté de moverme, me di cuenta de que estaba confinado dentro de una caja acolchada, lo bastante grande para contenerme. Una escasa luz mortecina iluminaba aquel sarcófago de plástico y metal.

¿Dónde demonios estaba? En un primer momento, me invadió el terror. Ni siquiera recordaba mi nombre. ¿Qué hacía allí? ¿Quién era? ¿Qué estaba sucediendo? Estaba completamente desorientado. Sólo sentía un intenso frío que remitía poco a poco, sustituido por un agradable calor. Pronto, el vaho provocado por mi respiración fue desapareciendo con rapidez de los bordes del plástico situado sobre mí.

Calma, me dije, tienes que serenarte, calma, calma, respira hondo.

Entonces, los recuerdos empezaron a regresar a mi mente. Colono aprendiz de Tecnoingeniero de Grado C34 Alex Martínez, aunque todos me llamaban Lucky, dieciocho años, nacido en la Confederación de Naciones, en la vieja Tierra. Telépata de grado bajo, apenas un treinta por ciento en el test Randi de percepción extrasensorial.

Recordaba el puerto espacial, la multitud de cámaras y periodistas contenidos con firmeza por una hilera de soldados, cómo embarcamos en la nave de transporte CMX Hécate, la sonrisa cansada de la mujer mayor vestida de blanco mientras decía “No tengas miedo, cielo. Es sólo un pinchazo. Suerte en vuestro viaje a las Colonias.”

Recordé también la aguja, introduciéndose en mi brazo, con los aportes y vitaminas necesarios para un viaje criogenizado en animación suspendida. Y después… nada. Nada hasta esta cubierta transparente claustrofóbica que casi me tocaba la nariz.

Como si me hubiera leído el pensamiento, la cubierta de la cámara comenzó a abrirse con una especie de resoplido, expulsando algún chorro de vapor. Poco a poco, mientras mis músculos se quejaban, me incorporé.

Las luces se fueron conectando una tras otra. Aquello no era la sala de prácticas de la vieja Tierra, no eran las sesiones de prácticas y entrenamientos para el largo viaje. Estaba observando por primera vez un compartimento de hibernación de una nave intergaláctica de transporte.

Pero algo iba mal. ¿Dónde estaba el resto de la gente? Se me había dicho que cuando la nave espacial llegara a su destino, todo el mundo se despertaría a la vez. Y. sin embargo, allí estaba yo, completamente despierto, mientras que mis compañeros de viaje se encontraban en sus compartimentos, durmiendo. No se produjo ningún movimiento en ninguna de las otras cámaras de hibernación.

Intenté serenar mi respiración. Quizás fuera inevitable un lapso de tiempo de unos pocos minutos. Quizás yo hubiera sido el primero. Seguro que si esperaba un poco, el resto de sarcófagos comenzarían a abrirse, los cobertores de plástico se retirarían y mis compañeros de viaje se sentarían en las camas, parpadeando y recuperándose de años de sueño.

Así que decidí esperar.

Y esperé.

Esperé.

Esperé.

Pero no sucedió nada. No escuchaba ningún sonido, salvo el zumbido casi imperceptible de los motores de la nave, que la impulsaban a través de la oscuridad del vacío sideral, entre las estrellas.

Me sentí terriblemente solo. Y muy asustado.

Salí de mi compartimento, algo azorado por mi desnudez. Una reacción bastante estúpida, tenía que reconocerlo, porque estaba completamente solo, no había nadie que pudiera verme. La sensación del frío suelo de acero bajo mis pies desnudos me provocó un escalofrío. Me asomé al compartimento de hibernación más próximo. Dentro había un muchacho de aproximadamente mi edad, con la piel de un tono canela. Sus ojos cerrados en su atractivo rostro en un sueño profundo. Me acordé de su nombre. Era Carmelo Duncan, otro de los técnicos que, como yo, debían aportar sus conocimientos a la colonización del Sector 417-A.

La certeza me golpeó como una piedra. Todos estaban dormidos. Sólo yo me había despertado antes de que llegara el momento. La única persona despierta en una nave espacial, a varios cientos de millones de kilómetros de distancia de cualquier parte.

Calma, calma, calma. Sin duda todo se debía a algún tipo de error del ordenador de la nave. No tenía más que dirigirme al Centro de Control, arreglar el problema –crucé los dedos para que el problema tuviera solución –y volver a sumirme en el estado de hibernación hasta la llegada.

Primero me dirigí hacia una de las taquillas en las paredes. Un frío rótulo con letras negras. “Alexander Martínez – 784578 – C34”. Lo abrí y saqué una mochila negra de su interior. Sin duda dentro estaría mi mono de sintepiel gris con el que poder vestirme.

Al correr la cremallera de la mochila, mis manos palparon unos cables entrelazados. Enseguida me di cuenta de lo que era, una de las escasas pertenencias de la Tierra que había traído conmigo: un estimulador neuronal, un juguetito que, sujeto por una cinta a la sien, amplificaba las sensaciones. Cuando lo adquirí hace unos cuantos años, apenas había leído las instrucciones. Como casi todos los muchachos de mi edad, lo había usado, no pude evitar enrojecer, para mis sesiones masturbatorias.

No había más que colocarlo sobre la frente, ajustar la potencia y comenzar a pajearse. El estimulador mandaba las señales al cerebro multiplicadas por dos, tres o lo que uno marcara en el dial. Y vaya si lo había utilizado. De hecho, el uso lo había estropeado y no funcionaba del todo bien. Si uno lo ponía en las escalas máximas, las sensaciones eran demasiado intensas hasta llegar a ser peligrosas. Una de las últimas veces que lo había usado casi perdí la conciencia del placer.

Lo sostuve en mi mano, recordando aquellos momentos, mientras el espejo de la taquilla me devolvía mi imagen: un chaval de dieciocho años, completamente desnudo, de pelo negro y piel muy pálida, ojos achinados, estirado, estrecho de hombros y delgaducho, a pesar del duro entrenamiento al que había sido sometido, junto al resto de miembros de la tripulación, para sobrellevar el largo viaje. A pesar del momento inoportuno, tenía una erección. Lentamente, no pude evitar deslizar la mano hasta mi grueso pene, comenzando a acariciarlo, sintiéndolo pulsar, como si tuviera vida propia. Miré el amplificador neuronal, pensando en colocarlo sobre mi frente…

Con un bufido, metí el cacharro dentro de uno de los bolsillos del mono y me vestí lo más deprisa que pude. ¿Qué demonios estaba haciendo? Estaba en una situación angustiosa y yo me comportaba como un adolescente pajillero. Con rapidez, acomodándome como pude la erección dentro del mono gris, me vestí y me dispuse a salir al pasillo.

Las luces eran tenues en el estrecho corredor, con aberturas a ambos lados a intervalos regulares. Debía estar en la bodega de carga de la nave, donde se apilaban en filas los cientos de cámaras de hibernación, los colonos que repoblarían el Sector 147-A. Bajo mis pies estaban los generadores, con lo que sobre mí debían hallarse los paneles de control y los sistemas de soporte vital.

Por fin llegué a unas escaleras. Por encima del zumbido de los motores pude detectar otro sonido: palabras murmuradas, una conversación que cesó repentinamente. Durante un momento pensé que todo debía ser parte de mi imaginación, pero las pisadas de unos pies calzados con botas me sacaron de mi error. No estaba solo.

¿Habría alguien más despierto aparte de mí? En el trayecto hacia la Sala de Control no había visto ninguna otra cámara de hibernación abierta. Subí las escaleras con precaución, tratando de hacer el menor ruido posible. Pero a pesar de todo mi esfuerzo, uno de los peldaños metálicos chirrió. El susurro y los pasos se detuvieron. Respiré profundamente y continué, internándome en la cabina.

Dentro de la Sala de Control había dos personas. Eran dos mujeres, de aspecto duro y fibroso, ataviadas con sendos pantalones de uniforme militar y unas ceñidas camisetas pardas de tirantes. Ambas debían estar en torno a los veinticinco años, pero sus rudos rostros les daban una apariencia mayor.

Mi mirada se desvió instantáneamente hacia la mujer sentada en una silla. Su pelo rojo estaba recogido en unas rastas atadas en una cola de caballo en su nuca. Su actitud era desdeñosa, con las botas militares apoyadas encima de la mesa. En su hombro desnudo podía verse claramente un tatuaje con la insignia de algún regimiento militar. Pero lo que verdaderamente atraía la atención era el desfigurado lado izquierdo de su rostro. Intenté no mostrar ninguna mueca de repulsión, pero no estuve seguro de lograrlo. Sin duda, alguna herida de guerra, un impacto de láser, una explosión o algo similar había provocado unas profundas yagas que cubrían parte de su cara como complicados dibujos orientales. Su ojo izquierdo había desaparecido, siendo remplazado por un implante cibernético de mala calidad, un ojo biónico totalmente rojo, clavado en ese momento en mí.

Su compañera se hallaba de pie, era rubia y, a pesar de alguna cicatriz en su rostro, muy bella. Llevaba el pelo corto hasta la nuca y, como su compañera, un tatuaje militar adornaba uno de sus atléticos hombros. Me contemplaba con fijeza y no pude evitar estremecerme, como si estuviera siendo observado por un depredador que evalúa a su presa. Sobre la mesa pude ver una pistola láser, desenfundada. Me sentí intimidado. Ambas mujeres parecían fuertes, capaces de romperme el cuello como una rama seca simplemente con un roce de su mano.

Suspiré aliviado pero la inquietud no se disipó. Dos mujeres soldado, sin duda pertenecientes a alguno de los Regimientos Coloniales, tropas de hombres y mujeres destinadas a los sectores exteriores a Tierra para mantener la seguridad y proteger a los ciudadanos de las escasas incursiones alienígenas. No obstante, su actitud era extraña y me encontraba todavía demasiado débil por los efectos de la animación suspendida para emplear mis poderes telepáticos.

-Ho…hola…

Intenté hablar pero sólo un hilillo de voz escapó de mi garganta. El largo tiempo en hibernación provocó que tuviera que carraspear varias veces para hacerme oír.

Tras las mujeres había un panel de conmutadores que controlaban las unidades de hibernación. Absolutamente todos, excepto uno, estaban dirigidos hacia arriba. En ese momento comprendí por qué sólo yo había despertado.

-Me… me llamo Lucky… soy un… un ingeniero… ¿quiénes son ustedes?

Las dos mujeres sonrieron. La sonrisa del lobo que ha olido la sangre de su presa. La mujer rubia habló. Su voz era grave y dura.

-Me llamo Nash, y mi amiga es Karel. Somos militares… en misión de patrulla. Tenemos la misión de reconocer e inspeccionar las naves que vuelan por este sector. Por eso hemos acoplado nuestra nave a la vuestra y hemos subido a bordo. Tenemos unas cuantas preguntas que hacerte, chico.

-¿En qué año estamos? –pregunté repentinamente.

-2.634.

De acuerdo a nuestro plan de vuelo, deberíamos aterrizar en Nuevo Altair dentro de unos meses.

-He estado dormido durante más de cien años… -murmuré.

-Y dos princesas encantadas han venido a despertar al bello durmiente. –Dijo burlonamente Karel, sentada en la mesa.

Nash la miró con dureza antes de dirigirse hacia mí.

-Dije que yo haría las preguntas, chico, no tú. ¿Qué cargamento transporta esta nave?

Aquello empezaba a olerme realmente mal.

-¿No deberían ustedes saberlo? Supongo que un verdadero militar tendría acceso a alguna base de datos que…

Callé de repente. Un flash cruzó mi cerebro, casi dolorosamente. Mis poderes telepáticos empezaban a manifestarse. Varias imágenes se agolparon en mi mente.

“El capitán Hastus empuña su arma casi con desesperación. A su alrededor, las balas vuelan entre humeantes edificios en ruinas. La revuelta del planeta Morlian se ha ido de las manos. La compañía del 101 Regimiento enviada a sofocarla ha perdido más de las tres cuartas partes de sus efectivos. Los escasos soldados supervivientes tras la barricada apenas pueden levantar la cabeza sin que una bala o un láser se la vuele.

La voz del sargento Coporal apenas es audible por encima del tiroteo y las explosiones.

-¡Debemos replegarnos! ¡Pronto estaremos rodeados! ¡Si llegamos hasta ese edificio…!

-¡Negativo, sargento! Se nos encomendó la defensa de este cruce. Resistiremos aquí hasta que lleguen los refuerzos.

-¡Esos refuerzos no van a llegar, mi capitán! Estamos jodidos si no…

El sargento Coporal no llega a gritar. Un proyectil de mortero le ha reducido a pedazos a la vista de los aterrorizados soldados. Los gritos de los insurrectos se hacen ensordecedores mientras comienzan a cargar. El capitán levanta su pistola de plasma mientras grita a los soldados.

-¡Prepárense, soldados! ¡Por Tierra! ¡Venceremos o moriremos! ¡Yo mismo dispararé a quien retroceda un paso!

La cabo Nash contempla con los dientes apretados cómo sus compañeros comienzan a caer, abatidos como si fueran trigo maduro. Y es entonces cuando sabe qué tiene que hacer.

Grita sin poder oírse mientras empuña su rifle láser y hunde su bayoneta en el estómago del capitán. Éste la mira con incredulidad mientras su uniforme comienza a teñirse de carmesí y la sangre brota de su boca. Intenta levantar su revolver hacia ella, pero la vida escapa rápidamente de su cuerpo.

Nash sigue gritando, sin poder escucharse a si misma mientras retuerce su arma en las entrañas de su superior.

-¡Muere, hijo de puta! ¡Muere de una puta vez!”

Quedé con la boca abierta, estupefacto.

-Desertoras…

Me maldije por mi estupidez en cuanto aquella palabra escapó de mi boca. Las dos mujeres sonrieron. Una sonrisa cruel, gélida, desprovista del más mínimo humor.

-Un chico listo. –Dijo Karel.

-Mejor así, todo será más fácil. Podemos dejar de fingir. Sí, somos desertoras, chico listo. Piratas. Hemos robado y matado. Y volveremos a robar. Y puede que también tengamos que volver a matar. –La mano de Nash se cerró sobre la pistola encima de la mesa. Lentamente, el revólver se fue girando hasta encañonarme. Un sudor frío me envolvió. –Desnúdate, chico.

-¿Qué?

-Ya me has oído y nada de trucos. Quítate la ropa. Toda. Ya.

Me ruboricé hasta que mis mejillas adquirieron el color de la grana mientras obedecía a la mujer rubia. La intención era efectiva. Si intentaba resistirme, pelear desnudo genera una sensación de vulnerabilidad agudizada. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no cubrir mi entrepierna de la vista de ellas. Las dos mujeres me contemplaban divertidas.

-No está nada mal aunque un poco paliducho, ¿eh Karel? ¿Qué opinas?

-Está bueno. –Dijo la pelirroja. Su sonrisa era la de un tiburón. No dije nada, completamente avergonzado.

Nash siguió hablando. Parecía llevar la voz cantante. Debía ser la jefa.

-Siéntate, chico mono. –Obedecí. –Y ahora prosigamos nuestra amena charla. ¿Qué hay en las bodegas?

-La Hécate es una nave colonial. Sólo llevábamos colonos en hibernación y maquinaria pesada. Nada de valor.

Nash me miró con dureza. La nave de aquellas dos saqueadoras, que sin duda debía haberse acoplado al casco puesto que no veía que ellas llevaran ningún astrotraje de vacío, debía ser un modelo pequeño y ellas dos los únicos miembros de su tripulación.

-Si esperabais encontrar un botín, habéis perdido el tiempo. Será mejor que os larguéis mientras…

-Creo que estás mintiendo, chico. Las naves suele transportar material pequeño en tamaño pero grande en valor… semillas, sueros, microlibros, herramientas miniaturizadas…

-No en la Hécate. Las cajas de las bodegas llevan tuneladoras y excavadoras. Pesan toneladas.

Karel frunció el ceño.

-Maldita sea…

Pero Nash no parecía dispuesta a darse por vencida.

-Mientes. –Me apuntó con la pistola. Sentí mi vejiga a punto de vaciarse. Cerré los ojos y apreté los dientes. ¿Cómo sería morir? Esperaba que no doliera demasiado. No dije nada. Estaba demasiado aterrorizado.

-Un chico valiente, además de listo. Puede que no te importe tu propia vida…

Abrí los ojos con miedo. Estaba paralizado por el miedo, aunque la mujer rubia lo había confundido equivocadamente con valor.

-… pero a lo mejor si te importa la de los demás. Vamos a jugar a un juego. Yo desconecto otra cámara de hibernación al azar. Y esperamos aquí, Karel, tú y yo, a que otro de tus confundidos amiguitos asome la cabeza por aquí, por el Centro de Control, como has hecho tú. Y en cuanto lo haga, le colocaré una bala entre ceja y ceja. Y así continuaremos hasta que nos digas la verdad. Un juego divertido, ¿no crees?

La mujer pelirroja empezó a incorporarse, confundida.

-Nash, dijimos que…

La mujer rubia no dejó de encañonarme.

-Silencio, Karel. ¿De acuerdo, Lucky? Vamos a empezar a jugar. Sólo tengo que apretar uno de los conmutadores… -El dedo de Nash se acercó a uno de los botones. -… Mmm… ¿Cuál? ¿Éste de aquí? –Dijo burlonamente –¿O este otro?

Yo respiraba agitadamente. ¿Sería un farol o la mujer estaba hablando en serio? Mi telepatía no funcionaba bien en situaciones de presión y no podía captar nada claro de sus pensamientos. Pero lo que yo les había dicho era cierto. No había material de valor en la nave. Piensa, piensa lo más deprisa, me dije a mí mismo, mientras mi cerebro trabajaba furiosamente.

-Está bien, está bien… tú ganas…

La sonrisa de Nash se ensanchó.

-Me dijeron que no lo dijera nunca, pero… si os hablo de uno de los objetos que transportamos, ¿prometeréis no dañar a nadie de la tripulación?

-Habla.

-Antes tenéis que prometerlo.

-Lo prometemos. Ahora escupe. –Dijo Karel antes de que Nash hablara.

-¿Habéis oído hablar alguna vez de las PCE?

Una mueca de extrañeza se pintó en el rostro de la mujer pelirroja. Pero un brillo de codicia se asomó a los ojos de Nash.

-¿Las Plantillas de Construcción Estándar?

-Exacto. Sistemas creados para ayudar a los colonizadores pioneros que se internaban en sistemas distantes. Contienen todas las aplicaciones y diseños tecnológicos para construir casi cualquier cosa: refugios, generadores, transportes…

-Estás mintiendo, chico. Los diseños de las PCE se perdieron tras la Gran Guerra Nuclear.

-Sí, es correcto. Pero en la vieja Tierra han podido volver a fabricarlas. En la bodega llevamos un prototipo que debía usarse en Nuevo Altair. –Resistí la tentación de cruzar los dedos ante la mentira que les estaba contando.

-¿Y esa cosa es valiosa? –Preguntó Karel.

-Tecnología que se creía perdida. Estaríamos hablando de millones de créditos en el mercado negro. –Respondió Nash sin dejar de escrutarme. Podía ver en sus ojos que no se fiaba, pero la tentación era demasiado grande para no correr el riesgo. Me limité a callar y dejar que la ambición de las dos piratas trabajara por mí.

-¡Por los dioses sagrados! –Karel quedó estupefacta. -¿Qué hacemos que no vamos a por ella?

-Está en la bodega L-12. Os acompañaré y podréis cog…

-No me fío. Puede ser un truco para ganar tiempo. O una trampa. Vamos a hacer una cosa, Karel, tú te quedarás con él y yo iré a buscarlo. Ay de ti si nos la has jugado, chico listo.

Intentando sonar lo más verosímil posible le describí una inexistente caja en uno de los compartimentos de carga más alejados y me estrujé el cerebro pensando en cómo salir de ese atolladero en el que me estaba metiendo.

La mujer pelirroja tocó su pistola enfundada mientras me dedicaba una mirada siniestra y volvió a sentarse en una silla en cuanto Nash hubo salido de la Sala. Sonreía.

-Millones de créditos… por los dioses, por fin Nash y yo podremos viajar muy lejos de aquí y dejar esta vida de mierda. No sé en qué voy a gastarlos, podré comprar cientos de vestidos y de zapatos. Qué coño, me compraré toda una puñetera fábrica textil para mí sola. Te daría un beso, Lucky.

-¿Por qué no lo haces?

Ni siquiera supe por qué había dicho eso. Karel me miró durante un momento pero enseguida apartó la vista, fingiendo no haberme oído.

Tenía que ser rápido. Pronto su compañera se daría cuenta de mi engaño y entonces las cosas se pondrían muy, muy negras para mí. ¿Podía intentar reducirla? Enseguida lo descarté. La mujer era a todas luces muy fuerte y tenía entrenamiento militar. Sin duda me aventajaba físicamente incluso con un brazo atado a su espalda. No. Tendría que engañarla de alguna forma.

El efecto de la hibernación casi había desaparecido. Intenté leer sus pensamientos, buscando la más mínima oportunidad de sobrevivir. Karel en ese momento se rozaba la escalofriante cicatriz de su rostro. De nuevo, varias imágenes aparecieron repentinamente en mi cerebro.

“Los disparos vuelan alrededor de los soldados. El caos del combate es absoluto pero la voz de Hastus puede oírse a duras penas, arengando a unos reclutas aterrorizados, incapaces de moverse, llorando como niños encogidos de miedo, pues no son más que niños enviados al matadero.

Justo en ese momento, un impacto de láser se estrella contra el rostro de la recluta Karel. La muchacha cae aullando al suelo, sus miembros agitándose espasmódicamente, parte de su rostro destrozado y cubierto de sangre y lágrimas.

-¡Karel! ¡Karel! Aguanta, joder. –La cabo Nash se arrodilla frente a ella y coge su mano. –Te sacaré de aquí, juro por lo más sagrado que saldremos de ésta.

-¡Prepárense, soldados! ¡Por Tierra! ¡Venceremos o moriremos! ¡Yo mismo dispararé a quien retroceda un paso!

Nash mira a su alrededor, y es entonces cuando sabe qué tiene que hacer.

Grita sin poder oírse mientras empuña su rifle láser y hunde su bayoneta en el estómago del capitán. Éste la mira con incredulidad mientras su uniforme comienza a teñirse de carmesí. Intenta levantar su revolver hacia ella, pero la vida escapa rápidamente de su cuerpo.

Nash sigue gritando, sin poder escucharse a si misma mientras retuerce su arma en las entrañas de su superior.

-¡Muere, hijo de puta! ¡Muere de una puta vez!

Acto seguido, la mujer soldado coge a la desmayada Karel, la deposita como un fardo sobre su hombro y abandona la trinchera, mientras las balas silban a su alrededor y los gritos de los vivos y los moribundos resuenan en sus oídos hasta quedar atrás.”

Descarté igualmente intentar volver a una pirata contra la otra. Ambas eran codiciosas, sí, pero la lealtad entre ambas probablemente fuera superior. Me sentí abatido. ¿Qué podía hacer?

Recorrí la vista por la habitación y mis ojos se posaron sobre mi ropa en el suelo. Uno de los cables del estimulador neuronal asomaba por uno de los bolsillos. Como si se tratara del perro de Pavlov, mi pene empezó a crecer. Dicen que las pollas tienen vida propia independiente del cerebro. En aquel momento pude certificarlo. Estaba a punto de morir pero con una erección de campeonato.

La voz burlona de Karel me sacó de mi ensimismamiento.

-Parece que tu… “soldadito” se ha despertado.

La contemplé primero a ella y después miré estúpidamente a mi erección. Un plan se empezó a dibujar en mi mente.

-La culpa es tuya, Karel. Es lo que tiene estar solo en una habitación con una mujer hermosa.

Karel se llevó la mano instintivamente hacia sus cicatrices. Dejó de sonreír.

-No me vaciles, Lucky.

-Te prometo que te digo la verdad. Estás muy buena. Nunca había conocido a una chica como tú.

-Estás burlándote de mí.

-Te equivocas. Además –bromeé –dicen que una erección es la muestra más genuina de atracción, ¿no?

Karel se ruborizó, azorada. Parecía indecisa. Seguí hablando.

-Antes has dicho que me darías un beso.

Me levanté y me dirigí hacia ella. Al principio se envaró, temiendo una jugarreta por mi parte. Su mano se posó en su pistola. No dije nada y continué avanzando lentamente. Ella sabía que yo no era lo suficientemente fuerte como para intentar nada.

-Basta, Lucky. Vuelve a tu silla.

Su voz sonaba vacía, sin convicción. Podía leer algunos fragmentos y retazos de sus pensamientos y emociones. Karel se hallaba excitada pero en su fuero interno, su deformidad pesaba enormemente. Se veía a sí misma como un monstruo desfigurado, feo, aborrecido por los demás, pero su cuerpo tenía las mismas necesidades que tenía todo el mundo.

Llegué hasta ella y mi mano se posó en sus cicatrices, acariciando su desfigurada mejilla y acerqué mis labios a los suyos.

-Eres preciosa, Karel, tan hermosa…

Me sentí un perfecto hijo de la gran puta cuando la pelirroja sonrió y respondió a mi beso. Su voz sonó enronquecida por el deseo.

-Lucky…

Sí, ella era una ladrona y una asesina, una saqueadora que acabaría con mi vida en cuanto Nash y ella se dieran cuenta de que no existía ninguna Plantilla de Construcción Estándar. Pero me sentía un miserable por jugar con los sentimientos de aquella mujer, aunque fuera para salvar mi vida.

Besé su cuello mientras acariciaba sus brazos y cintura. Karel cerró los ojos y suspiró, excitada. Respiré lentamente sobre su piel y pude notar cómo su pelo se ponía de gallina, mientras ella ahogaba una risita por el escalofrío.

-Lucky, yo…

-Sshhh… -Puse un dedo en sus labios, acallándola y empecé a meter una mano por debajo de su ceñida camiseta.

Pronto encontré uno de sus generosos pechos y lo acaricié con fuerza. Karel se dejaba hacer, gimiendo quedamente. Pronto noté cómo sus pezones se endurecían. Mi erección comenzaba a ser dolorosa.

Mis dedos continuaron bajando, rozando su musculado torso y su ombligo hasta llegar a su pantalón militar. Lo desabroché toscamente y metí un dedo para explorar. La tela de sus braguitas estaba empapada. Al deslizar uno de los dedos bajo el elástico, acaricie su suave vello e introduje con facilidad uno de ellos entre los labios húmedos, arrancándola un gemido. Karel abrió las piernas, invitándome a que continuara.

Ahora venía la parte fundamental. Agarré el amplificador neuronal y se lo empecé a colocar en la frente.

-Ponte esto.

-¿Qué es? –Una punzada de recelo en la voz de Karel, que pronto se diluyó y desapareció.

-Un amplificador neuronal. Potencia el placer.

-Qué sofisticados. –Sonríe. –En el ejército no teníamos estos aparatitos…

La besé sonriendo y conecté el indicador de la magnitud de la potencia al máximo, aún sabiendo que era peligroso pero no tenía otra alternativa si quería sobrevivir. Acto seguido bajé mi rostro hasta estar a la altura de su sexo. Un vello rojizo oscuro dejaba entrever unos labios hinchados y húmedos. Comencé a lamerlo con entusiasmo, con ansia. Los gemidos de Karel se intensificaron, mientras comenzaba a estremecerse sin control. El amplificador debía estar dando sus frutos.

Pronto tuve que sujetar las caderas de la pelirroja con mis manos, mientras sus gemidos se convertían en gritos, mientras sus muslos tapaban y destapaban mis oídos. Debido a sus movimientos espasmódicos, su mojada vulva se estrelló un par de veces contra mi cara, mojándome completamente. Proseguí el asalto clavando dos dedos y comenzando a follarla con ellos sin dejar de lamer su clítoris grande e hinchado, que ya expulsaba flujos como una cascada. Posé un dedo en su ano y comencé a penetrarlo poco a poco, moviéndolo en círculos. Antes incluso de lo previsto, Karel tuvo un orgasmo arrebatador, su cuerpo se tensó y su espalda se arqueó hasta casi romperse, mientras gritaba como si le arrancaran la vida, el potenciador neuronal colapsando su cerebro con miles de impulsos nerviosos amplificados hasta lo indecible. Más placer del que podía soportar.

Su sudoroso cuerpo quedó abatido en el suelo, desmadejado como una muñeca a la que han cortado las cuerdas, exhausto y jadeante, demasiado débil para resistirse. La mujer pelirroja perdió el control de su cuerpo e incluso un chorro de orina escapó de su sexo. No podía permitirme la piedad, así que volví al asalto. Sujeté mi polla, empalmada hasta casi doler, y apunté a la entrada de su sexo.

Karel no podía hablar, mucho menos oponer resistencia. Se quejó lastimeramente mientras mi verga se deslizaba húmedamente por su gruta encharcada. Su ojo derecho estaba entrecerrado pero su rojo ojo biónico parecía contemplarme suplicante. Un hilillo de saliva escapaba por la comisura de sus labios.

Me detuve. Si seguía penetrándola, el efecto del amplificador neuronal le podría acabar causando una apoplejía o la muerte. Yo no era un asesino, a pesar de que las dos mujeres tuvieran intención de matarme. Salí del esponjoso interior de mi mujer y apenas tuve que rozar mi pene para que numerosos chorros de semen brotaran de mi polla. Los pringosos latigazos de leche azotaron el sudado estómago de la pirata pelirroja, salpicando su tripa y ombligo.

Jadeando, busqué por la habitación algún tipo de cuerda con la que atar a Karel. Quizás en algún de los bolsillos de los pantalones de la mujer, que se hallaban por los tobillos de ella, encontrara unas esposas con las que inmovilizarla. Nada que pudiera utilizar, sólo un microtransmisor y algunos cacharros más. Bueno, no tenía importancia. Karel estaba completamente desmayada y no creía que se recobrara hasta un par de horas como mínimo.

Pero ahora venía el otro problema: Nash. En el suelo se hallaba la pistola láser. La miré con aprensión. ¿Me atrevería a usarla contra ella?

No tuve tiempo de vestirme. Un chasquido me sacó de mis reflexiones. Era el microtransmisor de la pirata, en otro de los sus bolsillos.

-¿Karel? Aquí Nash. El chaval nos la ha jugado. No he encontrado ni rastro de la PCE ni de nada por el estilo. En cuanto llegue le voy a…

Intenté que mi voz sonase lo más segura posible, a pesar de que estaba muerto de miedo.

-Ríndete, Nash, estás perdida. Si te rindes te prometo que…

-¿Lucky? ¿Dónde está Karel? ¿Qué has hecho con ella?

-Está a buen recaudo. Ríndete o… o…

-Escúchame, cabrón, si le has hecho algo a Karel te prometo por lo más sagrado que te arrancaré las pelotas y te las haré tragar. ¿Me has oído?

-Karel está bien. Tu situación es desesperada, Nash. Si te rindes, te prometo que te entregaré a las autoridades y Karel y tú tendréis un juicio just…

-Escúchame, renacuajo. Ahora mismo voy a ir a la Sala de Control y te voy a arrancar las entrañas y me las voy a comer. Te voy a joder como nunca te han jodido, pequeño bastardo.

La comunicación se cortó repentinamente. Vacilé. Agarré con fuerza la pistola y apunté hacia la puerta. Mis manos temblaban. No creo que acertara ni a un acorazado estelar. En breve llegaría la pirata. ¿Qué podía hacer?

Entonces se me ocurrió una idea. Lo más deprisa que pude me dirigí hacia el panel de control cercano a la puerta. Mis conocimientos de electricidad por fin me iban a ser útiles. Rápidamente desvié parte de la corriente eléctrica del generador de la Sala hacia la misma puerta. En cuanto alguien tocase el control de apertura…

Esperé tras la mesa, como si aquel mueble pudiera protegerme de la furia de la mujer si algo saliera mal. Mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho. Me pareció escuchar un paso en el pasillo. Crucé los dedos para que mi estratagema saliera bien. Al momento siguiente, Nash debió tocar el control de acceso. Se escuchó un chasquido eléctrico y las luces de la sala fluctuaron durante un segundo. Oí un gemido ahogado tras la puerta y el ruido de un cuerpo al caer al suelo.

Con rapidez anulé el desvío eléctrico y abrí la puerta. Nash estaba tumbada en el suelo, semiinconsciente. Al rozar el control de acceso para abrir la puerta, el desvío había provocado que una corriente penetrara en su cuerpo. No habían sido demasiados voltios pero sí lo suficiente para atontarla. Con un golpe del pie alejé su láser pero la mujer no tardaría mucho en recuperarse y, aún desarmada, no tendría muchos problemas en acabar conmigo.

Me mordí los labios. ¿Qué debía hacer? Nash gemía, aturdida por la descarga eléctrica. Miré la pistola láser pero sacudí la cabeza. No era un asesino. Decidí reducirla de la misma forma que había hecho con Karel. Mi polla volvió a crecer, como si le entusiasmase la idea.

Conecté el potenciador neuronal a la frente de la mujer y volví a ponerlo al máximo. Acto seguido, le di la vuelta y la puse boca abajo, dejando su culito respingón en pompa. Desabroché sus pantalones y los bajé con rudeza junto a sus bragas, revelando unas hermosas nalgas pálidas. Mis ávidas manos tocaron y masajearon a placer el cuerpo de Nash, aprovechando su indefensión. Acaricié la regata de su culo, estrujé sus deliciosos cachetes, abriéndolos, cerrándolos, besándolos, mordiéndolos.

Y acariciando y sobando esas nalgas, descubrí el ano de la mujer rubia, un delicioso orificio oscuro que parecía abrirse y cerrarse. Mi lengua se lanzó rápidamente a por ese tesoro y comencé a lamerlo con placer. Nash había empezado a despejarse pero no pudo resistirse. Un gemido escapó de sus labios. Una de mis manos fue a por su entrepierna. Estaba bastante húmeda, víctima del amplificador.

Durante un buen rato, mi lengua siguió lamiendo el arrugado agujerito de Nash, introduciéndose de vez en cuando hasta que su ano acogió ya en su interior más de media lengua mía, serpenteando y chapoteando. La mujer gemía, abandonada ya al placer. Uno de mis dedos se deslizó húmedamente dentro de su culo, sintiendo los calientes latidos.

De pronto me puse de rodillas, retiré el dedo y apoyé mi verga contra su ano. Nash gimió e intentó hablar, su voz ronca por la excitación.

-Mmm… mi… mi culo…

-Antes me dijiste que me ibas a joder como nunca me habían jodido. Creo que es justo que yo te joda a ti un poco.

Con un movimiento lento, presioné mi polla contra su orificio más estrecho y mi verga fue abriéndose paso poco a poco por el interior de Nash, incrustándose hasta ensartarla literalmente. Con sus últimas fuerzas, Nash intentó debatirse, pero lo único que consiguió fue que mi miembro se introdujera más y más, ganando terreno en sus cálidas entrañas y empalándola completamente. El amplificador neuronal provocó que Nash gritara, en parte por el dolor y parte por el placer.

Poco a poco, inicié una danza, meneando las caderas y entrando y saliendo viscosamente del ano de la pirata. La Sala de Control se inundó de los gemidos y quejidos de la mujer, junto con mis roncos jadeos y el húmedo golpeteo de la carne contra la carne.

Casi reí de la sorpresa cuando pude captar los pensamientos de la pirata. El amplificador neuronal había provocado que el placer fuera casi insoportable, pero a la vez casi adictivo. El hecho de que su enemigo la estuviera sometiendo, que un simple y debilucho chaval la estuviera sodomizando y humillando la excitaba como nunca.

-¿Te gusta, Nash?

La mujer no dijo nada, avergonzada. Yo, ebrio de gozo, busqué y encontré sus erectos pezones a través de la ceñida camiseta. Los retorcí y pellizqué, arrancándola un chillido.

-Vamos, dime, ¿te gusta?

-S… sí… Maldito… me… me corroooo!!!

Nash gritó mientras tenía un fortísimo orgasmo, provocando que su cuerpo se convulsionara como si de nuevo estuviera siendo sometida a la corriente eléctrica. Su clímax fue tan fuerte que sentí que su ano se dilataba y contraía sobre mi polla que llegó igualmente al orgasmo, llenando todas sus entrañas con mi semen, descargando toda mi leche en sus intestinos.

-¿Te… te rindes ya, Nash? –Logré jadear.

La mujer había quedado boca abajo, con los pantalones por los tobillos, sus seductoras nalgas a la vista, con un hilillo de semen escapando desde su ano abierto. No pudo contestarme. Había perdido la consciencia.

*************

Contemplé cómo la compuerta de plástico se cerraba sobre las cámaras de hibernación de las dos mujeres piratas. Las había sedado con unos narcóticos de la enfermería. Dormirían como dos adorables angelitos hasta llegar a Nuevo Altair, donde las autoridades se encargarían de ellas.

Comprobé que todos los sensores estuvieran correctos y me dirigí hacia mi propia cámara de hibernación. En breve llegaríamos hasta mi destino, el sector 417-A. En el entrenamiento en la Tierra se nos había dicho que era un sector inhóspito, hostil, peligroso. Sonreí. Si los incidentes que me esperaban allí eran la mitad de movidos que la que acababa de sufrir, me esperaban grandes aventuras.

El teleferico

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Aquella mañana era un día especial. Era un día laborable en la ciudad y sin embargo por motivos propios de la Empresa en la que trabajo, disfrutaba de un día libre.

Me encanta la tranquilidad de esos días y siempre aprovecho para disfrutar de un Madrid en calma.

Como de costumbre en esos días tan escasos, me había levantado algo más tarde de lo habitual

Tras un desayuno con calma, mientras leía el periódico y mis artículos de opinión favoritos, busqué en mi estantería de libros alguno corto que pudiera ser mi objeto de entretenimiento para pasar la mañana. “Cuatro corazones con freno y marcha atrás” de Jardiel Poncela, fue la obra elegida.

Hacía tiempo que no lo leía y siempre me propiciaba mis buenas risas. Me vestí de forma cómoda, pantalón vaquero, camisa de manga corta y unos zapatos de verano.

Eran las 11 de la mañana cuando salí de casa caminando hacia el Parque del Oeste. En el mes de Septiembre el calor es más llevadero y ese día la temperatura era agradable. Caminaba despacio y observando todo a mi alrededor. La gente se movía tan deprisa como de costumbre en esta ciudad tan grande donde todo el mundo parece tener prisa a cualquier hora.

Todo se ve distinto cuando uno está calmado y relajado. Los coches hacían menos ruido y el aire hasta me parecía más limpio.

En el camino también tuve tiempo para alegrarme la vista en un par de ocasiones. Dos mujeres jóvenes se habían cruzado en mi camino. La primera una mujer elegante, seguramente ejecutiva y vestida de forma clásica. Su melena rubia, la falda por encima de la rodilla y el movimiento de sus caderas me hicieron girarme levemente a su paso. La segunda fue una chica vestida de manera informal. Al verla de frente me llamó la atención lo pronunciado de su escote. Debió de sorprenderme mucho porque al estar justo a su altura creí adivinar una sonrisa pícara como preguntando ¿a qué estoy buena eh?

Me reí tanto por su atrevimiento como por el mío.

Cuando llegué al Parque, busqué el camino de descenso por el Paseo de Rosales y una vez localizado un banco libre a la sombra decidí que sería el lugar apropiado para pasar la mañana en compañía del libro escogido.

Al poco rato, el único ruido que escuchaba era el de los pájaros y de vez en cuando el lejano traqueteo del teleférico que pasaba por encima de mi cabeza, unos metros a la derecha.

Estaba ensimismado en el segundo acto y ya apenas percibía lo que ocurría a mí alrededor. La sonrisa amplia y deshinbida, tal vez incluso hasta se me escapaba alguna carcajada más alta de lo apropiado.

En una de esas levanté la vista por si alguien pudiese estar contemplando mi buen estado de humor. No me equivocaba, había presentido una mirada observadora clavada en mí.

Allí estabas tú, en el banco de enfrente. Ensimismada. Me sentí avergonzado y rápidamente me puse a pensar en cuanto tiempo llevarías allí mirando.

Hice un gesto como pidiendo disculpas, tal vez hubieras pensado que estaba algo mal de la cabeza por mis risas. Respondiste con un gesto: no pasa nada y a la vez mi asombro fue en aumento. Te levantaste decidida caminando hacia mí.

Pude reparar de nuevo en tu figura. Ahora caía, eras la chica del escote con la que me había cruzado en mi camino hasta el parque. Pero… ¿Qué hacías allí? ¿Me habías reconocido? ¿Me habrías seguido?

Todas esas preguntas vinieron a mi mente mientras mis ojos recorrieron sin ningún disimulo la esbeltez de tus piernas. Aquella minifalda te sentaba de maravilla. Y el escote que ofrecía tu top blanco era de lo más sugerente.

Las preguntas no tuvieron respuesta, al contrario, tu modo de actuar hizo que me encontrara totalmente desconcertado.

- Hola, te estaba observando – dijiste sin tapujos -. Parece que lo pasas bien con el libro.

- Sí, es bueno. – Dije expectante.

Mientras hablabas te habías sentado en el banco, junto a mí. Se hizo el silencio unos segundos. Y casi forzado tuve que preguntar:

- ¿Querías algo? – Intenté ser simplemente educado

- Pues… quiero subir al teleférico.

- Ahh.. muy bien ¿y porque no subes?

- Bueno… – tus gestos me parecieron totalmente provocadores en ese mismo momento – es que me da algo de miedo subir sola.

Sonreí pícaro. Creía entender cuáles podían ser tus intenciones pero no encajaba por qué podía haber sido yo el elegido.

- Y… ¿quieres subir conmigo?

- Siiii, me encantaría. – Dijiste seductora

Cerré el libro y volví a recorrerte entera con la mirada.

Increíble, era mi único pensamiento.

En el ascenso hacia las taquillas caminabas decidida, un par de pasos delante de mí. El vuelo de tu minifalda me permitía ver la parte alta de los muslos. Te giraste un par de veces. Descaradamente estabas disfrutando sabiendo que te estaba devorando con la mirada. Ya sabía que eras una maestra seductora pero no hasta qué punto.

Llegamos a la taquilla y me ofrecí a pagar. Aceptaste y con descaro dijiste casi susurrando: No te arrepentirás.

Aquella insinuación hizo que el principio de erección aumentase de tal manera que mi pene empezaba a encontrar una falta de espacio evidente.

Entramos en la cabina del teleférico y me senté a tu lado. Estaba excitado, nervioso y sin saber muy bien que hacer. No me dio tiempo a pensar por mucho tiempo. Tan solo unos segundos después de iniciar la marcha te cambiaste de asiento sentándote frente a mí.

Tu boca sensual y unos ojos picaros encendidos me hacían sentir que tenías planeados todos los movimientos.

Me sentía totalmente atrapado y disfrutando de aquello.

La siguiente sorpresa fue ver como ponías los pies sobre el asiento, sentada en cuclillas. Mi pene estuvo a punto de estallar ante aquella panorámica inesperada. No llevabas ropa interior y tu sexo estaba completamente depilado.

Aquella mirada entre ingenua y provocadora lo decía todo. El instinto me hizo actuar sin necesitar palabras.

Bajé del asiento y colocado de rodillas en el suelo comencé a besar muy lentamente tus piernas. Comencé besando los tobillos, recorriendo con la lengua las tiras de tus sandalias. Miré un momento hacia arriba y te vi con los ojos cerrados. Mi boca fue ascendiendo muy despacio por las pantorrillas, buscando el lado interno. Pasaba lentamente de una pierna a la otra mientras mis manos comenzaron a acariciar la parte externa de tus muslos desnudos.

Comenzaba a oler a sexo y aquello me excitaba más aún.

Me dolía el pene por falta de sitio pero estaba totalmente entregado en besar tu cuerpo. Mi boca llegó al pliegue de las rodillas. Sentí que tenías cosquillas en esa parte. Decidí comenzar a bajar por el interior de tus muslos. Tus piernas separadas. Veía tu sexo brillando por la humedad pero quería ir despacio. Sin prisas, ya llegaría hasta allí.

Mis manos se metieron por debajo del top. Como había adivinado tampoco llevabas sujetador. Encontré tus pezones excitados, duros y calientes. Tus pechos eran suaves, las manos se deslizaban en su contorno. Mis labios entreabiertos seguían descendiendo por tus muslos.

Escuché tu primer gemido, contemplé tu piel erizada.

Tus manos comenzaron a acariciar mi cabello. Una pequeña presión en mi cabeza me invitaba a seguir bajando. Saqué uno de mis manos de debajo del top y la llevé a tu sexo.

Muy despacio separé con mis dedos los labios de tu vagina. El calor y la humedad facilitaban el movimiento. Las yemas de mis dedos se movían a lo largo de tu sexo.

Alcancé tu clítoris y lo encontré duro, muy caliente.

Mis labios rozaban tu ingle. Suspirabas. El calor era intenso en el interior. Mi boca llegó a su destino. Separando los labios con mis dedos, ayudaba al movimiento de mi lengua. Toques pequeños, suaves. Fui haciendo el mismo recorrido que instantes antes habían hecho mis dedos. Sin penetrarte. Gemías cada vez más descontrolada.

Mis labios atraparon el clítoris succionando.

Dos dedos penetraron tu vagina y comenzaron a agitarse de forma acelerada. Las contracciones de tus músculos eran evidentes.

Sabía que estabas cerca del orgasmo.

Quería sentir como te corrías en mi boca. Mi lengua se agitaba sin parar.

Los dedos entraban y salían hasta los nudillos. La mano totalmente empapada.

Unos gemidos fuertes incontrolados y los espasmos de tu sexo junto a mi boca me avisaron, estabas teniendo un orgasmo intenso.

Tan solo unos instantes después, tu voz entrecortada: cuidado, levanta que llegamos.

Efectivamente al levantarme y sentarme sobre mi asiento pude ver ya muy de cerca los árboles de la Casa de Campo.

Una sonrisa cómplice nos sorprendió a los dos y bajamos de la cabina como si nada hubiera ocurrido tan solo unos instantes antes.

El empleado del teleférico nos miró indiferente.

El calor nos había dado sed y fuimos directos a la cafetería.

Un par de refrescos.

Yo seguía sin saber si creerme lo ocurrido.

- ¿Qué locura, no?

- Siempre había pensado en algo así. – Dijiste sonriendo satisfecha.

- Pues a mí no se me había pasado por la cabeza pero ha sido fantástico.

- ¿Siiii? Pues… el viaje de vuelta espero que también te guste.

Tan solo pude reírme. Te veía tan segura que no podía contradecirte. Mi cabeza estaba maquinando como y donde llevarte para poseerte de forma completa pero sin embargo tú ya habías decidido algo que aunque intuía no me atrevería a apostar. Todo era posible.

Agotamos los refrescos en unos minutos y volvimos al teleférico.

La misma mirada del empleado al abrirnos la portezuela.

De nuevo sentados uno junto al otro. La cabina comenzó a moverse y tan solo dijiste: ahora será tu turno. Estaba nuevamente muy excitado.

Tus manos fueron rápidas, de forma directa a mi entrepierna.

Palpaste por encima de la ropa el bulto que formaba mi pene. Un ligero repaso hacia abajo, apretaste mis huevos.

Eché mi cabeza hacia atrás. Nuevamente dirigías el curso de los acontecimientos.

Con destreza, soltaste el botón de mi pantalón y bajaste la cremallera.

La mano se metió bajo mi slip. La suavidad de tu mano al contacto con mi piel causó un efecto casi eléctrico.

Sentía mi pene duro en tus manos.

Tu mano bajó de nuevo hasta mis huevos, esta vez de forma directa, sin ropa por medio.

Mis ojos entrecerrados.

Miré hacia abajo, en el exterior, estábamos pasando por encima del río Manzanares.

Tu siguiente movimiento me anticipó lo que ya presagiaba. Bajaste al suelo, de rodillas. Tiraste ligeramente de mi pantalón y bajaste el slip hasta media pierna.

Contemplabas mi sexo, erecto.

Vi en tus ojos el deseo y la lujuria.

Tu mano se deslizaba arriba y abajo, subiendo y bajando la piel del capullo.

Me estabas torturando, quería que la chuparas, quería que la metieras en tu boca.

Empecé a mirar inquieto por la ventanilla. El viaje era tan… corto. O sería que yo quería prolongar aquellos instantes de placer.

El riesgo y el morbo de la situación me estaban volviendo loco.

De pronto sentí tus labios en la punta de mi pene. Lo chupabas despacio, la punta de tu lengua ardía. Con la mano seguías acariciando mis huevos. Estaban hinchados y calientes.

Sentía como las venas de mi miembro aumentaban e imaginaba que eso lo percibía tu boca.

Poco a poco los movimientos de tu boca fueron más profundos. Acompasados. Me estabas follando a la perfección con tu boca.

Tan solo pude acariciar tu nuca.

Gemía y de reojo seguía vigilando el exterior.

Que rabia, creo que la velocidad de ese artefacto debía ser menor.

Unos cuantos movimientos profundos y la excitación acumulada fueron suficientes. Sentí un calor intenso a lo largo de todo mi miembro.

Mis piernas contraídas y clavadas en el suelo. Sujeté tu cabeza… quería correrme en tu boca. El semen escapó de forma incontrolada… Maravilloso.

Mis gemidos entrecortados, seguidos de una relajación asombrosa.

Debajo la cabina se adivinaba ya muy cerca del suelo.

Me dio rabia pero tuve que avisarte. Rápido, rápido que llegamos.

Y apenas tuve tiempo de abrochar mi pantalón justo un momento antes de que un nuevo empleado nos abriera la puerta para el descenso.

Creo que me pilló aun subiendo la cremallera y esta vez su sonrisa fue cómplice de las nuestras.

Desde aquel día no he vuelto al Parque del Oeste, la próxima vez te avisaré. Me diste tu teléfono móvil y quedamos en llamarnos.

Eso si… no pienso llevar ningún libro de entretenimiento, creo que no será necesario.

Alberto Mi Novio “Virtual” Mexicano….

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Lo conocí, vía correo electrónico, como es frecuente mis fans, siempre me envían emails, felicitándome por mis relatos, el año pasado Alberto me envió el siguiente email.

El jueves 29 Agosto 2012 10:03am Alberto Ortega escribió:

Hola me gusto tu relato:

Hola me agrado tu relato me llamo Alberto soy del DF me gustaría poder añadirte a mis contactos para chat, yo también estuve en una infidelidad con mi maestra ella es casada. Espero que podamos platicar, sobre ese tipo de temas.

El viernes 30 de Agosto 2012 17:43pm María Rubio escribió:

Buenas tardes, gracias por leer mis relatos, a mi también me gustaría ser tu amiga por favor envíame una invitación al Messenger. Y cuéntame te masturbaste?

Alberto me envió la invitación, lo agregue como amigo en el MSN, al poco tiempo nos vimos en Cam, allí pude observar, el tono su piel del color de la canela, sus ojos cafés muy claros y esos labios tan sensuales que invitan a besar, me dijo que era contador que tenia su propio negocio, allá en el Df, soltero de 37 años y sin hijos, de signo escorpión, me intereso aun mas al saber su estado civil, y su excelente sentido del humor ese pequeño detalle lo tenemos en común ya que siempre me hace reír muchísimo contándome sus chistes y sus vainas.

ALBERTO: hola guapa apenas me desocupe, jejeje y que estas haciendo corazón??

MARIA: Estoy escribiendo algunos relatos, mi vida.

ALBERTO: pues hace rato fui a comer unas quesadillas para seguir con el trabajo.

MARIA: aja y cuéntame que es eso?

ALBERTO: Es como una tortilla, rellena de chicharrón o queso, u otro guisado

MARIA: aquí la quesadilla es como pan con queso y bocadillo es muy rico, pero de lo bueno poco.

ALBERTO: órale acá son de maíz jejeje.

MARIA: te puedo llamar para que escuches mi voz…

ALBERTO: espérame te voy a enviar video llamada.

MARIA: dame 1 min que estoy desnuda espérame.

ALBERTO: Órale, mejor así esta bien, no te vistas, jejejeje

Con el transcurrir de los meses me pidió que fuera su novia, intente pensarlo solo 1segundo pero el me apresuro y me dijo: María quiero que seas mi novia y no acepto un no como respuesta así que acepta por favor….

Entre nuestras conversaciones, fuimos ingresando al tema sexual y nos envolvimos en confidencias de las cosas que nos gustaban sexualmente, y nuestras pláticas se pusieron más intensas, fui descubriendo en el, todo un hombre con experiencia, en el arte de hacer el amor, pero me comento tenía ya un año que no tenía relaciones.

ALBERTO: Cómo te ha ido corazón he estado ocupado con esto de las declaraciones de impuestos, que hay que enviar en estos días, me gustaría verte pero ya sabes como!!! jejeje muy a solas jejeje, te envió un besote a esas sandias corazón.

MARIA: Y te has acordado de mi, PASTELITO……

ALBERTO: Si corazón siempre…. ayer cuando llegue a casa me conecte un momento esperaba que estuvieras, y cuando estaba solito en el baño me imaginaba teniéndote, así como estas en la foto que me enviaste, acostada y haciéndote el amor, tocando tus piernas abriéndotelas, y empujándote fuerte, se nota que tienes unas buenas piernas Cosita… Me imaginaba como seria cojerte a ese ritmo fuerte y rápido y tener tus caderas frente a mi y cogerlas, darte unas nalgadas mientras te cojo fuerte, metértelo una y otra vez mi amor……una y otra vez atrás, adelante atrás, e irte desnudando lentamente primero tu blusa y dejar ver tus tetas, sabrosas y tan grandes que parecen dos sandias…

MARIA: No me pude conectar anoche, hay problemas con la plataforma, y no tenia señal, me excitan todas esas cosas que me escribes mi pastelito…. y dime que te parece si te espero desnuda, con las piernas abiertas?

ALBERTO: ando caliente Corazón… Como me gustaría cojerte muchas veces… estar muy dentro de ti…Mi Cosita me gustaría mamarte la cuca un buen rato, te la estaría mamando, hasta que gritaras de placerrrrrrrrrrr. Desearía, estar encima de ti, y que tus manos toquen mi pene que lo aprieten y lo sientas cerca de tu cuca te lo iría metiendo despacio lentamente, en la entrada de tu vagina, empezaría a frotarte en tus labios exteriores, arriba y abajo, restregar la cabeza de mi pene en tu clítoris, que sientas la presión de mi glande y, como me recargo sobre ti, que sientas como va saliendo mi liquido pre seminal, como se derrama en tu clítoris mientras mis manos tocan tus caderas y las aprietan y te acerco fuertemente a mi cuerpo y a mi pene y empiezo abrirte las nalgas, a acariciarte ese culito y comienzo a meter mi dedo índice que lo vayas sintiendo poco o a poco, lo iría metiendo mas y mas y mas, en tu culo luego, ya serian dos y si aguantas hasta tres, mi amor… al mismo tiempo te daría unos restregones en tu cuca con la cabeza de mi guevo, y ahora que dime, estas excitada? imagina que estoy listo para cojerte, que sientas mi pene, en lo mas profundo de ti, que sientas, como resbala mi guevo adentro que sientas la punta me gustaría mostrarte mi guevo mi Cosita…

MARIA: si mas tarde, si puedes mi pastelito….

ALBERTO: y dime mi amor tu que me harías?

MARIA: si mi pastelito, te lo mamaria primero luego si me lo metería bien profundo…. pero te quiero decir algo en verdad desde el fondo de mi corazón.

ALBERTO: que es corazón…

MARIA: ” No te imaginas las ganas que tengo de sentirme amada por un hombre como tu”

Esa misma noche nos vimos y me mostro aquella cosa que tanto deseaba ver, hasta me izo un striptease. Realmente me encanto.

MARIA: Te estaba esperando mi pastelito…. mira me tome unas tequilas para no dormirme por la diferencia de horario, pero creo que me pase.

ALBERTO: jejejeje estas mareada???

MARIA: no alegre o sea contenta.

ALBERTO: bastante diría yo jejeje

MARIA: un poquito, bueno mi amor y voy seguir bebiendo. TE QUIERO VER…..

ALBERTO: ok espera, quieres que te lo muestre, corazón jejejeje

MARIA: Siiiii, mi pastelito, muéstramelo yaaaaa….

En ese momento me envió una video llamada, se bajo el pantalón y comenzó a tocarse, al mismo tiempo me dijo: “Te muestro,lo que quieras por unos momentos así que aprovecha jejejej. Quiero decirte, María eres una mujer muy especial, espectacular de una belleza inigualable, me siento bendecido, de saber que has puesto tus ojos en mi, sabes ahora que te veo, se que no llevas puesto sostén debajo de tu blusa, se nota se te ven mas grandes, esos melones, ohhh, perdón son sandias, me encantan, y me imagino que no llevas puestos calzones pues me dijiste que no te gustaba usar ropa interior…como me gustaría besar tus labios, luego ir bajando por tu cuello besarte ir acariciando tus tetas, llegar hasta allí besarte suavemente los pezones y al mismo tiempo chuparlos y morderlos, con mis manos tocaría tu clítoris y lo frotaría luego seguiría bajando, te abriría esas bellas piernas y me quedaría allí por largo rato hasta sentir tu orgasmo”.

Pude observar, su pene grande y grueso justamente como lo imagine, una cosa que realmente me asombro y a la vez me excito fue la gran cantidad de líquido pre seminal, como me hubiera gustado probarlo, tan saladito y tan rico…. Y su abundante leche espesa, ayyyyy me excito mucho!!!!

ALBERTO: te gusto amor, te hice un show jejejejej

MARIA: me encanto!!!

- Gracias mi pastelito por hacerme disfrutar del agradable placer de tu compañía….

En chat y como es ya costumbre, intercambiamos fotografías, y estuvimos cerca de cinco meses con una comunicación fluida en la que cada 2 ó 3 veces por semana, intercambiamos diversos temas y charlas y de a poco nos fuimos soltando, me platicó de su vida personal, sus problemas etc. Puede notar que es un chico muy religioso al igual que yo.

ALBERTO: Hola maría ya termine de cenar, en un rato mas me duermo, mi amor gracias por todo ese tiempo, en verdad no se que tienes pero me agradas, ya siento que “Te Quiero” te envió un beso…

MARIA: Esta mañana me masturbe pensando en ti….cerré mis ojos y me imagine lo que me escribiste, todo eso literalmente

ALBERTO: solo te masturbaste una vez amor?

MARIA: no fueron tres veces porque preguntas?

ALBERTO: me hubiera gustado verte corazón.

MARIA: uyyyy no me da pena

ALBERTO: pero porque, recuerda que tú eres mi novia oficial. No debes sentir vergüenza además recuerda que muy pronto te veré como Dios te trajo a este mundo.

MARIA: lo se pero soy tímida muy introvertida, mira disculpa si te dije anoche algo indebido anoche.

ALBERTO: porque indebido?

MARIA: no recuerdo casi por las tequilas, perdón.

ALBERTO: Descuida corazon, pero no te duele la cabeza?

MARIA: no para nada es mas me siento muy bien, excelente

ALBERTO: eso me da gusto.

MARIA: pero no lo hubiera hecho, si tú no me hubieras motivado, gracias.

ALBERTO: te motivo que me vieras, mi guevo

MARIA: primero lo que me escribiste y luego, ver que eres tan desinhibido.

ALBERTO: jejeje soy tímido jejeje

MARIA: no parece, anoche me mostraste todo…

ALBERTO: dime mi amor cuando estemos juntos realmente, que te gustaría que te hiciera primero.

MARIA: primero me gustaría que me dieras muchos besos, por todas partes.

MARIA: como una hora por lo menos.

ALBERTO: ok y después corazón?

MARIA: bueno luego no se, te pongo a elegir a ti entre el sexo oral o hacemos un juego sexual tu me dices?

ALBERTO: sexo oral por supuesto….

MARIA: ok debemos hacer el 69 entonces para darnos placer mutuamente.

ALBERTO: así es, voy a mamarte la cuca un buen rato, tocar con mi lengua tu clítoris amor…

MARIA: si sobre todo eso mi amor…

ALBERTO: arriba y abajo arriba y abajo con la punta de mi lengua

MARIA: si mucha lengua me encanta…

ALBERTO: voy a chuparte esa cuca amor hasta que grites de placer…..

Siempre imaginábamos, la posibilidad de vernos y pasarlas juntos, pues tanto el como yo, con la confianza, queríamos estar en la intimidad, tener relaciones como personas adultas que somos, hasta que sucedió. Alberto me pidió que fuera a verlo a su hermoso país México ante semejante petición y con los boletos de avión y demás gastos pagos, acepte encantada.

Cuando llegué a la ciudad de México, inmediatamente lo llamé, el estaba trabajando, como el tiene un negocio propio, le permite cierta independencia. Al escuchar mi voz, no podía creer que estuviera en su País, se emocionó muchísimo. Cuando paso a recogerme al aeropuerto La primera impresión fue de mirarnos sonreír estábamos nerviosos, nos besamos apasionadamente tal como lo habíamos acordado, me dijo: ándale, vamos a comer enchiladas, nos fuimos a un centro comercial muy cerca de allí. En el local nos mirábamos y poco a poco entramos en confianza, charlando cosas sobre las bondades del Internet para conocer personas. Entre risa y risa nos tocábamos levemente, yo su rostro, el mis manos y brazos en un momento entre tanta tocadera, Alberto volvió a besarme, estaba excitadísima y creo que el también. El me miro de una manera tan dulce. Al mismo tiempo me dijo: Corazón “Eres mucho mas linda en persona”, finalmente te tengo aquí tan cerca de mi ya quiero que hagamos todas esas cosa que hemos hablado, estoy nervioso, no lo puedo negar y se que tu también, pero yo te voy a quitar todos esos miedos, y te hare solo mía María, te he deseado tanto….yo le respondí, si mi pastelito, como te dije al principio contigo todo o nada.

Continuara……

Dedicado especialmente para Alberto, que ahora ya es mi novio Presencial….

Piel, cartón y fuego

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Entre todos los comentarios se sorteará un masclet.

Destellos de distintas tonalidades adornaban fugazmente el oscuro cielo. Explosiones de brillantes colores: plateados, dorados, rojos, azules, provocaban las admirativas expresiones de la aglomerada concurrencia.

El gentío se hacinaba en la pequeña plaza, transmitiendo sus afectuosas intenciones de las más diversas maneras: Había quien, con su codo, deseaba acariciar el costado de su compañero; los habían que hacían piececitos dejando caer indiscriminadamente su cariño entre todos los pies de su alrededor. Lo que nunca se hubiera imaginado Víctor, era que su pecho sirviera de respaldo para una cansada espectadora.

Hacía más de tres minutos que las múltiples centellas, en forma de lágrima multicolor, titilaban brevemente dando paso a las palmeras doradas que iluminaban el nocturno cielo. Sharon admiraba todo aquello, como si no lo hubiera visto una y otra vez durante los últimos cuatro días. Sentía sus ojos resecos de tanto admirar el sinfín de monumentos, trajes regionales, fuegos artificiales e iluminaciones callejeras. Las largas caminatas por aquella ciudad mediterránea y las copas que más que menos había tomado durante las últimas noches, hacían estragos en sus doloridas piernas. Lo fácil hubiera sido abandonar, como lo habían hecho sus dos amigas, huir al hotel y refugiarse en una mullida cama tras una larga ducha. Ella no había viajado desde Dublín para perderse nada, debía aguantar en pie sin perdonar ni un detalle del último acto con el que se pondría punto y final a aquel pandemónium.

Una rápida sucesión de palmeras enlazadas con explosiones esféricas y culminadas por un millar de bólidos de brillantes colores, llevaron a la joven Sharon a inclinar la cabeza más de lo debido, con el fin de centrar aquella majestuosa muestra de luz y color en su campo visual. La forzada postura y el agotamiento de sus piernas, fueron las causantes de que terminara con su espalda apoyada en el torso de otro espectador.

Tras unos instantes, en los que la muchacha creyó que caería a consecuencia del traspiés, unas grandes manos la sujetaron con firmeza a la vez que delicadeza, de su estrecha cintura.

—I’m sorry –tartamudeó ruborizada Sharon.

Un delicado movimiento de aquellas manos la situaron en posición vertical de nuevo. Ella se miró desconcertada la cintura, observando unas varoniles manos asiéndola con firmeza de las caderas. Estas se retiraron con lentitud, rozando con las yemas de aquellos largos dedos la estrecha cintura femenina.

Sharon no pudo reprimir una sensación de ausencia. Ansiosa, giró el rostro en busca del dueño de aquellas fuertes manos. Un joven espigado, de rizado cabello negro y sonrisa sardónica, la saludó alzando una de aquellas manos que habían rescatado a la irlandesa de un golpe contra el suelo.

Las mejillas de la pecosa muchacha comenzaron a arder. Su falta de reflejos ante aquella situación tan desconcertante, la llevó a girar bruscamente, observando compungida la mochila que colgaba de su pecho.

Una nueva explosión de palmeras doradas y círculos rosados cautivaron la atención de Víctor que, tras aquel sobresalto con la pequeña rubia, se había quedado ligeramente afectado. Aquella presión sobre su pecho, aquel pequeño trasero reposando inocentemente sobre su entrepierna y aquel rostro arrebolado, habían encendido un pequeño cosquilleo en su vientre. Su mirada se desviaba constantemente del calidoscopio de colores que era la noche valenciana, a los bolsillos traseros del vaquero de la chica. Aquella manera en que se tensaba la tela tejana moldeándose a la curvatura de los glúteos, parecía llamar más su atención que la intensidad final de los fuegos artificiales.

Desde una esquina de la plaza, una ruidosa sucesión de explosiones comenzó a avanzar a gran velocidad en dirección al enorme monumento de cartón-piedra. Una serpiente de fuego reptaba rauda por la plataforma de la colosal representación. Como una anaconda que quisiera asfixiar a su víctima, el explosivo reptil se enredaba entorno al cuerpo de la infanta Elena de Borbón, haciendo que brotaran las primeras llamas en su cuerpo.

Sharon había olvidado momentáneamente aquellas manos que tanto la habían turbado. En sus retinas, el espectáculo de cartón y fuego, se mezclaba con aquella sonrisa de medio lado.

Víctor, acostumbrado al incendio controlado de todas las noches de San José, observaba expectante cómo el culebreo de la traca ascendía hacia la figura central de un enorme hombre de turbante, sobre el cual danzaba una bailarina ligera de ropa.

La parte baja del irónico monumento ya se encontraba salpicada de pequeños conatos de incendio, cuando una flamígera explosión envolvió por completo los majestuosos ninots centrales.

Sharon, del sobresalto, volvió a perder la estabilidad de sus piernas, yendo a parar de nuevo sobre el pecho de Víctor. Él no se consideraba una persona arrojada y mucho menos con las mujeres, pero en aquel momento, con una guapa inglesa sobre su cuerpo, con aquella cabellera rubia a escasos centímetros de su nariz, algo muy dentro de él surgió inesperadamente, haciendo que sus manos se aferraran de nuevo a las caderas femeninas.

Una súbita sequedad invadió la boca de Víctor durante los segundos en que la incertidumbre se hizo presa de sus emociones. “Una vez vale, pero dos… me tocan la cara fijo”, pensó el joven mientras aguantaba el aire en sus pulmones.

“Este chico va a pensar que soy idiota o que tengo las piernas de arcilla”, pensó Sharon al perder el equilibrio. De nuevo, esa sensación agradable cuando las masculinas manos sujetaron sus caderas. Se encontraba rodeada de gente extraña, en un país que no era el suyo, viendo un espectáculo maravilloso e inexplicablemente, deseaba que aquellas manos no se movieran de su posición actual. Inconscientemente, su cuerpo movió levemente el trasero, apretándolo contra el paquete de aquel muchacho. No lo podía jurar, pero la irlandesa creyó sentir algo contra las carnes de sus nalgas. El aire se detuvo en sus pulmones cuando sintió cómo aquellas manos se deslizaban lentamente hacia su vientre, rodeando su cintura en un abrazo.

Entre las altas llamas se podía distinguir aún la enorme figura del hombre del turbante. El calor del fuego se dejaba sentir en el sonrojado rostro de Sharon; un calor que se confundía con el que comenzaba a arder en su interior. La piel de la cara comenzaba a molestar y los ojos se secaban con rapidez, tanto por el calor generado como por la imposibilidad de la chica de parpadear, perdiendo de vista el flamígero espectáculo.

Víctor hundió su nariz tras la oreja de la joven extranjera; inglesa, pensaba él. Inhaló el aroma a champú, humo y cenizas. Frotó delicadamente la punta de su apéndice contra la fina piel del lóbulo femenino.

Sharon estaba paralizada por la osadía de aquel muchacho. Los latinos tenían fama de lanzados pero, es que estaban junto a una multitud de personas. Posó sus propias manos sobre las del joven con la intención de separarlas de su cuerpo con delicadeza. No deseaba montar un espectáculo. Las yemas de sus dedos tantearon el reverso de las fuertes manos, sintiendo la calidez que desprendían. Una súbita vergüenza se apoderó de Sharon. Sus palmas sudaban profusamente, al contrario que aquellas secas y tersas manos que la sujetaban.

El contacto de las yemas de los dedos femeninos, fue interpretado por Víctor como un consentimiento tácito a continuar el camino iniciado. Con un rápido movimiento, intercaló las posiciones de ambas manos. Ahora, las palmas de Sharon reposaban sobre su propia cadera, mientras que las grandes manos de Víctor cubrían por completo el dorso de las pequeñas extremidades femeninas.

El corazón de la muchacha pareció detenerse súbitamente, cuando sintió que la posición de las manos se invertía siendo abrazada por aquellos cálidos brazos. Las vigas de recia madera, que servían de armazón al monumento, iban apareciendo a medida que el cartón-piedra se consumía.

El calor comenzaba a ser molesto. Sharon, no sabía si era por la enorme hoguera que ardía a escasos metros de su posición o por el sinfín de emociones que se arremolinaban en su interior. Con delicadeza, las manos masculinas tomaron las de la joven Irlandesa, llevándolas sobre el cierre del pantalón vaquero. El abrazo se cerró aún más sobre la muchacha.

Víctor no sabía muy bien qué estaba haciendo. Aunque no le habían partido la cara de momento, no tenía nada claro a dónde conducía todo aquello. Como juego había sido sensual y divertido, pero aquel trasero redondito apretándose contra él, estaba despertándole instintos que no eran muy adecuados en una plaza atestada de gente. Inspirando con fuerza, se decidió a dar el siguiente paso. Con deliberada lentitud, recorrió con la lengua toda la longitud de la unión entre la oreja y la cabeza, terminando por introducirse en la boca aquel diminuto lóbulo, adornado por un pequeño pendiente de plata.

Sharon pensó que todo aquello debía ser un sueño. No sabía si uno placentero o una mala pesadilla. Rodeada por miles de personas, se sentía tremendamente indefensa y lo peor era que su cuerpo parecía no compartir sus sentimientos. Sintió aquella ardiente mejilla rozar su cuello mientras le lamían la oreja y sus piernas comenzaron a flaquear de nuevo. “No puede ser. Aquí no”, pensó Sharon, identificando el cosquilleo de su bajo vientre, al que en pocos segundos acompañó una creciente humedad en su entrepierna.

La rasurada mejilla de Víctor se adelantó, posándose sobre el ardiente moflete de la rubia muchacha. Ella ya no podía seguir aguantando el aliento, por lo que exhaló un profundo suspiro. El joven, interpretando aquel suspiro en su conveniencia, apretó más a la delgada muchacha contra su pecho. Sharon se sentía embriagada: el calor de la pira, el masculino aroma del joven y la intensidad de aquel lazo sobre su pequeño cuerpo, hacían que la cabeza le diera vueltas.

Su desconcierto iba en aumento. De un lado, su cuerpo estaba reaccionando de una manera totalmente autónoma; de otro, los nervios cada vez la estaban bloqueando más, sin encontrar una salida lógica para aquella locura. Ahora sí estuvo segura de notar una dureza contra su nalga izquierda. Sus sudorosas manos, bajo las protectoras y cálidas palmas masculinas, transpiraban cada vez más, incrementando la inseguridad de la nerviosa irlandesa.

Los labios masculinos se posaron sobre la mandíbula de la joven. Viendo la pasividad de ella, el alto muchacho comenzó a lamer desde la oreja hasta el mentón femenino, recorriendo con deliberada lentitud cuanta cálida piel se encontraba al alcance de su húmeda lengua.

Sharon no sabía si salir corriendo o rendirse a las sensaciones que le llegaban desde sus entrañas. Por el rabillo del ojo, vio cómo la gente de su alrededor comenzaba a recular incomodada por el ardiente fuego. La masa de individuos se compactaba, reduciendo el espacio libre entre unos y otros.

Víctor observó a su alrededor. Algunas personas habían roto en llanto. El esfuerzo de todo un año de intenso trabajo perecía siendo pasto de las llamas. Al mismo tiempo, un nuevo periodo, una renovación, comenzaba ofreciendo nuevas oportunidades, nuevos desafíos. Culminaban en ese momento cuatro días de intensa fiesta, de completo desmadre, de carreras, procesiones, ruidos, colores, de profunda transformación de aquella ciudad mediterránea.

El agobio por la presión del gentío iba en aumento. Sharon, Cada vez se sentía mejor entre aquellos fuertes brazos que la protegían levemente de empujones y codazos. “Si es agradable, si no me han obligado a nada, si mi cuerpo responde encantado, ¿por qué no me dejo llevar? ¿Por qué no paso de toda esta gente que no me conoce y disfruto este momento?”. La cabeza de la joven Irlandesa era un hervidero de pensamientos contrapuestos.

El intenso calor, procedente de la inmensa hoguera y la excitación, hacían que la respiración de la ruborizada joven fuera jadeante. Víctor, con su boca sobre la barbilla femenina, percibió la dificultad en el respirar y creyéndola una nueva concesión, incrementó las atenciones sobre aquella dispuesta extranjera.

Las palmas masculinas liberaron el abrazo que mantenían sobre las pequeñas manos de pálida piel. Con facilidad, bordearon el final de la camiseta de algodón, introduciéndose bajo esta. Sharon se estremeció cuando aquellas cálidas extremidades contactaron con su frío estómago, cubierto del intenso calor por la mochila que colgaba de su pecho. “Menos mal que por lo menos no me suda la barriga”, pensó la joven mientras no podía evitar un placentero suspiro, provocado por las yemas de aquellos dedos acariciando la fina piel de su vientre y su ombligo.

Perdiendo el último hilo de cordura, Sharon giró el cuello lo suficiente para que la boca masculina pudiera apresar sus labios resecos por el intenso calor. La humedad de aquella lengua, perfilando el exterior de su pequeña boca, fue todo lo que necesitó la entregada muchacha para romper cualquier atisbo de inhibición.

Aquellas grandes manos que la estaban torturando desde hacía un buen rato, ascendieron hasta acomodarse en los costados de sus pequeñas tetas. Las poderosas palmas oprimieron tiernamente mientras Las ardientes yemas acariciaron la suave piel que el sencillo sujetador dejaba libre, buscando con delicadeza aquella frontera entre los dos montes gemelos.

La muchacha respondía como podía a los ardientes besos de aquel alto latino, que inspeccionaba la oquedad de su propia boca con una lengua cálida e incisiva. El interior de sus sonrojados carrillos, su paladar, toda su boca, quedó al alcance de aquel lúbrico invasor, ante el cual su pequeña lengua no podía poner oposición alguna. Sharon no podía evitar que sus dedos, presos de los nervios, torturaran las trabillas del pantalón tejano mientras que su consciencia iba poco a poco abandonándola, desplazada por aquel intenso cosquilleo de su bajo vientre.

Los habilidosos dedos de la mano izquierda buscaron el pecho derecho bajo la fina prenda que lo cubría. No tardaron en alcanzar su objetivo, acariciando con sutileza un pequeño pezón, que demostraba su agradecimiento endureciéndose contra la fina piel de las yemas de aquellos dedos que colmaban de sutiles atenciones las sensibles cúspides. La mano derecha, más osada, atacó directa al objetivo final de aquella partida. Sharon tenía sentimientos enfrentados: se sentía en la gloria pero, al mismo tiempo, estaba aterrorizada por la inseguridad que aquella situación le provocaba. Cuando la joven quiso despegar sus labios de la masculina boca y quejarse por la osadía de aquella mano inquieta, ya era demasiado tarde. El botón de su pantalón vaquero había sido desabrochado y unos largos y delgados dedos jugueteaban con la cinturilla de sus braguitas. Su reacción fue abrazarse a la mochila con fuerza para que nada de lo que sucedía en su pantalón pudiera ser visto por la multitud que abarrotaba la plaza.

Sin poder poner oposición, cedió de nuevo a la insistente lengua que llamaba a la puerta de sus labios. Acogió en su cálida boca aquella insidiosa humedad que la estaba poniendo cada vez más nerviosa o tal vez, cada vez más excitada. Los delgados tentáculos, acariciaron la sensible piel marcada por el tenso elástico de la prenda íntima. Los dedos se movían lentamente, recorriendo con deliberada parsimonia cada milímetro de fina piel hasta rozar los primeros vellos púbicos.

Víctor sintió en las yemas de sus dedos la suavidad de un monte de Venus bien recortado. Aunque al igual que el estómago, aquella parte también había estado cubierta por la mochila, la temperatura de la piel del pubis era mucho mayor que la del resto del cuerpo. Con paciencia, su mano izquierda fue adentrándose en las intimidades del sujetador, apresando por completo el pecho en su cálida palma, sobre la cual podía sentir la dureza del pétreo pezón. Alzó con delicadeza el firme pecho como si lo sopesara. Con una dulce presión, atenazó la tierna carne en el interior de su cálida palma, transmitiendo todo el deseo que le despertaba la joven extranjera.

La mano derecha no buscó de inmediato el tesoro de la chica. En vez de eso, prefirió manosear la entrepierna, deteniéndose en los delicados pliegues de la suave zona. Delineó con la punta del índice el exterior de los inflamados labios mayores. Acarició las cálidas ingles, sintiendo en la palma de la mano el excitante cosquilleo de un suave monte púbico. En aquellas circunstancias, hasta la suave fricción del antebrazo masculino en el firme vientre, resultaba estimulante para la joven irlandesa.

Sharon no podía creer lo que le estaba pasando. Aquello era una película surrealista, en la que ella tan solo asistía como espectadora. Un atractivo moreno le manoseaba con pericia su pecho por debajo del sujetador, al tiempo que acariciaba con destreza su intimidad, sin que ella supiera si pararle o incitarle a que continuara. Su propia lengua tenía vida autónoma y se unía a la humedad de aquel muchacho como si se conocieran de toda la vida. Piel con piel, boca contra boca, la mente de Sharon giraba vertiginosamente huyendo de la consciencia arrastrada por el sinfín de sensaciones.

Los restos de la vicepresidenta del gobierno se consumían lentamente, devorados por las llamas de la pira. Sharon sintió cómo su entrepierna ardía cada vez con mayor intensidad, debido a las caricias de los hábiles dedos y a la anticipación de atenciones más profundas. A estos no les costó trabajo franquear la barrera que suponían sus dilatados labios mayores, separándolos con desesperante lentitud. Un avezado apéndice se introdujo en sus humedades, explorando con paciencia y delicadeza, toda la húmeda vulva. Las primeras atenciones fueron para los recién flanqueados labios mayores. Un diestro dedo, recorrió toda la longitud, primero del cálido interior del labio derecho para cambiar posteriormente al izquierdo. En busca de cálidos fluidos, el joven se acercó a los labios menores, los cuales encontró perfectamente lubricados, propiciando que aquellos diestros apéndices profanaran la entrada a las profundas intimidades de Sharon.

El trasero de la rubia se agitaba inconscientemente, provocando rozamientos entre sus nalgas y el endurecido miembro del joven. Víctor, con la mano que tenía sobre el pubis femenino, traccionó hacia sí mismo, propiciando que Sharon percibiera con mayor nitidez su endurecida entrepierna. Himnos locales comenzaron a sonar por la megafonía de la atestada plaza. Víctor y Sharon pasaban por una pareja más, algo melosa, pero nada fuera de lo normal. La precaución de la extranjera frente a un posible hurto, había propiciado que con la mochila sobre el pecho las maniobras del muchacho quedaran ocultas a la mayoría de los observadores.

Aquel pequeño cuerpo cada vez vibraba más intensamente entre los largos brazos de Víctor. Las intimidades femeninas eran exploradas por dos dedos, el trabajo de los cuales era identificado claramente por la sensibilidad de la chica. El pulgar hacía suaves pasadas por su inflamado clítoris, moviéndose de arriba abajo o en círculos, daba igual. Cada sutil roce despertaba un sinfín de breves descargas que cosquilleaban por todo el sensibilizado cuerpo. El índice se había atrevido a penetrar en las profundidades de su femineidad tras acariciar sus sensibles labios menores. En aquella oquedad se podía sentir a la perfección la calidez y rugosidad de la estrecha gruta. Los brazos de Sharon, atenazados en un fuerte abrazo a su propia mochila, le picaban, presa del calor de las altas flamas de la falla.

La estructura principal se desmoronó, cayendo sobre sí misma. El intenso calor y el estrépito causado, disimularon el profundo jadeo de Sharon, cuando un segundo dedo acompañó al índice en el interior de su intimidad. El sobresalto la llevó a morder con violencia el labio inferior de Víctor. Él, interpretando que el final estaba cerca, aceleró el movimiento de su pulgar sin romper la cadencia de los dos dedos que invadían la ardiente cueva de Sharon.

El orgasmo inflamó a la joven como si su cuerpo hubiera comenzado a arder desde el interior. Una ola de candente magma la cubrió de pies a cabeza, sensibilizando cada poro de su piel y cada terminación nerviosa de su cuerpo. Apretó con fuerza la mochila sobre su tenso vientre, atenazando con sus mandíbulas la carnosa boca del alto latino. A medida que la ola arrasó las entrañas de Sharon, sus cansadas y doloridas piernas se aflojaron por unos segundos, incapaces de sostener su liviano peso.

Recuperando el aliento, la irlandesa apoyó la nuca en la clavícula del alto joven, respirando sofocadamente. Nada quedaba del monumento que había estado admirando hacía unos minutos. Una montaña de brasas, de la cual surgían altas llamaradas aquí y allá, era todo lo que quedaba de la impresionante escultura de cartón-piedra.

Víctor, con delicadeza, extrajo las manos de los puntos estratégicos que había estado acariciando y masajeando, para rodear la cintura de la menuda joven. Ella no pudo reprimir un suspiro, aplastándose más aún sobre el pecho de aquel improvisado amante. Sentía perfectamente la dureza palpitante de la entrepierna masculina así como la protección y calidez del cariñoso abrazo.

Con disimulo llevó su mano hasta colocarla entre su propio trasero y el paquete del joven. Tras recorrer con las yemas de sus dedos la oprimida virilidad, ahuecó la palma de la mano para adaptarla al bulto que había palpado. Con lentas caricias fue frotando el duro miembro sobre la tela de los pantalones. Unos agradecidos labios se apoderaron del cuello femenino, iniciando una nueva elevación de la excitación de Sharon. Ella aceleró los movimientos sobre la entrepierna masculina al mismo tiempo que giraba la cabeza, volviendo a buscar aquella jugosa boca.

Para Víctor, no era la situación más cómoda del mundo, teniendo a su palpitante amigo encerrado en los ajustados tejanos. Lo morboso e inesperado de toda aquella situación, había elevado su excitación sin importar que los movimientos de aquella pequeña mano fueran erráticos. No pasó mucho tiempo hasta que Sharon sintió cómo el abrazo sobre su cintura se intensificaba y una profunda exhalación llenaba por completo su boca. A través de la gruesa tela del pantalón, no fue fácil detectar la humedad, pero Sharon estaba completamente segura de que aquel joven había explotado como uno de aquellos brillantes fuegos artificiales, expulsando todo el fuego de su interior.

Diversiones

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Laura había planeado un gran sábado. A pesar que su cuerpo no era para nada voluptuoso, no había nada que un vestido de tubo azul ajustado, con la linea del escote por debajo de las axilas, y unos botines de tacón no pudieran… endurecer. Además, tenia su ‘rebaño’ de follamigos, de manera que siempre pescaba uno que otro cuando así lo deseaba. Era bonita, era fácil y estaba dispuesta…

Despues de varias copas y calentar la polla a muchos chicos, Laura se centro en uno en particular. Juan, iba a la clase de al lado. Nada mas verse, ambos se entendieron. Estuvieron bailando un buen rato, ella dejando que el alcohol corriera libre, fregando su trasero enfundado en el vestido en el bulto del chico, que la tenia aferrada por las caderas, con algun ocasional lameton en el cuello. La calentura iba a mas y se fueron a los servicios, pero estaban hasta los topes, asi que decidieron ir al parking, otro lugar para el folleteo, y asi se lo dijo en el oido a Juan mientras le acariciaba el paquete por encima de los jeans, amparada por las bajas luces de la discoteca y lo atestado del lugar.

Mientras Juan la seguía afuera, ella se aseguro de trastabillar un par de veces para toparse de espaldas a el y pegarle su culo en la entrepierna y de este modo comprobar el estado de su dureza. Y sí, estaba bien dura… El muchacho le besuqueó el cuello y ella sintió la llamada de su palpitante entrepierna, por lo que lo apresuró hacia afuera. En el área del parking, se metieron por entre los coches, muchos de ellos ocupados ya por parejas jadeantes, en las áreas más sombrías de la inmensidad de coches. Una sinfonía de quejidos, crujidos de ejes y gemidos los acompañó hasta su lugar.

Se fueron hacia el coche de él, escabulléndose hasta la parte de atrás, donde amparados por la penumbra, empezaron a morrearse y sobarse. El le metió mano fácilmente por debajo del vestido de tubo para alcanzar su tanga y sentir la humedad de Laura, mientras ésta había desabrochado ágilmente la bragueta jeans del chaval y sacado la dura polla afuera, todo esto sin dejar de lamerse las lenguas. Empezó a masturbarlo, con un hábil giro de muñeca, aprovechando lo frío de sus manos y lo caliente de la polla para darle mas placer, hasta que ambas extremidades estuvieron calientes. Por su parte, el chaval había introducido fácilmente un dedo dentro del coño húmedo y dispuesto de Laura, y moviéndolo suavemente, hizo suspirar a Laura cada vez mas pegada a su oido, aferrada a los hombros para no derretirse en el lugar.

Dado que no podían meterse dentro del coche por si veía llegar el coche de su padre ni ponerse a follar fuera de éste, ella decidió esconderse por lo menos de la vista ajena. Poniéndose de cuclillas, con la polla liberada del muchacho a la altura de su cara, comenzó una mamada rápida con la ayuda de su mano derecha, mientras se aferraba al culo del chaval con la otra. La melena morena de Laura se movía ritmicamente al compás de sus embestidas de cabeza, mientras Juan le había colado una mano por el escote hasta llegar a sus pechos, apretándolos ligeramente entre gemidos. El abrazo calido y humedo de la boca de Laura contrastaba con lo fresco del ambiente e hizo que Juan se le escapara un sonoro gemido.

Mantener el equilibrio de cuclillas y tacones no era fácil, pero una combinación de experiencia, ritmo y vaivén hizo que Laura mantuviera un ritmo endemoniado y constante sobre la polla del sufrido chaval, que incapaz de contenerse, no debió de durar mas de 10 minutos entre gemidos y palabras incompletas.

Lo que Laura no veía, concentrada en dar placer, es que un par de amigos de ambos habían pasado a las espaldas de ella, sin decir nada, pero sonriendo y levantando el pulgar hacia el afortunado Juan. Por supuesto sabían que la felatriz era Laura, ya que le habían visto el vestido al saludarse al llegar, y hasta uno tomoó una foto a la escena, con ella de espaldas y cuclillas, el pelo negro en el área de la entrepierna del un sonriente Juan haciendo la V de victoria delante de ella y de cara a la foto. Pero fue de pasada, y ambos transeúntes, respetando el momento, sólo se detuvieron unos segundos para la foto, para luego continuar su camino. Tampoco es que fuera tan inhabitual…

Mientras tanto, Laura notó que la polla de Juan se tensaba, al igual que sus huevos, y sintió la corrida cercana. Reduciendo el ritmo, lengueteo el prepucio del chaval dentro del abrazo húmedo de sus labios sobre el capullo, hasta que entre gemidos y caras raras, el chico se corrió a espasmos en su boca. Esperó a que los estertores y el semen hubieran terminado de salir para estrujar la polla, ya medio flácida, des de la base hasta la punta, recogiendo con boca abierta las pocas gotas que quedaban.

Juan se la metió dentro, satisfecho, mientras Laura se incorporaba, ajustándose vestido y pelo, todavía con la corrida caliente y grumosa en su boca, para finalmente escupirla a un lado al terminar de acicalarse, ya que es lo que ella siempre hace a falta de confianza para tragar. Abrió su pequeño bolso de fiesta y empezó a masticar un chicle de menta.

Uau, eres buenísima… -dijo un pasmado Juan.

Ella sonrió y se morrearon otra vez, apoyada en el maletero del coche, mientras él se aprieta contra su cuerpo, manoseándola por encima de la delgada tela. Ella friega una pierna contra la de el mientras le recorre el cuerpo a manos llenas. Las frias piernas de ella contra sus manos calientes hacen que el muchacho las quiera abrir de par en par y follarla violentamente en el mismo lugar…

Estas… caliente todavía? -pregunta él jadeante.

No se… que tal si lo compruebas..? -responde picarona.

Una mano furtiva se desliza hasta subir ligeramente el vestido y colarla dentro de su tanga, para meter primero un dedo en la humedad caliente de Laura, moverlo ligeramente mientras ella deja de comerle la boca para gemir ahogadamente. Luego mete dos y empieza a moverlos mas y mas rápido, mientras Laura se deja llevar con un quejido sordo…

Apoyada contra el maletero del coche, se deja hacer, solo gimiendo levemente, clavando sus unas en las espalda de su masturbador. Los tacones la sostienen de pie levemente, ya que sus piernas abiertas se tensan a ratos por los espasmos de placer que le dan los hábiles dedos de Juan, que le esta lamiendo el cuello. La humedad de Laura hace que los dedos de Juan trabajen muy rápido, y que el ruido de chapoteo sea notorio para ambos. No pasa mucho hasta que Laura siente el orgasmo subirle por la espalda como una corriente eléctrica. Se corre entre gemidos, a la oreja de Juan, mientras sus piernas se tensan y doblan las rodillas… se hubiera caído si no fuera porque piernas estiradas, casi se cae. Resuena en todo el parking un gemido de placer borracho que hace que varias parejitas dándose arrumacos y alguna que otra paja giren la cabeza y sonrían, preguntándose si no deberían estar haciendo lo mismo…

Espero les haya gustado! Más, pronto!

World of warcraft- Las aventuras de Miladriel

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Hola, me llamo Miladriel, y acabo de cumplir los 45 años. Como los de mi raza pueden llegar a vivir más de 500 años, aún se me considera muy joven y mi cuerpo apenas se ha acabado de formar. Digamos que acabo de pasar una accidentada adolescencia llena de cambios, no solo para mi, sino para mi raza también. Casi toda mi raza se estrelló con una inmensa nave en Azeroth cuando huíamos de la legión ardiente. Luego la lucha contrainnumerables enemigos como el Rey Exánime, y finalmente el cataclismo que devastó todo Azeroth provocado por Alamuerte. Tuve que vivir todas esas desgracias desde el Exodar ya que los míos consideraban que aún no era lo bastante mayor como para luchar, y todo este tiempo he estado entrenándome como cazadora para poder ayudar en futuras batallas con mi arco y con la ayuda de Yasei, un tigre plateado que se convirtió en mi compañero hace algunos años cuando entrenaba en la isla Bruma Azur.

Desde que llegamos a Azeroth, he vivido la mayor parte del tiempo sin ver a mis padres ya que los dos son grandes luchadores y acudían a todas las batallas que emprendía la Alianza. Los más jóvenes nos alojabamos en salas comunales con algunos maestros que nos educaban y entrenaban para cuando fuéramos adultos. Ahí conocí a Altenor, un joven que tenía dos años más que yo y que se entrenó con los paladines de mi raza. Aprovechabamos cualquier rato libre que teníamos para salir a pasear por los bosques de toda la isla y escaparnos de la cruda realidad. Esos eran los mejores ratos que existían para mi, nos besábamos y nos metíamos mano inocentemente sin atrevernos a llegar más lejos mientras Yasei jugaba con algun bicho o auyentaba a algún animal que nos acechara. Nos gustaba soñar con que algún día escaparíamos de la isla juntos y recorreríamos todo Azeroth en busca de lugares para explorar y de grandes aventuras. También nos apoyábamos en los momentos de flaqueza en que echábamos de menos a nuestros padres y familiares. Estábamos tan enamorados que creíamos que nada ni nadie nos iba a separar nunca.

Pero un día mi mentor vino a hablar conmigo, me llevó a un sitio privado y me dio una de las peores noticias que he recibido.

-Miladriel, no sé cómo decirte esto.

-¿Es que ha pasado algo con mis padres?

-Veo que sigues siendo mi alumna más inteligente.

-Déjate de alabanzas y dime qué ha pasado.

-Está bien, han sido apresados por los orcos, no estamos seguros de a donde los han llevado, pero seguro que no lo están pasando demasiado bien.

-¿Que no estais seguros? Eso significa que alguna idea teneis ¿No?

-Bueno, inteligencia de Ventormenta dice que podrían haberlos llevado a Durotar para usarlos como muñeco de entrenamiento para los nuevos guerreros.

-¿Los van a obligar a luchar día y noche?

-Eso parece

-Quiero ir en su busca.

-¡No! Eres demasiado joven para ir a un sitio así, en Durotar está la ciudad de Orgrimmar, que es la capital de la Horda, toda la zona está llena de Orcos y Trolls seguro que hasta te encontrarías Tauren y Elfos de sangre, una Draenei joven como tú no duraría mucho por ahí. Los humanos han formado un escuadrón de rescate para ir a por ellos.

-No me fio de los humanos son engreidos y mentirosos.

-Pequeña, confía en nuestros aliados, no permitirán que nadie sufra ese tipo de trato.

Me marché de ahí sin decir una palabra más, ya que no estaba dispuesta a dejar en manos de nadie la suerte de mis padres. Quise buscar el apoyo de Altenor pero recordé que estaba en medio de su entrenamiento, así que me fui a mi habitación para pensar en un plan de fuga. Un rato más tarde, llamaron a mi puerta, era mi querido novio.

-Tu mentor me ha contado lo que ha pasado y he venido corriendo a ver como estás.

No pude hacer otra cosa que echarme a sus brazos y ponerme a llorar desconsolada. Estuve un buen rato llorando mientras Altenor y Yasei permanecían junto a mi dándome su cariño. Cuando por fin pude calmarme, le dije que necesitaba salir de el Exodar por un rato, así que nos fuimos a dar uno de nuestros paseos por el bosque. Cuando por fin estaba segura de que nadie nos oía me dispuse a contarle mi plan a mi novio.

-Quiero ir a buscar a mis padres.

-Iré contigo, no te dejaré sola.

-No, no podría soportar que a ti te pasara algo por mi culpa.

-Pero…

-¡No! No discutas conmigo en esto, además te necesito para que distraigas a los guardias mientras yo escapo. Hazlo por mi

-Está bien, pero no puedo evitar preocuparme por ti.

-Tranquilo, Yasei cuidará de mi, no estaré sola. Pero quiero hacer una cosa antes de irme.

-¿Que quieres hacer?

-Hace tiempo que te entregué mi corazón, ahora quiero entregarte mi cuerpo.

-¿Estás segura?- Me preguntó con cara de sorpresa.

-Porsupuesto, quiero sentirme completamente tuya antes de irme, hace tiempo que sabia que tu ibas a ser el primero en hacerme el amor, y quiero asegurarme de que es así.

Estábamos en un sitio bastante apartado, solíamos frecuentar ese sitio precisamente porque nunca iba nadie por ahí, así que empezamos a besarnos y a acariciarnos por todo el cuerpo. Era la primera vez para los dos, así que saboreábamos cada momento con gran pasión. Nos besábamos con mucho cariño mientras él me empezó a quitar la camisa que yo llevaba. Comenzó a tocarme los pechos por encima del sujetador dulce y suavemente. Ese tacto hizo que mis pezones se endurecieran enseguida, era una sensación que ya había vivido otras veces en mis salidas con Altenor, pero lo que vendría a partir de ahora sería totalmente nuevo. Mi novio me desabrochó el sujetador y me tocó un pecho, era la primera vez que lo hacía sin nada de ropa, sus calientes y rudas manos sujetaron mi seno sin hacer demasiada fuerza. Entonces soltó un suspiro, como si fuera algo que hacía tiempo que esperaba. Le miré a los ojos y él me devolvió la mirada con la expresión más dulce que le había visto nunca. La verdad es que yo también estaba rebosante de felicidad porque por fin le estaba entregando mi cuerpo a la persona a la que amaba. Siguió acariciándome los pechos un poco mas, y yo seguía excitandome de forma increíble.

Al cabo de un momento le quité la camisa y pude acariciar su fuerte pecho por primera vez, él no dejaba de tocarme y de besarme mientras yo recorría todo su torso con mis manos. Entonces me abrazó y comenzó a besarme por el cuello, dios mío que sensación tan extraordinaria. Ya me había besado en el cuello otras veces, pero esta vez mis pechos rozaban con su torso y eso me excitaba más aún. Entonces comencé a sentir como mi almeja se humedecía, no podía creer la sensación que sentía por dentro y por fuera. Estaba tan excitada que me olvidé por completo de todo lo que estaba en el mundo, de mis padres, de las guerras y de todo por completo, sólo estábamos Altenor y yo. Entonces me apreté fuerte contra él, y pude sentir su pene erecto que luchaba por salir de su pantalón ¡Por todos los Naaru! Mi novio estaba tan excitado como yo. No pude resistir más la tentación y le desabroché el pantalón que pronto cayó al suelo dejando libre su aparato. Me quedé mirándola por un momento, nunca habría pensado que fuera a ser tan grande. Era la primera vez que veía una polla y estaba sorprendida, asustada y excitada al mismo tiempo. Me quité mi pantalón y por primera vez estábamos los dos desnudos uno frente al otro. Entonces me tumbé en el suelo sintiendo la hierba del bosque en mi espalda, y le dije.

-Vamos, hazme tuya, quiero saber lo que se siente.

Obediente como nunca, Altenor se tumbó encima mío y comenzó a lamerme los pechos. Otra sensación nueva que conseguía calentarme más todavía, nunca me había sentido así. Con su lengua acariciaba mis pezones que estaban ya más duros de lo que nunca habían estado. Un momento más tarde se incorporó un poco para ver bien, y con su mano dirigió su polla hasta la entrada de mi húmeda almeja. Me miró a los ojos y sin apartar la vista comenzó a introducirla lentamente. Primero sentí un poco de dolor, que enseguida se convirtió en placer. Un placer nuevo e intenso que me transportó a otro mundo. Una vez la tuvo metida hasta la mitad, comenzó a describir un movimiento de vaivén dentro de mi. A cada empujón que daba, su pene entraba un poco más profundo sacándome, sin yo quererlo, unos gemidos de placer que iban en aumento. Finalmente se volvió a recostar encima mío convirtiendo nuestros azules cuerpos en uno solo. Su pene entraba y salía de mi coñito cada vez a más velocidad. Y cuanto más aumentaba la velocidad, más intenso era el placer que yo sentía. De nuevo, Altenor comenzó a lamerme los pechos sin dejar de moverse dentro de mí. Eso hizo que mi placer aumentara más aún, hasta que un escalofrío recorrió toda mi espalda de arriba a abajo hasta llegar a mi cola que se erizó por completo. Todo mi cuerpo entero se tensó y mi espalda se arqueó completamente. Mis gemidos ahora se habían convertido en gritos de placer pidiéndole que no parara de follarme, y mi almeja no dejaba de soltar líquido que se derramaba por mis nalgas hasta llegar al césped en el que estaba tumbada. Estaba teniendo el primer orgasmo de mi vida y era la experiencia mas maravillosa que había sentido jamás. La cara de mi novio mostraba felicidad de ver lo bien que yo me lo estaba pasando.

Una vez mi cuerpo se relajó, le pedí que se tumbara él en el césped. Entonces me puse yo encima de su cuerpo, metiéndome de nuevo su polla en mi almeja. En esta posición entraba más profundamente que antes. Sin poder evitarlo comencé a cabalgar encima suyo metiéndome ese delicioso aparato tan adentro como era capaz. Yo estaba dando brincos totalmente sentada encima suyo cosa que permitía que Altenor me contemplara el cuerpo entero. Mis pechos se movían de arriba a abajo al ritmo de mi cuerpo y su polla se endurecía más aún dentro de mí. Ambos estábamos sudando de una forma increíble al mismo tiempo que la brisa del atardecer acariciaba nuestros cuerpos. Entonces mi novio comenzó a soltar unos gemidos de placer y su polla se endurecía más aún. Yo no sabía que sucedía pero eso hacía que mi excitación aumentara todavía más, así que sin poder evitarlo comencé a moverme más rápido todavía.

-Me voy a correr yo también.- Anunció Altenor entre gemidos.

Y casi sin darme tiempo a reaccionar, su pene se puso a soltar leche dentro de mi. Esa sensación consiguió que yo llegara al orgasmo de nuevo y nuestros gemidos se unieron en uno solo, al igual que nuestros flujos. Yo no podía parar de moverme mientras mi almeja seguía llenándose de leche, que sensación tan extraordinaria. Cuando los dos nos relajamos de nuevo, caí exhausta encima del cuerpo desnudo de mi novio. Y sin sacar su pene de mi interior me quedé abrazada a él. Poco a poco su polla fué perdiendo su dureza y al final salió irremediablemente de mi almeja. Me quedé tumbada encima suyo mientras sus fuertes brazos me rodeaban. Yo tenía mi cabeza apoyada en su pecho y podía oír cómo su corazón acelerado bajaba de ritmo poco a poco.

-Te quiero muchisimo.- Me dijo Altenor con su voz más dulce que nunca.

-Yo también amor mio.- Le respondí yo de la misma forma.

Así nos quedamos un buen rato sintiendo nuestros cuerpos desnudos acariciados por la brisa. De pronto Yasei, del cual también me había olvidado, se acercó a nosotros con parte de mi ropa en su boca. Entonces fué cuando me di cuenta de que se nos había hecho bastante tarde. Nos vestimos a toda prisa y volvimos corriendo al Exodar ya que se nos había echado encima la hora de la cena. Llegamos con el tiempo justo para que nadie nos hechara de menos, cenamos y nos fuimos cada uno a nuestra habitación.

Me quedé esperando junto a Yasei a que fuera la hora que había acordado con mi novio. Durante ese rato tuve la oportunidad de recordar lo que había pasado en el bosque, esas sensaciones nuevas y desconocidas, esos placeres que se habían apoderado de mi. Sentía la necesidad en mi interior de volver a sentir todo aquello y solo con recordarlo me excité de nuevo. Mi subconsciente me taicionó y mi mano se deslizó sin yo quererlo por debajo del pantalón de mi armadura de cuero que me había puesto para estar preparada para partir. Comencé a tocarme mi entrepierna rememorando todos y cada uno de los detalles de la escena que Altenor y yo habíamos protagonizado unas horas antes. Mis dedos recorrían mi rajita de arriba a abajo, haciendo que mi coñito se humedeciera cada vez más. Cuando estuvo todo bien húmedo, dos de ellos se introdujeron sin mi permiso en mi agujerito, y comenzaron a moverse dentro de él. Yo gemía de placer por lo que mis propios dedos me hacían y por los recuerdos que asaltaban mi mente. Cada vez movía mis dedos más rápido, cada vez mis gemidos eran más intensos y cada vez mi armadura estaba más mojada. Pronto tuve un orgasmo, no tan intenso como los del bosque, pero igualmente placentero. En ese momento fué cuando me di cuenta de que el sexo se iba a convertir en algo necesario para mi. Algo tan placentero no podía estar por más tiempo apartado de mi vida. Solo lamentaba tener que marcharme y no tener a mi novio al lado para practicarlo día y noche.

Pronto llegó el momento de partir, abrí con cuidado la puerta de mi habitación y Altenor ya estaba preparado para ayudarme en mi plan. A esa hora solo había dos guardias en la puerta de la ciudad y la misión de mi novio era la de distraerlos. Se acercó a ellos y se puso a darles charla.

-¿Que haces por aquí chaval?- Le dijo uno de los guardias.

-No podía dormir y estaba dando un paseo ¿Os importa si os hago algo de compañía?

- Estamos ocupados chico, no podemos distraernos demasiado.

-Venga hombre, un poco de charla no os distraerá de nada, y así somos tres a vigilar.

Mientras Altenor mantenía ocupados a los guardias, yo usé el hechizo de camuflaje propio de los cazadores y, en compañía de Yasei, me escurrí por detrás de ellos hacia la salida. Antes de irme dirigí una mirada a mi querido novio a modo de despedida, en ese momento tenía la sensación de que no volvería a verle. Una vez en el exterior, me dirigí directamente al embarcadero, quería salir de esa isla lo más rápido posible. Tenía la intención de sobornar al vigilante del embarcadero con el dinero que mis padres me habían dejado para mis necesidades.

-¡Quien anda ahí!- Dijo el vigilante al darse cuenta de mi presencia.

-Soy amiga- Dije yo levantando las manos en son de paz.

El vigilante me observó atentamente mientras me acercaba a él, desconfiaba por completo ya que estaba oscuro y no se me veía bien. Era un draenei fuerte y grande de unos 120 años, seguro que debía llegar a los 2’40 metros (Hay que decir que los draeneis solemos medir entre 2’10 y 2’40 metros, yo medía 2’15). Cuando estuve lo suficientemente cerca como para que me viera bien, se relajó instantáneamente.

-¿No eres demasiado joven para andar fuera de la ciudad a estas horas?

-Los orcos han secuestrado a mis padres, quiero partir en el próximo barco a Teldrassil.

-Imposible, no puedo permitirte marchar sin una autorización de tu mentor.

-¿Y si te doy una buena cantidad de dinero?

-Con dinero no conseguirás convencerme pequeña.

Entonces se me ocurrió probar otra técnica, me acerqué a él y le puse la mano en el pecho acariciándole suavemente. Entonces, con mi voz mas sexy le dije.

-¿Qué debería hacer para convencerte?

El me agarró de la cintura e inspiró fuertemente para captar todo mi perfume.

-Ahora ya vas por buen camino preciosa.

-Haré todo lo que me pidas, pero necesito tomar el próximo barco.- Dije yo sin tener muy claro lo que pretendía.

-Tenemos bastante tiempo hasta que llegue ese barco, así que puedes convencerme con toda la tranquilidad del mundo.

-Tu solo pide…

-Puedes empezar por quitarte toda la ropa, tranquila que aquí no vendrá nadie a esta hora.- Mientras decía eso, la expresión de su cara iba dibujando una sonrisa malévola, al mismo tiempo que la sorpresa me invadía.

Hasta ese momento no había caído en la cuenta de qué era exactamente lo que quería ese draenei. Entonces, la idea de volver a sentir todas las sensaciones que había descubierto esa misma tarde me excitó tremendamente. Así que no dudé ni un solo momento en ofrecerle lo que quería. Me aparté un poco de él para que pudiera observarme bien, y sin apartar la mirada de sus ojos, comencé a quitarme lentamente la armadura de cuero. Luego me quité la camisa interior y el pantalón de tela que llevo para evitar rozaduras. El vigilante me repasaba el cuerpo entero con la mirada una y otra vez mientras me quitaba toda mi ropa. Entonces me quité el sujetador y las braguitas y me quedé completamente desnuda. El frío de la noche rozaba mi piel, pero mi calentura propia me impedía sentirlo.

-Por los dioses, no te imaginas la de años que hacía que no veía un cuerpo así de joven y delicioso. Ahora quiero que me la chupes.- Dijo mientras se desabrochaba los pantalones.

-¿Que te la chupe? ¿Que es lo que quieres que te chupe?- Realmente no entendía qué era lo que me estaba pidiendo.

-Ah, que dulce inocencia, quiero que me chupes la polla.- A estas alturas ya se había bajado totalmente los pantalones y se le había levantado el miembro, que era un poco más grande que la de Altenor.

-Pero… yo nunca he hecho eso

-No te preocupes pequeña, que yo te explicaré como se hace, y verás como te gusta. Primero, agáchate enfrente de mi.

Yo me dispuse a obedecer cada una de las instrucciones que ese draenei me iba dando. La idea de probar algo nuevo me excitó más aún, así que me agaché en frente del vigilante quedando su enorme polla a la altura de mi cara.

-Primero lámela con la lengua, para que veas que buen sabor tiene.

Obediente, agarré ese enorme falo con mi mano y saqué la lengua tímidamente hasta tomar contacto con él. Descubrí que tenía un sabor dulce y agradable, así que volví a pasar la lengua, pero esta vez comencé a lamérsela entera para sentirlo bien.

-¿Ves? te dije que te gustaría preciosa.- Dijo el vigilante -Ahora métete mi polla en la boca, pero con cuidado de no rozar con los dientes, o me harías daño.

Lentamente fui introduciendo su miembro en mi boca, le miraba a la cara para saber si le hacía daño sin querer. Cuando tuve metido el capullo en la boca, sentí deseos de saborearlo, así que me puse a restregar mi lengua por él dando vueltas alrededor.

-Oh, si preciosa,- Dijo ese draenei entre gemidos. -lo haces muy bien, ahora métetela más aún y comienza a mover la cabeza.

Quería dejarlo completamente complacido ya que quería salir de esa isla en el siguiente barco, además de que toda esa situación hacía que cada vez estuviera más excitada y mi coñito más húmedo. Así que me metí su polla todo lo profundo de que era capaz, y comencé a mover mi cabeza adelante y atrás como él me había pedido. Como había visto que eso le daba más placer, no dejé de mover mi lengua por su pene en todo momento. Me sujeté de sus caderas para no perder el equilibrio y para poder mover más rápido mi cabeza. Luego levanté la vista y ví que ese hombre estaba disfrutando de mi trabajo de una forma increíble, cosa que me animó a seguir con ello. Al cabo de un momento, el vigilante me agarró por los cuernos y comenzó a moverse él. Me follaba la boca de la misma forma que mi novio me había follado el coño unas horas antes. Yo podía sentir como su polla se endurecía cada vez más en mi boca y también ganaba un poco más de tamaño. Pero lejos de sentirme humillada o incómoda, mi excitación aumentaba cada vez más.

-Ahora voy a correrme en tu boca.- Me dijo entre gemidos. -Puedes tragártelo o escupirlo, pero cuidado con no atragantarte.

Dicho esto, sus movimientos se aceleraron más aún. Soltó un gruñido enorme y comenzó a derramar leche en mi boca. Al contrario de lo que yo había pensado, el sabor de su leche era tan dulce y agradable como el de su polla. Dejé que terminara de correrse tranquilamente e incluso estuvo un momento más metiéndola en mi boca. Cuando por fin soltó mis cuernos y me sacó la polla de la boca, me quedé un momento sin saber si tragarme lo que tenía en la boca. No sé que habría hecho otra persona, pero tenía tan buen sabor que decidí tragármelo sin pensarlo más.

-Vaya vaya,- dijo el vigilante complacido. -Resulta que eres mucho mas guarra de lo que parece ¿Te ha gustado el sabor de mi zumito?

-La verdad es que si.- Le dije tímidamente. -No sabía que tenía tan buen sabor.

-Me gusta oir eso, pequeña, pero tranquila que no hemos terminado.

La verdad es que oir eso me alegró mucho. Yo creía que al correrse él ya no habría nada más, ya me pensaba que me iba a quedar sin disfrutar yo. Entonces me pidió que me recostara encima de unas cajas de suministros y herramientas que había ahí al lado. Me separó las piernas y se agachó entre ellas. Yo creía que me iba a meter su polla, pero en vez de eso me dió un beso en mi almejita. A ese beso le siguió otro y luego sacó la lengua y comenzó a lamer. Por la luz, qué sensación, su lengua se abrió paso lentamente a través de los labios de mi almeja produciéndome un placer creciente que no cesaba. Entonces su lengua comenzó a recorrer toda la longitud de mi rajita, jugueteaba con el botoncito y luego volvía hacia abajo. Yo me sentía cada vez más excitada y mi almeja se humedecía cada vez más.

-Vaya preciosa, veo que estás muy caliente.- Dijo eso casi sin dejar de lamerme.

Entonces me metió un dedo dentro de la almeja y, sin dejar de jugar con su lengua, comenzó a follarme con su dedo. Era increíble la sensación de placer que sentía, creo que era más intensa que cuando estaba haciendo el amor con Altenor. Yo necesitaba más, tal era esa sensación que lo agarré de los cuernos igual que había hecho él antes y lo apreté contra mi almeja. Entonces comencé a mover mis caderas sin poder evitarlo, él sacó su dedo y comenzó a meterme la lengua en mi agujerito. El movimiento de mis caderas, unido al movimiento de su lengua, hacían que esta recorriera toda mi almeja produciéndome cada vez más placer. Además, siempre que tenía ocasión la metía dentro de mi agujero. Mis gemidos eran inevitables, cada vez aumentaban más de volumen al mismo tiempo que el movimiento de mis caderas aumentaba también. No pasó mucho tiempo hasta que volví a sentir aquella sensación, iba a correrme y así lo anuncié en voz alta. Pero el vigilante no dejaba de lamerme, por el contrario aumentó el ritmo de sus movimientos con la lengua. Pronto mi cuerpo se tensó por completo, me puse a gritar de placer y mi vagina comenzó a soltar líquido. Menudo orgasmo estaba teniendo, y ese draenei se estaba bebiendo todo mi zumo, igual que había hecho yo con su leche. Parecía que ese orgasmo no se iba a terminar nunca y el que lo estaba provocando no parecía dispuesto a parar de lamer. Yo gritaba y gritaba de placer, un placer que me recorría todo el cuerpo.

-Ahora ponte a cuatro patas, como la perra que eres.- Me dijo cuando por fin terminé de correrme.

Por supuesto obedecí al instante y me puse en esa posición encima de las cajas. El vigilante acercó su polla a mi boca. La observé por un momento y vi que ya empezaba a endurecerse otra vez. Yo deseaba que me la metiera en mi almejita húmeda, así que comencé a chuparla de nuevo para que terminara de endurecerse. Sentía como ese pene crecía nuevamente dentro de mi boca, y cuando había crecido por completo, él la sacó y se puso detrás de mi. Sin tardar demasiado colocó la punta en la entrada de mi coño y comenzó a empujar. Oh si, por fin me estaban penetrando de nuevo, con la diferencia de que esta vez era un draenei experto que sabía lo que hacía. La introdujo lentamente hasta que estuvo toda metida dentro, y luego comenzó a moverse dentro de mí. Primero se movía suavemente, pero al ver que yo estaba tan mojada, aceleró el ritmo enseguida. Me dio un cachete en el culo que hizo que me estremeciera y me excitara, y luego me agarró de la cola para tirar de mi y obligarme a moverme. Cada vez empujaba más fuerte dentro de mí, y yo cada vez sentía su polla más adentro. Realmente él sabía lo que hacía, se notaba que al tener muchos más años que Altenor sabía perfectamente cómo complacer a una chica.

-Por los Naaru, que coño tan delicioso tienes, se nota que hace poco que has dejado de ser virgen.- Esas palabras salieron de la boca del vigilante y penetraron en mi del mismo modo que lo hacía su polla, cosa que hizo que yo me pusiera más caliente aún.

-Es cierto,- Dije yo entre gemidos.- He perdido la virginidad hoy mismo, pero tu si que sabes hacerlo bien, sigue follándome, no quiero que pares nunca.

Después de eso no pasó mucho más tiempo, otro orgasmo me llegó. Del placer que sentía mis brazos flaquearon y me quedé con la cara y el pecho apoyadas en las cajas. De ese modo, a cada empujón que me daba, mis pechos rozaban con la madera de esas cajas. Yo gritaba de placer sin parar y mi almeja volvía a soltar líquido que iba resbalando por mis piernas. Sentí que perdía el control de mi propio cuerpo, pues ese orgasmo era mucho más intenso que todos los que había sentido hasta el momento. Terminó mi orgasmo pero ese draenei aún tenía más energía. Esta vez hizo que me tumbara de lado en el suelo, él se tumbó detrás de mi y me la metió de nuevo. Comenzó a follarme de nuevo obligándome a mantener las piernas juntas. Eso hacía que yo sintiera más intensamente su deliciosa polla como se abría paso dentro de mi. Al mismo tiempo que me follaba, con las manos comenzó a acariciarme los pezones. Yo ya no era capaz de hacer nada, simplemente me dejaba llevar por el placer y el deseo. Todo mi ser estaba centrado en eso, ni pensaba en el barco que quería coger, ni pensaba en mis padres ni en Altenor. Solo existía ese placer intenso que el vigilante me estaba proporcionando.

Un rato más tarde me agarró y sin sacármela de dentro me colocó encima suyo de espaldas a él. Yo estaba totalmente tumbada encima de su cuerpo y él seguía follándome sin parar y sobando mis pechos. Sólo con el hecho de cambiar de postura me corrí de nuevo, pero él no parecía cansarse ni por un momento. Seguía empujando sin parar mientras me magreaba mis pezones duros como rocas. Me corrí tres veces más hasta que quedé totalmente exhausta.

Después de la tercera vez me hizo sentarme en las cajas y se puso de pie frente a mi. Otra vez me acercó su polla a la boca, y yo la acogí sin tener energías para nada. Él mismo se puso a follarme la boca hasta que me di cuenta de que otra vez iba a correrse. Pero esta vez no se corrió dentro. La sacó de mi boca y comenzó a masturbarse apuntando a mi cara. La leche comenzó a salir de su polla llenándome toda la cara y su tacto caliente me excitaba. Uno, dos, tres chorros se iban estrellando contra mi rostro, cuatro, cinco, seis, parecía que eso no iba a parar nunca. La leche comenzó a resbalar por mi cara y a caer encima de mi pecho. Abrí la boca antes de que terminara de correrse y me metí de nuevo la polla en la boca. Tres chorros más fueron a parar a mi garganta y me los tragué sin dudarlo ni por un segundo. Estuve chupándosela un momento más hasta que de nuevo se aflojó. Entonces la saqué de mi boca y comencé a recoger la leche que tenía por mi cara y mis pechos con mis dedos y lo llevé hasta mi boca para comérmelo también. Realmente ese líquido era delicioso, ni yo misma podía entender cómo me gustaba tanto. El vigilante se quedó contemplando como cogía cada gota de su leche y me la comía con gusto.

-Por la luz, eres una hembra genial pequeña, es una pena que tengas que marcharte porque me gustaría estar contigo otra vez.

-Tu también has estado genial. Me has hecho descubrir más sensaciones nuevas y te prometo que si volvemos a encontrarnos te entregaré mi cuerpo de nuevo sin pedir nada a cambio.

Después de haberme limpiado y vestido de nuevo, me quedé ahí sentada junto a Yasei esperando a que llegara el barco. Estaba totalmente exhausta y me faltó poco para quedarme dormida. Por suerte el barco no tardó mucho en llegar, subí a bordo y entonces sí que me dormí en una de las camas que tenía para los pasajeros con la tranquilidad de que ya nadie me iba a llevar de vuelta a el Exodar. La búsqueda de mis padres acababa de comenzar y me esperaba un largo camino lleno de aventuras.


Pasión prohibida

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Maritza-Comienza un día como todos los demás, esos típicos de despertarse, hacer los quehaceres del hogar, cumplir con responsabilidades y darle rienda suelta a la monotonía en la que se había convertido mi vida desde que había decidido no enamorarme de nadie más. Todo comenzó cuando hace un par de años conocí a Andrew, un chico que creí sería todo para mi, tuvimos una relación fugaz, de esas que se viven como adolescentes, donde le das rienda suelta a los sentimientos sin medir el daño que puedes causar o recibir. Fue una relación llena de altibajos que al cabo de un mes se derrumbó causándome un dolor punzante en el pecho, si, de esos que te quitan hasta el aire, sentí que iba a morir. Mis días se volvieron neutros, tristes y perdí todo el sentimiento que pude haber tenido hacia él, pero, para eso tuvo que pasar 1 año de mi vida alejada de todo lo social, me daba pánico volver a querer, a pesar de unas pocas relaciones casuales que hubo luego de él y que para mi significaron nada, mi cuerpo y mi alma se negaban a sentir, pero aun así eso del pasado no podía llamarse amor. Toda esta historia comienza con la aparición de Daniel. Si, es una larga historia, espero se queden a observar el desenlace de una historia que tiene tanto y a la vez tan poco.

Maritza-5:30 de la mañana, veo el despertador y me doy cuenta que debo cumplir con mis responsabilidades del día, me di una ducha y me dispuse a ir a la facultad de medicina. Al llegar a la universidad veo a mis amigos, y me acerco a saludar a Sebastian.

Sebastian:Hola Maritza, por dios! Que te ha sucedido?-con cara de alarmado- luces fatal.

Maritza: Ya sabes, lo de siempre-suspiro-, no dormir preparándome para los exámenes finales y he estado pensando en que necesito un poco de aire, salir de este estilo de vida que me está consumiendo lentamente.

Sebastian: Tengo una idea, hoy es viernes, podríamos ir a ver una película, yo se que tu amas hacerlo y podríamos compartir con el resto del grupo, te parece?

Maritza: No tienes idea lo agradecida que estoy con tu propuesta, por favor avísale a Margareth y a su primo, Te quiero!

Eran las 5 de la tarde, llegamos al cine y fue como respirar un aire nuevo, estar con mis amigos y hacer una de las actividades que mas me gustaban, me hacía sentir que había tomado la decisión correcta al darme un poco de libertad, atreverme a salir de la rutina.

Sebastian: Esa película estuvo fantástica, pero, siempre odio esos finales, no los entiendo!

Maritza: -Se ríe a carcajadas- Sebastian por favor tu siempre con lo mismo, aprende a valorar una película.

Margareth y Frank: Oigan chicos compraremos unas hamburguesas, ustedes quieren?

Sebastian: No tranquilos, iremos a pedir una pizza.

Estábamos en la espera de que nos tomaran el pedido, riendo como nunca y comentando las ocurrencias de los chicos de la facultad, lo que no sabía es que en el instante en que volteara cambiaría mi vida para siempre. Sentí una sensación fuerte, una mirada que estaba entrando en mi cuerpo, al voltear está un chico y su grupo de amigos, pero, en ese momento éramos solo él y yo, en una sola mirada, si existía un mundo aparte del que estaba viviendo no quería conocerlo, al instante sentí como se me formaba una sonrisa en mi rostro y sentía mi corazón latir cada segundo más fuerte.

Maritza: Sebastian! SEBASTIAN escúchame!

Sebastian: ¿Qué sucede contigo? Estaba haciendo el pedido.

Maritza: Voltea, un chico me está mirando con la sonrisa más tonta que he visto en mi vida, ¿qué se cree? ¿Qué con una sonrisa va a hacerme temblar? Pues ni por un segundo. Lo que mi yo interno no quería aceptar es que esa sonrisa si había estremecido hasta el último centímetro de mi cuerpo.

Sebastian: Maritza si, te está mirando, pero eso es lo de menos, lo que si me preocupa es que estás riendo como una tonta y le estás dando más importancia de la que debería tener.

Maritza: No seas ridículo, vamos a sentarnos a comer. A partir de ese momento su mirada seguía a la mía, era como estar sincronizados, no queríamos perder detalle el uno del otro y la estúpida Maritza emocional comenzaba a sentir cosas que no había sentido nunca.

Margareth: Chicos los he notado en una actitud extraña, vamos hablen! Que sucedió?

Sebastian: Ves aquel chico de allá –Burlándose con un tono irritante- está mirando a Maritza hace un rato.

Frank: Por cierto, conozco a un chico de aquella mesa, es demasiado tonto la verdad.

Maritza: Podrían dejar de hablar del niño ese y coman. Aunque yo realmente necesitaba saber ¿Quién era ese chico y por qué me había sentido así?

Al culminar la comida un chico del grupo de amigos de “ese extraño” se acercó a la mesa a saludar a Frank, pero yo al instante supe que era su amigo que lo había mandado hacia la mesa.

Frank: Maritza se me borró tu número, podrías dármelo?

Maritza: Frank no sé en qué mundo crees que vivo o si tengo problemas visuales, no inventes estupideces, te mandó a pedir mi número?

Frank: Si, lo siento.

Maritza: ¿Sabes qué? Si ese idiota quiere jugar, que comience la partida. Anota mi número y dáselo a su amigo, nadie más jugará conmigo, ahora me toca a mi bajarle los humitos al riquillo ese.

Desde ese día supe que me estaba metiendo en una de las situaciones más difíciles por las que iba a pasar en mi vida, disfrutar de algo que no era para mí, el destino me desvió de mi camino y a partir de esa noche tendría que transitar por ese camino y buscar la salida al problema en que se iba a convertir “un juego”. Espero sus opiniones y si les gusta el relato háganmelo saber. Besos. Mart.

Amor a distancia

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Bum, descarga. Muerde sus labios con fuerza para ahogar el gemido inesperado que le ha causado el vibrador hundido entre sus piernas. Bum, descarga. Aprieta sus muslos, se agarra a la mesa y con los ojos llorosos maldice y bendice a su amante al otro lado del aparato, que la controla a distancia sentado en su sofá a kilómetros de allí lamentando su ausencia.

Bum, descarga, y a su mente vuelven los recuerdos de la noche anterior, esposada a la cama, con los ojos vendados y un vendaval de pasión y lujuria derramada sobre ella, lamiendo lo inesperado de su cuerpo, atacando su sexo con denuedo, acariciando sus pechos, devorando sus pezones recubiertos de nata. Bum, descarga, aún siente el peso de su cuerpo sobre su vientre, aún se siente vulnerable cuando recuerda cómo le abrió las piernas y la penetró sin pausa, arrancándole jadeos y flujos, haciéndola arquear la espalda; cuando tras embestirla con fuerza le arrebató la venda y la miró a los ojos y con un profundo beso le dijo te quiero, cuando sacó un objeto parecido un mechero y se lo introdujo en el sexo mientras la acariciaba. No te lo quites, le dijo, lo controlaré a lo lejos cuando estés en el trabajo mañana.

Bum, descarga. Vuelve a estar en su mesa, bastante desordenada. Y ya no puede más, sus muslos chorrean, su cara la delata. Sale de su despacho para hacer una pausa. Se dirige con presteza hacia su casa, donde su amante la espera deseoso de amarla.

Abre la puerta del piso, ansiosa, dispuesta a devorarlo de un bocado pero en lugar de su cuerpo, su pene enhiesto, su pecho fuerte y su sonrisa franca, encuentra una nota: “Tuve que salir muy temprano por una urgencia. Volveré al anochecer. En la nevera aún queda tarta”. Se dirige extrañada hacia su habitación y allí sobre la cama junto a la almohada, se encuentra a su gata que sobre el placentero mando reposa su pata. Bum, descarga.

Cazadores de luz

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Somos los cazadores de luz, nos alimentamos de ella es nuestro elixir de la inmortalidad y la eterna juventud.

Soy un cazador de luz, la absorbemos a través de los ojos, no la eliminamos, siempre vamos de negro algunos con capucha otros si ella podemos acompañar el negro de cualquier color, yo soy alto de 1,80 de ojos rojos pero llevo lentillas marrones obviamente no nací así pero al convertirme en un cazador de luz algunos sufrimos cambios, aveces salgo sin mis lentillas, que me despisto vuelvo a mi descripción, mi pelo es corto y negro a pesar de no parecer fuerte lo soy, siempre estoy vestido de negro y estoy algo loco esto de ser cazador de luz me ha hecho daño e perdido a mi familia, amigos y a mi novia todos huían de mi alegando que había cambiado sin saber lo acertados que estaban al final vivo solo pero tranquilo ¿de donde saco el dinero para pagar la casa, Internet, luz, comida (también comemos) , gas y agua? fácil los cazadores de luz tenemos una ciudad subterránea de la cual generamos luz, agua, gas, Internet, comida y claro tenemos tan buena economía que podemos pagar casa a algunos de nosotros que necesiten vivir entre los mortales ¿me olvide de decir mi nombre? los mortales me llaman Alex los cazadores me llaman Venator del latín cazador yo aparte de cazar luz para cazar a personas importantes recurren a mi porque soy muy bueno, se intimidar mis ojos ayudan se razonar y se secuestrar sin dejar rastros hoy caminaba a 40 grados con mi chaqueta negra con la capucha puesta tan tranquila mente sin sudar (que lo cazadores sudamos) buscando a una persona una cazadora de oscuridad los contrario a nosotros se alimentan de oscuridad, visten de blanco y su ciudad esta en una plataforma flotante, la persona se llama Rose dicen que por su belleza y por su forma de hacerte sangrar me avisaron de que es normal que me acabe enamorando de ella pero no yo ya no me e vuelto a enamorar desde que perdí a mi novia hace 10 años no e envejecido tenia 18 pero aparento 20, esa chica Rose tengo ganas de conocerla, la vi a lo lejos tenia una foto de ella la reconocí me acerque cuidadosamente y se metió en un callejón la atrape y le tape la boca le susurre.

Yo-Shhh no te voy a hacer nada, ahora te dejare hablar y contestaras a mis pregunta ¿ok?-le quite la mano de la boca

Rose-Ok.

Yo-bien ¿es cierto que planeáis destruir a los cazadores de luz?

Rose-Si, vosotros sois escoria cruel y sin escrúpulos-mientras hablaba respiraba su aroma a flores-

Yo-Nosotros no os hemos echo nada y menos a ti Rose-ese Rose lo dije muy cerca de sus labios-

Rose-Pero habéis matado a muchos mortales tu y los tuyos Alex o Venator-

Yo-Sabes mis nombres me alagas pero ¿sabes lo que e sufrido pensando en los asesinatos que he cometido? no-

Rose-Y a mi que se que no me mataras, en mi ciudad eres temido y reconozco que te temo pero te odio cabrón miserable-me costaba no besarle sus finos labios, su cabellera negra, su cuerpo y sus hermosos ojos verdes me enloqueció (mas de lo que estoy)

Yo-Tranquila guapa te estas alterando ¿y si tomamos algo?-

Rose-¿Que? ¿estas mal de la cabeza?-sonreí y me acerque a sus labios

Yo-Si y mucho-le vi lagrimear-no, no llores, no me gusta ver llorar a chicas-y la bese ella me correspondió.

Rose-Vale no lloro pero sueltame monstruo- yo solo la abrace y llore.

Yo-No huyas- me aleje un poco de ella y me quite mis lentillas las tire y la abrace de nuevo.

Rose-Shhhh no llores-intentaba apartarme pero no podía.

Yo-Quieta-deje de llorar la mire con mis ojos rojos ella los miro con interés y yo miraba los suyos se quedo quieta no tenia miedo.

Rose-¿Porque? ¿porque me gustan tus ojos? no los puedo dejar de mirar-ella me acaricio la cara y yo muy desacostumbrado al cariño le dije.

Yo-Para, por favor para-ella no me hizo caso.

Rose-No me da la gana-pero de pronto paro me dio un tortazo que resistí sin problemas me dio otro y otro.

Yo-Para-dije mientras paraba su mano y me caía una lágrima no de dolor físico sino de emocional-Rose convencelos no matamos por matar, no quiero hacerte daño-

Rose-Callate, callate te odio-me abraso.

Yo-Tranquila mi amor ¿que e dicho?

Rose-¿Como tu amor? ¿eres tonto?

Yo-Lo siento, enserio shhh no diga nada-

Rose-¿Estas enfermo? si, si que lo estas

Yo-Shhh tus palabras me duelen, si esto es amor lo recordaba distinto-

Rose-Anda ya puto cabrón calla no me hables de jame en paz mereces morir pero no te matare yo aunque ganas no me faltan-

Yo-Jajajaja no te puedo hacer nada, maldita sea te amo-la solté y corrí a mi casa me encerré dormí y llore durante horas.

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Jugueteando en compañia

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Siempre he pensado que la masturbación es un acto egoísta y he hecho saber a mis amigos que lo que os hacéis es malo, enfermizo y egoísta, que siempre que podías debéis de pedir ayuda a una “profesional” o sí me tenéis cerca a mí, yo os socorreré en la medida de lo posible pues tengo muchos quehaceres, proyectos y citas, pero sí tenéis la suerte de estar contigo… os prometo que no te defraudare, disfrutaras como nunca y te haré lo que ninguna te ha echó. Disfrutaras tanto como yo… no seas egoísta y comparte, se que pocas chicas por no decir ninguna te ofrecerán tal ayuda, pero soy tan sincera como eficiente. Pero no os equivoquéis pues mi ofrecimiento no sólo es para ellos, pues como sexual que soy mi ofrecimiento también es para ellas.

Bueno el miércoles fue un día largo… Vanesa no se puso en contacto y para mí eso significa que he servido a sus propósitos y punto pelota. Durante el día estuve chateando tanto por el Messenger como por el whatsap con unos conocidos, pues alguna que otro deseaba contactar conmigo. Finalmente me decante por una pareja quedando con ellos en un lugar determinado, cuando salí de la oficina me encamina hacia dicho punto de encuentro donde me esperaba una chica, está se me presentó y que me llevaría a su casa… no sin antes haberse asegurado de mis vistas, obviamente estuvimos conversando un rato y tras asegurarse me condujo hasta una casa.

Su marido nos esperaba y haciéndome sentar junto a el… quedé al final en medio de ambos, una vez sentada su mujer. La cual tomó la batuta al tomar mi barbilla y comenzar a besarme mientras me acariciaba con una de sus manos mis pechos, su marido no se mostró inmóvil sino que comenzó a meter su mano entre mis muslos y acariciarlos por la parte interna… mmm. Que malita me tenían… las caricias se convirtieron en magreos, los labios de la esposa dejó su lugar al del esposo y ella comenzó a desnudarme, siendo ella quién chupo mis pechos y pezones mientras me hacia delirar. Su esposo no se contentaba con besarme sino que tenía una de sus manos en el interior de mi pantalón, magreando mis nalgas primero para continuar por dilatar mi orificio vaginal… ooohhh.

Poco a poco entre ambos acabaron por desnudarme completamente y tras indicarme que me arrodillara delante del marido, este con la ayuda de su mujer saco su polla y me la mostro… su mujer fue la primera en hacerme saber cómo debía de chupársela a su marido, cosa que no hizo falta. Pues tras tomarla por debajo de sus genitales comencé a tragármela… una vez tras otra… mmm, con mucha rapidez… sacándomela y golpeándome con ella la boca… continuando por restregar mi lengua por todo su duro y venoso tronco hasta volvérmela a tragar… ooohhh. Cuando me hizo saber que debía de darle a sus genitales el mismo trato… eso hice, siendo su mujer ahora quien tragaba esa polla y mostrándome como le gustaba a su marido, uniéndome a su mujer y dándole a su marido entre las dos una manera diferente de engullir una polla, entre gemidos y obscenidades… mmm.

Me hicieron echarme sobre la alfombra y hacerme tumbar, ella se colocó entre mis piernas y mientras separaba mis muslos su lengua se deslizaba por mis labios vaginales… mmm, su esposo se colocó encima de mi rostro con su polla a mi disposición… la cual no desperdicie, tragándomela entera y haciéndole disfrutar tanto como su mujer me lo estaba haciendo a mí. Tras levantarse su marido acabo por tumbarse el sobre la alfombra mientras su mujer me ayudo a sentarme sobre el miembro de su esposo, ella misma la sujeto y tras restregármela por mis labios vaginales acabo por introducírmela ella misma… ooohhh. Cuando comencé a penetrarme ese pedazo de carne… ooohhh, su mujer era quien marcaba a base de palmadas obre mis nalgas las embestidas… uuufff, nos besábamos y ella besaba y mordisqueaba mis pechos, mientras me decía “muévete zorrita… muévete”.

Tras mi primer orgasmo me hizo cambiar no antes sin que su mujer me hubiera limpiado con su lengua mis fluidos… mmm, siguió ella por ocupar el mismo sitio que yo y yo tuve que sentarme sobre el rostro de su marido… mmm, la mujer era toda una corralera… no dejaba de gemir como una posesa por no decir los gritos que daba y me hacían saber que debía de mostrar mis jadeos como ella. Cosa que obviamente hice y la verdad es que era muy divertido como placentero, pues dejaba escapar todo estrés que tienes acumulado… mmm (joder, que manera de usar tiene el muy cabron… mmm).

Cuando su mujer tuvo su orgasmo mas parecía que llevaba al menos diez de como se quedo y por las voces que dio, tras sacársela me hizo saber que era mi turno y no me lo podía creer… porque tras ver la polla de su marido mas parecía que esta no solo había crecido sino que su grande era dos dedos más grueso. Tras penetrarme… ya no solo eran las embestidas del marido, sino que su mujer comenzó a masturbarme al mismo tiempo que ellos se besaban (joder, claramente para estos no era su primera vez).

Me la sacaba y me la volvía a introducir… en otra ocasión se llevaba el miembro a la boca, continuando por introducírmelo y comenzar ella a besarme… mmm. Durante un largo tiempo, tras el cese de este me hizo ponerme a cuatro patas con mis nalgas bien levantadas y su esposa delante de mí, su marido me penetro de un solo golpe… mas por lo abierto que tenía ya mi orificio vaginal y mientras este me penetraba, yo comenzaba a saborear los labios vaginales y clítoris de su mujer… mmm. Acabando por correrse su marido sobre mi rostro y mis pechos y su mujer recoger todo los fluidos de su marido… mmm, dejándome toda limpia de semen.

Bueno mis queridos lectores y lectoras hasta aquí llego mi confesión, pero antes de marcharme me presentare… me llamo Susana y soy una ardiente Sevillana de cabellos castaños, ojos marrones y complexión delgada, mido 1.75 cm. de altura y peso… bueno eso mejor me lo guardo. Si queréis saber mas… os diré que mis medidas son 90/59/88 y soy bisexual y si queréis saber más de mí… pasaros por mi blogs personal: susanabix-misconfidencias.blogspot.com (www.blogger.com/profile/12388435950971661186).

Os debo de agradecer que hayáis compartido parte de vuestro tiempo conmigo, confió que no os haya molestado mi forma de ver la vida y disfrutarla, pues soy de esas que opino que la vida es corta y merecemos vivirla plenamente con todas sus desgracias y satisfacciones. Siento mucho si he defraudado a muchos de vosotros por querer que os mande en forma privada algo mío, pero debéis de comprender que aparte de estas inclinaciones tengo vida privada y soy muy celosa con ella.

Bueno queridos lectores… lo dicho, si alguno desea expresaros dejad vuestros comentarios os invito a que lo hagáis y porque no, haber si alguno desea calentarme… ya sabéis mi dirección: susanabix@hotmail.com, yo os responderé lo más rápido que pueda… no quiero extenderme aun más, espero ver vuestros email en mi correo… besis.

Alexander Wolf, eres un chico muy valiente

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Aviso, quien quiera encontrar elementos sexuales en este relato lo estará leyendo en vano.

Faltaban unos minutos para la hora del crepúsculo cuando un grito rasgó la noche. Un niño corría asustado por el cementerio. Quien lo perseguía apuntó con su arma de fuego y disparó. El zagal cayó al suelo y unas manos ambiciosas le quitaron lo que llevaba en los bolsillos, unas cuantas monedas.
—La próxima vez que robes te lo pensarás mejor antes de elegirme a mí como víctima.—dijo el chico dándole una patada en el estómago.
—Jack, creo que está muerto.—dijo el otro muchacho.
—¿No lo dirás en serio?—preguntó el joven observando el cadáver del zagal—¡He apuntado al costado!—.
—Pues has fallado.—Contestó el otro—Vamos, apartemos el cuerpo y larguémonos de este cementerio de una maldita vez—.
Ambos jóvenes echaron a correr, dejando el cuerpo inerte y sin vida del zagal apartado en un rincón. A unos metros una niebla se había formado, y pronto tomó la forma de una persona. Se asemejaba bastante al muchacho muerto. Levantó la mano derecha y se la miró.
—¿Qué es esto?—preguntó, pero nadie le respondió. Se acercó al cadáver y rozó su mejilla con la mano. Acto seguido, notó frío en su cuerpo, un frío insoportable del que no podía zafarse. El frío era cada vez mayor, y creyó que se iba a congelar, por lo que anduvo un poco, pensando en la posibilidad de que estuviese soñando. Caminó sin rumbo fijo y, de pronto, una fuerza extraña lo apartó del camino. Intentó resistirse, pero aquello lo atraía fuertemente, como si tuviese una cuerda atada al cuerpo y alguien tirara del otro extremo. Cerró los ojos y su cuerpo se elevó por los aires, viajando veloz. Cuando quiso darse cuenta, todo había parado. Abrió los ojos y lo primero que vio fue una gran lápida negra. Trató de leer el nombre, pero estaba muy mohosa y no consiguió distinguir nada. Miró alrededor. Había muchas lápidas. Algunas estaban rotas. Tenía mucho frío y estaba aterrado, y se asustó más cuando una gélida mano le agarró de su hombro derecho.
—¡¡Ah!!—gritó el chico.
Al darse la vuelta vio a una muchacha algo crecida de unos quince años. Tenía puesto un vestido gris bastante raído, y su piel era totalmente blanca.
—Eh, tranquilo, no voy a matarte.—dijo ella, y comenzó a reírse como si hubiera dicho algo gracioso.—¿No lo pillas? ¡No voy a matarte!—repitió, y siguió riéndose.—Oh… ¿Eres nuevo, ricura? Sí, está claro que no eres de por aquí, pero eres un pálido en toda regla—.
—¿Qué es un pálido?—preguntó el niño—¿Y por qué tienes la piel tan blanca? Tengo mucho frío…—dijo mientras intentaba darse calor frotándose los brazos con las manos.

—Frío… Sí, eres nuevo, no hay duda de ello. Pues mira, ricura, yo no soy la única pálida aquí, compruébalo tú mismo—dijo, y le agarró de la muñeca. Estiró de ella y le llevó a la parte trasera, notablemente más limpia que la delantera, de la lápida negra.—Tranquilo, tus ojos pueden ver en la oscuridad, para nosotros apenas hay distinción entre día y noche en lo que a nuestra capacidad de visión se refiere.—

El chico miró la nigérrima superficie de la lápida y lo que vio lo habría puesto pálido de no ser porque pudo ver a un muchacho con la piel tan nívea como la luna. Dos lágrimas salieron de sus ojos azules.

—Oh, ricura, no llores…—dijo la chica chasqueando la lengua, y le limpió los ojos con sus dedos.

—Antes…, estaba corriendo porque me perseguían, y oí un disparo, y caí, y no recuerdo más. Luego vi mi cuerpo, y lo toqué… ¿Estoy…?—inquirió sin poder terminar la pregunta.

—En efecto, ricura, estás más muerto que muerto… ¿Tienes frío, ricura?—preguntó ella.

El muchacho asintió tiritando.—S-sí—.

No te preocupes, eso es algo natural… Procura no acercarte demasiado a ningún mortal, porque podría sentir tu propio frío… Por cierto, yo me llamo Elizabeth, pero puedes llamarme Liz. Y antes de que lo preguntes, aquí están enterrados los malos, los que antes de morir hicieron algo no muy ético. Algunos son asesinos, otros ladrones, otros banqueros…—dijo riéndose de su propio chiste.—¿Cuál es tu nombre, ricura, y cuál la razón de que hayas ido a parar aquí? Ah, ¿y cuántas primaveras tienes?—.

—Yo sólo robé cuatro monedas a un joven para comprar una hogaza de pan y una pieza de queso. Me llamo Alexander Wolf, y me solían llamar Alex.—dijo él—Y tengo trece años.—añadió.

—Oh, tenemos aquí a un pequeño ladronzuelo… Tranquilo, hay gente mucho peor… yo robé un diamante, maté al dueño y me fui corriendo. Me apresaron a los pocos días y fui condenada a morir. Ah, y tengo ochenta y siete años.—Explicó.

—¡¿Ochenta y siete años?!—

—Eh, tranquilo, ricura. Fallecí a los quince años, así que en términos generales sigo siendo una señorita. El tiempo no pasa para nosotros. Incluso conozco a un asesino en serie que lleva más de trescientos años dando guerra y sólo aparenta veintitrés abriles. Pero ojo, puedo ser tu amiga, porque al morir jovencita, apenas he madurado… Qué me dices, ¿quieres ser mi amigo, ricura?—preguntó extendiendo la mano hacia el chico con suavidad.

El muchacho la miró, y después a Liz, y sonrió. Estrechó la mano de su nueva amiga sin apenas fuerza.

—¿Pero qué haces, ricura?—preguntó ella—Pareceré obsoleta, pero si quieres ser un educado caballero, besa mi mano—.

El niño se encogió de hombros, tomó la mano de la joven y la acercó a sus labios. Dejó un suave beso y miró a la chica, que se agachó hasta quedar a su altura, con la cara a unos centímetros de la suya.

—Alexander Wolf, si yo fuera una señorita viva como el fuego, estoy segura de que me sonrojaría. Ahora, me temo que he de irme, tengo cosas que hacer.—dijo sonriente.

—Pero… Yo no conozco nada de aquí… ¿Y si me pierdo?—inquirió el muchacho, algo asustado. Liz le tocó la nariz con el dedo índice de la mano derecha.

—Ricura, a las doce en punto de la noche sucederá lo mismo que hoy, volverás obligado a este sitio si para entonces no estás aquí. Intenta no acercarte a los humanos, podrías sentir nostalgia… Oh, qué triste es la nostalgia, que transforma nuestras caras hasta hacer que lloren. Adiós, Alexander Wolf.—se despidió y, antes de que éste pudiese hacer nada por impedirlo, desapareció.

El zagal caminó entre algunas lápidas, hablando con los distintos “pálidos” que se encontraban en el lugar de los malos. La primera persona con la que habló fue una viejecita que de joven había matado a tres bandidos que entraron en su casa; la segunda, un juez que había condenado a muerte a decenas de inocentes de forma arbitraria y desconsiderada.

Pasó el resto de la noche andando de aquí para allá, porque no tenía mucho sueño, y cuando tuvo ganas de dormir se apoyó en el árbol que había enfrente de la gran lápida negra. Allí durmió hasta que la mañana dejó paso al atardecer, y cuando la puesta de sol ya había pasado y era de noche, despertó, y lo que vio lo dejó asombrado. Eran sus padres. Dos hombres que los acompañaban llevaban su cuerpo, y llegaban al lugar de los malos. Lo arrojaron de cabeza a una fosa y los dos hombres desconocidos se dispusieron a echar tierra por encima del cadáver. Observó que todas aquellas personas dejaban una niebla de cierto color al andar. La de su padre era negra, negra por la rabia que sentía cuando pensaba en que su hijo era un ladrón; la de su madre, en cambio, era del azul más oscuro y triste que hubiera podido ver, y le entraron ganas de llorar al mismo tiempo que a su madre. Ninguno de ellos las reprimió. Quiso gritar. Quiso decirles que estaba muerto pero feliz, que tenía una nueva amiga, que no había muerto del todo, y cuando fue a levantarse una suave y sedosa mano lo detuvo. Era Liz, había agarrado su mano y tiró de ella hasta lograr que el niño se acurrucara en sus brazos. El muchacho rompió a llorar de nuevo, y sintió que Liz estaba con él para protegerlo de todo.

—Sh… Silencio. Silencio, ricura, no te va a pasar nada, y no importa lo que crea tu padre, porque tu madre sabe que no eres mala persona.—dijo ella.

—Yo… Yo… Robé las monedas para comprar pan y queso y tener algo que llevar a casa, pero solo le di este deshonor a mi familia.—dijo llorando el niño.

Aquel muchacho pudo escuchar cómo la voz melosa y aterciopelada de Liz le susurraba al oído:

—Alexander Wolf, eres un chico muy valiente—.

El Adiós a mi Ex Novio y la bienvenida a mi Amiga

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Bueno os mentare algunas exquisiteces de Oscar… uno de ex novios, os estaréis preguntando quien coño era ese maldecido de Oscar mi ex novio, os debo confesar que en verdad nunca me trataba como tal y que lo único que me sedujo de el… era su polla, por aquellos años en que era joven y desafiante mas en referencia hacia mi padre. Pues utilice a Oscar como manera de desafiarlo y este lo sabía, Oscar era en verdad todo un Don Juan pues tremenda labia tenía… bueno también esos ojos azules, rubio y cuerpo atlético, por no decir que en la cama era fabuloso y me hacia aullar de placer… era también era un cerdo, un cabron y hasta machista. Durante el tiempo que estuve con él me utilizo no solo para el sexo, sino para verme satisfacer todos sus deseos y fantasías, tanto con unos como con otros eso si… le ponía verme sometida en manos de otros, por otro lado también entre sus defectos o maldades esta cuando “forzó” a una joven madre Rumana a sus deseos a cambio de comida.

Cierto día en que nos fuimos a comprar al Carrefour de la carretera de Utrera a la salida de este y cargando el coche con la compra se nos acerco una chica joven con un bebe, nos pidió un tetrabrik de leche o dinero para poder alimentar a su hijo. Oscar no solo le mando a la mierda sino con desprecio le mentó que la única leche que le podría dar era la que tenía en sus genitales, acabándola por mandar a la mierda mientras le amenazaba que si no se fuera llamaría a seguridad. Claro está finalmente salí en su defensa y Oscar se encaro conmigo, cuando fui a llevar el carro al lugar donde se dejan estos… Oscar me llamo llamar, haciéndome saber que debía de llamar a la chica y pedirle que se acercara… no sin antes haberme disculpado en su nombre. Tras acercarse la chica… mi ex le propuso como podría ganar dinero para alimentar a su bebe y a ella, cuando escuché perpleja como el muy hijo de puta le propuso sexo a cambio comida o dinero, está claro esta dejo que no… pero tras unos minutos callada acabo por aceptar.

Tras este nuevo cambio de planes… Oscar me mando a entrar nuevamente al centro comercial y que comprara leche para niño… para nada de leche lactante, pañales y alguna que otra prenda para que no pasara frio, tras salir con todo lo que me había encomendado nos marchamos a su casa. Allí pasamos una tarde-noche muy movida… de inicio me debía de bañar con Nadia y bañarla a conciencia, dándole toda mi atención y prepararla para una larga noche de sexo, entre otras cosas debía de depilarla pues Oscar son de esos que le gusta que nosotras estemos totalmente depilada, cosa que me dio pena pues el mechón rubio que tenia era muy sexy… mmm.

Os presentare a esta joven madre de 19 años (por aquellos años) que según nos conto fue engañada por un chico prometiéndole amor verdadero, tras llegar a España la verdad fue otra pues tras aprovecharse de ella y en todos los sentidos la dejo embarazada, dejándole con el problema tal y sin poder regresa a Rusia (Sant Petersburgo)… aunque nos confeso que para ella es una deshonra, obviamente con toda la razón. Nadia era una chica rubia tipo pibón de 1,60 de altura, muy buen tipo, que a pesar de ser madre se le notaba que fumaba, muy simpática, alegre… a pesar del problemón y muy sensual.

En la cama pude comprobar que para nada era tan inocente quizás esa no fue la primera proposición que le hacían, tras los primeros morreos con mi ex esta tomo su polla y le hizo enloquecer… tanto que sentí celos en dichos momentos. Oscar continúo con una felación a ese depiladito coñito… mientras Nadia evitaba que este levantara su cabeza mediante su mano sobre sus cabellos, no creo que a Oscar se le pasará por la cabeza detenerse con los que le gusta saborear nuestros fluidos. Cosa que tras un rato obtuvo su compensación para ambos, tras incorporarse coloco su miembro entre sus dos enormes pechos y que esta siguiera masturbándolos… mmm, esos dos inmensos pechos estaban cargaditos de leche, que probamos tal tanto Oscar como yo más tarde.

Para finalizar a penetrarla una vez que la coloco a cuatro patas… ni se puso protección alguna, tras colocarla en su entrada vaginal de un solo golpe se la introdujo hasta sus enormes genitales, comenzando a embestirla mientras la chica gemía y soltaba cosas que la ignorancia hacia ese idioma, nos hacía pensar que debía de ser cosas buenas. En algunos momentos yo entraba y Oscar salía de la cama… acabando por sentarse en una silla frente a nosotras, yo estaba súper nerviosa y ella estaba a mi lado… era algo muy especial. Cada roce con su piel al principio me hacía sentir algo… os podría decir que era como si mi corazón se me a mil, tenía una mezcla de sentimientos pues era entre la vergüenza por ser ella una extraña y la curiosidad por saber cómo se comportaría.

Tras un largo rato besándonos y acariciándonos pase a poder disfrutar mejor de su cuerpo… mmm, la verdad me asombro… llegando a hacerme creer que nos había engañado a ambos, pues me arranco varios orgasmo… quizás fuera que ambas estaba muy caliente. Sin llegar a finalizar Oscar volvió a entrar y sin avisar la penetro… tan salvaje como suele ser normal en el, tras horas de sexo acabamos desechos y nos quedamos dormidos los tres hasta el día siguiente. Ignoro cuál de ellos se levanto antes pero fui yo quien tuvo que hacer el desayuno, tiempo que aprovecho esta para ducharse, recuerdo esos momentos pues pensaba despedirme de ella una vez hubiera salido de la ducha, pero tras salir ella ya se había marchado, por las explicaciones que Oscar me dio… me aseguro que esa era de las que volvían. Otra de las putadas de Oscar fue aquella vez en que estuvimos haciéndolo al aire libre en un campo… al muy cabron no se le ocurrió mejor idea que atarme al coche y vendar mis ojos, me penetraba y me hacía de todo… pero eso no era lo peor… pues sentí como cuando las penetraciones se pausaban, las penetraciones eran diferentes llegando a sentir como el tamaño o incluso que eran lo más evidente que el tacto era diferente. En otras palabras me ofrecía a todo aquel que pasaba por ahí, sin importarle como sean estos… mmm, pero bueno, no quiero aburriros.

Hace unos años mi novio me propuso como es costumbre en el sobre todo cuando estamos finales de mayo cada año, el irnos al Charco de la Pava y sus alrededores y practicar doggins o mejor dicho sexo. Tal semana como esta… fuimos a dicha zona sobre las 20:30 o 21:00 hora de la noche, tras parar en el mismo sitio no dejamos las puertas abiertas como la anterior vez. Tras irnos al asiento trasero comenzamos a besarnos, mientras sus manos liberaban mis pechos yo comencé a abrirle el pantalón siguiendo el por bajárselo. Acabando por inclinarme y tras tomar su miembro llevármelo a la boca, saboreando su polla… mmmuuu, restregar su grande por mis labios primero y pasarle una vez tras otra la lengua por esta, mientras con mi mano izquierda masturbaba su tronco y masajeaba sus genitales. Sentía como con una sus manos acariciaban mi nuca y descendía por mi espalda hasta mis nalgas, perdiéndose dentro de esta y comenzar a acariciar mis nalgas… mmmuuuu. Sentía con gran placer sus dedos deslizarse por mis labios vaginales haciéndome sentir lo mojada que estaba.

Aun recuerdo que estaba tragándome su polla cuando escuche a mi chico hablar… ignoro con quien era, pero poco después este me dijo que deseaba metérmela y tras incorporarme me puse sobre él, colocando una pierna a cada lado mientras este ponía en esta ocasión su grande en mi oficio. Tras buscar su polla sentí como esta entraba dentro… ooohhh, comenzando a moverme mientras sus manos me sujetaban por mis cinturas. Mientras cabalgaba note una mano manosear mis nalgas y obviamente mi chico no tiene tres manos, pero precisamente buscábamos esa presencia pero no penséis que de ahí salió relación alguna pues de esas caricias no paso. Para calentar más el ambiente no solo abrimos la puerta sino que tras dejar de follar, me puse a comerme la polla de mi chico mientras me masturbaba… acabando por obtener nuestros orgasmo y nos marchamos, mas como estaba el panorama. Como estáis escuchando no siempre salgo satisfecha de mis salidas, más por los miramientos con los que busco.

Días después repetimos la misma incursión, pero en esta ocasión en vez de quedarse mi novio dentro del coche mientras se la chupaba, este se salió y sentada yo sobre el asiento trasero… se la tome, conduciendo esta hasta mi boca y comenzar a tragármela. A los pocos minutos apareció un hombre que comenzó a mirar primero y poco después se saco su miembro fuera, mente a mi chico que me penetrara… pero le sugerí usar un condón, este no se molesto ni dijo palabra alguna, sino que tras colocárselo se puso detrás y tras coger su polla me la introdujo…. oooohhhh.

Comencé a ser penetrada por mi chico y este desconocido se acerco aún más, hasta posar una de sus manos en mis pechos y comenzar a manosear mis senos, inclinándose y saboreando mis pezones y senos… ooohhhh. Si os digo que ni me fije en el… no os miento, notaba su lengua babear mi cuerpo al tiempo que una mano acariciaba mi pubis con la otra se pajeaba. Como sabía que debía de ser yo quien diera el siguiente paso, mas cuando este se poso sobre el coche y me señalaba con su polla, fui inclinándome hasta que su polla choco con mis labios y tras tomar su tronco, comencé a pajearsela mientras se la chupaba al tiempo que este… acariciaba mis pechos…. uuuummmm.

Aun recuerdo cuando este me pedio penetrarme… mi chico no le hizo esperar, pues tras sacarla ayudo a este a que me penetrara, me tendí sobre el capo y tras colocar mis piernas alrededor de su cuerpo me penetro… ooohhhh, que aguante tenía el cabron… quizás viagra quien sabe. Estuvimos a si follando durante horas y encima el muy cabron, como si estuviera aprovechando su oportunidad… probo en distintas posiciones… ooohhh, todas a su gusto y en sus posibilidades… aaahhh, hasta por fin se acabo viniendo dentro de mi boca.

Hoy día 19 de Abril es el cumpleaños de mi amiga Eva y como regalo de cumpleaños, la hemos invitado a una “kedada” o mejor dicho “un botellón sexual“ o si lo preferís “encuentro dogging”, que se va a celebrar mañana viernes y que solo pueden asistir parejas y chicas… chicos solos NO. Cuando hicimos saber de nuestra asistencia nos informaron que esta iba a ser en el interior del Parque Chile junto al Teatro Lope de Vega (Sevilla) detrás de Discoteca Bandalai. Nos dijeron que de momento íbamos a ser once personas pero según las expectativas iban en aumento, solo el morbo y este tipo de reuniones se invitaban solos, ya que el sexo estaba asegurado para chicos, chicas y parejas, donde los juegos sexuales y los intercambios no paran entre extraños. Claro está no tiene coste alguno y menos aún tiene limitación de participantes, solo se pide que las chicas lleven la menos ropa posible o fácil de quitar y sobre todo mucha discreción, divulgarlo solo a personas comprometidas e ir que el lugar es al aire libre, ya que solo nos ocultaremos por los arboles y matorrales del lugar.

Pero no penséis que tras mi separación con Oscar mí pena me iba a durar mucho, pues me duro poco más porque tuve más de una relación y de forma accidental conocí a Eva, os podría asegurar que nunca he tenido una atracción tan fuerte hacia una mujer. Todo fue a raíz del entorno con el cual comencé a salir, donde había varias parejas y entre estas estaba Eva y pareja… tras su ruptura comenzamos a salir con otras amigas, siempre decía que se consideraba heterosexual como si quisiera justificarse por algo.

Durante una cena de familia la invite a casa… a mis padres no les molesto, durante la cena se sentó en un lado de la mesa por que fue el sitio elegido por mis padres, recuerdo que la vi distante y no era para menos… ya que no conocía a nadie y solo me conocía a mí. Durante todo el rato no deje de mirarla de forma descarada, siendo finalmente ella la que me correspondió también, no recuerdo bien como paso… me refiero como surgió, pues si recuerdo el momento… ya que me pregunto por la ubicación del baño. Creo que se me cruzo los cables pues sin pensármelo dos veces subí con rapidez las escaleras y me dirigí hacia el baño donde le indique, abrí la puerta que no tenía pestillo echado y la mire, no dijo palabra alguna… me abalance sobre ella. Sin que lo esperará comencé a besarla… separándome de ella de manera de ver su actitud, os debo confesar que al verla dubitativa pensé que quizás me hubiera equivocado, pero finalmente me correspondió… estaba yo muy excitada, nunca me había comportado de esa manera y la verdad no estaba mal por ser mi primera vez.

Claramente estábamos muy excitada… ya que estábamos dando un vuelco a nuestra relación y sobre todo a nuestra vida, sentía mis braguitas empapadas y tras unos diez quizás quince minutos de besarnos y acariciarnos… la tome de la mano y me la lleve a mi dormitorio. Nos desnudamos poco a poco sin prisa… ambas estábamos con el corazón en un puño mas porque mis padres duermen en el dormitorio de al lado, comencé yo a besar su cuerpo desde sus ojos hasta sus tobillos al mismo tiempo que la acariciaba. Ella me lamia todo el cuerpo desde mi cuello hasta mi ingle… ooohhh, comenzó a jugar con sus dedos y con su lengua… alternando mis orificios… mmm. Yo estaba gimiendo, suspirando y soltando por mi boca algo que mejor no mentar, cuando me dejo a mi continuar… supe enseñarle como debía de obtener sus orgasmos y gracias a las almohadas sus gemidos los silencio.

Le enseñe que no hacía falta un hombre en nuestra relación… no porque tuviera juguete a mano, sino como debíamos de obtener nuestros orgasmos… por lo que comenzamos a restregar nuestros sexos contra nuestros propios cuerpos… aaahhh. Cambiamos de posiciones mostrándole las diferentes formas en que podríamos gozar… llegando a ser el famoso 69 que tanto hablan, estuvimos toda la noche jugando hasta desfallecer y quedarnos dormidas. Aun recuerdo que tras despertarme por la mañana la tenía ahí mirándome con una agradable expresión y con la mirada tan dulce que suele poner, nos duchamos juntas y en la misma mañera le hice gozar… más cuando me arrodille ante ella y con la ayuda del teléfono de la ducha, comencé a lamer y absorber sus labios vaginales… dejando lo mejor para mis dedos, mientras Eva sujetaba fuertemente mi nuca hacia ella a modo de no separarme hasta que no obtuviera su orgasmo.

Desde ese día hemos repetido los encuentros… ya que ahora somos intimas, sabiendo incluso ella mas de mí que incluso mi propio novio… si ella sabe de mis aventuras de después del trabajo, sabe de mi relación con mi padre y los nubarrones que he tenido en mi vida. Ella aunque cueste comprenderlo es algo que nunca podre decir no… aunque me case, por cierto creo que no sabéis que me caso el día 13 de Septiembre del próximo año… lo siento no os podre invitar a todos… sois.

Bueno mis queridos lectores y lectoras hasta aquí llego mi confesión, pero antes de marcharme me presentare… me llamo Susana y soy una ardiente Sevillana de cabellos castaños, ojos marrones y complexión delgada, mido 1.75 cm. de altura y peso… bueno eso mejor me lo guardo. Si queréis saber mas… os diré que mis medidas son 90/59/88 y soy bisexual y si queréis saber más de mí… pasaros por mi blogs personal: susanabix-misconfidencias.blogspot.com (www.blogger.com/profile/12388435950971661186).

Os debo de agradecer que hayáis compartido parte de vuestro tiempo conmigo, confió que no os haya molestado mi forma de ver la vida y disfrutarla, pues soy de esas que opino que la vida es corta y merecemos vivirla plenamente con todas sus desgracias y satisfacciones. Siento mucho si he defraudado a muchos de vosotros por querer que os mande en forma privada algo mío, pero debéis de comprender que aparte de estas inclinaciones tengo vida privada y soy muy celosa con ella.

Bueno queridos lectores… lo dicho, si alguno desea expresaros dejad vuestros comentarios os invito a que lo hagáis y porque no, haber si alguno desea calentarme… ya sabéis mi dirección: susanabix@hotmail.com, yo os responderé lo más rápido que pueda… no quiero extenderme aun más, espero ver vuestros email en mi correo… besis.

Mi marido

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Mi esposo y yo volvíamos de un matrimonio al cual habíamos asistido en el cual nos divertimos bastante, eran altas horas de la noche, por no decir de la madrugada, yo conducía el carro porque el grado de embriaguez de mi pareja no le permitía ni siquiera estar de pie. Aunque yo también había tomado y me había hecho efecto el alcohol no estaba en la situación de Ricardo.

Mi vestido rojo de medio vuelo se había subido un poco por el manejo de los pedales del carro, mi marido aunque estaba borracho, no estaba perdido ni dormido, colocó su mano sobre mi muslo derecho alabando el grosor de mis extremidades inferiores, me acariciaba la pierna subiendo y bajando su mano, desde la rodilla hasta que rozaba mi ropa interior. Yo le pedía que deje porque estaba conduciendo y podría ocasionarnos un accidente o algo parecido, aunque no lo decía muy convincentemente porque me gustaba lo que hacía.

La verdad que con los tragos de la fiesta yo me había puesto caliente y más caliente aún con los bailes que había tenido con un amigo de mi marido que al verme olvidada me había invitado a bailar repetidas veces. El es un amigo de muchos años de mi esposo, es un encanto de hombre, delicado, atento, suave y tiene un porte que da hipo, 1.85 Mts., pelo entrecano, ojos azules, su nombre es Fabio. No era la primera vez que bailábamos juntos ya que siempre nos topamos en las fiestas pues todas las amistades son en común y cada vez que estábamos juntos no dejaba de halagarme incluso delante de mi marido, pero este no le prestaba atención, como toda mujer a mi me gustaba mucho que me lance ese tipo de piropos y mientras bailábamos aprovechaba para subir de tono sus piropos haciéndolos estos más atrevidos, aunque me los decía al oído me sonrojaba aunque al mismo tiempo me excitaba. Es un gran bailarín y a mi que me encanta bailar así que en ese sentido nos entendíamos muy bien, mientras bailábamos me hizo dar un giro y quedé de espaldas a el, me agarró por las muñecas abrazándome por detrás apoyando su pelvis en mi trasero mientras me decía al oído que tenia un culito muy rico y que le encantaría comérselo, yo movía mis caderas al compás de la música pero en realidad lo que hacia era apretar mis nalgas contra él, podía sentir su miembro a través de su pantalón, la tela de mi vestido era delgada y la tanga hilo dental que llevaba puesta hacia que lo sintiera en toda su dimensión, se podía percibir a través de la tela que Fabio tiene un miembro bastante grande y mientras más me movía más crecía. Me pidió que dejáramos de bailar porque pronto se notaría su erección y sería un poco vergonzoso, me reía con ganas porque sabía o por lo menos eso pensaba que todo era broma, así que nos fuimos a sentar a mi pesar, solo para encontrar a mi marido borracho como una cuba.

Mientras yo conducía mi marido de pronto se abalanzó sobre mis pechos que casi hace que me salga de la calle, detuve el carro y aprovecho para sacarme una teta por encima del vestido que gracias al escote pronunciado y el brassier de encaje sin tiros no le costo nada tenerlo en su boca, mientras su otra mano ya había logrado poner a un lado mi tanga y me acariciaba la concha mojada, abrí mis piernas para facilitarle la labor, mi pierna derecha estaba sobre la consola de la palanca de cambios, mientras me chupaba mi pecho sus dos dedos me perforaban el conejito, yo estaba súper excitada y mis flujos le permitían a esos dedos intrusos una masturbación que me estaba haciendo delirar, pero a pesar de estar disfrutando al máximo yo quería tener algo más dentro de mi, y ese algo más estaba entre las piernas de mi marido, necesitaba ser penetrada. Me concentré en las caricias de mi marido y a mi mente venían las imágenes de Fabio con su tremendo miembro estrujándose en mi trasero, si en estado de reposo lo tenía del tamaño que pude sentir como sería en erección, mi imaginación voló y terminé con un tremendo orgasmo que me hizo estremecer.

Me recompuse el vestido y continué manejando, por suerte ya estábamos cerca de casa, tuve que ayudar a mi marido a entrar a la casa hasta la recamara, mi marido cayó boca arriba en la cama, mientras yo fui al baño a hacer pis pues ya estaba por reventar, cuando volví a la habitación mi marido se había bajado los pantalones dejando su miembro al descubierto, por lo que vi no tenía ni media erección, me desvestí delante de el dándole un pequeño show, me quedé solo con la tanga puesta y me aproximé a su pene fláccido, con lo excitada que aún estaba me lo metí a la boca, entraba fácilmente pues tiene un miembro más bien pequeño, unos 13 cm y en erección, lo chupaba con ahínco pero no lograba hacerlo endurar, mientras yo me acariciaba mi concha que estaba súper mojada, estuve tratando de que lograra una erección pero no lo conseguía.

Mi marido en distintas ocasiones me había regalado un vibrador y un consolador con arnés que cuando desenvolví el paquete en el que venía quedé un poco asombrada porque no sabía cual era el propósito de tener un consolador con arnés, pero aquella vez no dije nada y nunca lo usamos, el tamaño es bastante grande, debe medir unos 19 cm más o menos. En mi arrechura me recordé de mis juguetitos y pensé que si a mi marido no se le paraba utilizaría mis regalos para satisfacerme. Me dirigí hasta el lugar que los tengo guardados y los traje, mientras seguía chupándole la pija a mi marido, que no se le paraba, me metía el vibrador en mi concha provocándome un placer enorme, al poco rato me vinieron los corrientazos propios de que había alcanzado un orgasmo. A un costado mío tenía el consolador con el arnés y me dije para mi misma que era la oportunidad propicia de usarlo ya que nunca lo había hecho, le pedí a mi marido que se lo ponga, como dije anteriormente que tiene un miembro pequeño y en el estado que estaba parecía un maní, así que no tuvo ningún problema en calzárselo pues su pene no obstaculizaba en lo más mínimo, lo lubriqué con gel vaginal y me coloqué en cuatro para que me haya penetrado por atrás, apunto con la cabezota del consolador en mi concha y presionó levemente, sentí que entró un poco, con mi mano protegía que no lo vaya a introducir de una sola vez porque era muy grande, poco a poco me penetraba más y más, sentía que mis labios vaginales se estiraban a la vez que me sentía más penetrada, le pedí que se quedara quieto y yo retrocedí de a poco hasta sentir que lo tenía todo adentro, mis nalgas chocaban contra su pelvis, ahora el que comenzó a moverse fue él, sus movimientos era cada vez más fuertes, hasta que el mete y saca era infernal, de lo único que estaba segura era que el no terminaría nunca, me estaba taladrando con aquella verga descomunal para mi que no estaba acostumbrada a ese tamaño, mientras me cogía pensé en nuestro amigo Fabio y me preguntaba si estar con él se sentiría igual, por el tamaño digo, pensando en el pronto conseguí alcanzar un orgasmo fuertísimo que estuvo acompañado de mis gritos de placer.

Mi marido se retiró de mi y sentí un vacio en mi interior, como si me faltara algo, me di vuelta y me acerqué a su falo y me lo metí en la boca como si se tratara de una verga de verdad, lo chupaba con ansias probando mis propios jugos soñando con la pija de Fabio.

Le retiré el calzón de cuerina con, él me pidió que me lo haya puesto para ver como me quedaba, accedí a su petición y me lo puse, me mire al espejo y lo que me gustó me puso cachonda de nuevo, ahí estaba yo con mis curvas, mis pechos turgentes, mis caderas anchas y un pene grande y grueso, duro como un palo, listo para la guerra, acariciaba el falo como si no quisiera que se ablandara nunca, mas era una masturbación que una caricia, me di vuelta y me acerqué a mi marido que estaba sentado al borde de la cama observando como me miraba al espejo.

¿Te gusta? – Pregunté, asintió con la cabeza mientras su mirada estaba fija en mi miembro falso.

¿Quieres chuparlo? – pregunté nuevamente, el no respondió pero yo ya tenia el miembro en sus mejillas, se lo presionaba, el abrió la boca y se lo metió, lo comenzó a chupar como una puta experta, lo agarraba del tronco y lo apretaba, lo chupaba con frenesí como queriendo exprimirlo, lo estuvo chupando unos minutos, ya el morbo era inmenso y sabia cual seria el segundo paso que yo daría.

Sin preguntarle si quería o no, le dije que acostara de espaldas, quería ver su cara cuando se lo haya metido por el culo, le coloqué gel en su ojete y le dije que se haya dilatado, se metía un dedo y después dos y luego tres, lubriqué el consolador y apunté la cabezota hacia su agujero negro y lleno de pelos, presioné y la cabeza traspaso el umbral de su culo virgen, pego un pequeño grito de dolor, me pidió que me retire pero yo no obedecí, me quedé quieta un rato esperando que se acostumbre al intruso que lo estaba perforando, empujé mis caderas un poco más y entré unos cuantos centímetros, el cerraba los ojos y gemía, de dolor o de placer, no se, pero tampoco me pedía que me retirara, me retiraba un centímetro y avanzaba tres hasta que lo tuve todo adentro, mi marido me agarraba de las caderas, estuve quieta un ratito y con sus manos me dio la señal que me moviera, su cara era un poema de placer, comencé a moverme metiendo y sacando esa verga enorme del culo de mi marido, con gran sorpresa note que su pequeño miembro estaba creciendo. Le estaba rompiendo el culo a mi marido y al parecer le estaba gustando tanto que estaba teniendo una erección, mis movimientos cada vez fueron con más fuerza hasta escuchar el clásico chapoteo cuando la pelvis choca contra las nalgas de tu pareja, la cogida era brutal, mi marido gemía pero esta vez yo estaba segura que era de puro placer, le pellizqué sus tetillas y fue el acto cúlmine para que alcance una erección total, su pequeño miembro estaba durísimo mientras yo le daba con todas mis fuerzas con mi consolador, le puse las piernas sobre mis hombros y le dije que se masturbara, solo darse unos cuatro jalones y botó su lechecita y se bañó la barriga con ella, yo seguí dándole por el culo unos minutos más hasta que me salí de el, su culo quedó como un hoyo sin fondo, abierto.

Me quité el consolador y se lo entregué para que haya ido a asearlo pues después de le enculada no había quedado muy limpio, me acosté en la cama mientras prendía un cigarrillo pensando en lo que había pasado, yo estaba satisfecha con mi nuevo descubrimiento, esto ampliaba nuestro panorama sexual, ahora tendríamos más variedad, pero al mismo tiempo, al ver gozar de esa manera a mi marido me preguntaba: ¿Y si a mi marido le gustan las vergas?

Continuará…..


Solo en casa

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Hoy he regresado del trabajo, tenía la cacerola preparada con la comida lista, solamente para calentarla, mientras se va calentando, me copio en el pendrive una peliculita que recién descargué de Internet hacía un tiempo y tenía ganas de verla, a solas, puesto que no era del gusto del resto de la familia, las de miedo no son las favoritas de las demás personas que viven en casa.

Así que me dispuse a disfrutar de la película, como ya hace calor, me quedé en calzoncillos, me dispuse a comer, con el mando conecté la televisión, el pendrive ya estaba en su lugar con la película recién copiada, y apreté el botón de reproducción.

Mientras me metía la primera cucharada en la boca, fueron apareciendo las primeras imágenes, una chica también se metía… una buena polla sobredimensionada en su boca, como la chupaba, casi no le cabía, por supuesto, no era la película que esperaba visualizar, pero… no tuve más remedio que aguantarme, como esperaba visita en una hora y media, tenía que aguantarme con lo que estaban emitiendo, y mientras me comía lo que había recién calentado, observaba como a la chica le iba entrando más y más carne en su propia boca, mmm, qué forma de mamar la polla tenía, al tío cada vez se le notaba más y más dura, y a mi se me empezaba a salir de mis calzoncillos, como ya me estaba empezando a doler, me deshice de la prenda.

Mientras me desembarazaba del tan incómodo slip, no dejaba de ver la película, y observé como una chica un poco más fuertota que la primera entraba en acción, apareció con un dildo enganchado a un arnés… ufff, eso me puso a mil, yo ya había abandonado la cuchara, la había cambiado por mi poderoso pene, se había convertido en un buen plátano dispuesto a darme todo el placer mientras lo estuviera subiendo y bajando, cómo disfrutaba.

La chica de la película que entró con el arnés y su correspondiente y enorme polla la introdujo en la boca de la otra joven, yo sentía como me subía el semen, guardado que lo tenía desde hacía cuatro días, reservándome para esa tarde, mi polla no cabía en su sitio, brillante como estaba, me sentía subir el placer, los músculos palpitaban en mi mano, de vez en cuando me escupía para sentir como resbalaba sobre el glande descubierto, la forma más agradable de hacerme una paja, mientras en la pantalla, la chica que mamaba la polla de goma, disfrutaba a su vez de su tarea, y el joven que antes le había metido su propia polla hacía lo mismo pero en el culo de la que tenía la polla con su arnés, se estaban montando un trenecito, mientras yo seguía sintiendo como me subía la leche, a punto de explotarme, como fuegos artificiales saliendo de sus cohetes…

Todavía me deparaba más sorpresa “la película de miedo”, cuando el tío tenía todo su diámetro metido en el culo de la que a su vez le daba polla de goma a la tercera joven, hizo aparición en pantalla otra chica, rubia desmelenada alemana, con otra polla de un tamaño más reducido, sin pensarlo dos veces, se colocó detrás del actor que a su vez se follaba a la otra y sin remordimientos, apuntó con su pene de goma negro y lo insertó en el culo del “machote”, el tren tenía cuatro vagones en esos momentos, casi moviéndose de manera discontínua, todos estaban dándose placer, y yo disfrutando como nunca, mi mano no paraba de menearme la polla, subía y bajaba, a veces me doblaba a ver si me la podía autocomer, pero no me llegaba, las manos hacían todo lo que podía, disfrutaba como loco, lo mismo que los cuatro de la tele, sentía como fluían los líquidos preseminales, ya no hacía falta echar ningún escupitajo, mi polla brillaba sola, el placer era auténtico, sentía como pulsaban los latidos del corazón, sentía que me subía la leche, me tocaba los huevos, que subía y bajaban sin necesidad de hacer esfuerzo alguno, sentía mi polla tremendamente dura, deseando de meterla en el chochito que tenía previsto disfrutar en breves instantes, porque estaba llegando la hora de mi visita, pero ya no podía detenerme, tenía que correrme como fuera, lo que salía por la tele me estaba enloqueciendo, de gusto, en un instante, observé como la chica que estaba dándole de comer polla a la primera de la fila casi se desvanece de puro gusto, mientras el joven se corría dentro de su culo a la vez que la que tenía a sus espaldas incrustaba la polla negra de goma totalmente en su interior, en ese mismo instante en que todos gozaron de sus distintos placeres, me llevé la mano al culo, quería saber qué se sentía con un dedo en mi ano, no aguanté dos segundos y estallé de puro gusto, cuatro chorros fueron saliendo de mi polla, cuatro chorros con una fuerza sin igual, cuatro chorros que me dejaron exhausto, con necesidad de quedarme dormido y reposar lo poco que había comido…

Una hora más tarde sonó la puerta, era mi visita, como pude me recompuse y corrí a abrir la puerta, desconocía si volvería a disfrutar esa tarde, después de haber derrochado y disfrutado mis chorros de semen.

María, la dominicana

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Sábado noche. Después de una dura semana de trabajo en la construcción, ando dándome una vuelta por ahí. Después de ver una película en el cine, aparco el coche en un club de carretera a las afueras de un pueblo ; es una noche fresca de primavera y noto un dolor, una erección fuerte bajo la bragueta de mi pantalón vaquero.

Entro en el local, pido una tónica -no bebo alcohol en los clubs; me gusta sentir las sensaciones a flor de piel- y me acurruco en un sofá. Hay poca gente, las chicas están aburridas. Cruzo un rato la mirada con una dominicana morena, alta, con un agresivo vestido tubular de color negro, ceñidísimo a las caderas y que acaba a medio muslo, dejando ver unas impresionantes piernazas. Lo que más me gusta de las mujeres son las piernas, y esta nena me está matandoooo…

Llega; protocolo, nos presentamos, dos besitos ,cómo estás y todo eso. Responde al nombre de María, tiene 31 años, cara ya de mujer, y calculo que aún sin los tacones me saca 2 o 3 centímetros, y eso que yo no soy pequeño. Se sienta encima de mí, con su vestidito, y con su culazo empieza a trabajarme la polla…

Pago, y subimos , yo no puedo más. Nos desnudamos a la vez, me aseo, y morreamos un rato -no suelen querer, pero hoy estoy de suerte- los dos de pie en la alfombra. Mete su lengua debajo de la mía, haciéndome cosquillitas ahí debajo, nos probamos la saliva, que encanto de nena. Me chupa la polla un poquito, me encaja el condón, y ya tumbado en la cama sigue un rato. Insiste en el capullo mientras yo pellizco mis pezones y me vuelvo loco…

Acaricio sus tetas; no son muy grandes, es el único defecto que le veo. Meto mi mano en su entrepierna, acaricio sus muslos. Luego ella tumbada me entretengo un buen rato comiéndole el coño. Beso sus pelitos casi depilados e insisto con la punta de mi lengua entre los labios de su coño. Pero no puedo más, hay que follar ya.

Me mira un segundo, algo seria, y añade. -”Dejame ponerme a mi encima, me gusta siempre ponerme a mí encima, no soporto estar debajo”- A una preciosidad así no le voy a llevar la contraria; acepto sin rechistar…

Se sube encima de mí y me cabalga sin piedad. Siento su coño deslizarse por mi vástago en cada embestida. Me morrea. Gime y da grititos -que fingen ya lo sabemos todos, no hace falta que yo lo recuerde, pero forma parte del protocolo que ellas siguen-, pero lo que más me aturde y maravilla es su pelazo negro cayendo por mi cara. Su larga melena negra, a juego con su piel morena, y con el vestidito negro que traía primero.

Su pelazo me tapa la cara, cegándome, y la veo con dificultad. Aspiro el delicioso aroma de su champú. Qué preciosidad de reina en aquel antro, en fin…

Insiste, profesional, en sus embestidas, y yo no puedo más. Hace, además, un efecto psicológico muy fuerte sobre mí, aunque yo soy más bien frío. Se me tensan todos los músculos de l cuerpo, me recorre una descarga eléctrica, y me corro, al tiempo que ella apura con violencia sus últimas embestidas…

Luego nos vestimos, ella se maquilla y se peina, bajamos abajo y tomamos algo. Hablamos un rato, de todo y de nada, como suele ser en esos sitios, y cuando me marcho me acompaña a la puerta, y se despide de mí con un pico, desándome suerte.

Pero a lo que voy esque no me impresionó solo su físico, sino también su expresión, su tranquilidad, su educación, su manera de estar, todo un conjunto complejo de describir.

Aunque esto esté escrito en forma de relato, fue real, me sucedió hace unos años y exactamente así, por eso no me he extendido más. No la volví a ver ni supe más de ella, pero quería escribir esto porque aunque he estado en muchos clubs y con muchas chicas, cómo aquella ninguna. Nunca me olvidaré de María, la dominicana alta y morena, en aquel club de Asturias; de su planta, de su pelazo moreno, de su expresión, de aquel sábado por la noche…

María, estés donde estés, que tengas mucha suerte… Un abrazo.

Por texto y telefono

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DAMA: Cariño, ¿me puedes marcar por favor? Quiero escuchar tu voz.

Caballerosamente marcó el número y continuaron su conversación. La charla iba derivando, como en otras ocasiones por el internet o por vía telefónica, hacía temas más personales e íntimos, hasta que lo inevitable surgió, no pudo resistir y lanzó la pregunta al aire.

CABALLERO: ¿Amor qué llevas puesto? Yo estoy con poca ropa.

Cerró los ojos como quien espera una reprimenda por haber dicho alguna inconveniencia y oyó como llegaba la respuesta.

DAMA: Llevo puestos una falda negra, y una blusa roja, estoy sentada en la cama. Mis pantaletas son color rojo con motivos negros y mi sostén rojo con encaje negro.

Al escucharla la imaginó tal y como ella describía y su miembro sufrió un ligero espasmo, se puso nervioso, a su edad y nervioso, nunca sospechó que eso le podría ocurrir. Reaccionó como pudo y, tragando saliva contestó.

CABALLERO: Corazón me estas incitando a la rebelión, el color de tu ropa me fascina, me enciende, me gustaría mucho poder estar ahí a tu lado y tomarte entre mis brazos, abrazarte, besarte, estrecharte, mirarte, acariciarte y desvestirte y entregarme a ti en cuerpo y alma. Eres una persona muy especial para mí, a pesar de la distancia te considero mi mujer.

DAMA: El tirante de mi sostén está apretado, ¿me ayudas a quitármelo?

El caballero sin pensarlo dos veces, con palabras empezó a decirle lo que haría si la tuviera cerca, entre sus manos, le desabrocharía la blusa, la pondría de espaldas a su torso, le besaría el cuello, le masajearía la espalda, le zafaría la tensión del tirante del sostén, y dirigiría sus manos hacia los senos de su dama.

DAMA: ¡Mmmmmmmm! Yo con mi dedo índice estoy bordeando mis pezones por encima del sostén rojo. Los noto muy duros y quiero imaginar que eres tú quien los está tocando. ¿Tú que estás haciendo?

CABALLERO: Me palpo con ansia mi miembro. ¡Ay, amor! Está creciendo en mis manos, humedezco mi glande con saliva, imaginando que son tus labios o tu lengua.

DAMA: Mis pezones ya están muy duros y necesito sentir tu palma de la mano completa tocándolos. Ya me quitaste mi sostén y los comienzo a sobar a dos manos; o sea, tus manos amor. ¿Qué llevas puesto cielo?

CABALLERO: Me estoy ‘poniendo’ el traje de Adán. Si me vieras, sabrías como me tienes. Ardiendo.

DAMA: ¿Qué quieres hacerme? ¿Qué quieres que haga ahorita?

CABALLERO: Pienso tocar tus senos, sobarlos, chupar tus pezones, con mi lengua recorrer su circunferencia, ir bajando por tu torso, llegar a tu obligo, quitarte la falda, aterrizar en tu clítoris, y caer como cascada en tus labios inferiores. Sentarme en el suelo, delante de ti, meter la cabeza por entre tus piernas, pasear mi lengua por tus muslos, con las manos agarrar tus piernas, mi lengua no para, llego de nuevo a tus labios inferiores, los huelo, los beso, los lamo, saboreo tu miel.

DAMA: ¡Mmmm! Yo me vuelvo loca, solamente con escuchar tu respiración acelerada, tus palabras entrecortadas, ya sea porque se barre la frecuencia o más bien por nuestra excitación. Ya te siento hincado frente a mi sexo, me excita que estés ahí. Estoy muy mojada

CABALLERO: Desgarro con mis dientes tus pantaletas e inserto un dedo en tu intimidad. Hazlo mi amor, hazlo, abre tus labios y penétrate con un dedo. Tus dedos son mis dedos, tus manos, son mis manos.

DAMA: Si, lo estoy haciendo. ¡Mmmmmmm! Estoy húmeda, mis manos empapadas de mi flujo, que rico. Me estás derritiendo.

CABALLERO: Penetra tus dedos amor. Hazlo, dale corazón. Un dedo, luego dos, quizás tres, Toca tu clítoris, estimúlalo, mete tus dedos. Juega con tu vagina, dale corazón, es mi lengua, son mis labios, son mis dientes, es la punta de mi pene. Dale, dale, dale…

DAMA: ¡Ay! ¡Mmmmm! ¡UgUgUgUg! ¡Ahahahahahahahahahahahahahahah! Amor, ya, ya terminé. ¡Mmmmmmmmmmmmmmm!

CABALLERO: Humedece tus dedos con tus néctares y chúpatelos, así tendrás tu sabor en tu boca y sabrás la delicia que sentirás cuando yo te los comparta con mi boca y mis labios.

DAMA: ¡Sabroso! Ahora yo pongo mi mano en tu miembro y comienzo a sobártelo hacia arriba y hacia abajo, quiero sentir como crece en mi mano, sin viagra ni cialis. Lo agarro por la base e introduzco la punta en mi boca. Siento toda la fauna aviaria en mí. Deseo exprimirte, succionar. ¿Me permites hacerte eso? ¿Quieres?

CABALLERO: ¡Claro que si cariño! ¡Seriia muy rico amor que hicieras eso! Ordéña mi leche hasta la última gota.

DAMA: Antes de ordeñarte, coloco mis piernas sobre tus hombros, no dejamos de mirarnos, nos apretamos las manos fuertemente, pidiendo más. Tu lengua y tus dedos en mi intimidad.

CABALLERO: Luego cambiamos de posición, esta vez tocando tus senos y los músculos de tu abdomen.

DAMA: Yo roso mi cuerpo con tu pene, eso te excita, lamo tu torso, masajeo tus testículos suavemente, me acomodo para agarrar tu pene en mis manos y lo sobo firmemente, siento unas ganas inmensas de meterlo en mi boca y probarlo. Lo hago, primero paso mi lengua a lo largo y ancho de él, lo chupo, lo mamo, lo succiono, siento leche tibia en mis labios. No dejo que te vengas completamente en mi boca. Me siento arriba de tu miembro y ya dentro de mí, cabalgo, lo aprieto con mi vagina una y otra vez hasta que gimes y siento tu eyaculación riquísima dentro de mí.

CABALLERO: Luego nos acomodamos, tu lengua limpiando mi miembro y succionando hasta la última gota. Mi boca y mis labios en tu intimidad. Luego nos besamos teniendo sabor a ti y tu sabor a mí.

CONTINUARÁ

Contacto de television

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Manel acababa de cumplir los diecisiete años. Era su ultimo verano antes de cumplir la mayoría de edad y quería aprovecharlo al máximo.

Una noche cualquiera, ocuparon una vez mas la casa de uno de sus amigos, aprovechando que se encontraba sola, para volver a pillar una borrachera de campeonato, como ellos le llamaban.

Dieron las cuatro de la madrugada cuando la imaginacion ya se había apagado por ese día. Se encontraban sentados, mareados, rodeados de un humo denso y sumersos en un casi completo silencio, excepto por alguna risa o comentario que soltaba alguno de los cuatro amigos en alguna ocasión. Manel estaba ausente, con el mando de la television en la mano, cambiando de canal como si en aquellas horas fuese a encontrar algo interesante en la television… Y e aquí la sorpresa, que lo hizo. Un típico canal con imagenes eróticas y mensajes desesperados de gente buscando contacto físico a través de la television. El silencio se iba rompiendo cada vez mas a medida que los mensajes, casi todos de hombres, iban apareciendo cada uno mas bruto y extraño que el anterior. David, el dueño de la casa, saco su teléfono móvil para empezar a mofarse de la gente con llamadas con tono humoristicas.

-Hola, e visto tu mensaje en el canal tv rincon, eres Pablo?… – Dijo intentando cambiar al máximo su voz a algo que ni asomaba ser voz femenina.

-Si, que edad tienes? pareces joven por tu voz…

-Tengo 23 años. – Tapando la boca de Juan, que entre el alcohol y el humo le costaba aguantarse la risa de los nervios. -Estoy muy húmeda… Quieres que vaya ahora mismo para que me hagas lo que te plazca?

- Claro. – No se lo pensó dos veces – Ven a mi casa… Si quieres paso a buscarte.

-Bien. Calle Ruiseñor numero trece. – Entre las ganas de explotar a carcajadas y la rapidez con que lo soltó, era casi imposible entenderle.

-Numero trece? – El ansia y las ganas asomaban hasta en su tono de voz.

A David se le ilumino la cara, le parecía imposible que hubiera caído, por su voz y lo fácil de la broma… – AGARRAMELA QUE ME CRECE!!! – Soltó de un grito mientras los otros tres explotaban de risa y le gritaban despectivos sin cesar. Mientras David colgaba el teléfono se escuchaba al señor del teléfono gritando lo hijo de puta que eran.

Entre las risas, Manel vio en la pantalla un mensaje proveniente de una mujer. Ante la duda de si seria realmente una mujer, o un hombre mas haciéndose pasar, cogió su teléfono con disimulo y guardo en la memoria este numero. Mas tarde llamare… pensó.

Dos horas mas tarde, Jorge y Francisco ya se habían marchado a sus casas. Manel se quedo a dormir en casa de David y estaban fumandose un cigarro en el sofá comentando que harían al día siguiente. Una vez David se fue a su habitación a dormir, Manel cogió el teléfono y en cuestión de segundos ya estaba llamando a su nuevo contacto.

-Quien es? – Una voz dulce y cálida sonó por el auricular, para sorpresa de Manel no era un hombre, o era uno con una imitacion muy lograda. Manel se quedo en silencio durante unos segundos en los cuales la mujer repetía una y otra vez la pregunta… Quien es?

-Hola, eh visto tu mensaje en tv rincon. Como te llamas?

-Gabriela, y tu?

-Manel de barcelona. De donde eres gabriela? – Empezaba a ponerse nervioso, sus intenciones no eran simples…

-De sant boi… Tienes una voz muy juvenil, que edad tienes?

-Diecisiete. – No pensó en cambiar su edad, salio casi al instante que escucho su pregunta, pero se arrepintió pensando que alomejor podría ser un impedimento para el encuentro que tenia ganas de tener. – Espero que no sea un problema…

-No tranquilo, de momento solo busco pasármelo bien. Yo tengo treinta y cinco, espero que no sea un problema para ti… Puedo enseñarte mas cosas que una de dieciocho. – Su ultima frase salio entre vergonzosa y haciéndose notar. Manel se quedo en silencio asimilando lo bien encaminada que iban sus intenciones al parecer.

-Estamos relativamente cerca, algún día podríamos quedar y conocernos en persona. – Los nervios hablaban por el, no caía en cuenta que era una voz que hacia escasos minutos que había escuchado por primera vez… Sus hormonas estaban actuando por el, y el se dejaba llevar sin mas.

-Porque esperar a otro día? Vente ahora mismo si quieres verme en persona – Picara como ella sola.

Manel se colapso entre los nervios y ruidos que se escuchaban del cuarto de David, parecía que iba a salir de su cuarto.

- Ahora imposible, tengo que dejarte, mañana sin falta te llamo y quedamos. – Colgó y se acostó sin mas para cuando David se asomaba por el pasillo al comedor.

- Hablabas con alguien o acabas de apagar la tele?

- No tío, vas muy ciego, ves a dormir anda.

-Bagh, buenas noches.

-Buenas noches. – Intento coger el sueño mientras se calmaban las palpitaciones de su corazón acelerado, por los nervios. Sentía como si quisiera salir de su pecho… Hasta que al final consiguió dormirse.

El sol en la cara le despertó de una manera brusca. Estaba empapado en sudor y sin su camiseta, aunque no recordaba cuando se la había quitado. Estiro todo su cuerpo para desperezarse y se levanto del sofá hacia la cocina, a preparar un par de cafés antes de despertar a David.

-David, despierta cabrón!! Hoy nos vamos a la playa.

David era un perezoso, así que media hora mas tarde, cuando su café era el único que quedaba en la mesa y ya estaba mas bien frio, apareció por el pasillo.

-Que dices tio… Como has dormido? – Se sentó ignorando el café y empezó a liarse un porro.

-Bueno, para la calor que hace, tampoco me puedo quejar. Prepara las cosas que nos vamos ya, si no no aprovecharemos nada el tiempo tío. – A la vez que lo decía cogía el peta y le daba un par de caladas. – Voy a casa a coger las cosas y prepararme. Quedamos en media hora en la estación, Jorge y Fran ya están avisados así que tu veras. – Lo dijo levantandose y caminando hacia la puerta sabiendo que si le daba mas coba, ya podía olvidarse del día de playa. Abrió la puerta y se fue escuchando a David decirle: “ tío, el peta”.

Media hora mas tarde estaban Jorge, Francisco y Manel en la estación esperando a David que llego con sus vente minutos de costumbre tarde y marcharon a la playa.

Cada hora que pasaba Manel se ponía mas nervioso sabiendo que esa noche si todo iba bien, tendría fiesta privada por primera vez en su vida, y vaya ganas que tenia… Tantas que el día se hizo eterno, pero por fin, llego la noche.

Acababa de pegarse una ducha y antes de salir del cuarto de baño, de secarse bien siquiera, ya estaba llamando a su nueva amiga.

- Hola Gabriela. Te dije que te llamaría, te pillo en mal momento?

-No, tranquilo, como me dijiste que te llamabas?

-Manel… – Esa pregunta no acabo de gustarle.

-A si perdona, soy muy mala recordando nombres. Te lo has pensado bien? Vas a venir a verme hoy? – La picardía volvía a asomarse por el auricular.

-Solo tengo un impedimento.- Contesto Manel. –No tengo moto ni manera de ir hasta alli… Me preguntaba si tu tenias coche y vendrías a por mi.- Dejo caer vergonzoso.

-No tengo, pero mira, un taxi te traería por menos de quince euros, si quieres incluso, podrías coger uno y cuando lleges me llamas que yo te lo pago y tu pagas el de la vuelta.

Manel exploto de los nervios, se levanto de la silla, y apunto en una hoja la direccion que Gabriela le iba diciendo. Colgó, no sin antes dejar claro que quería ir con calma pero tambien sus intenciones e inmediatamente llamo a dicho taxi para que viniera a buscarle.

Cogio una botella de ron de casa, un par de porros por si caian, un par de condones y los quince euros que le traerian a casa de nuevo, y salio escopeteado a su porteria a esperar que lo viniesen a buscar. Mientras el taxi llegaba y no, se fumo dos cigarrillos imaginando como podría ser ella, aunque la verdad esque le importaba poco, mientras cumpliera dos requisitos minimos, cara bonita y no mas alta que el, aunque era dificil esta segunda. Despues de vente minutos eternos, apareció el taxi. Sin querer tardar ni un segundo, se monto cuando apenas acababa de parar del todo, y le dio la direcion.

-Que de juerga? – Soltó el taxista. Era un señor de unos cincuenta y tantos años con ganas de seguir viviendo una vida de adolescente.

-Si, a ver como se plantea la noche – sonrio de los nervios mirando a la ventana viendo las farolas pasar. No hico ni caso a las preguntas e intentos de sacar conversacion del taxista, estaba imaginado las infinitas maneras posibles que tenia Gabriela de ser.

Despues de unos diez minutos, el taxista le aviso de que estaban llegando al destino. Manel se seco las manos, empapadas de sudor, en el pantalon. El taxi estaciono, y el abrio la puerta y miro hacia los lados. Ahi estaba ella, una mujer morena, tanto que tenia un toque tropical, una minifalda que dejaba poco a la imaginacion, unos pechos generosos y sobretodo, una cara que incitaba al pecado y no muy alta. El se corto, la miro y sonrio sin poder decir nada en ese instante, ella le devolvio la mirada y se acerco a la ventanilla del taxista, se agacho y tubo una conversacion con el de unos escasos dos minutos mientras le pagaba el trayecto y de inmediato el taxi desaparecio y ella se acerco a el.

-Hola Manel. – Los dos besos que le dio rozaron el extremo de sus labios y no hizo mas que empeorar su estado. – Vaya que chico tan alto… – Manel sonrio .- Vamos hacia arriba.

Ella se adelanto y Manel se limito a seguirla sin quitarle ojo a ese culo que se movia delante suyo, abrio la porteria y le dijo – Vivo en el primero, vamos por la escalera.

Sin mas empezó a subirlas y Manel desde atras se estaba volviendo loco al ver las dos nalgas de Gabriela asomandose timidamente por el borde de la minifalda. Al llegar a su casa, le invito a sentarse en el sofá mientras le sacaba una copa para beberse el ron que había traido.

- Bueno Manel, que hace un chico tan joven y guapo como tu buscando numeros en la television en vez de estar buscando compañia mas de tu edad?

-No se – con tono timido – no es algo que suela hacer, pero vi tu numero y sin mas lo apunte…

- Bueno alomejor lo podemos pasar bien y todo. – Le guiño un ojo. Empezaron a hablar de hobbys, de su vida profesional, de sus gustos de musica, eso si, siempre con salidas de tono que iban encendiendo poco a poco un fuego dificil de controlar y mas con el alcohol haciéndose notar cada vez mas en ambos. Hasta que salio el tema de los tatuajes. Manel llevaba una rosa tatuada en el cuello, hacia la parte trasera de la oreja, y ella al verlo, le pregunto si tenia alguno mas.

-No… me encantan y se que acabare con mas, pero de momento no me decidido por ninguno mas… Y tu? llevas algún tatuaje?

-Si claro, me encantan, quieres verlos? – Dijo acercandose un poquito a su lado.

-A verlos – Salio de su boca al instante.

Gabriela empezó a bajarse un lentamente una manga de la camiseta k llevaba, tenia unas estrellas en el hombro. Manel por supuesto puso cara de que le encantaban sus tatuajes, pero en verdad estaba rezando porque tubiera alguno en alguna zona mas comprometida. Despues le enseño un duende que tenia en la ingle, bajando un poco la minifalda y el tanguita que tenia, dejando al aire, disimuladamente, una pequeña parte de su vagina. A Manel le costo controlarse para no lanzarse a tocar, le miro y ella le miraba sonriendo con cara de estar jugando con el. Por ultimo le dijo…

-El ultimo mas tarde te lo enseño si te lo ganas.

-Va anda, no seas así… – Le miro a la cara intentando poner cara de pena sin exito alguno – Tiene pinta de ser el mejor, quiero verlo ya…

Ella le miro, mordiendose un labio y pensando en que hacer, pero en poco mas de diez segundos, estaba levantandose la camiseta, dejando al aire su torso, con un sujetador negro bastante ajustado y ahy estaba, un pequeño tribal con forma de sol en pecho. Ella no le quitaba ojo a Manel, aunque este no disimulara mucho para sudar del tatuaje y fijarse en el sujetador y su contenido.

-Te gusta? – Pregunto, como si no conociera la respuesta.

-Me encanta…

-El tatuaje o mis pechos? – No dejaba de morder su labio, algo que alteraba mucho a Manel.

-Ambas, por supuesto… – Sin mas, una mano se lanzo, y con un dedo resiguio el tatuaje, como si fuera algo nuevo para el, algo que nunca hubiera podido tocar. Poco a poco el dedo empezó a hacer circulos por el pecho, hasta que acabo colandose un poco dentro del sujetador, lo bastante como para poder tocar el pezon, que estaba duro como una piedra. Casi como un acto involuntario al tocarlo, se lanzo a lamer el pezon mientras con la mano bajaba el sujetador hasta dejar el pecho al aire. Ella miro al techo mientras dejaba salir un suspiro y se coloco sentada en las piernas del joven Manel, quitando su sujetador y dejando sus tetas al aire a la altura de su cabeza. Manel sentia un ardor en su cabeza y una presion en su paquete que crecia segun el movimiento “alante-atras” de la cintura de Gabriela se intensificaba.

-Cuantas veces te lo has montado con amigas tuyas?…

Manel dejo por un instante de mordisquear suavemente el pezon para contestarle. – La verdad? es mi primera vez… – No sabia si era por el alcohol o por lo excitado que estaba pero no le importo soltar la cruda realidad. Ella se rio mientras levantaba su culo de la entrepierna de Manel y se arrodillaba delante suyo. Le empezó a desabrochar el cinturon, despues el pantalon, y mientras agarraba y sacaba el pene de sus calzoncillos le dijo…

-Tranquilo, yo te voy a sar a probar todo lo que quieras… – Comenzo a relamer el pene… Manel estaba tan excitado y nervioso que le costo horrores no irse a los cinco minutos de que empezara la felacion.

El sofá se convirtio en un escenario de una pelicula porno de las mas movidas, hasta que se quedo pequeño y demasiado caliente y decidieron transladarse a la habitación, donde la cama seria algo mas comodo. Nada mas entrar ella se avalanzo al colchon poniendose a cuatro patas. La vista para Manel era increible, ya había eyaculado tres veces y su herramienta seguia en plena forma, a pie de guerra.

-Vamos, metemela… – Y allí fue el… Se sentia un campeon tirandose a aquella madurita mientras ella le rogaba, entre gemidos, mas y mas.

Despues de diez minutos en esta postura, decidio cambiarla… La agarro de la cintura y la giro bruscamente dejandola boca arriba, cogió sus suaves piernas y se las coloco por encima de sus hombros y empezó a darle marcha. A ella parecía que le encantaba, empezó a gritar como una loca, cosa que a el le hizo preveer el punto final. Le aviso sin mas y ella se arrodillo sacando su lengua, preparandose para recibir su eyaculacion. No le apartaba la mirada a Manel mientras lo recibia, y dejo caerlo por sus pechos mientras los frotaba con las manos. Cuando el extasi bajo, Manel se dejo caer en la cama para recobrar el aliento y cuando la respiracion se calmara encenderse su merecido cigarro. Ella fue al lababo para limpiar su pecho y su cara, y al regreso se tumbo a su lado.

-No esta mal para ser tu primera vez.- Dijo ella sin retirar su mirada del techo. El sonrio y agarro su cara girandola hacia el para besar sus labios. Los dos se quedaron parados cuando sus labios se separaron. Acababan de tener dos horas casi sin parada alguna, de lo mas sucio posible, pero era la primera vez en toda la noche que sus labios se encontraban. La habitación fue invadida por un incomodo silencio, hasta que Gabriela lo rompio.

-Manel, he disfrutado mucho esta noche, pero va siendo hora de que te vistas y vuelvas a casa. Mi marido va a volver del trabajo en nada.

-Marido? no me habias comentado nada…

-Habria cambiado algo? Tampoco te tapado las fotos del comedor ni nada por el estilo… – No pudo quitarle razon alguna. El venia buscando una noche para recordar y la había tenido con crezes así que no podía quejarse de nada. Se levanto y recorrio el piso buscando su ropa y sus pertenencias mientras ella llamaba al taxi que lo llevaria de vuelta a casa. Fue un momento un poco incomodo para el… Una vez todo estaba en los bolsillos, se dirigio a la puerta con ella atras suyo, desnuda y sin mediar palabra alguna. Gabriela agarro el pomo y empezó a abrir la puerta intentando empezar una frase para despedirse, cuando el cerro la puerta, la agarro de ese culo que tanto le había gustado y empezó a besarla mas fogosamente que antes. Una vez acabo Manel salio de la casa con un seco ” hasta otra” y bajo las escaleras al portal, donde tendría que esperar la aparicion del taxi. Se apollo en una de las paredes de fuera del portal, hecho mano a un cigarro que aliño, y se quedo mirando la gente que salia a sus trabajos con los primeros rallos de sol. Mientras esperaba, dos hombres entraron en el portal, uno de unos cinquenta y otro de unos treinta y dos aparentemente. Manel dejaba escapar el humo por su nariz mientras reia levemente imaginando cual de los dos seria el pobre engañado. El taxi llego, y una vez dentro y en marcha, el taxista no paraba de mirarlo de reojo por el olor a sudor y de mas que desprendia Manel. El se limito a mirar el paisaje pasar y pensar en solo tres cosas… Volveria a tener un encuentro con Gabriela o algo que se le pudiera parecer? Deberia compartir con, almenos, su mejor amigo David esta experiencia o mejor guardarsela para el? y porque demonios se sentia tan extrañamente bien…

Buenos días, sr. Jameson

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-Buenos días, señor Jameson. – Eso era lo que siempre decía, con su voz sensual que recordaba en cierta forma las voces femeninas de los gps… o de las líneas eróticas. Todos los días, J. Jonah Jameson oía esa frase segundos antes de entrar en su despacho. Con su costumbre de llegar antes que nadie y marcharse después que todos, era lo primero que oía, y también el “Buenas noches, señor Jameson” era lo último que escuchaba. Rita Hesse, su secretaria, tenía un particular tono de voz que hacía pensar a cualquiera que realmente quería que el día fuese lo mejor posible, o al menos, así le parecía a Jonah. La señorita Hesse era una mujer agraciada físicamente, tenía el pelo casi color violeta y lo llevaba corto a la altura de la mandíbula; ojos negros muy brillantes y hermosos y una figura bastante apetecible. Además, solía llevar minifaldas y blusas escotadas y sabía contonearse graciosamente al andar… la mayor parte de los periodistas le habían intentado tirar los tejos en más de una ocasión, inclusive el propio Peter Parker se había interesado en ella… pero había desistido con más humor que dolor cuando se dio cuenta que a pesar de ser tan mona, a pesar de ser inteligente… sin duda, era la mujer con peor gusto sobre la faz de la tierra: ella bebía los vientos por Jonah Jameson.

Al principio, Peter pensó que ella no iba detrás del hombre, sino del director del periódico con pasta para aburrir… pero hubo de darse cuenta que ninguna mujer miraba de tal modo a una cuenta bancaria con patas. Cuando no se lo comía con los ojos, era que le miraba con expresión de cordero a medio degollar… pero Jonah, frío e implacable no se daba mucha cuenta de aquello. Desde luego había notado que no le era indiferente a Rita, pero él no era un quinceañero romanticón, ya había perdido una esposa y había estado a punto de perder a su único hijo; su verdadero amor era el Daily Bugle y los índices de venta positivos subiendo sin parar. No estaba para ponerse en plan colegial.

Si ya Jonah Jameson se había ganado a pulso la antipatía de la mayor parte de sus empleados con sus modales despóticos y su dirección tiránica, con la abierta ignorancia hacia los sentimientos de Rita, no pocos de sus empleados admitieron odiarle abiertamente… para unos, lo hacía para darse importancia; para otros, es que debía ser impotente; para los más, Jameson era un ser cruel y nada más, disfrutaba viendo sufrir a la chica. Muchos habrían querido consolarla, desde luego… pero quién sabe porqué, Rita sólo tenía ojos para su muy particular Adonis y sus esfuerzos por conseguir que se fijara en ella, eran cada día más enternecedores… No sólo se ponía muy guapa y perfumada, no sólo usaba ropa bonita y abiertamente provocativa, además había llegado a conocer a Jameson hasta su más pequeña manía: sabía a la hora exacta a la que querría café y lo tenía ya preparado; revisaba las noticias del día y las ventas diarias y semanales para saber con total precisión cómo tenía que estar de cargado el café, o si era mejor poner incluso una chispa de coñac en él; conocía la dieta que seguía y pedía la comida con antelación para que cuando él abriese la puerta voceando por su plato, ya estuviera allí; reponía los elementos del cuarto del baño antes que él tuviese que pedirlo y mantenía las mantas que usaba cuando dormía allí alguna vez, limpias, planchadas perfectamente y con una ramita de lavanda en el armario donde las guardaba…. Lo MIMABA, en suma. Pero Jameson, ni siquiera era capaz de agradecer tal comportamiento, que no entraba en absoluto en las obligaciones de secretaria de dirección de la señorita Hesse… todo lo más, alguna vez asentía ante una atención y decía “bien”, pero nunca, jamás “gracias”. En cambio, en las escasísimas ocasiones que notaba el más ligero descuido, hacía un mundo de ello y se exaltaba visiblemente, diciendo que estaba rodeado de inútiles incapaces de hacer nada a derechas.

Aquélla noche, Jameson se había marchado ya cuando Peter llegó a entregar unas fotos. Le habían dicho en recepción que no estaba, había tenido que irse a una cena, pero pensó que podía dejar las fotos en su mesa de todos modos; Jonah las vería al día siguiente. Al acercarse al despacho del director, oyó un sonido ahogado… no precisaba de su sentido arácnido para darse cuenta de lo que era: Rita Hesse estaba sentada en su mesa del antedespacho de Jameson, a oscuras y llorando silenciosamente. Peter hubiera querido marcharse de allí, sin duda a la joven no le gustaría que nadie la viese llorar, pero aún así se acercó. Rita respingó en su silla y de inmediato quiso darse la vuelta, pero supo que había sido descubierta y se limitó a limpiarse un poco la cara.

-He traído estas fotos para Jameson… son muy buenas. – dijo, tendiendo el sobre.

-Mañana se las daré en cuanto llegue… – contestó con voz ahogada la joven, y Peter se acuclilló frente a ella.

-¿Sigue sin hacerte caso, verdad? – preguntó con dulzura.

Rita le miró a los ojos e intentó contestar, pero sin duda el pesar fue demasiado para ella, y el encontrarse con alguien con quien poder sincerarse la terminó de arreglar: se abrazó a Peter y se echó a llorar sin poder contenerse, sin ocultar ya los gemidos. Peter acarició la cabeza de la joven y logró entender, entre los sollozos de ésta, que Jameson había sido particularmente grosero esa tarde… no le importaba, ella lo amaba tal como era… pero le había dado un sobre que habían enviado para él que contenía invitaciones para una función teatral totalmente gratis, hecha por niños. Jonah se había reído y había roto las entradas, diciendo después, con una mirada muy explícita, que “lo gratuito, no suele realmente valer nada. Todo lo que se da gratis, ya sea una comida, una función o cualquier cosa, se da gratis para librarse de ello, porque no vale nada”. Jameson había dado a entender así que el cariño que sentía Rita por él, no valía nada puesto que lo regalaba…. O al menos, él no lo apreciaba. Peter no pudo evitar pensar que su jefe tenía la misma sensibilidad que un adoquín de carretera comarcal.

-¿Eso piensa, verdad? – dijo Peter – muy bien… pues vamos a darle un valor a tu amor, a ver si entonces lo valora como se merece… ¿tú estás dispuesta a…?

- A TODO, – contestó ella sin dudar. – Haría cualquier cosa por él.

Peter sonrió y le dijo que no se preocupara. Dentro de una semana, Jameson tenía que ir a Hawai a una conferencia sobre Ética del trabajo, y permanecería allí cuatro días en un lujoso hotel, y naturalmente, su secretaria le acompañaría… “no puedo darte detalles” susurró Peter mientras limpiaba las lágrimas de Rita con el dorso de la mano “pero cuando se presente la ocasión, deberás darte a valer. Y puesto que el único valor que entiende Jonah es el dinero, ése deberá ser el que uses”. Rita quiso preguntar cuál era la idea de Parker, pero éste se negó a decir más… era mejor que ella no estuviese preparada, así siempre podría echarse atrás si llegaba a la conclusión que le importaba más su amor propio que Jameson.

Durante esa semana, la actitud de la joven para con Jonah no varió en absoluto; pese a haber sido herida en su corazón, siguió tratándolo tan cordial, atenta y cariñosamente como siempre…. Tampoco la actitud de él, desgraciadamente, varió para con ella: malhumorado permanente, cínico y gritón, parecía incapaz de una palabra amable… si bien el día antes de su partida, cuando la señorita Hesse le recitó una por una todas las acciones que había llevado a cabo y se comprobó que todas estaban perfectas hasta el último detalle (reserva, equipajes, asuntos pendientes, sitios a ocupar, presupuesto para souvenirs, etc….), dejó escapar una media sonrisa de satisfacción, y Rita se iluminó de pies a cabeza. Jameson se dio cuenta, naturalmente… ni un ciego lo hubiera pasado por alto. Pero no estaba dispuesto a enamorarse de una chica tan joven…. Apenas era unos años mayor que su hijo, ¿qué iban a decir de él? Que ella venía por su dinero, está claro… Y además, él ya estaba casado con el periódico y su responsabilidad, no tenía tiempo para esposas… Y no podía dejar de pensar si su hijo aprobaría una relación semejante. Le parecía bastante irónico que un padre se preocupara de lo que pudiera decir su hijo, pero lo cierto es que la opinión de su hijo le importaba más que la suya propia… El chico había tenido que afrontar la muerte de su madre prácticamente sólo, mientras él trabajaba de corresponsal de guerra, ya había sido bastante golpe para él… Desde luego, su chico ya era un hombre, pero sabía que aquello seguía pesando en su memoria, ¿qué diría si, además de no estar cuando la muerte de su madre, ahora se liaba con otra mujer, y además tan joven? Por años que hubieran pasado, una madre siempre es una madre… Su hijo no lo aprobaría, y lo último que quería en el mundo era que algo pudiera distanciarlo de su hijo.

Fuera como fuese, el ansiado viaje a Hawai llegó, y Jameson y la señorita Hesse se acomodaron en sendos asientos de primera clase. La joven intentó entablar conversación, pero chocó contra el muro de piedra que era Jonah, éste durmió casi todo el viaje, y la joven se dedicó a organizar su agenda y leer un poco. El calor era infernal en las islas, pero el ambiente festivo y desenfadado ponía de buen humor a la joven secretaria. La conferencia fue un éxito, y eso también puso de buen humor (dentro de lo que cabe…) a Jameson. Tras la conferencia, se celebró una cena, de carácter informal, con espectáculo; todo el mundo iba en bañador, Jameson llevaba una camisa blanca y unos horrendos bermudas amarillos con palmeras verdes, y Rita un bikini azul con un pareo de flores. Fue ya después de la cena, cuando, a punto de regresar cada quien a su suite, un hombre se acercó a Rita y le preguntó a cuánto lo cobraba…

-¿A cuánto cobro el qué? – preguntó la joven, desorientada. La pregunta no era clara, y en la cena había bebido un poco.

-Qué va a ser – contestó el hombre, sin molestarse ni en bajar la voz – el polvo, niña, a cuánto cobras tú el polvo.

-Oiga, amigo, me parece que se está usted equivocando… – la joven se alejó un paso, pero no pudo evitar reír, si bien Jonah, que estaba a su lado, no parecía igual de divertido.

-Oye, que el que no seas profesional, me pone más todavía… venga, ¿van cien dólares?

-¡¿Pero qué se ha creído?!

-Vale, mujer, doscientos y arreglado, ¿van?

-La está usted insultando – intervino Jonah.

-¿Qué pasa, tienes la exclusiva de ella, o qué? ¿O me vas a decir que tú darías más?

Jonah miró a su secretaria como quien mira un trozo de ternera para asar, y dijo:

-Menos de trescientos, es un insulto.

-¡Señor Jameson! – se escandalizó la joven.

-¡Trescientos diez! – dijo el hombre.

-¡Trescientos veinticinco! – pujó Jameson, fingiendo no ver que su secretaria estaba tan colorada que despedía calor a ráfagas.

- ¡Trescientos cincuenta! – contestó el desconocido, y Jonah dudó. Rita supo que había llegado el momento del que le había hablado Peter… era ahora o nunca; Jameson había demostrado que ella le interesaba, pero si no le daba algo que marcase que lo valía, no seguiría adelante… le echó valor y abrazando a su jefe por la cintura, se acercó a él sensualmente.

-Este hombre me da trescientos cincuenta dólares… – susurró, cariñosa – yo no quiero irme con él a cambio de un precio tan bajo… para lo que yo soy, eso es un regalo… ¿verdad que no va a dejar perder algo así…?

Jameson casi no la dejó acabar la frase:

-¡Quinientos cincuenta! – y no dijo más, porque no podía ofrecer más sin tirar de la tarjeta de crédito. El desconocido titubeó y finalmente se marchó con fastidio, y Rita estuvo a punto de batir palmas. Jonah puso sonrisa de superioridad y hubiera querido rematar la derrota de su adversario con algún comentario cínico, pero se le cortó la sonrisa cuando vio que su secretaria estaba ante él con la mano extendida. – ¿¡Pero pretendes cobrarlo?! – se escandalizó – ¡Yo sólo lo he hecho para que no te fueras con él! ¿¡Así me agradeces que te haya librado de ese cretino?!

-Si no está dispuesto a pagar por lo que valgo, entonces me voy con él, ¡no debió haber pujado si no quería quedarse conmigo! – Rita sabía que se la jugaba, pero apenas había dado la media vuelta, Jameson la sujetó del brazo.

-¡Es una maldita chantajista, señorita Hesse! – voceó, sacando la cartera del bolsillo de los bermudas. Muy a regañadientes, pagó la cantidad pactada, que Rita se guardó rápidamente.

-Es usted un encanto, señor Jameson… – dijo y le besó voluptuosamente en la boca – Un verdadero encanto…

Rita cogió a Jonah de la mano y, riendo como una niña traviesa, tiró de él para llevarle a la lujosa habitación del hotel. El acaudalado director no pudo evitar pensar “recapitulemos…. ¿cómo hemos llegado a ésta situación?”, pero por otro lado, no veía nada malo en lo que iba a suceder. Llevaba mucho tiempo sin estar con una mujer; quisiera reconocerlo o no, su secretaria no le era indiferente… y puesto que había pagado por tener sexo con ella, nadie podría acusarle de tener un lío, ni siquiera su hijo… él tan sólo había pagado por un servicio.

Sin dejar de correr, entraron en la habitación de él, que incluso tenía una piscina privada; Rita no se detuvo, riendo y saltando se quitó el pareo y se lanzó al agua. Los pezones se marcaron a través de la tela del bikini azul y entre eso, el beso y el saber lo que iba a suceder, Jameson empezó a notar que su cuerpo reaccionaba sin que pudiera evitarlo…

-¡Vamos, al agua! – dijo ella, salpicándolo – ¿Cómo va a preferir que le llame….? ¿J. J…? ¿Jonah…? ¿Cuchi-cuchi…?

Jameson estuvo a punto de decir que si se atrevía a llamarle “cuchi-cuchi” ya se podía largar con el otro, pero se contuvo y le dijo que podía llamarle como quisiera…

-Entonces, le seguiré llamando señor Jameson… me da más morbo… – El citado se quitó la camisa y casi se quitó los bermudas también, pero recordó que Rita aún llevaba el bikini, y decidió no darle ventaja… y por un momento, le invadió la estúpida idea de qué pensaría ella cuando le viese desnudo. Se lanzó al agua y nadó hacia ella, y se sorprendió a sí mismo al descubrir que realmente estaba caliente y la deseaba mucho más de lo que le hubiera gustado admitir. La joven le abrió los brazos al verle acercarse y le besó nuevamente, jugando con sus labios húmedos…

-¿Te da morbo que siga siendo tu jefe…? – preguntó Jonah, y ella asintió. A él también le daba morbo pensar que se estaba beneficiando a su secretaria, no a una mujer que lo hubiese elegido libremente… – ¿qué otras cosas te dan morbo…? – Jameson acariciaba la espalda de Rita y la besaba por el cuello, buscaba el cierre del sostén…

-Mmmh… hacerlo bajo el agua… ¿alguna vez lo ha hecho bajo el agua, señor Jameson…? – éste sonrió con superioridad. Rita pensó que aunque en opinión de la gente, su jefe no fuese mister universo, para ella no había hombre más deseable en aquél momento que él, con el torso brillante de agua y su cabello, castaño por arriba y canoso por abajo, empapado y hacia atrás…

-¿Si lo he hecho bajo el agua…? – rió cínicamente – Tengo casi cincuenta años, niña, ¿te parece que hay algo que me puedas enseñar…?

Con el “casi”, su jefe se quitaba años, pero Rita se rió y se quitó los pendientes que llevaba, dos perlas pequeñas y rosadas… Ante el asombro de Jonah, se tragó uno y le ofreció el otro.

-No hablo de hacerlo “en” en el agua, sino “bajo” el agua… buceando.

A Jameson se le cortó la sonrisa.

-¿Y cómo se supone que se hace para respirar?

-Tómese esto y lo sabrá. – contestó ella y poniéndose la perla entre los labios, se la ofreció. Jonah tenía serias dudas, pero había llegado demasiado lejos para dar marcha atrás ahora. Si la chica quería ofrecerle psicotrópicos, por una vez… ¿quién iba a enterarse? Aceptó el beso y notó la píldora deshacerse rápidamente en su boca, dejando un sabor dulzón… pero apenas pudo notar ese sabor, pues el de la lengua de Rita, fresca y con gusto a piscina le inundó inmediatamente después… hacía años que no sentía un beso tan cálido ni que lo excitase tanto… su corazón palpitaba fuertemente y se sentía temblar y sudar… pero de pronto, notó que su cabello ya no estaba pegado a su cabeza, sino que flotaba a su alrededor. Abrió los ojos y se encontró sumergido en el agua de la piscina, con una Rita muy divertida frente a él… y podía respirar perfectamente, ¿¡Qué era aquello?! Intentó preguntar, pero de su boca sólo salieron burbujas que produjeron una sonrisa de su secretaria.

“No use la boca para hablar…” la voz de Rita sonó dentro de su cerebro “Use sólo la cabeza. ¿Qué le parece la experiencia…?”

“¿Cómo es posible esto?”- preguntó él, pensándolo.

“Magia…. Señor Jameson, si no hace preguntas, no le tendré que decir mentiras. Además… no creo que usted haya pagado quinientos cincuenta dólares por investigar fenómenos químicos, ¿verdad?”

Era cierto. Jonah trató de abrazarla de nuevo, pero la joven se escurrió por entre sus dedos con la ligereza de una sardina, y nadó más hondamente. A Jameson le encantaba la idea de perseguirla y se lanzó a por ella. No era mal nadador, pero ella era mucho más ágil que él dentro del agua, se movía con una rapidez asombrosa, parecía que su elemento natural fuera el líquido… jugaba con él; le dejaba acercarse y cuando estaba a punto de tocarla, daba un pataleo y se iba de nuevo, Jonah podía oír la risa de ella dentro de su cabeza y cuanto más se resistía ella, más ganas tenía de agarrarla. Finalmente, en una ocasión, ella arrancó demasiado tarde (probablemente adrede…) y él la agarró del tirante de la parte superior de su bikini. Al tirar para alejarse, el tirante se bajó, dejando al descubierto un hermoso pecho que Jonah devoró con la vista y ella hizo ademán de ocultar con la mano.

“¡Señor Jameson, ¿pero qué hace?!”, le transmitió la joven, jugando a que estaba muy sorprendida de la actitud de su jefe… aquélla comedia le ponía aún más caliente, y, agarrado al tirante, se dio impulso para llegar a los hombros de la joven y bajar el sostén por completo, lo desató, y la prenda subió blandamente a flote mientras Rita fingía estar muy azorada “Por favor, señor Jameson, ¿qué pretende hacer conmigo….?”. Rita echó a nadar de nuevo, pero esta vez lo hizo lentamente, tapándose los pechos. Jonah agarró la cinturilla de la parte inferior del bikini, y ésta salió prácticamente sola cuando la joven se alejó nadando.

“Qué malo es usted….” Rita se sentó en el fondo de la piscina, intentando cubrirse con las piernas, mirando a su jefe con una expresión mezclada entre timidez y picardía, entre lujuria y vergüenza. Jameson se despojó de los bermudas, que fueron a reunirse con el bikini en la superficie, y nadó hacia ella. Le quitó las manos de los pechos, a lo que ella fingió resistirse.

“Has estado provocándome durante meses…” pensó Jameson para ella “llevando esa ropa con esos escotes exagerados, inclinándote en mi mesa cada vez que me traías algo para obligarme a mirarlos… no te hagas la puritana ahora, deseas esto tanto como yo”.

“Oh, no…. No, señor Jameson…. Ha malinterpretado mi comportamiento…. Se lo suplico, no me mire….”

Jonah la besó. Estaba verdaderamente irresistible con esa actitud de “oblígame un poquito para que yo pueda decir que no fue culpa mía…”. El hecho de que su cuerpo no saliese a flote pese a no moverse, no parecía tener relevancia a pesar de que fuera imposible. Arrodillado junto a ella en el piso de la piscina, agachó la cabeza para besarle los pechos y una de sus manos inició una decidida bajada hacia el coñito de la joven… no estaba para muchos preliminares, llevaba demasiado tiempo sin hacerlo.

“Oooh…. ¿qué me… qué me hace, señor Jameson….? Por favor… por favor, pare….”

“No voy a parar… eres mi secretaria, eres mía… harás lo que yo te mande, todo cuanto yo desee… y además esto te encanta, puedo notarlo… mira cómo se levantan tus pezones….”

No era lo único, la polla de Jameson también se levantaba, deseaba penetrarla cuanto antes… pero quería tocarla también. La rajita de su joven secretaria ardía y palpitaba, se notaba su humedad, totalmente distinta a la del agua, y Jonah le metió dos dedos sin dudarlo. De la boca de Rita salió una cascada de burbujas cuando el gemido se escapó de su pecho, a pesar de que su jefe sólo podía oírlo en su cabeza.

“¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaah……! Haah…. Bastaaaaa…. Por favor, señor Jameson…. No… no siga…”

Jonah rio, con el corazón golpeándole en el pecho, y mientras seguía metiendo y sacando dos dedos, extasiándose en el agradable tacto viscoso del interior de su secretaria, dirigió el pulgar al clítoris y lo frotó despiadadamente. Rita se estremeció entre sus brazos y apretó los puños, las rodillas le temblaban y casi no podía abrir los ojos de gusto.

“Nooooooooooooo…..” suplicó mentalmente “Por piedad, pareeee…. Si sigue tocándome así….. perderé el control…. Yo nunca…. Yo nunca me había sentido así…. No, nooooo….”

“Entonces, no paro, bonita…” Jonah aumentó la velocidad de los dedos en el cuerpo de su secretaria al tiempo que le apretaba las tetas alternativamente con la otra mano. Por efecto del agua, parecían azuladas y el director pensó que aquélla estaba resultando una de las experiencias más raras y placenteras de su vida… su lengua lamía desde el cuello hasta las orejas de Rita, que había quedado reducida a un cúmulo de sensaciones placenteras que la superaban, incapaz de moverse… tan sólo pudo abrazar a Jonah por la espalda para apretarle más a ella cuando notó que su orgasmo era inminente:

“Noooo… no siga haciendo eso…. ¡me correré…..! Haaaaaaaaaaah…. Me… me vieneeee….”. Y entonces, Jameson se detuvo. Imposible describir la expresión de intensa frustración que se pintó en el rostro de la joven. Jonah podía sentir los muslos de ella temblando de impaciencia, todo su cuerpo meciéndose voluptuosamente, rogándole con cada músculo que continuara atacando y la dejase satisfecha.

“Si quieres que te termine, vas a tener que pedírmelo” Exigió Jonah, sacando los dedos con deliberada lentitud y empezando a acariciar los muslos de la joven, tiernamente, volviéndola loca de deseo.

“Haaaah…. ¿porqué es usted tan malo conmigo, señor Jameson….? No me obligue… por favor, no me obligue a decirlo, me da mucha vergüenza….”

“Entonces, se ha acabado. Dilo, o ya puedes marcharte”.

Jonah, ahora con las dos manos libres, pellizó los pezones de su secretaria y tiró de ellos; lo hacía sin ninguna delicadeza, sonriendo con lascivia, pero ella estaba tan cachonda que aquello sólo le causaba más deseo y placer, no sentía dolor alguno.

“Por favor… por favor, señor Jameson…. No… no me torture más….”

“Dilo.”Insistió él “Dilo, y la tortura habrá terminado. Di que quieres que te meta la polla hasta el fondo, hasta que te corras como una perra, y dejaré de hacerte sufrir y dejaré que goces. Pero si no lo dices, me voy ahora mismo a dormir y tú puedes irte y el lunes te despediré, porque no puedo tener en tu puesto a alguien desobediente… elige. Y elige pronto, porque soy impaciente”. Jonah subrayó su última palabra retorciendo los pezones de Rita, que se curvó entre sus brazos de placer y ansia. “¿No lo dirás….? ¿Me marcho…?” Insistió, sin darle tregua.

“¡Basta…..!” gimió la joven, con adorable expresión de derrota “Lo… lo diré…. Continúe, señor Jameson… hágame gozar, me encantaaa…. Ooooh, fólleme hasta la locura, quiero su gran polla dentro de mi coñito… ¡ensárteme con ella hasta que pida clemencia, señor Jameson! ¡Soy una perra viciosa, y lo quiero!”

Jonah estuvo a punto de eyacular sin tocarse siquiera al oír aquellas palabras. Agarró a Rita del cuello y echándole bruscamente hacia atrás la cabeza, la besó con furia, metiéndola la lengua en la boca hasta la garganta, apretando ligeramente su cuello para dificultarle la respiración…. La joven hervía de deseo, no tenía idea de que a su jefe le fuera la dominación hasta tal punto, pero el descubrimiento le había encantado. El director tumbó a la joven sobre el suelo y le elevó las piernas hasta los hombros, para que ella misma se las sujetase por detrás de las rodillas. El sexo de Rita quedaba totalmente abierto y expuesto y la joven apenas se atrevía a mirarle a los ojos… esos ojos en los que se leía desbocada lujuria, hambre, lascivia…

“¡Aaaaaaaaaaaaah…. Haaaaaaaaaaaaaah…. Se-señor Jamesoooon…. Sea…. Sea un poco más dulceee….!” Rogó la secretaria cuando Jonah se dejó caer de golpe sobre ella y empezó a bombear sin ningún cuidado, empujándola con su cuerpo, taladrándola sin piedad…. ¡Era estupendo! ¡Qué coñito tan tenso y cálido….! Sabía que no podría aguantar mucho, estaba muy excitado y estaba penetrándola lo más deprisa que podía, pero no podía parar, era demasiado bueno para hacerlo más lentamente, quería disfrutar sin retenerse, quería correrse…. ¡quería correrse AHORA!

“Haaah….” Gimió Jonah, pugnando por penetrar más hondamente “eres fabulosa, qué gusto me das… y a ti también te da mucho gustito, ¿verdad, zorrita…? Aaah…. No hay más que ver la cara de placer que pones….”

“No, nooo….” Protestó ella, con los ojos en blanco de gusto, a punto de alcanzar su placer “No es ciertooo…. Yo… yo soy una chica decente, señor Jameson….. haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah…… usted…. Usted me ha seducidooooo… mmmmmmmmmmmmmmhhh…”

Jonah pudo notar que su orgasmo era inminente, sus muslos tenían convulsiones, sus nalgas se apretaban intentando ayudar a la expulsión de la descarga que estaba al llegar… Su secretaria parecía luchar contra el deseo de soltarse las piernas para poder abrazarle, pero sabía que no lo haría… no mientras estuvieran jugando a la sumisión… ella respiraba aceleradamente, sonreía sin poder evitarlo, y de pronto, los dedos de sus pies se encogieron, Jonah supo que ella se estaba corriendo y el placer le pudo, pero la cordura se impuso… casi con violencia, sacó la polla del interior de su secretaria y volvió a meterle los dedos, tres esta vez, mientras él se pajeaba.

“¡Aaaaaaaaaaaaaah….. haaaaaaaaaaaaah…. Oh…. Oh…. Oh, Señor Jameson…. Me voy a correr…. Me corrooooooooooooooooooooooooh…..!” Rita se contrajo de gusto sobre sus dedos, Jonah pudo notar cómo el sexo de ella se contraía y palpitaba, al mismo tiempo que él soltaba su semen en el agua, en varios disparos espesos que formaron nubes y se disolvieron lentamente… en su cabeza estallaron fuegos artificiales mientras el placer se expandía gratamente desde su polla por todo su cuerpo… su culo todavía se encogía dulcemente sobre sí mismo por efecto del delicioso orgasmo cuando notó una boca besar la suya. No se resistió. Dejó que la lengua de Rita lamiera sus labios, los atravesara tiernamente y acariciara su lengua e hiciera cosquillas en su paladar, mientras notaba que ella lo abrazaba, estrechándolo contra sus pechos… los pezones erectos le ponían de gallina la piel….

“Señor Jameson…. ¿qué me ha hecho usted….? Por favor, espero que de aquí en adelante sepa dominarse y nunca se repita algo tan humillante… para mí ha sido muy vergonzoso…. Por favor, ponga su mano en mi corazón y prométame que no volverá a hacerlo”. La joven llevó la mano de Jonah a su pecho izquierdo y le hizo apretarlo. Jonah sonrió… era cierto, daba mucho morbo… y mientras fuese una aventura, nadie podría decirle que ella iba tras su dinero ni tendría ningún disgusto con su hijo, porque nadie lo sabría nunca… nadie podría enterarse…. Qué tentador era aquello.

“Ya veremos….” Contestó, masajeando la teta que se le ofrecía “Todo dependerá de cómo te portes… si vuelves a provocarme con esa ropa escotada o con esos contoneos de caderas, o si te portas de modo que me disguste, tendré que castigarte, y te castigaré tan duramente como hoy, o tal vez más”.

“Oh, señor Jameson, seré muy buena, lo prometo… haré siempre todo cuanto usted me mande”. Dijo la joven y le abrazó con ternura… Esa noche durmieron juntos y el fin de semana transcurrió con bastante normalidad… el lunes siguiente, Peter recibió una botella de coñac francés de la mejor calidad, y cuando Jonah llegó a su despacho, se encontró a Rita vestida con minifalda y medias de malla y una blusa que dejaba un balcón con un escote tan apretado que daba la impresión de que reventaría tan pronto como a la joven se ocurriera respirar… El director devoró con la mirada aquélla viva estampa de pecado, recordando que según sus propias palabras, la joven se había hecho acreedora a un “castigo”, mientras ella lo saludaba con su sensual voz habitual:

-Buenos días, señor Jameson…

(Continuará)

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